lunes, 28 de febrero de 2022

Solo la firmeza va a parar a Putin

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


La activación de protocolos nucleares por parte de Putin es una muestra más de la locura a la que este ha llegado, el síntoma final. Es además, la evidencia de que tendrá que ser el pueblo ruso quien le pare. Putin ha logrado convertirlo en la segunda víctima, en la más duradera. Mientras Ucrania recibe la solidaridad del mundo, la Rusia de Vladimir Putin solo recibe rechazo y condenas. Ha dejado a la vista esas parodias de países que son Bielorrusia y Chechenia, dictaduras ahijadas de la Gran Madre Rusia. Ellas son el espejo caricaturesco del destino de Ucrania si se rinde a Putin. No hay otro destino a la vista. De ahí que la resistencia sea máxima y Putin se haya topado con ella.

Putin ha dibujado y firmado el futuro de las relaciones con Rusia por décadas. No será la súper potencia que espera ser, sino simplemente un monstruo marginal que verá cómo se hunde su economía arrastrando a su pueblo a una pobreza creciente ante el aislamiento mientras él y sus sucesores se encuentren en el poder. De ahí que tengan que ser ellos los que lo frenen en algún momento. Las imágenes de disidencia y de brutalidad contra ella son cada vez más frecuentes y crece el número de detenidos por manifestarse.

Los efectos en Europa ya se están comenzando a producir. El más significativo es el tremendo aumento del presupuesto militar alemán, anunciado ya por el presidente Olaf Scholz. Como era previsible, Putin ha logrado lo contrario de lo que quería. Si su objetivo era la "seguridad" rusa, lo que ha conseguido es que todos los países europeos tengan que aumentar su inversión en seguridad en una nueva fase de la llamada carrera armamentística provocada por la amenaza de Rusia.


Ya la inseguridad que Donald Trump creó hizo plantearse a Europa la creación de un sistema de defensa no basado exclusivamente en la OTAN. Las exigencias del presidente Trump creaban la necesidad de organizar un ejército propio en la Unión Europea. Esta necesidad era obvia y aquí la hemos tratado en varias ocasiones, pues planteaba escapar de la dinámica peligrosa que el gobierno norteamericano planteaba con la creación de zonas de conflicto próximas para exigir a los defendidos una mayor participación y compra de armamento norteamericano. Cuando Europa decidió invertir en las compras de su propio armamento producido aquí, Trump montó en cólera. Ahora Trump no está, pero hemos heredado el sistema de la creación de conflictos. Espero que se haya aprendido algo del funcionamiento de este peligroso juego de los amagos que finalmente acaban produciéndose.

Alemania anuncia un enorme presupuesto en la modernización de su defensa. Hasta el momento, Europa se ha mantenido bajo el paraguas norteamericano, lo que nos crea una dependencia que se traduce en inseguridad ante la amenaza rusa, que puede engullir Ucrania y seguir amenazando a demás países europeos con la relativa seguridad de que no habrá una intervención norteamericana directa por temor a una guerra a "gran escala". Eso significa que a Putin le convendrá espaciar sus invasiones y siempre tendrá la excusa fronteriza para actuar contra otros países, como ya ha señalado. Lo que se juega en Ucrania es mucho y los ucranianos tendrán que realizar una resistencia heroica ante la mirada impotente de una Europa que no significa nada para Putin.

En Antena 3 se entrevista al general retirado del Ejército del Aire español Juan Antonio Moliner, al que se le pregunta sobre el riesgo de que Putin use realmente las armas nucleares en este conflicto como respuesta a las amenazas verbales de Occidente y la OTAN: 

¿Alguien cree que vaya a hacer uso de esas armas?

Nos ha querido meter miedo y yo creo que lo ha conseguido. Occidente, temeroso, tiene una gran fortaleza, que es el deseo y la búsqueda de la paz, pero cuando viene un conflicto esa fortaleza se convierte en una debilidad y eso Putin los sabe y lo está utilizando. *

 


No se trata ya de que Putin sepa que el objetivo de Europa es la paz, algo que está en su propia genética, pues la Unión tenía como objetivo evitar nuevas guerras como las ocurridas en el siglo XX. La realidad de Europa se basaba en una paz vigilada durante la Guerra Fría. La vigilancia, claro está, era la OTAN y su sistema de defensa aliada. Hoy es la OTAN precisamente el argumento de Putin para sentirse amenazado, pero es una amenaza que responde a su política de invasión y anexiones previas.

Como muchos temían al hilo de la Historia, Rusia no tiene tradición democrática alguna en su historia. Su tradición es la de la fuerza y la expansión anexionándose territorios hasta convertirse en el país más extenso del planeta y que solo entiende la seguridad como hija de la invasión de los países limítrofes que acababa "repoblando" de campesinos rusos, que son los que hoy se consideran hermanos y justifican la invasión porque, según la falsa versión de Putin, estaban siendo masacrados por los ucranianos. En Ucrania hay "prorrusos" porque los rusos los plantaron allí; ha sido durante siglos su sistema más barato de defensa, una garantía de que las gentes que allí vivieran tenían lazos con la Madre Rusia. En Rusia no se suprime la "servidumbre de la gleba" hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo XIX, lo que implicaba que los señores eran "amos" de los campesinos de sus tierras y decidían sobre sus vidas. Turgéniev nos dejó en su magnífica "Padres e hijos" testimonios sobre aquella forma de ver el mundo. Ya entonces existía la división entre los eslavófilos y los occidentalistas. Muchos rusos abandonaron una Rusia cerrada sobre sí misma, con su mística de destinos, y se instalaron, como el propio Iván Turgéniev, fuera de su país.

La ausencia de tradición democrática ha hecho que Rusia vea el mundo desde la perspectiva de la fuerza bruta. No entiende de políticas de buena vecindad más que la que se pueda mantener con países como Bielorrusa o Chechenia o cualquiera de las dictaduras títere que mantiene como satélites a su alrededor, a las que arma y anima a practicar a sus tiranos la brutalidad contra cualquier disidencia.

El error europeo ha sido creer que Putin era un vecino confiable. Esto le ha permitido en estas dos décadas ejercer una política subversiva sobre Europa, a la que considera una pieza fácil. Rusia ha extendido sus mafias por medio mundo, invirtiendo en la rentable Europa el producto de sus rapiñas. Nos hemos acostumbrado a usar el término "oligarcas" como parte de una peligrosa normalidad; hablamos de la corrupción que viven, pero es cosa de ellos. Nosotros nos conformamos con venderles tranquilas villas de lujo en nuestras discretas urbanizaciones de la Costa del Sol. ¡Mientras paguen!

Ahora les vemos la otra cara, las de los criminales que sustentan un régimen dictatorial y corrupto, mientras juegan con la demagogia de responsabilizar a Occidente de todos sus males. Putin se ha asegurado teniendo a muchos dirigentes europeos con sueldo; eran los conseguidores, lo que reciben financiación directa o indirecta desde el Kremlin y le eliminan obstáculos. Las listas han ido saliendo y contienen nombres ilustres de la política europea. Aquí hemos comentado en estos años los vínculos de Putin con el "Brexit" o sus conexiones con el independentismo catalán, por ejemplo, y con los ultraderechistas de todo el continente, fomentando los populismos a los que ha subvencionado. Todo lo que perjudicaba a la Unión Europea ha sido favorecido por Putin sembrando la desunión y el caos. Las redes de desinformación creadas por Rusia no son novedad, pero no íbamos a crear problemas con estas cosas nimias. Ahora se comienza a cortar la difusión de canales como Rusia Today, al que hemos señalado desde hace años como foco de desinformación en todo el mundo de habla hispana, especialmente en toda América.

Finalmente, no acabábamos de creer que Rusia haría lo que finalmente ha hecho. La "debilidad" europea, como señalaba el analista militar, es que es difícil negociar con alguien a quien no le importa la guerra. Intentará llevara al límite y finalmente tendrás un chantaje permanente, una amenaza constante a tu seguridad. Es lo que ha mostrado y demostrado Putin.

La reacción alemana no se ha hecho esperar y tendrán que seguirle otros países para que Putin respete a alguien. El problema es que él sabe hasta dónde podemos llegar y nosotros también hasta dónde puede llegar él. Eso distorsiona las posibilidades de que negociar sirva de algo. Putin ha mentido en todas y cada una de sus declaraciones sobre los límites. Le basta con cambiar los nombres, pero da igual a cómo llame a la caída de misiles o a que un tanque te pase por encima, es "guerra".

La jugada de mezclar a los bielorrusos y a los chechenos es una forma de mostrar su poder al jugar con los peones a su servicio y de hacer caer sobre ellos la responsabilidad de los momentos que se avecinan. Es, además, una manera de internacionalizar de forma directa el conflicto.

La solidaridad con los ucranianos es algo más que un gesto empático. Es un gesto necesario que muestre a Putin firmeza. Ya se escuchan voces de "afectados" por cosas que no les llegan o se les encarecen. Desgraciadamente para algunos no hay más frontera que las del bolsillo.

La guerra en Ucrania no es una fantasía, ni película o un videojuego. Es real, nos guste o no. Condicionará nuestra vida tranquila, tendrá efectos sobre nosotros. Pero todos ellos son muy inferiores a los que tendría no responder, mirar hacia otro lado. Solo la firmeza va a parar a Putin.

¡Solidaridad con el pueblo ucraniano!



* Alba Gómez "El análisis del general del Ejército del Aire Juan Antonio Moliner sobre Rusia: "El deseo de paz de Occidente es una debilidad"" Antena3 27/02/2022  https://www.antena3.com/noticias/mundo/analisis-general-ejercito-aire-juan-antonio-moliner-rusia-deseo-paz-occidente-debilidad_20220227621be3075bbac90001029cc9.html


domingo, 27 de febrero de 2022

Occidente

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

En estos años de observación próxima de la vida en algunos países musulmanes, especialmente de Egipto, hemos tenido ocasión de constatar el uso que se hacía en ellos del término "Occidente". En muchos momentos nos ha llamado la atención el uso/construcción del término con fines de manipulación. "Occidente" es percibido como algo más que un espacio geográfico, como unos países; es concebido esencialmente como un foco de perversión de los valores de todo orden, de los religiosos a los familiares. La invocación negativa de "Occidente" se alienta como un elemento negativo incluso por países que mantienen unos estrechos lazos militares o comerciales.

A las feministas, por ejemplo, se las considera agentes infiltradas por Occidente para destruir las raíces familiares del islam, destructoras de las tradiciones. Muchos de sus dirigentes anti occidentales han estudiado en Occidente.


"Occidente" es un espacio exterior, un mundo diferente del que provienen todos los males. "Occidente" es un lugar indiferenciado, un concepto negativo, del que se desprende una retórica que hace dirigir las miradas hacia el punto al que señalan los diferentes agentes que buscan organizar al pueblo, ofrecerles un punto de odio y desprecio, un contraste con lo propio que se siente atacado. "Occidente" es, pues, lo "otro negativo", el reverso de lo que se es. Da igual que se reciban ayudas económicas, vacunas o cualquier otro elemento; todo se acepta, pero se excluye de Occidente, cuya imagen negativa se sigue acrecentando.

En RTVE.es tenemos un interesante artículo de Anna Bosch, titulado "Doctrina Putin: la confrontación de Moscú con la OTAN "es solo el principio"", cuyo comienzo hace referencia a esa idea de "Occidente": 

Запад (Zapad) significa oeste, Occidente, en ruso. Y es un concepto ubicuo en la retórica gubernamental rusa. El imaginario que se ha construido es que Occidente mantiene con Rusia la obsesión que tuvo con la URSS (no les falta razón) y que a partir de ahí casi todos los males que aquejan a la sociedad rusa tienen su origen de una manera u otra en la maldad del Zapad. Occidente, sostiene esa lógica, no cesará hasta acabar con Rusia como lo hizo con la URSS.* 


Más allá de la clásica definición del "otro opuesto", el enemigo hacia el que se dirige odio y acción, la idea de un "Occidente" se ha convertido en el gran monstruo para una parte importante de la población mundial. Esto debería inquietarnos y hacer que viéramos el sentido negativo que tiene y, si es posible, tratar de rectificarlo.

Saber si es posible no es fácil. Hoy vivimos en un universo manipulado desde múltiples fuentes. Es un hecho que los grandes avances en comunicación han tenido siempre una corriente paralela negativa de manipulación. La idea ingenua de que aumentando la comunicación tenemos más acceso a la verdad se viene abajo ante los hechos de cada día. Los diferentes medios con los que podemos modelar a la opinión pública son una tentación muy poderosa. Putin ha prohibido, bajo amenaza de "traición" usar palabras como "guerra", "invasión" o "víctimas civiles". Rusia es en estos momentos el lugar peor informado.



Desde hace décadas, las colecciones de Sociología, Filosofía o Historia, también las de economía, se han llenado del término "decadencia". No hace falta ir tan atrás como para llegar a Spengler, que ya heredó una preocupación que se había ido expandiendo en el seno de los imperios decimonónicos, en especial el británico, en expansión, y el español hacia el final de sus días hasta llegar al 98. Las preguntas sobre por qué los imperios entraban en decadencia eran constantes, en unos para reflexionar sobre su pasado, en otros para evitar ese final.

En el texto de Anna Bosch se explica cuál es la doctrina que sirve de fundamento a lo que Putin está haciendo: 

Esa es la tesis, que "Occidente está en un lento pero inevitable declive, tanto en la política internacional como en la economía", por eso, sigue la argumentación, Occidente ha empezado una nueva Guerra Fría. Una guerra que esta vez perderá, sostiene, y se convertirá en "un socio más razonable".

Simultáneamente, "Rusia deberá equilibrar su relación con una China cada vez más poderosa". Desde su perspectiva es "Occidente" y no Rusia quien está usando Ucrania como mero instrumento en esta pataleta para evitar el declive. ”Tenemos que convencer a Occidente de que se está auto lastimando”.

Resumiendo: Rusia tiene que aprovechar una doble oportunidad: el declive de Occidente y que el mundo ha virado a Oriente y eso sitúa Rusia en un lugar idóneo para recuperar peso en la escena internacional y vengar las sucesivas traiciones de la OTAN en estos últimos 30 años.* 

Nos puede parecer delirante, pero le funciona. Escuchamos lo que queremos oír y en esto los rusos no son diferentes al resto de la humanidad. Los intentos de romper es corriente de creencias se pagan con la muerte, el exilio o la cárcel. Por eso Putin no solo controla las voces oficiales, sino que necesita cortar de raíz cualquier disidencia. Los que se resisten son, como ya ha dicho de los que se opongan, saboteadores y terroristas. 

Envuelta en una burbuja, una parte de la sociedad rusa ha crecido mirando con odio a un Occidente que, según se les dice, ha incumplido los pactos del final de la Guerra Fría y pretende monopolizar el mundo. Lo incongruente es que no solo no lo consigue sino que ha entrado en decadencia, desplazándose el centro hacia Asia, con quien Putin está siempre interesado en mostrar buena sintonía. De allí pretende abastecerse cuando se le cierren los mercados y allí pretende vender igualmente cuando nadie le compre.

En la historia del pensamiento ruso siempre ha habido ocasión para la reflexión sobre su posición intermedia entre dos culturas, la de oriente y la de occidente, tomándose el cristianismo como el hecho diferencial, de ahí la idea de la "santa Rusia", lo que supone otra incongruencia para la "nueva alianza" con la que Putin cuenta para el futuro.

Pero puede que esto no resulte como tiene previsto y que lo que ha hecho haya sido justo lo contrario. Armado con la compañía de Bielorrusia y, a última hora, de Chechenia, no parece que el porvenir sea muy halagüeño. Son países sicarios, dependientes de él, con gobiernos dictatoriales Sin embargo, Putin tiene una ventaja: la falta de escrúpulos. Es decir, Putin no se va a parar ante nada y sus nuevas amenazas a países europeos son claras y no deben ser tomadas a broma.


Lo ocurrido en estos días se viene gestando y ya tuvo su primera versión en Oriente Medio, donde la falta de perspectiva de los Estados Unidos creó una sensación de debilidad. Esto se ha agravado con la desastrosa retirada de Afganistán de los Estados Unidos con Joe Biden al frente.

Todo esto se ha tomado como una debilidad y los huecos que quedan libres, como ocurrió en Siria, son rápidamente ocupados por Rusia. La idea de mostrarse un aliado fiable ha estado en la estrategia de Putin. Mientras Occidente se debatía sobre permanecer o no en función de los diversos panoramas, Putin se ofrecía como el apoyo que no duda, que no critica, que no juzga, que solo busca apoyos claros, lo que le ha permitido hacer buenas migas con dictadores. La palabrería de Donald Trump con los dictadores, sus abrazos, no eran nada en comparación con lo que Putin les ofrece: seguridad y duración.

El panorama en Ucrania no es bueno, solo un escenario de resistencia y heroicidad, un drama terrible ante el que estamos con las armas de las que podemos disponer. Si Putin temiera una respuesta militar conjunta, no lo habría hecho. Pero Putin lleva dos décadas de crímenes y acoso a las personas y libertades  mientras que todo el mundo lo considera "normal", porque es Rusia y es Putin. La lista de los negocios con Rusia es bastante sonrojante, especialmente después de que hayan salido a la luz la lista de los "amigos personales" de Putin, la de los políticos occidentales que están a su sueldo en grandes compañías bajo su control, la financiación de partidos democráticos, etc.. Es el mismo proceder de países como Arabia Saudí, que les basta esparcir su dinero para que se les disculpen sus atrocidades y evitar sanciones. No son los únicos.


El pago a todo esto, ya lo hemos dicho, es esa imagen de debilidad, de anteponer el dinero a cualquier otro principio, el transigir con los dictadores si nos abren las puertas de sus negocios. Esto lo hicieron de Sadam Husein a Gadafi, como bien sabemos, financiando, por ejemplo campañas presidenciales como las de Nicolás Sarkozy.

Ahora hay que encontrar "algo" que asuste a Putin, algo que le haga pensar antes de actuar, aunque no se ve fácil. Perder no está en su cabeza; solo cuando Ucrania esté lo suficientemente machacada como para no levantar cabeza. Es un aviso al mundo, a los países próximos. Pero es también un plan de futuro. Hay que distanciarle de aquello con lo que cuenta y espera atraer a su fantasía.

Debemos reflexionar sobre esta imagen de Occidente que una parte del mundo tiene. Somos el objetivo del terrorismo islámico y del rechazo popular de aquellos cuyos dirigentes nos sonríen a la cara pero se ríen después. Ahora la Rusia de Putin se lanza a morder el extremo de Europa, buscando aliados y colocando títeres, amenazando a países libres. Su sueño de dominio no tiene límite. Ve ante él a los enemigos debilitados, indecisos, discutidores. Él representa lo contrario. Putin ha demostrado lo que quería demostrar: que es fuerte, que Occidente es débil.

Una vez dinamitada la idea de que la guerra era imposible, solo queda lo posible. Y no es bueno.

 


* Anna Bosch "Doctrina Putin: la confrontación de Moscú con la OTAN "es solo el principio"" RTVE.es 27/02/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220227/doctrina-putin-confrontacion-moscu-otan/2297922.shtml

sábado, 26 de febrero de 2022

La bota rusa

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Se suele decir que la primera víctima en una guerra es la verdad. Esto se hace muy evidente en el caso de una manipulación extrema y doble —como comentamos ayer— por parte de Vladimir Putin. Cada movimiento en esta agresión bélica contra Ucrania es deformada bajo unas descaradas mentiras con las que no se sabe muy bien ante quién trata de justificarse o a quién trata de engañar. Pero Putin posee el control de los medios rusos consigue así mantener a parte del pueblo ruso bajo un discurso oficial sobre el que la menor duda supone la cárcel o peor. Ese ha sido el destino de los "disidentes" rusos.

Recordemos que la primera invasión rusa de Ucrania se produjo con soldados rusos sin insignias en sus uniformes. Eso los convertía, según Putin, en civiles patriotas que iban al otro lado de la frontera a ayudar a sus hermanos "rusos" en territorio ucraniano. Si se puede llegar a este grado de hipocresía, se puede llegar a cualquier otra cosa, como ha demostrado con hechos a los que sigue dando el sentido que más le place.

22/04/2014

En un mundo que se ha encogido por el transporte rápido y las comunicaciones, Putin lo ha encogido aún más por la sensación de agresión real frente a sus fantasías defensivas. Putin ha llevado la guerra al centro de Europa, no a un lateral. Las distancias no son las mismas que lo eran antes, no con unas posibilidades armamentísticas que permiten llegar al otro lado de Europa es cuestión de minutos u horas gracias a la naturaleza de los dispositivos de ataques y  las infraestructuras.

El éxito invasor de la Alemania de Hitler, con quien ya se ha comparado a Putin, se basó en dos elementos las bombas volantes y la llamada "Blitzkrieg", la guerra relámpago. Hoy tenemos drones, misiles de medio y largo alcance y los elementos más pesados se suben en los más ligeros, llevándolos por tierra, mar y aire. No contamos el tabú de la guerra nuclear —del que Europa se libró, no Japón, en su momento—, porque los estragos serían impensables.

La afirmación occidental de que no se mandarán tropas a Ucrania por no ser país de la OTAN condena a Ucrania a una resistencia heroica y una agonía con final previsible. Su dolor será observado con toda la preocupación y lágrimas que se quieran, pero el final solo es posible con un giro de guion para el que haría falta mucho ingenio. Putin parece tener todo controlado para que el final sea previsible, pero los espectadores siempre esperamos un final feliz hasta el último segundo.

Putin les ha ofrecido a los ucranianos una derrota ignominiosa al pedir a su ejército que derribe a su propio gobierno, al que considera compuesto por "nazis y drogadictos", según sus odiosas declaraciones. Mientras el presidente Zelenski se les escabulle por las calles de la Kiev asediada mandando mensajes de llamada a la defensa, a demostrar que Ucrania no se va rendir, que tendrá que ser aplastada.

A nosotros nos caben pocas opciones ya. Zelenski ha rechazado las ofertas de viajar fuera del país, "necesito munición, no viajes", les ha contestado. Enviar armas es solo dar tiempo y esperanza a los ucranianos en su lucha desigual frente a un ejército inmisericorde. Los rusos pueden hacer lo que quieran, pues ya se encargarán los servicios de propaganda de negarlo todo. No nos sorprende ver la recepción festiva a las tropas invasoras en las zonas prorrusas. Eso permite a Putin transmitir ese vergonzoso mensaje de liberador de los hermanos del otro lado de la frontera, las víctimas de un "genocidio" según su versión mentirosa y delirante del conflicto, la que sirvió para justificar todo esto.

Putin busca al presidente porque así podrá exhibirlo frente al pueblo ucraniano y presentarlo como un criminal del que ha venido a liberarles. La pantomima acabará mal, pues Zelenski es actor y sabe la importancia de la escenificación y los gestos.

Putin ha ido más allá de Ucrania. Ha amenazado a Suecia y a Finlandia sobre sus pretensiones de entrar en la OTAN. Esto es de enorme gravedad y muestra el verdadero rostro de este nuevo Stalin y Hitler en una sola pieza. La gravedad de esto no son solo las palabras de amenaza, sino mostrarnos el sentido que Europa tiene a los ojos de este peligro real que es Putin.

En Antena 3 podemos leer:

Rusia ha denunciado la intención de Occidente de incluir en la Alianza Atlántica a Finlandia y Suecia alertando de las graves consecuencias que tendría el ingreso de estos dos países en la OTAN. La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, María Zajárova, ha dicho que "es evidente que el ingreso de Finlandia y Suecia en la OTAN, que es ante todo un bloque militar, tendría graves consecuencias político-militares, que requerirían una respuesta de nuestro país".

También ha señalado que Moscú conoce todos "los esfuerzos dirigidos de la OTAN y algunos países miembros del bloque, ante todo Estados Unidos, dirigidos a incluir en la Alianza a Finlandia y también a Suecia". Además, ha celebrado "la política del Gobierno de Finlandia de no alineación militar como un importante factor para garantizar la seguridad en el norte de Europa y en todo el continente europeo", pero constató la "interacción práctica" entre Helsinki, Estocolmo y la OTAN, que ha crecido en la última etapa.

Entre sus declaraciones ha querido advertir de que "han celebrado maniobras de la OTAN, estos países han ofrecido sus territorios a ejercicios del bloque en las cercanías de las fronteras rusas, en los que las fuerzas estadounidenses imitaban ataques con armas nucleares contra un llamado adversario equivalente".*

Lo que ha conseguido Putin con sus ataques es hacer más insegura Europa, que se refuercen más las fronteras con Rusia y que se sientan todos amenazados por ella. Esto necesariamente reorganiza muchas cosas en el continente y en prácticamente todo el mundo, pues tiene consecuencia en lo que se conoce como Eurasia y que está conectado con África a través de conflictos como el de Oriente Medio, en el que la presencia rusa ha ido creciendo por su apoyo a la Siria de otro cruel dictador, Bachar Al-Assad.

Político, México 25/02/2022

El hecho de que India, China y Emiratos Árabes se hayan abstenido en la condena a la intervención militar Rusa en Ucrania requiere un análisis diferenciado para cada uno de los casos. El caso más evidente es el de China, por los lazos creados y por la política anti China desarrollada desde los Estados Unidos por su despegue económico, por un lado, y por las políticas nacionalistas y militaristas del "sueño chino", desarrolladas por el presidente Xi Jinping. Pero China tiene necesidad de los clientes occidentales para seguir su desarrollo. El consumo interno tiene sus límites de crecimiento y a China no le interesaría meterse en lo que le puede ocurrir a Rusia con el aislamiento. Más confusas pueden ser las abstenciones de India, a la que se le había ofrecido entrar a formar parte de la alianza anglosajona (USA, Reino Unido, Canadá y Australia) en su cerco vigilante frente a China. Esa estrategia es causante de una intensificación de los puntos de fricción en el mundo. Esto lo llevamos señalando aquí desde hace tiempo y ahora estalla en Ucrania. Hay ciertas políticas que hay que cambiar para evitar que se conviertan, como ahora, en las excusas para ataques e invasiones.

Rusia, un país inmenso, necesita ampliar su propia inmensidad añadiendo lo que se llaman países satélites, estados controlados que le sirven de parapeto ante posibles "amenazas". Tras la caída del telón de acero, Rusia se siente ahora "desnuda" sin esos países cuya función es servir de foso como en los castillos. Pero esto que le funcionó en un momento, que hizo caer bajo las botas de las dictaduras comunistas que necesitaba que la rodearan acaba generando un sentimiento anti ruso por años de agravios y ocupación. Los que vivieron bajo su férreo control con gobiernos títeres, como el actual de Bielorrusia o como el que la propia Ucrania tuvo antes del levantamiento, no quieren volver a hacerlo. Están demasiado cerca los hechos y demasiado frescos los recuerdos.

Rusia ha mantenido guerras por toda su inmensa periferia. Ha colocado sus fosos defensivos allí donde ha podido. El problema es que muchos se acaban sublevando y buscan el amparo de aquellos que puedan protegerlos. Es una pescadilla que se muerde la cola.

Las "soluciones" de Putin no son soluciones, solo un uso de la fuerza que causa destrucción, represión dentro y fuera de Rusia, una crisis mundial y la paralización de muchas vías de acuerdo que se habían tomado en estos años imaginando un futuro en paz. La más señalada y que no se menciona en "Una franja y una Ruta", la nueva "ruta de la seda" que indudablemente se verá afectada por lo que ya no es un mundo en paz.

Rusia busca aliados y va a encontrar algunos que tendrán que decidir en qué lado se encuentran porque, más allá del Consejo de Seguridad, esto irá a la Asamblea General.

Las advertencias-amenazas a Finlandia y Suecia, a Austria, a todos los que ayuden a Ucrania son inadmisibles en un contexto internacional en donde se respete a los países. Putin ha vuelto a los peores escenarios europeos, al del imperialismo decimonónico, al de nazismo y el estalinismo como forma de tragarse países enteros para, basándose en la fuerza, anexionárselos sin piedad.

Hubo un tiempo en el que Rusia se sentía precisamente como un mediador entre Oriente y Occidente, que esa era su misión en la Historia. Aquellos tiempos de misticismo histórico pasaron y Europa ve en Rusia un peligro constante, una amenaza de un país con una dictadura feroz con un dirigente cuya mirada es la de un sociópata criminal. A Putin, le han sacrificado disidentes frente a las ventanas del Kremlin, muertos a tiros, como fue el caso de Boris Nemtsov en 2015. Sus sicarios los han envenenado por diversas ciudades del mundo con polonio o los han hecho desaparecer. Ese es el Putin de siempre, el jefe de la KGB, que supo eliminar sin piedad cualquier obstáculo para llegar al poder, en el que se piensa eternizar. Es Putin, el las largas mesas y los inmensos salones palaciegos, el de los soldaditos de opereta recibiéndole con trompetas y redobles mientras él hace el paseíllo, el pescador y cazador de osos, el perseguidor de gais, el nuevo "padrecito".

Europa tendrá que hacer algo, empezando por reconfigurar sus planteamientos del escenario que ocupamos, la necesidad de plantear su defensa con un ejército europeo y, sobre todo, empezar a reorientar sus dependencias energéticas, comerciales e industriales, empezar a basarnos en lo que tenemos y no en aquello que nos hace más débiles, nos guste más o menos.

Parece que se ha acabado la etapa de la globalización, del comercio mundial, etc. y ha empezado la época de las fronteras armadas, de la vigilancia y de la proximidad. El cerco a Rusia es también a todo lo que la atraviese. La bota rusa tratará de aplastar cualquier disidencia o de evitar alineamientos que no le favorezcan en la construcción de ese orden que tiene en mente y para el que necesita aliados. Hay que evitar que los encuentre.

El reinado de Putin es criminal. Lo ha sido desde el principio, matando y haciendo desaparecer a cualquiera que se opusiera. Ha mandado asesinar, ha invadido, se ha enriquecido hasta límites impensables, ha creado una oligarquía mafiosa y corrupta que eliminó otra anterior en lucha feroz... Pese a esto y mucho más, se ha seguido manteniendo contacto porque no se podía o quería ignorar. Era cuestión de tiempo que esa criminal fuerza acumulada mordiera más allá de la frontera. El aislamiento es necesario; una dictadura como la rusa no puede decir al mundo cómo comportarse, organizarse o decidir. Eso significan complicaciones y sacrificios, pero lo que permite vislumbrar el futuro si no lo hacemos es mucho peor. 

¡Nuestra solidaridad con Ucrania y el pueblo ucraniano!



* Ángela Clemente "Rusia advierte de las consecuencias que tendría el ingreso de Finlandia y Suecia en la OTAN" Antena3 25/02/2022 https://www.antena3.com/noticias/mundo/rusia-advierte-consecuencias-que-tendria-ingreso-finlandia-suecia-otan_20220225621929e0f5e39e0001e37e1d.html


viernes, 25 de febrero de 2022

Los dos discursos de Putin

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



El drama ucraniano sobrepasa la centena de muertos y serán muchos más conforme pasen los días. No se tiene claro cuál es el objetivo final de Putin, pero algunos las noticias nos dicen que ya ha entrado en la capital.

A la fuerza militar y sangrienta de Putin, Occidente está oponiendo las sanciones, una estrategia lenta y que no afecta a todos por igual. Lo pagará el pueblo ruso en carencias de elementos esenciales, pero no será inmediato. Descartada inicialmente la guerra directa contra Rusia, la forma de hacer daño es complicada dado el tejido creado por el propio Putin a través de las dependencias y conexiones interesadas con diversos países.

Todos están de acuerdo en que se ha violado el orden internacional y que hay que aislar a Putin, al que por cierto, nadie sanciona directamente, en una extraña estrategia gradual que deja inmune al organizador de esta desgracia sangrienta. Lo dejan para más adelante. Nos daban el dato de que es poseedor de una fortuna estimada en más de cien mil millones de euros. Por ahora, seguirá disfrutando de todo ello mientras se les toca el bolsillo a los jerarcas y militares, a los políticos del parlamento y otros círculos económicos beneficiados por todo su tinglado.


Teniendo en cuenta el carácter "empático" de Putin, esto no debe afectarle lo más mínimo porque nadie se atreve a disputarle nada. Putin es el dueño absoluto de Rusia, lo controla todo, lo que siempre suele dar una peligrosa sensación de poder.

La noticia más esperanzadora que hemos visto en estos primeros momentos es la manifestación de unos pocos miles de rusos en algunas ciudades del país en contra de la guerra. Han sido reprimidos violentamente y detenidos. Eso es Rusia, eso es Putin.


Putin controla todos los medios y los usa para su propaganda. Para él es fundamental la existencia de un discurso único que justifique la guerra. Pero la experiencia nos dice que hoy en día es difícil mantener los hechos y sus contradicciones con los discursos oficiales bajo control, que estos tienden finalmente a mostrarse y distribuirse filtrándose al pueblo. Si esto sigue así, Putin tendrá que producir un "apagón", como han hecho otros dictadores cuando han visto que no controlan la circulación de los discursos y que la opinión pública empieza a desviarse.

El argumento de Putin para la invasión de Ucrania ha sido el "humanitario", en el interior, donde se ha vendido que ha entrado en Ucrania para detener un "genocidio" con los hermanos de las repúblicas separatistas; hacia el exterior, por el contrario, lo que se ha vendido es el argumento de la "defensa" de Rusia y de la entrada en la OTAN de Ucrania.


Los dos argumentos representan "públicos" distintos y por ello son difíciles de sostener ante los hechos, con los que entran en contradicción. Como hemos repetido, la invasión de Ucrania no trae más "seguridad" a Rusia ni a nadie. Es un ejercicio imperialista, un ejemplo mentalidad de los imperios del siglo XIX, de las guerras napoleónicas, con la diferencia que el "invierno ruso" no forma parte ya de su ejército, como ocurrió con el intento de invasión francesa. La obsesión rusa ha sido siempre poner distancia entre Moscú y sus enemigos, algo que hace creando espacios controlados, como ha hecho con Ucrania desde hace años. El problema es que el mundo no funciona así ni puede funcionar como Putin quiere imponiendo a los países próximos (o lejanos si le dejan) lo que deben hacer, con quién se deben alinear, etc.

Tras la invasión ¿pretende negociar después su salida condicionándola a su "no entrada" en la OTAN? Eso dejaría al descubierto lo absurdo del argumento interno, aunque a una persona como Putin no creo que le importe mucho. La otra opción sería quedarse con Ucrania, como ya comenzó a hacer, pero ¿qué hacer con ella?

Con Putin no hay término medio. Es un monstruo que no ha tenido más idea para Rusia que seguir manteniéndola enfrentada al mundo occidental y aliándose con sus enemigos y rivales. Por esto, la salida de Putin solo se hará por la caída del discurso interno, antes que por el externo.

Una vez dado este paso, el ataque e invasión, el número de posibilidades de resolución se reduce. El desgaste internacional que le va a suponer tendrá que maquillarlo dentro, especialmente cuando algunos aliados suyos no se dejen arrastrar si han entendido el alcance de esto. Las alianzas con las que pretendía asegurarse apoyos puede que no sean tan firmes cuando vean las consecuencias. Lo que ha desencadenado Putin es algo más que un conflicto en sus elásticas fronteras. Puede que tenga que usar más fuerza de la que tenía calculada para reprimir las protestas internas al intentar jugar con demasiadas barajas.

Hemos entrado en un periodo complejo, con diversos focos y crisis abiertas. Veremos cómo lo resolvemos. Las respuestas que se le den son esenciales. Sigo pensando que Putin no resuelve ningún problema con lo que ha hecho y que se ha creado más de los que tenía. Lo que es evidente es que las relaciones que él cree poder controlar, jugando siempre con blancas, se le han escapado de las manos.

¡Nuestra solidaridad con el pueblo de Ucrania!

jueves, 24 de febrero de 2022

Ucrania

Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Finalmente, llegó. Putin no lo llama "guerra", utiliza el término "intervención militar" y tiene la excusa: las "repúblicas" que acaba de reconocer hace unas horas "le piden" que intervengan ante lo que consideran una "amenaza" a su recién estrenada "soberanía".

RTVE ofrecía en su noticiario mañanero la lista de algunos de los "buenos amigos" de Putin cosechados en sus relaciones, gente que va de Schroeder a Berlusconi, de Marine LePen a Mateo Salvini, de Victor Orban a políticos de primera línea repartidos por el continente, un grupo de poderosos miembros de las áreas más influyentes de la economía y la política. Se nos dice que hay muchos ex políticos europeos que hoy forman parte de los comités de las empresas rusas. Son un poderoso activo que Putin sabe actuarán en la retaguardia; tienen mucho que perder, probablemente en varios sentidos.


Ayer escuchábamos en un canal el comentario de las buenas esperanzas de nuestro sector turístico; se mencionaba especialmente la llegada de turistas rusos a España, una muestra más de los castillos en el aire que fabricamos para mantener nuestra ilusión incombustible, resistente a pandemias y guerras. Supongo que hoy tendremos nuestros noticiarios con lamentos de cómo va a afectar la guerra a nuestras playas o la compraventa de apartamentos y chalets de lujo en las discretas urbanizaciones en las que las mafias y oligarcas han invertido en estos pasados años.

Más allá del gas ruso, que se nos asegura hará ascender el precio de la energía como lleva meses haciéndolo, pero mucho más rápido, lo que tiene por delante Europa es una palabra que está en las antípodas semánticas de todas las que barajamos, "guerra". Putin quiere seguir expandiendo Rusia para recuperar todo lo que pueda y le dejen de lo que fue la Unión Soviética. El tamaño de Rusia —lo hemos comentado varias veces— le exige considerar la "seguridad", el argumento central para la invasión, creando un cinturón a su alrededor. Eso era la llamada "Europa del Este", el "telón de acero", hasta llegar a su caída como súper potencia.

Pero el absurdo de esta situación es que eso no funciona ya. Lo que hace es trasladar unos cientos de kilómetros el problema y hacerlo crecer. Los países fronterizos se acaban armando y se les empuja a ingresar en los sistemas de defensa internacionales para intentar no ser los siguientes en la lista.

La cuestión ucraniana es la cuestión europea, de una Unión que fue diseñada precisamente para evitar las guerras entre los países que la integran y estar bajo el cobijo de una superpotencia, los Estados Unidos, y de una organización militar, la OTAN. Esta estructura la hace laboriosa y comercial, pero con unas formas de defensa y de disuasión que no son muy intimidatorias más allá de las sanciones económicas, que veremos si se cumplen y cómo se cumplen más allá de los gestos a los oligarcas y amigos confesos de Putin con bienes repartidos por todo Occidente. Hay gobiernos europeos que son prorrusos, ya que Putin ha alentado (incluso financiado) las disidencias y ha sido el paño de lágrimas de todos aquellos que se sentían agraviados por Europa o los Estados Unidos, de Orban a Erdogan.

Putin ha creado un estado agresivo que encadena guerras con la excusa de su seguridad y sigue absorbiendo antiguos territorios que considera "suyos", poblados por los prorrusos que sembró en etapas anteriores y que hoy recoge. Esto le permite que haya gente con banderas rusas saludando al paso de los camiones cargados de carros de combate, misiles y tropas. La guerra de imágenes propagandísticas comenzó ya hace tiempo.

La maniobra de invasión rusa es una manifestación doble, primero de fuerza, después de cinismo político y desprecio a las reglas del juego. Sabemos históricamente que Rusia siempre ha sido tramposa y que no ha desaprovechado de seguir esa política de fricción, de engullir todos aquellos países que están al otro lado de sus fronteras. Rusia solo respeta la fuerza y eso es un mal camino.

Durante estos años hemos asistido a todo tipo de maniobras, de las militares a las cibernéticas (sus ejércitos de hackers) pasando por los medios de desinformación con los que salpica Occidente, de canales de televisión a las redes sociales. Pero la respuesta no ha sido la adecuada. Los medios nos cuentan que ayer se había producido un ciberataque masivo contras las instituciones ucranianas, un bloqueo. Seguramente puede hacer lo mismo con todos y cada uno de los países de la Unión Europea. Es como el zapato de Kruschev en unos lejanos años cuyas imágenes de tensión vuelven a nosotros.


No se puede dejar sola a Ucrania. La cuestión ahora es cómo hacer que esta agresiva Rusia desande lo andado, especialmente cuando este tipo de operaciones le sirven de propaganda interna y aviso externo intimidatorio para los siguientes. Con Rusia no acaba nada, pues incumple los acuerdos que firma, cuando le interesa. La cuestión es cómo encontrar el punto lo suficientemente sensible como para que se resienta. No será fácil pues dispone de otras zonas, como Oriente Medio, en las que la miopía norteamericana les ha dejado actuar al abandonarlas.

No sé si los europeos estamos preparados para lo que ocurre y va a ocurrir. Los lamentos por el "turismo ruso" me hacen dudarlo. Nuestro día a día no está hecho para este tipo de situación y es probable que establezcamos algún tipo de "negacionismo" pronto. Seguro que algunos ya los están preparando. Pero será inútil, lo que ocurra nos afectará, al igual que las sanciones que establezcamos a Rusia o cualquier otro tipo de iniciativa.

Ucrania importa porque Rusia está ahí. Es Rusia la que ha elegido una forma de actuar y la impone a los otros saltándose las normas y acuerdos internacionales. La respuesta que demos debe ser clara, porque una excesiva debilidad o confusión hará que siga en esta línea agresiva. No es solo el territorio ucraniano lo que está en juego, sino la entidad real de Europa. Sea cual sea la respuesta que demos, debe reflejar unidad y no fisuras.


miércoles, 23 de febrero de 2022

Intrapolítica

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Era inevitable. Si lo que "triunfa" en política es el género peleón, el enfrentamiento a cara de perro con el contrario, la palabra hiriente y la negación del diálogo, era cuestión de tiempo que los colmillos se volvieran contra el propio partido. No se puede pretender criar mastines y que se comporten como pekineses.

Hasta el momento, los partidos han mantenido la norma de morderse en privado y reservar los gestos agresivos —confundidos con la firmeza— para el exterior. Pero siempre se puede perder el control cuando se está en la gresca diaria, con la adrenalina subida y sin forma de hacerla bajar.


La llamada "crisis del PP" es también la de un modelo político que no es exclusivo suyo. Los partidos políticos son "feudales" favorecidos por la estructura tripartita nacional-autonómico-municipal, una forma de repartir poder, pero también una peligrosa forma de acapararlo.

No me ha gustado nunca la expresión "barones" aplicada a los que finalmente han ejercido como poderes reales, con capacidad de control hacia abajo y hacia arriba. Es una fórmula que acaba siendo conflictiva, como hemos podido ver en el caso madrileño, donde la autonomía contiene una ciudad como la capital de España y se acaban produciendo disputas a tres banda, presidencia autonómica, presidencia del partido y alcaldía de Madrid, tres campos poderosos que hacen aspirar a sus cabezas a querer un poco más. En otras Comunidades, el panorama puede ser distinto, oscilando las tres partes en sus repartos y formas de equilibrios. Las Comunidades uniprovinciales tienden al conflicto, como el caso extremo de Madrid. Mucho poder y poco espacio, un aliciente para la agresividad y los conflictos.

Los "barones" se juegan mucho con lo que ocurre fuera de sus fronteras territoriales, pues la expansión de los conflictos les puede condicionar su propia situación, como hemos visto con el inicio de conversaciones para formar gobierno en Castilla y León, afectadas por la debilidad actual del partido.

Sorprende la rapidez con la que han "enterrado" a Pablo Casado para evitar el desangrarse en sus feudos. Son los que han mostrado dónde reside el verdadero poder en los partidos que mantienen esta estructura feudal. Su posición hace que los barones tiendan a la calma, pues tienen que administrar un "territorio" real, a diferencia de los cargos nacionales. Ellos se labran su fortuna sobre un territorio delimitado y cosechan según sus propias guerras. Que se abran nuevas les perjudica porque les hace intervenir en algo que no pueden controlar, por lo que solo les queda "dinamitar" el edificio y tratar de reconstruir uno alejado de los conflictos.

Pero la Autonomía madrileña es un espacio pequeño y donde se concentran demasiadas instancias de poder, no solamente políticas, sino otras de diverso orden y poder real, como es el centro de decisión económica, algo que no se debe olvidar, y el mayor poder mediático. En Madrid, todos los despachos están cerca.

La oposición, como ya señalamos el otro día, no entiende de retrocesos o cierres en falso. La presentación de peticiones de investigación por la Fiscalía Anticorrupción ya se ha producido y lo que tenga que salir saldrá. La desaparición de Casado no borra el pasado, los hechos. Por mucho que quieran mirar al futuro, están evitando mirar lo que ocurre debajo de la mesa. Pero eso ya lo están haciendo otros. Como bien ha dicho el dimitido Teodoro García Egea en su despedida, ¿qué deben hacer los partidos cuando les llegan informaciones sobre irregularidades? Por mucho que se hayan equivocado en la estrategia, forma de actuar y cálculo de sus fuerzas, la cuestión queda sobre la mesa y seguirá condicionando la vida del Partido Popular.

Pero más allá del propio partido, las estructuras de los partidos nacionales han dejado ver sus límites y limitaciones. Se ha podido apreciar lo que tantos fines de semana de sonrisas y disparos en todas direcciones no han podido tapar, la incapacidad de gestionar problemas cuando salen a la luz.

El Partido Popular lleva viviendo situaciones de conflicto desde que se empezaron a crear problemas autonómicos, problemas debidos a la necesidad de pactar con otras fuerzas de una forma complicada y jugando a diferentes bandas, Pero no es sencillo atacar en una autonomía a quien puede ser tu socio en otra, gobernar en una con quien estás hundiendo en otra.


Si lo ocurrido es resultado de unas comisiones para beneficiar a la familia o si esto ha sido la excusa ante movimientos en diversas direcciones habrá que esperar a verlo un tiempo.

Por lo pronto, lo que queda es lo conflictivo del modelo de poder y, especialmente, lo conflictivo de los modos de liderazgo, buscar la notoriedad a golpe de efecto mediático. Es este estilo bronco de ciertos dirigentes —curiosamente encarnado por mujeres en prácticamente todo el espectro político— el que atrae la atención mediática. Aquí comentamos el papel de ciertos medios en esta crisis, tomando parte de forma insólita hasta el momento. El argumento de algunos ha sido no retroceder en lo que se había considerado una línea clara hacia La Moncloa, acabar con el "sanchismo". Mientras, Vox presentaba a Abascal en el mitin de Valladolid como el próximo "presidente".

La política española es demasiado agresiva, poco dialogante y excesivamente mediática. Las actuales circunstancias y complejidades exigen que los "asuntos de estado" sean posibles motivos de encuentro para poder avanzar y no un tejer y destejer continuo donde el centro de las campañas es deshacer lo que otros han hecho.


Un caso de comisiones familiares se convierte en una cerilla que se deja caer sobre los charcos de gasolina que rodean al surtidor. Puede que los "barones" intenten salvar sus feudos y evitar que lo ocurrido les arrastre. Pero tendrán que tener en cuenta "qué" están salvando realmente y los precedentes que sientan en esa próxima "reencarnación" que ya todos prometen. Eso, evidentemente, es su plan. Pero tiene poco que ver con lo que va a rodear el caso y, sobre todo, su resolución, algo que queda ya fuera de su alcance.

Casado y Díaz Ayuso, amigos del alma, nacidos en una misma camada, se han mostrado finalmente incompatibles y feroces. Atrás quedan sonrisas, abrazos y piropos, promesas de apoyo. Hay una "intrapolítica" como decía Unamuno que hay una "intrahistoria". Y esta no es nada ejemplar. La mano que hoy se hace contigo un selfie sonriente es la misma que te apuñala. Los medios se recrean recogiendo imágenes de la buena amistad de Casado y Diaz Ayuso, una historia gráfica de buen rollo.

Quien hizo sus cálculos en esto, falló estrepitosamente.