Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La constante obsesión por la idea de liderazgo es el contrapunto de la menos aireada pero implícita idea
de la incapacidad del resto de la población por guiarse a sí misma. Cuando el
desempleo aumenta, la gente estudia para líder. Da igual de lo que sea. Debe
ser un mecanismo psíquico compensatorio; como diría Balzac: ¡O líder o nada! Te convencen de que
para ser líder hay que tener unas condiciones innatas y, a la vez, que esas
condiciones deben ser moldeadas en las escuelas de liderazgo. Las escuelas de
liderazgo suelen ser bastante caras, claro. Te enseñan lo mismo que en las
otras, pero con un refuerzo motivacional constante de tu ego, por lo que sales convencido de
que la sociedad se hace un gran favor a sí misma cuando deja que tú la lideres.
El joven Mitt Romney, por ejemplo, ya iba para líder del
mundo occidental y garante de la paz americana
cuando tomó la tijeras —una decisión difícil pero necesaria— para cortarle el
pelo a un compañero del colegio del que se sospechaba que su melena lacia y
teñida, tapándole un lado de la cara a lo Verónica Lake, era signo de su
homosexualidad.
Las repercusiones del pasado juvenil de acosador y homófobo de Romney |
Ya a los quince años, Romney tenía capacidad de liderazgo y asumió
la responsabilidad de su decisión. Así son los líderes. Él, joven, líder en
ciernes, amparado en la seguridad que te da el hecho de que tu padre sea
gobernador del Estado —¡zas, zas!— asumió su responsabilidad ante la comunidad escolar y resolvió un problema de un tijeretazo. Lo encerraron, lo agarraron entre todos e intentaron devolverlo a la salud mediante el recorte capilar. Como es de imaginar, al que se le ocurrió la idea tuvo el privilegio de manejar las tijeras. El joven hijo del gobernador ya destacaba por el acoso abusivo y su homofobia. Romney ya tenía tarugo de líder.
El diario El País
resume la información:
Según informa el Post, lo
sucedido lo han contado los cinco amigos de Romney de forma independiente, cada
uno por separado. Cuatro de ellos han dado su nombre: Matthew Friedemann
–dentista-; Thomas Buford –fiscal jubilado-; Phillip Maxwell –abogado-; David
Seed –director de colegio jubilado-; y un quinto estudiante que vio lo sucedido
pero ha pedido seguir en el anonimato. Cada uno tiene distinta afiliación
política aunque la mayoría se definen como demócratas, siempre según el Post.*
El gobernador y su hijo, hoy candidato |
Como se puede apreciar, todos los participantes en aquel
grupo —todos aquellos justicieros capilares y reformistas sexuales—, llegaron
lejos. Fiscales, directores de colegio, dentistas, abogados… Dice el Post que
ninguno ha podido olvidarlo e incluso que uno de ellos todavía tiene pesadillas.
Por eso se quedaron por el camino, claro. Solo Romney, que lo había olvidado
hasta hora que se lo recordaron cincuenta años después, ha llegado tan lejos: gobernador y candidato a la Casa Blanca.
Y es ahí donde se ve su capacidad real de liderazgo: allí
donde otros sienten la culpa, el verdadero líder tiende a olvidar, porque no hay
nada de lo que sentirse culpable. Fe ciega en lo que hace, confianza en sí
mismo. La conciencia de haber actuado bien le acompaña durante toda su vida,
mientras que a los demás la mala conciencia les persigue. Entre que los hechos
te acompañen o te persigan hay una gran diferencia, la que
lleva de ser fiscal demócrata a gobernador (o presidente). Puede que algunos de
los participantes se hayan pasado el resto de su vida intentando compensar
aquella bellaquería.
En nuestro suelo patrio, el liderazgo se lleva de forma más
organizada. La Vanguardia nos sorprende
con un titular: “Escaneado el cerebro de
estudiantes MBA para hallar los atributos de un líder”**. La noticia tiene
muchos puntos de interés y suscita varias preguntas porque lo que afecte a los
líderes, obviamente nos afecta a todos nosotros pues estaremos en sus manos. Los
hechos se han producido en ESADE. La escuela de negocios y, por ende, de
liderazgo:
Esade es la primera Escuela de
Negocios del mundo que inicia una investigación académica y científica pionera
para encontrar a través de la tecnología y la neurociencia los atributos del
buen líder, conocer cómo se comporta su cerebro cuando toma decisiones en
equipo, su grado de influencia en una dinámica de grupo y qué diferencias
neurológicas hay en la elección de soluciones socialmente responsables o
irresponsables.
¡Qué interesante hubiera sido disponer de esta tecnología
cuando Romney y los suyos acosaron y le cortaron el pelo al compañero del colegio! ¡Cuánto
hubiéramos aprendido todos! Pero la tecnología nos falla y llega tarde.
No es casual que esta investigación pionera "académica y científica" se haga en una escuela de negocios, ni mucho menos todavía que
sea en Esade, el lugar en el que se propuso solemnemente hace unos días que se vendiera la sangre para llegar a fin de mes. Rebosan de buenas ideas, según parece.
Hay una cierta circularidad en el principio en que se busque las
características del líder entre sus alumnos MBA. Pero eso para ellos está
perfectamente claro: ya es un líder el que elige Esade para estudiar. ¡Cosa más
obvia! Por lo tanto es allí y solo allí donde se deben buscar las características de los líderes.
La fotografía que acompaña al artículo nos nuestra a cinco
líderes intentando activar las partes adecuada en sus cerebros para demostrar
al mundo que todos los mecanismos de selección de alumnos han funcionado
correctamente. No lo dudamos. Parece un poco la “técnica Ludovico” de La naranja mecánica, pero seguro que
funciona y no es peligroso para ellos. Yo creo que están muy relajados porque
uno de ellos chupa la tapa de un boli.
Hay también otro aspecto que me sorprende, lo del “buen
líder”. Es un asunto peliagudo porque si el líder es líder, es bueno por definición. Y si es malo, es que no es líder.
Que las escuelas de negocios se preocupen por el bien y el mal me parece un
retroceso después de llevar años enseñando que bueno significa beneficio y malo pérdidas. Por eso me llama la atención que se diga en el artículo
que el supuesto de trabajo que les han puesto a los cinco pensantes es que “deben
resolver un problema sobre responsabilidad ética en el mundo empresarial”**. Me
quedo estupefacto, claro.
Y entonces caigo en que Esade es por donde pasaron algunos
de los líderes del lío Urdangarín y
el Instituto Nóos y que había no sé qué problemas
con su secretario general, Marcel Planellas, que tuvo que dimitir y una lista
de vínculos intensos con toda la trama. Y se me refresca la memoria:
Esade ya creó el pasado enero un
grupo de trabajo para evaluar el daño a su reputación que está suponiendo el
caso vinculado a Iñaki Urdangarín, tal y como explicó la directora Eugenia
Bieto en una carta interna al profesorado.
De hecho, Diego Torres, el socio
de Iñaki Urdangarín en la Fundación Nóos, también fue colaborador académico de
la escuela hasta 1991 y, desde el año 2001, era profesor asociado del
Departamento de Política de Empresa, si bien a comienzos de este curso se acordó
con él su completa desvinculación de la actividad docente.***
¡Acabáramos! ¡Cómo son estos del marketing! Qué pena que no hayan hecho esto antes con las promociones
de MBA y líderes de las escuelas de negocios. Qué pena que esta sociedad con cinco
millones de parados y muchos millones de empleados precarios no haya dispuesto antes
de esta disciplina científica y ética en la que tanto insisten últimamente y
que llaman “neuroeconomía”, que no consiste sino en ponerle electrodos a la
gente para saber cómo venderle más cosas con menos riegos inversores.
Nos cuentan detalles los responsables científicos que se han traído de más allá
los mares, de donde se hace “ciencia” y no “eventos”:
Para Thomas Maak este proyecto
“tiene un gran potencial para ayudar a entender y profundizar en los procesos
de desarrollo del liderazgo, pero también para educar a los líderes del futuro
a tener un comportamiento éticamente responsable”.
Supongo que se desarrollará un método simple y científico:
descargas cada vez que tomen una decisión errónea. De esta forma, podremos
reconocer a nuestros líderes naturales porque les saldrán cables de la cabeza y
tendrán sacudidas de vez en cuando. Paulov no falla.
Usted y yo —a los que nunca nos pondrán cables en la cabeza
para estudiarnos como líderes— sabemos que los bueyes van delante de los
carros, que si a los líderes hay que
enseñarles la ética es que no la tienen, y que muchas cosas se olvidan después
de los exámenes. No hay que enseñar ética a los líderes; hay que elegir como
líderes a gente con ética, que es distinto. Si hay que enseñársela, no merece
la pena, aunque ellos no opinen lo mismo.
La mano que guía la tijera empieza en la cabellera de un
homosexual y puede terminar con inadecuados recortes sociales o subiéndose el
sueldo mientras se lo recortas a otros o despidiendo gente porque ganas un 14% y quieras ganar un 16 o eligiendo materiales de baja calidad o encargando discurso cuando te faltan las ideas. Es la ética que no te enseñan la que te
dice que está mal cortarle a la fuerza el pelo a la gente porque a ti te
parezca bien o en qué cosas se debe o no recortar gastos o qué es un sueldo justo. Con electrodos o sin ellos.
Que no te corten ni te tomen el pelo con estas cosas. Marean
la perdiz.
* "Romney pide perdón por un acto de homofobia en su
adolescencia". El País
10/05/2012
http://internacional.elpais.com/internacional/2012/05/10/actualidad/1336669588_351542.html
** "Escaneado el
cerebro de estudiantes MBA para hallar los atributos de un líder" La
Vanguardia 11/05/2012 http://www.lavanguardia.com/ciencia/20120511/54292187489/escaneado-cerebro-estudiantes-mba-para-hallar-atributos-buen-lider.html
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