jueves, 21 de noviembre de 2024

Trump y la exitosa irracionalidad política

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Los Estados Unidos de Donald Trump son una combinación de los despropósitos políticos y del paraíso comunicativo del semiótico. Mientras los nombramientos siguen sorprendiendo al mundo por ser un proceso selectivo inverso, es decir, la persona seleccionada para un cargo es la menos adecuada para el mismo, los elementos seleccionados o surgidos de forma aparentemente espontánea en la comunicación (¡¿qué es espontáneo en la comunicación política hoy en día?!) siguen siendo eficaces en sus términos al ser asumidos simbólicamente.

Cada día los medios nos dan cuenta de nuevos nombramientos que alegran a unos y hacen levantar las cejas y buscar refugio a otros ante lo que puede pasar. De la pregunta concreta sobre un nombramiento se pasa a la pregunta global, ¿cuánto tiempo se podrá soportar esto, qué efectos tendrá para el país esta concentración de despropósitos? Nombrar a antivacunas para la Sanidad, ahora complementado con un médico televisivo, el Dr. Oz, un partidario de terapias alternativas más que dudosas, de curaciones por la fe, tal como se nos cuenta en RTVE.es:

Trump también ha anunciado el nombramiento del doctor Mehmet Oz, conocido como Dr. Oz en sus programas televisivos, como administrador de los centros de servicios de Medicare y Medicaid, los programas de asistencia social de salud destinados a personas mayores y de bajos recursos.

"Estados Unidos se enfrenta a una crisis de atención sanitaria y es posible que no haya un médico más calificado y capaz que el Dr. Oz para hacer que Estados Unidos vuelva a ser saludable", ha afirmado el expresidente en un comunicado el expresidente (2017-2021) sobre el polémico cirujano, quien a lo largo de su carrera ha abogado por varias pseudociencias.

Oz es defensor de la medicina alternativa, la curación por la fe y diversas creencias paranormales, una situación que le ha traído críticas de numerosas publicaciones médicas.

Trump ha descrito a Oz como "un médico eminente, cirujano cardíaco, inventor y comunicador de primera clase, que ha estado a la vanguardia de la vida saludable durante décadas".

Oz trabajará en estrecha colaboración con Robert F. Kennedy Jr, el excandidato presidencial conocido por sus teorías de la conspiración sobre las vacunas, que ha sido nominado como futuro secretario de Salud.*


En el Dr. Oz se juntan varios de los requisitos que Trump busca, es lo suficientemente controvertido  como para liberarla de tener que ser activo en ese terreno. Recordemos lo que ocurrió durante la epidemia de la COVID, en la que los responsables se tuvieron que enfrentar públicamente a las excentricidades y observaciones del entonces presidente. El Dr. Anthony Fauci, un especialista, sigue, se nos dice en la Cadena SER, bajo la atenta vigilancia de seis guardaespaldas; es el resultado de haber dejado a Trump, el arreglador mágico, en evidencia. Lo mismo puede decirse de aquellos que trataron de frenar sus disparates. Trump aprendió de lo ocurrido entonces y hoy se rodea de la extravagancia, de los excéntricos y alternativos, alejándose de todos aquellos que le puedan desautorizar en público o en privado. Creo que esa es la "estrategia" que se revela tras la pauta de los nombramientos. Trump está más cómodo con esta fauna política y mediática.

Cadena SER

El otro nombramiento que se comenta junto al del Dr. Oz es el de una empresaria del Wrestling, la lucha libre americana, para Secretaria de Educación:

Trump ha confirmado a través de un comunicado que McMahon, de 76 años, será la encargada de dirigir el departamento, a pesar de que solo tiene experiencia en educación a nivel local, como miembro de la Junta de Educación del estado de Connecticut.

"Linda utilizará sus décadas de experiencia en liderazgo y su profundo conocimiento tanto en educación como en negocios para empoderar a la próxima generación de estudiantes y trabajadores estadounidenses y convertir Estados Unidos en el número uno en educación en el mundo", ha afirmado el próximo inquilino de la Casa Blanca.

Como secretaria de Educación, Trump ha apuntado que McMahon "luchará incansablemente para expandir la elección escolar a todos los estados del país y empoderar a los padres para que tomen las mejores decisiones educativas para sus familias".*

Como puede intuirse, es de nuevo el mismo patrón, la elección de personas de nula experiencia en el campo o de trayectorias contrarias a las políticas que deben desarrollar en los cargos. La elección del menos idóneo es la pauta.

Pero el fascinante problema que revela todo esto es el de la aceptación. Los Estados Unidos no en están estado de shock ante este aquelarre de nombramientos políticos, por algo que repercutirá necesariamente, antes o después, en su vida diaria, en su calidad de vida futura. Están fascinados, en un sentido absolutamente literal.

No se trata de una mayoría política en las urnas, es algo más parecido a una abducción, por usar un término coloquial, de una "comedura de tarro" sin paragón. Es algo más que una cuestión de mayorías o minorías. Es más bien un alegre descenso, un retroceso entre cantos y alegrías hacia la barbarie pre-racional, una gloria del desastre.

La pregunta, más allá de los desastres posibles, que sigue en pie es sobre esa extraña fascinación que hace que Trump se haya convertido en alguien por encima de la Historia (a la que anula), de la Ciencia (de la que se ríe) o de la Política (que convierte en espectáculo puro y manipulación).

Cuando Trump llegó por primera vez a la Casa Blanca se buscaron explicaciones de cómo un multimillonario tramposo y mujeriego, que se presentaba como antisistema y mesiánico milagroso, había derrotado en las urnas —con menos votos que Hillary Clinton֫— a una política con experiencia y capaz. Las explicaciones fueron "lógicas", pero ya revelaban algunos efectos sobre esa América profunda, machista y racista que ahora se muestra con claridad y poder, sin tapujos y orgullosa de mostrarse.


Trump es un fenómeno político porque la política misma se ha transformado, porque la sociedad misma se ha transformado, buscando otro tipo de liderazgo identificativo. La sociedad norteamericana, una gran mayoría revelada en el voto, empatiza con la muestra que Trump les ha dado. Uso el verbo "empatizar" en un sentido emocional que va más allá de la comprensión racional. Trump no convence, seduce, libera; es algo más cercano a los deseos reprimidos que a los racionales. Trump es una terapia liberadora que ha conectado con los deseos liberándolos.

Con Trump el mundo deja de funcionar racionalmente, deja de tener explicación ajustada a las lógicas de la política tradicional y se construye sobre lo políticamente "incorrecto", que puede ser "construir un muro", "deportar a millones", "hacer pagar a los europeos", etc. Lo que antes se podía hacer, pero no se podía decir, ahora se dice aunque no se haga. Decirlo libera.

En un universo así, los símbolos, la sintonía, son importantes. Ahí es donde encaja el histrionismo de Trump con ese deseo simbólico de imitarle. Cualquier elemento que permita vincularse simbólicamente se reproduce al instante, como sucedió con las tiritas en las orejas tras el atentado. Miles de personas le imitaron poniéndose tiritas en sus orejas. Lo ocurrido con la bandera doblada por el viento en el atentado. Decenas de miles de camisetas reproducían al supuesto "ángel" que le había salvado la vida para que pudiera "sanar" a la América enferma.

Las filas comunicativas de Trump han sabido comprender el fenómeno. Lejos de ocultar su capacidad mesiánica auto complaciente, esa se ha explotado al máximo al comprender que no se percibía como negativa, sino todo lo contrario. Era el vínculo simbólico, el compartir signos. No se trataba de ocultar esa parte de Trump, sino de crear una sintonía entre todos.

En 20minutos se nos habla de un fenómeno de este tipo por medio de algo que es posible reproducir y, por ello, compartir: los bailes de Trump al ritmo de una vieja canción —YMCA— de los Village People,  un grupo de temática musical y visual abiertamente gay: 

Trump empezó a utilizar la canción ese mismo año tras recuperarse de su diagnóstico de Covid-19. Fue en actos con un público repleto de miembros homófobos de iglesias evangélicas. En la campaña de 2024, el YMCA ya era un elemento más de los mítines MAGA (Make America Great Again) en todo el país.

Por eso todo el fenómeno resulta en alguna medida irónico. No puede olvidarse que el movimiento MAGA es públicamente homófobo y se opone frontalmente al matrimonio entre personas del mismo sexo.

Pero como ha demostrado el consumo y la publicidad de la sociedad en que vivimos, nada como una insistente repetición en un nuevo contexto para vaciar una canción de su significado.** 

La forma es estable; el significado es modificable mediante la nueva atribución que le da el uso. Es un principio básico semiótico comunicativo. A final, la cosas solo significan lo que queremos que signifiquen. Donde había un himno gay, ahora se puede representar como parte de la homofobia.

En el artículo, Chema Lizarralde nos cuenta cómo el baile de Trump se ha ido manifestando en diversos campos:

Hemos visto desde novios que se casan moviéndose a lo Trump hasta deportistas que celebran así un gol o una jugada. Está ese video ya viral de un novio chino que llega a la ceremonia de su boda con la música del YMCA y ejecutando el famoso baile:

Entre los deportistas, lo más reciente, el pasado domingo, en la Liga Nacional de Fútbol Americano, donde se está poniendo de moda entre los jugadores. El pasado domingo, los defensas del San Francisco 49ers festejaron una jugada frente a los Tampa Bay Buccaneers con el movimiento de baile visto en los mítines del republicano:

También tras liarse a mamporros. En el UFC 309, Jon Jones noqueó a Stipe Miocic en el tercer asalto y lo celebró con algo parecido al baile de Trump. Luego, el púgil señaló con el dedo al político, que asistía a la pelea en Nueva York y estaba sentado junto al ring. Hasta le ofreció una réplica del cinturón del título de los pesos pesados de la UFC:

Este lunes, el futbolista Christian Pulisic, de la selección masculina de EEUU, celebró un gol con su propia versión del meneo trumpiano. "Obviamente es el baile de Trump... Simplemente es un baile que todo el mundo está haciendo. Él es el que lo creó. Sólo pensé que era gracioso", dijo Pulisic a los periodistas cuando le preguntaron por la celebración:

Para que un fenómeno así funcione se necesitan dos fuerzas, repetición y olvido. En unas sociedades en las que unos pocos años se convierten en pasado remoto, en olvido, y por ello en novedad, se pueden producir fenómenos de "novedad" en lo viejo, que queda separado de sus raíces y sentido original. Da igual que la canción tuviera un sentido abiertamente gay; se parte del nuevo sentido y se olvida el viejo. De ahí la paradoja que manifiesta el autor del artículo.

Trump lo actualiza y lo convierte en suyo. La repetición convierte la canción pegadiza en un nuevo símbolo —nuevo sentido— al servicio de quien lo lanza de nuevo. Es un fenómeno de apropiación simbólica en un mundo de presentes continuos. El sistema envolvente mediático refuerza los sentidos y nos lo muestra repetido en miles de gestos que refuerzan el nuevo significado.

Trump está ahí tanto por un giro político como por un giro comunicativo. La relación entre ambos es lo que está por dilucidar en los detalles y proporciones. Luego llegarán los efectos. 

* "Los últimos nombramientos polémicos de Trump: una exdirectiva de la WWE y un médico televisivo" RTVE.es/Agencias 20/11/2024 https://www.rtve.es/noticias/20241120/polemicos-nombramientos-trump-exejecutiva-lucha-libre-medico-televisivo/16338590.shtml

** Chema Lizarralde "Deportistas, presentadores de la tele y hasta novios en las bodas: el 'shimmy' de Trump al son de Village People se viraliza en el mundo" 20minutos 21/11/2024 https://www.20minutos.es/noticia/5656177/0/el-baile-de-trump-al-ritmo-de-ymca-se-viraliza/?autoplay

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