viernes, 31 de diciembre de 2021

Discrepancias e incumplimientos

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


En este caos de divergencia al que hemos llevado al país es realmente difícil que nos pongamos de acuerdo. No ayudan nada las divergencias de las instituciones jurídicas, cuyos dictámenes acaban sembrando la confusión. Es cierto que no todos juzgan sobre las mismas condiciones, que allí donde les someten a consideración las diferentes cuestiones, ya hay diferencias.

En la prensa de hoy volvemos a encontrar diferentes apreciaciones sobre una misma pregunta, la relacionada con las suspensiones temporales de ciertos sectores ante la subida de la incidencia de la pandemia.

En RTVE leemos dos noticias con resoluciones contrarias. La primera de ellas es la de los tribunales en el Principado de Asturias donde se ha desestimado el recurso de la patronal hotelera con los cierres: 

Una vez ponderados los intereses públicos y privados en juego, para el TSJA "deben prevalecer sin lugar a dudas el interés general y la vida" de los ciudadanos y "el mantenimiento de los servicios de salud en un nivel apropiado de respuesta frente a los legítimos intereses, sustancialmente económicos, de los miembros de la asociación recurrente".* 


La respuesta está clara, pero lo que no está claro es ese "sin lugar a dudas", ya que encontramos no ya dudas sino respuestas de signo contrario, como ha ocurrido en Canarias. Leemos el resultado en Antena 3 Noticias:

El Gobierno de Canarias había solicitado al Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) que ratifique judicialmente el toque de queda nocturno en las islas en nivel 2 y 3 en el puente de 'Nochevieja' y también en la noche de Reyes.

Finalmente, el TSJC rechaza el toque de queda pedido para las noches del 31 de diciembre, Nochevieja, 1 de enero, Año Nuevo y el 5 de enero, vísperas de Reyes.

El auto de la Sala de lo Contencioso-Administrativo asegura que el Gobierno tiene competencias para fijar este tipo de restricciones pero entiende que la medida "es una importante restricción de la libertad personal", que afecta también a quienes han tenido un comportamiento cívico durante la pandemia.

Además, insiste en que la interacción social también puede producirse por el día y "la posibilidad de contagio sigue existiendo, de forma que su idoneidad es relativa".

La Sala coincide con la Fiscalía en que la orden del Gobierno canario "no expresa, ni justifica que sea equilibrada o ponderada por derivarse de ella más beneficios o ventajas para el interés general que perjuicios sobre otros bienes o valores en conflicto".** 


Como puede apreciarse, dos formas de ver el mundo, la justicia y el riesgo que supone para todos. Puede argumentarse que el peso del turismo y el ocio es distinto en Canarias que en Asturias, pero no sé si eso deja de ser una forma de parcialidad.

En este segundo caso hay dos partes que deben resaltarse. El primero es la apreciación judicial sobre que uno puede contagiarse en cualquier interacción social. ¿Supone eso que o se prohíbe toda interacción o no tiene sentido solicitar las más evidentes? Es a lo que lleva esa argumentación. De que uno puede contagiarse por el día se saca la consecuencia que no tiene sentido limitar el ocio nocturno. Parece una explicación un tanto demagógica.

La segunda cuestión no es nueva: la falta de explicación sobre la medida solicitada. No es la primera vez que los tribunales rechazan la medida del cierre por falta de motivación o de explicación sobre la medida. Se dice que no está correctamente documentada. Esto lleva a tener que dudar de la eficacia y profesionalidad de los equipos jurídicos, que presentan una solicitud de forma inadecuada, pero también pudiera haber una segunda explicación a la que se recurre con en ocasiones en el mundo del Derecho: la presentación de una propuesta falta de documentación o argumentación para que sea rechazada. Esto implicaría que algunos gobiernos presentan estas solicitudes porque deben hacerlo ante la situación extrema a la que llegan, pero que se trataría de una maniobra de imagen, ya que los intereses políticos y/o económicos van en la dirección contraria. Habrá que elegir entre ser ineptos y ser astutos. Que haga cada uno la elección que le parezca más adecuada.


El otro aspecto que tenemos hoy en la prensa relacionado con el COVID-19 es la indeterminación de los conceptos: qué significa ser "asintomático", qué son "síntomas leves", quién debe determinarlo y quién decreta cuándo se acaba la cuarentena. Los expertos han sido prácticamente unánimes: esto lo tiene que supervisar un médico. Sin embargo, esto se ha establecido precisamente para lo contrario, para evitar que la gente acuda a los centros de salud, completamente saturados. Esto solo deja una alternativa: la empresa, que es la autoridad que, sin saber qué decir sobre los síntomas, sí sabe velar por sus intereses.

El diario ABC entrevistaba ayer a la Presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología, Elena Vanessa Martínez, a la que se le pregunta "si hemos sido imprudentes", a lo que responde:

—La gente se ha comportado conforme a lo que les dejan hacer y no vale echar la culpa a la población. Yo no diría imprudentes, sino que había escenarios aprobados, con limitaciones por ejemplo en el consumo en la barra de los locales, cierres de espacios cerrados o limitación de aforos, que no se han cumplido. Hemos sido irresponsables entre comillas. Pongo un ejemplo: una de las medidas que menos se sigue es la distancia de seguridad. Si limitamos [Martínez trabaja en el CCAES, o Centro de Alertas dirigido por Fernando Simón] a seis personas las mesas en la restauración, pero ponemos a seis en una mesa de cuatro, no hacemos nada. Los niveles de riesgo 1, 2, 3 y 4 que se marcaron hay que mantenerlos, no se ponen porque sí. Ayudan a cortar la transmisión, aunque cuesta que tengan efecto.*** 


Creo que es ahí donde reside la clave: se han puesto medidas, pero las autoridades han temido hacerlas reales en la mayoría de los casos debido al alto coste político en las dos dimensiones: votantes y fuerzas económicas. Es difícil encontrar una aplicación sostenida y clara de las medidas. De esta forma se ha "maleducado" a la ciudadanía, que ha actuado convencida que incumplir las normas de seguridad no tenía consecuencias.

Aquí hemos comentado en muchas ocasiones esa falta de presión en las medidas. Escuchar en el Metro una voz que nos repite que "se recomienda" el uso del ascensor por una sola persona mientras se ve a 7 u 8 esperando para subir es lo normal; escuchar de nuevo que se "mantenga la distancia de seguridad" cuando la gente se hacina en los asientos y entra en grupos es igualmente poco edificante. Ver en la universidad como el aforo del 50% incumple las distancias de seguridad reduciendo a poco más de 50 cm (un asiento vacío) lo que debería ser metro y medio entre alumnos; ver salir a fumar juntos a los estudiantes que se habían mantenidos separados previamente en el aula, etc. no es lo más ejemplar precisamente. Pasamos frente a restaurantes en los que se ha reducido el número de mesas, pero no el de sillas, por lo que los que se sienten a la misma se encuentra apelotonados durante un periodo en el que están sin mascarillas. Lo mismo se aprecia en las mesas de terrazas, donde por mucho que se esté al aire libre permanecen juntos, sin distancia alguna y sin mascarilla.

Cuando se habilitó el primer partido de fútbol en un estadio con solo unos pocos miles, ¡se les concentró a todos en una sola grada! diciendo que era legal y que ellos había cumplido las normas de aforo. Evidentemente, el número era el mismo, pero todos juntos, que es mucho más barato que repartirlos por el estadio. Esto mismo se ha ido repitiendo en todas partes. He tenido que repetir a mis alumnos cada mañana que había sitios libres y que se mantuvieran separados. Costó pero sirve de poco si no se mantiene.

Se han puesto normas, sí, pero no se ha seguido una política firme de "mentalización" de que había que cumplirlas. No se ha asimilado que su sentido es nuestra propia protección y la de los demás, que somos nosotros los que movemos el virus. La falta de firmeza ha sido general y, además, desmoralizante para quienes pretendían cumplirlas. La anulación de las multas fue el detalle con el que nuestros jueces dieron la "razón" a los incumplidores, quitando las ganas a los que tenían que estar en las calles haciendo cumplir las normas.

Por eso, cortar la trasmisión, como señala Elena Vanessa Martínez, es elemento central y eso solo se hace con las distancias y mascarillas, con la ventilación de interiores. Si no se hubieran sentado seis en una mesa de cuatro, por seguir su ejemplo, estaríamos en una cifras mejores que el desastre actual, donde se vuelve a recurrir a la peor idea, la de la inmunidad de rebaño, que es una forma de hacer no haciendo, que se contagien todos, cueste los muertos que cueste. Pero esto está condicionado a que las vacunas no pierdan eficacia y que no se vuelvan inútiles ante las nuevas variantes por llegar, que no tardarán mucho por el explosivo contagio, la combinación de Delta y Ómicron más lo siguiente que llegue.  


* "La Justicia avala el cierre del ocio nocturno en Asturias: "Debe prevalecer el interés general y la vida"" TRVE 30/12/2021 https://www.rtve.es/noticias/20211230/justicia-avala-cierre-ocio-nocturno-asturias/2246440.shtml 

** "El Tribunal Superior de Justicia de Canarias rechaza el toque de queda para Nochevieja, Año Nuevo y Reyes" Antena 3 Noticias 30/12/2021   https://www.antena3.com/noticias/sociedad/tribunal-superior-justicia-canarias-rechaza-toque-queda-nochevieja-ano-nuevo-reyes_2021123061cdcfea572a7d000122b49b.html 

*** Érika Montañés "La presidenta de los epidemiólogos: «En enero, Filomena ayudó a parar la transmisión. A Ómicron no lo frena nadie»" ABC 30/12/2021 https://www.abc.es/sociedad/abci-presidenta-epidemiologos-enero-filomena-ayudo-parar-transmision-omicron-no-frena-nadie-202112301942_noticia.html

jueves, 30 de diciembre de 2021

Justificaciones poco convincentes

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Cada decisión supone asumir un riesgo y dar una explicación. Comprendemos los riesgos, pero son las explicaciones las que no son convincentes. Ayer se aprobó por la "parte política" la reducción de las cuarentenas. Conozco casos de personas que estaban de baja hasta el día 1 y que fueron llamadas esa misma tarde para decirles que se tenían que incorporar ya mismo. Las llamadas fueron realizadas sin esperar a apagar el televisor.

Esta vez se ha pasado de los expertos y los políticos han hecho prevalecer su opinión en el momento en que se anuncia esta misma mañana que tenemos más de cien mil contagios en un día y la incidencia está por encima de 1.500 por cada 100.000 habitantes. Que en el momento de máxima expansión se reduzca la cuarentena no es una buena señal, pero las explicaciones deben ser tales y no simples excusas. Creo que a estas alturas los valores de la sinceridad son importantes.

Escuchar a la ministra Darias decir que se hace porque lo hacen en países como los Estados Unidos, Reino Unido y otros es sencillamente deprimente y nos muestra el grado de pérdida que tiene su ministerio en esto de la pandemia. Las estrategias que se dan por buenas son las que han llevado al desastre de los dos países citados, para nada ejemplares. También preocupa que se comience a hablar de la estrategia israelí de dejar que todo el mundo se contagie, que fue precisamente por la que Boris Johnson tuvo que pedir perdón públicamente por los efectos causados.


Cada vez escuchamos más excusas antes que explicaciones de lo que realmente significan las medidas que se toman. Esta vez los expertos han sido claros en su planteamiento: decretar menos días de aislamiento sin saber cómo es el comportamiento del virus en los días finales, cuál es su capacidad de contagio en esos momentos, no es bueno. Los expertos ha dicho que reducir esos días sin realizar una prueba final que muestre el estado del infectado es un lanzamiento al vacío.

No hay otro interés tras esto que el económico, como se temía. Por eso es tan indecente el uso que la ministra ha hecho de los más esforzados: se hace —nos ha dicho— para evitar que nos quedemos sin los servicios fundamentales, como enfermeros, bomberos, policías, etc. Esto es jugar sucio, manipulación, algo que me imagino no habrá sentado nada bien a los afectados, que no solo se contagian sino que tienen menos tiempo para recuperarse.

Las bajas, si realmente le importan esos sectores, se compensan con más personal, ya que el estrés que padecen no se debe al COVID-19 sino a la falta de personal. La solución es menor recuperación y más riesgo de contagio a los compañeros. ¿Es más caro contratar más personal? ¡Por supuesto! Pero esto se acabará produciendo si sigue aumentando el nivel de los contagios, como todos dan por seguro. No le echen la culpa a la variante Ómicron, sino a esta forma "normalizada" de querer volver a lo mismo sin que hayan cambiado las condiciones de contagio.


Lo que Israel quiere hacer se está haciendo aquí de forma escondida, pues es el mismo efecto el que se busca o se encuentra, el del contagio masivo. La respuesta, desde la frialdad de la economía y los negocios, es que se contagien todos para encontrar esa mítica "inmunidad de rebaño", que muchos siguen pensando que es la solución cuando está sobradamente falsa en este caso. En primer lugar, nadie es "inmune", la gente se sigue contagiando tras la decadencia del poder de las vacunas, donde ya se está hablando de las cuartas dosis. En segundo lugar, no existe el "rebaño" en un mundo abierto y con unas enormes asimetrías entre países o continentes; el rebaño se convierte en un elemento "teórico" que choca con la ausencia de barreras de contención que lo delimiten. En un país que, como España, depende del turismo, la posibilidad de un cierre o de un contagio generalizado son remedios peores que las enfermedades mismas. Entre contagiarnos todos y que venga el turismo deseado existe una enorme contradicción. Cuantos más contagios, estamos en más listas de países poco recomendados para viajar. Peor todavía: nos llega un turismo, como ha ocurrido con Reino Unido, al que nadie quiere recibir por sus propias tasas de incidencia. Ellos, por su parte, encantados de que los recibamos con los brazos abiertos. Era el mismo razonamiento de los turistas franceses de fin de semana en Madrid: "Venimos aquí porque hacemos lo que no nos dejan hacer en nuestro país". Ser el chiringuito permisivo de Europa no es precisamente algo de lo que enorgullecerse por este camino.

Para compensar la imagen, la Comunidad de Madrid acaba de dejar en evidencia a su Consejero de Sanidad y ha decretado la prohibición de las macrofiestas de Fin de Año, mientras que mantiene las discotecas y otros locales de ocio con algunas restricciones. Se mantiene la despedida del año con 7.000 personas como aforo en la Puerta del Sol y sin "uvas".


El otro asunto es la cuestión escolar. Lo han dejado para más adelante, es decir, la semana que viene, cuando decidirán si regresan a los colegios. La primera idea va a mantener a los más jóvenes (por lo que suponen de freno a los padres, que deberían quedarse con ellos, con los problemas laborales que eso crea) y grupos alternados en los mayores, que podrían llegar a la universidad, me imagino.

Desde el principio, los ministros han tratado de evitar que se creyera que anteponían los motivos económicos a los sanitarios. Parece que va contra su imagen, aunque no contra sus principios. La imagen "protectora" del político que vela por nosotros no cas muy bien con la de quien atiende las demandas patronales sobre el personal laboral. En este sentido, me parece muy revelador que esto se haya hecho a la vez que la Reforma Laboral, otro motivo de disputa.


El camino que se sigue no tiene el aval de los expertos en salud ni el de los virólogos y epidemiólogos. Tendrá el aplauso de los políticos y economistas. La tesis de que hay que "combinar" salud y economía es ya una toma de posición. Pero lo que no se puede hacer creer a nadie es que con una reducción de la cuarentena, del aislamiento de los infectados, se va a combatir nada. Sí aumenta, por el contrario, el riesgo de que aumenten los contagios, como está ocurriendo. No hay nadie más ciego, dice el refrán, que el que no quiere ver.

Cuando aumentan los contagios, vuelven a recurrir a la idea de la inmunidad de rebaño, que empezó con un teórico "70%" de contagio de la población y ha seguido creciendo hasta que se ha visto inútil. Es un mal síntoma que vuelva a estar en portada porque dentro de poco estará en boca de la ministra justificando las cifras elevadísimas de contagios que todos auguran para dentro de 10-15 días.


Los sacrificios se soportan mejor cuando se ve un fin cercano. Pero esta situación es como vagones enganchados a una locomotora. No vemos el final del tren. Eso debería llevarnos a unas estrategias distintas a aquellas que fallaron cuando se hablaba de "nueva normalidad". Creo que es más sensata la sinceridad por delante, la explicación real de los hechos y las decisiones y no decir que se toman medidas porque otros países lo hacen. Una vez más, padecemos nuestro propio sistema dependiente de demasiadas variables externas y con muy poca capacidad real de decisión. Lo sorprendente es lo poco que se cuestiona la debilidad estructural y lo poco que se habla de reformas reales para que este tipo de situaciones tengan una repercusión menor. No me refiero solo a la Sanidad, donde se llevan muchos años reclamando, sino en otros sectores, de los laborales a los educativos, pasando por todos los demás. Todo se enfoca como "provisional" y hay miedo a realizar cambios. Pero la vida misma es provisionalidad y cambio. Lo peor de todo es la constatación de nuestra resistencia o incapacidad de evolucionar.

Pese a lo que dice el titular de RTVE.es, los expertos son claros: 

José Martínez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, ha asegurado en los micrófonos de RNE que reducir las cuarentenas, desde el punto de vista de la difusión del virus, podría contribuir a un aumento de los contagios, por lo que esta medida no estaría justificada sanitariamente.

“Muchas personas que estando infectadas, incluso estando bien vacunadas, aunque no tengan síntomas, podrían estar contagiando en su entorno, con lo cual desde el punto de vista técnico sería una medida que no contribuye a disminuir la difusión comunitaria del virus. Solo se entiende desde el punto de vista de la mejor gestión de los servicios de salud, de la mejor gestión de las bajas laborales y del funcionamiento de las empresas", ha valorado.* 


Es lo suficientemente claro. Es una medida económica y política. No hay justificación desde el punto de vista sanitario. Que los políticos teman dar explicaciones sobre las decisiones de este tipo es revelador. Han usado a los expertos para justificarse; hoy han llegado al punto en que los expertos no les avalan. Por eso hay poca sinceridad en sus argumentos y solo el que otros países, los del modelo anglosajón, precisamente los más reacios a tomar medidas y a que se cumplan (todo depende del auto cuidado), lo plantean. Nuestro modelo laboral, afortunadamente, tiene poco que ver con el suyo, aunque parece que vamos hacia él.

 


* "Los expertos avalan reducir las cuarentenas pero "solo para circunstancias concretas"" RTVE.es 20/12/2021 https://www.rtve.es/noticias/20211229/reducir-cuarentenas-solo-circunstancias-concretas/2245406.shtml

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Tozuda realidad

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Enciendes el televisor y lo primero que escuchas es que la "incidencia" está "disparada" porque "ahora se hacen más test". El argumento se puso de moda con Trump, para el que no ver la realidad era negar la realidad. Para Trump la pandemia desaparecía si nadie daba datos. Ojos que no ven... Escucharlo de nuevo en el Canal estatal es bastante deprimente. En vez de pensar que antes estábamos ignorando las dimensiones reales del problema, pensamos que el problema es saber. De esta forma, el aumento de los casos es solo un "aumento de la información" y no un aumento en la realidad, que desconoceríamos cuál es.

Pronto el argumento se desarrolla en el mismo sentido. Cuando se habla de las Comunidades que tienen las cifras más altas es porque tienen un "sistema sanitario mejor", que detecta mejor. Eso, evidentemente, deja como "normalidad" las Comunidades con incidencia elevada y deja fatal a las que tienen cifras más bajas, consecuencia, claro está, de sus defectos en detección, definición de casos, etc.


Poco después aparece el Consejero de Sanidad de Madrid, al que se le pregunta por lo mismo. En concreto, son dos temas lo que acaparan su intervención. En primer lugar, la "apuesta" de la Comunidad de Madrid por los "auto test", que según el consejero evita que se colapsen los centros de salud. Pero como la gente detecta sus positivos intentan ser atendidos, creando colapsos en los centros.

Por otro lado, el segundo factor: la reducción de las cuarentenas por Ómicron a la mitad a cinco días. Se sigue el modelo desarrollado en Estados Unidos e Italia. No son países precisamente para imitar, pero da igual, el caso es presentar un precedente que, de nuevo evite el colapso y el frenazo laboral, que es el fondo del asunto. Con diez días de cuarentena las empresas están obligadas a mantener a los trabajadores afectados. Con cinco, las "pérdidas" se reducen a la mitad, aunque el riesgo se duplica.


Preguntado el Consejero de Salud madrileño por la celebración de la Nochevieja en la Puerta del Sol, dice que no hay problema, que se ha reducido el aforo a 7.000 personas y que no se tomarán las uvas. Preguntado por la macrofiestas previstas para esa noche, el Consejero repite el argumento de la seguridad: ellos solo autorizan las fiestas que reúnen las condiciones de seguridad estrictas. Esto es como decir que las fiestas se autorizan porque todos los que participen cumplirán las normas. Cuando pase lo que tiene que pasar, el marrón caerá en los organizadores que dirán que ellos pusieron las normas pero que la gente no las cumplió.


Todo el argumento del Consejero madrileño es que Ómicron es más leve que Delta y que no necesita tanta hospitalización. Los expertos le dicen que esto no es necesariamente así, que el aumento exponencial de los contagiados también hace crecer el número de ingresos. Si los casos leves se desestiman o se dejan al "auto cuidado" (bonito concepto), lo que ocurre es que se extienden los contagios y de este crecimiento, la parte proporcional de graves acabarán saturando el único término fijo, el número de camas y UCI. Hay otro número fijo, claro, el de sanitarios, a la baja por los propios contagios. Ellos son también parte del escenario y con mayor exposición.

Las peticiones de aumentar el tamaño de la Sanidad pública, tanto en camas como en medios técnicos y humanos, son respondidas de mala manera, como ocurre con los intentos de la presidenta Díaz Ayuso hablando de boicots y demás conspiraciones cuando estos exigen más medios y personal.


Esta decisión depende del escenario futuro que se plantee. Desde el inicio de la pandemia, los poderes públicos han pensado en términos temporales. Sus escenarios sucesivos han sido 1) es algo "chino" que no nos llegará (pero llegó); 2) ha llegado pero lo vamos a controlar (y no se controló); 3) no lo controlamos pero llegarán las vacunas (y llegaron, pero sigue sin controlarse); 4) pasará Delta (pero llegó Ómicron)... ¿Cómo sabemos que no se está cociendo una nueva cepa en algún lugar del mundo a la que nuestras vacunas, diseñadas siempre desde el pasado, no podrá responder? Es cierto que esto es siempre una pregunta abierta, que siempre puede llegar otra, pero se llama "prevención". La prevención suele ser cara, pero no estar prevenidos o tomar medidas puede ser más caro. El problema es que hay demasiadas variables que no controlamos para establecer una imagen fidedigna del futuro, alguna que se acerque a la realidad. Preguntado el Consejero madrileño sobre el inicio del curso escolar, el día 10 de enero, su respuesta es que habrá que "esperar a ver la evolución". La respuesta elude lo obvio, pero se prefiere no adelantar nada, especialmente para evitar el desgaste político de cualquier medida que se tome o no. Si se deja tiempo, los adversarios saltan rápidamente al cuello.

Cada vez está más claro que esto es una lucha entre lo que se puede hacer y lo que no hay más remedio que hacer. En las primeras, lo importante es adelantarnos al virus; en las segundas, tratar de que no se nos escape ninguna cosa esencial que luego paguemos. Que cuando aumenta la presión reduzcamos la cuarentena a la mitad y se deje el resto al uso de la mascarilla, que ha sido precisamente lo que se quitó en los "momentos felices" (La "vuelta de las sonrisas"), por parte de los infectados por COVID, no deja de ser un enorme retroceso del que somos víctimas precisamente porque no hemos sido capaces de articular un sistema cuyo crecimiento de contagios pudiera ser controlado realmente. La relajación de medidas cuando se controlaba la expansión llevaba a un nuevo aumento de la expansión por la propia relajación. Demasiados intereses por medio diferentes a los de la salud; demasiada falta de sentido de la responsabilidad. Aquí todo era "seguro" hasta que se demostraba lo contrario.



Es obvio que las vacunas debilitan, pero no frenan los efectos de la infección. Ya esa ilusión de la "inmunidad" se ha quedado reducida a respuestas menos graves. Pero el convertir esto en "seguridad" es el inicio de un nuevo desbordamiento de la Sanidad. Podemos reforzar la Sanidad, pero preferimos dejarlo en manos del "auto cuidado", cuyos resultados han sido pésimos allí donde se le ha dado foco, como precisamente los países con mayor expansión. El "auto cuidado" es la tesis que fracasó en el Reino Unido y que ha acabado de hundir a Johnson, especialmente tras los escándalos de las fiestas "sin auto cuidado" en el 10 de Downing St.

El "cuídese usted mismo"; hágase usted el test y si enferma y no es grave "quédese en casa"; y reduzca la cuarentena a la mitad, siga trabajando con mascarilla y cuide de no contagiar a sus compañeros, que deberán "auto cuidarse" de usted, no parece un plan muy bueno. Aunque ningún plan es bueno una vez desbordados y sin ganas de invertir en la sanidad ni en sanitarios porque "algún día se acabará esto" y ya no harán falta.


Los medios se llenan de noticias sobre cómo hacerse un auto test, cómo hacerlo bien. Se llena de noticias avisando que dejar la responsabilidad en la gente no es sensato. Nos hablan de personal sanitario que va haciendo test de pago a las familias para que tengan más tranquilidad con los resultados. Nos hablan del agotamiento de los test en farmacias y centros de salud; de gente que va a comprarlos a Portugal, donde son mucho más baratos. ¿Por qué se hacen algunos de oro con estas cosas, como ya ocurrió con las mascarillas hasta que se actúo desde el gobierno y cayeron los precios drásticamente? Los farmacéuticos dicen que no son ellos quienes fijan los precios, que lo hacen desde la industria, que es la que se beneficia de esta demanda.

Entre eléctricas, farmacéuticas y demás se mueve este negocio paralelo con el que nadie se atreve a enfrentarse directamente. A las mascarillas se les redujo el IVA, a los test no parece que haya intención de hacerlo, mientras los medios hacen cálculo de lo que supone este gasto extra para las familias. El "auto vigílese" va incluido en el "auto cuídese". Y el diario ABC se escandaliza porque se estén vendiendo en "bazares chinos", llevando el asunto a primera página digital.

La economía sigue imperando sobre la salud, que no es más que aquello que nos podemos permitir sin perjudicar al sistema o, si se prefiere, a aquellos tan grandes que pueden imponer sus criterios de qué es "salud", qué "es permisible" y qué va contra sus intereses.

Hacerse uno los test implica que salen más casos, pero los test se los hacen los que pueden permitírselos y su estallido puede que sea "navideño", para asegurarse las fiestas, que es el horizonte "sociológico" con el que cuentan. No habrá menos infectados, sino menos auto test. No habrá menos contagios, sino cuarentenas más cortas o, sencillamente, que los contagiados leves no digan nada para no perder sus trabajos, como ocurre en aquellos países en los que se carece de seguro si no se tiene empleo (eso ha pasado siempre en los Estados Unidos, donde estar bajo contrato marca todo y no hacerlo es no tener derecho a casi nada).

Ahora mismo, nuestros responsables político-sanitarios oscilan entre los que lanzan mensajes optimistas con la esperanza que esto remita (algunos hablan, no se sabe muy bien por qué, del fin del COVID-19 con Ómicron) y la economía pueda seguir porque les va la vida política en ello (como a Díaz Ayuso en Madrid) y aquellos que intentan tomar medidas y se enfrentan a los sectores afectados y sus campañas.

La opción de hacer mejor nuestra Sanidad no se ve en ningún lugar. Pese a las quejas del sistema sanitario sobre el peso que recae sobre la atención primaria, que ahora cae sobre el propio ciudadano, que debe evaluarse con test y hacer su cuarentena, no parece que hay medidas más allá de las provisionales, como contratar a estudiante de los últimos años de Enfermería o Medicina.

Los científicos avisan que ha comenzado el tiempo de las pandemias, de las infecciones masivas, las que recorren el mundo en apenas unos días; que surgen allí donde no se detectan a tiempo y se expanden gracias a la globalización y a los nuevos hábitos viajeros y la reducción de la duración, además de la conversión del turismo en una industria poderosa conectada con muchos sectores; nos advierten que ya no hay murallas ni fronteras que nos separen y que ningún aislamiento ha podido frenar este desarrollo producido por el salto de un organismo hasta nosotros, probablemente un murciélago. Nos advierten que el cambio climático, provocado por la acción humana, produce este tipo de efectos de estrés en otras especies que ven reducido su espacio. Pero también hay negacionistas del cambio climático. 

Lo sabido es que cuanto más contagios haya, más posibilidades de que aparezcan nuevas variantes que, como ha ocurrido con Ómicron, sean más resistentes a las vacunas diseñadas para las anteriores. Es lo que ya hemos visto, no es necesario imaginar nada. Todo lo que reduzca el número de contagios es bueno. Por la misma razón, todo lo que favorezca su extensión es malo.

Negarlo todo o confiar en que el tiempo lo arregle es demasiado confiar ante una realidad tozuda que sigue su propio camino despreciando la vanidad humana, nuestros conceptos triviales de lo que es valioso y los cálculos interesados. Es cierto que la situación es de enorme complejidad por el propio diseño de nuestros sistemas económicos y sociales, pero también lo es que las políticas que se siguen no son las más adecuadas y que muchas decisiones se toman pensando en otros intereses.

Esperaré a que consejeros, ministros, políticos, me cuenten mañana cómo va el mundo y cuáles son sus expectativas o si es demasiado pronto para tomar decisiones. 


martes, 28 de diciembre de 2021

Debilidad

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Al ejecutivo de Pedro Sánchez le ha tocado de todo: pandemias y volcanes, subidas de la energía, elevación desconocida de la inflación, crisis internas en el PSOE... pero especialmente hay dos reseñables, dos de tirar la toalla: las puñaladas por la espalda de sus socios (que se apuntan lo bueno y acusan al PSOE de todo lo malo), incluidas las campañas de autopromoción de figuras políticas con perspectivas caníbales y sucesorias, y, en segundo lugar, tener los peores socios del mundo para poder mantenerse. Me refiero en este último caso, evidentemente,  a los constantes chantajes realizados por los "socios" nacionalistas e independentistas para sacarle todo lo que puedan y luego dejarle tirado. Esto se realiza ya con descaro y chulería, probablemente con risas en privado y señales de complacencia.

Lo ocurrido estos días con la Reforma Laboral, sacada adelante contra viento y marea, es un indicador de la debilidad gubernamental, no solo de su dependencia de los nacionalistas, sino del grado de dependencia que tiene en cada paso que intenta dar. Toda la prensa se hace eco de las pretensiones nacionalistas y de los avisos dados por la patronal: 

Otra de las incertidumbres que acechan al presidente del Gobierno es la de los respaldos parlamentarios que requiere para avalar sus decretos, tanto el de la obligatoriedad de las mascarillas en el exterior como el de la nueva reforma laboral. Los habituales aliados de legislatura y de presupuestos del Ejecutivo, singularmente ERC, el PNV o EH Bildu, ya advierten de sus recelos ante esta reforma laboral pactada con la patronal y los sindicatos, sobre todo por la prevalencia de los convenios estatales sobre los autonómicos, lo que pondría en riesgo el refrendo del Congreso al decreto ley que el Ejecutivo prevé aprobar hoy. La dirección del PSOE, por boca de su portavoz, Felipe Sicilia, apeló ayer a que los grupos parlamentarios preserven y respeten “lo máximo posible” el difícil acuerdo fraguado entre el Gobierno y los agentes sociales.* 


No sé en qué tipo de figura retórica encuadrar el término "habituales aliados", se me hace realmente difícil. El hecho es que entre todos esos "habituales aliados" mandan más sus propios intereses que cualquier política que aspire a ser "nacional".

Gracias a la debilidad del gobierno, a los grupos que presionan ya sea de corte independentista o más a su izquierda les resulta muy rentable sus votos, los más poderosos del arco parlamentario. Con muy poquito puedes presionar mucho, sobre todo si no tienes segura tu propia espalda, es decir, tus socios. Distinguir entre "socios" y "aliados" puede parecer una sutileza, pero el problema se agrava cuando tampoco los puedes distinguir muy bien de la "oposición". Creo que en algunos casos habría que habla de "oposición" y de la "otra oposición" para describir mejor la situación actual, fruto de esa debilidad manifiesta y visiblemente empeorable.


Es muy significativo que sea en la Reforma Laboral donde se ha producido el problema o amenaza. Lo es porque nos muestra dónde no quieren perder poder los independentistas, que es en el territorio donde tienen sus propios sindicatos y controlan más o menos a las patronales, especialmente en el País Vasco y Cataluña.

El presidente de la Patronal española lo ha dicho bien claro: 

El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha avisado de que la patronal se saldrá del pacto alcanzado con Gobierno y sindicatos sobre la reforma laboral si el texto acordado sufre modificaciones parlamentarias en su tramitación en el Congreso. "Lo pactado no se toca", ha insistido, para señalar que "el derecho laboral es muy técnico y muy complejo" y "cada coma es un mundo". "Llevamos nueve meses negociando, muchos días 14 horas", ha afirmado, para dejar claro que la CEOE no va a admitir cambio alguno.

Así lo ha asegurado Garamendi en Las Mañanas de RNE cuatro días después de que se alcanzara un acuerdo entre el Gobierno y los agentes sociales sobre la reforma laboral.

Garamendi ha dicho que hay "un acuerdo", que el texto "se está trabajando" y que los textos "siempre pasan por un control normativo de calidad", pero "en principio siempre reflejan" lo acordado y que le sorprendería "mucho" que no fuera así.**

 

La debilidad gubernamental se traduce en avances por parte de los grupos que buscan tensar la cuerda, especialmente en aquellos casos en los que se juegan mucho, como es el control laboral, que es una fuente de poder local. Que existan unos acuerdos que ellos "tengan" que aceptar, venidos de  por encima, sencillamente no les gusta. No lo ven en términos de "acuerdos", sino de pérdida de decisión y por ello de poder. Puede quien decide y decide quien puede.

El "lo pactado no se toca" de Garamendi es una prueba que le puede costar caro a un gobierno débil, dando una muestra más ello y dejando las grandes manifestaciones triunfales que tanto gustan a Sánchez en un celebración precipitada.

El temor a las 17 normativas que tengan preferencia sobre la nacional es sencillamente la de hundirla porque dará poder especialmente a aquellos sindicatos o patronales territoriales que no quieren verse bajo el "yugo" del Estado.

Tampoco se entiende bien que la oposición estándar no acepte el acuerdo de patronal y sindicatos, porque con ello solo hace reforzar el valor de los pocos votos. Con esta oposición dada por hecha, las otras oposiciones, la de los aliados circunstanciales, salen ganando siempre. Pero está claro que es preferible decir "Sánchez nos ha vendido por los apoyos independentistas" que hacer algo sensato para frenar el disparate. 

No hay nada peor que ser esclavo de uno mismo. Y así nos va a todos. Lo peor es que cuando se acaben los regalos y complacencias, saldrán los dientes afilados. Entonces solo se recordará la debilidad.


* Juan Carlos Merino  "Sánchez asume nuevas incertidumbres tras el pacto laboral y de presupuestos" La Vanguardia 28/12/2021 https://www.lavanguardia.com/politica/20211228/7956354/sanchez-asume-nuevas-incertidumbres-pacto-laboral-presupuestos.html

** "Garamendi avisa que se saldrá del pacto de la reforma laboral si hay modificaciones: "Lo pactado no se toca"" RTVE.es 27/2021 https://www.rtve.es/noticias/20211227/garamendi-avisa-saldra-del-pacto-reforma-laboral-si-hay-modificaciones/2244200.shtml            

lunes, 27 de diciembre de 2021

Atraídos hacia el futuro virtual

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

El futuro planificado tiene problemas. Tienen problemas, quiero decir, aquellos que invierten en planificar nuestro futuro y luego la realidad no se ajusta a sus deseos. La "realidad", en muchos casos, somos nosotros, que decidimos crear otro tipo de futuro que nos atraiga o convenza más que el que nos proponen. Lo digo en singular, pero lo cierto es que tenemos muchas propuestas de futuro.

Una de ella la hemos tenido en la revelación de "Meta", el multiverso imaginado por Mark Zuckerberg. Un multiverso es un espacio virtual compartido. Quiere decir que puede crearte un mundo propio en el que puedes interactuar con otros o que puedes entrar (si te dejan) en el de otros. Tienes un mundo totalmente propio o alterar en partes el que ya tienes conviviendo con otros avatares.

Esa es la propuesta, que ha sido lanzada al mundo precisamente durante la pandemia. ¿Casual? Algunos lo achacan a los problemas de Zuckerberg con la Justicia con la salida de filtraciones sobre lo poco que le importan a la compañía los efectos negativos que Facebook y otras marcas puedan producir mientras den dinero.

La evaluación del momento oscila entre la presión legal y mediática en contra de la compañía y la evaluación de los efectos de la pandemia con el aislamiento de las personas.

El Meta no pasa de ser un proyecto, una propuesta de futuro en el que, como por magia tecnológica, se superan los problemas personales y sociales, laborales y de entretenimiento a través de la virtualidad. ¡Que se vaya preparando nuestra hostelería y ocio nocturno! ¡Lo que nos faltaba!, dirán algunos.


El vídeo promocional de Meta nos trae ejemplos y explicaciones. Desde los dos señores, uno en Nueva York y otro en Barcelona, jugando su partida de ajedrez con los hologramas respectivos, hasta el teletrabajo con el espacio que te ahorras. Las reuniones son virtuales, parecidas a las que vemos de los superhéroes en el Universo Marvel, cada uno conectado desde algún lugar del espacio y el tiempo. El propio Zuckerberg selecciona el avatar con el que se siente más próximo y le selecciona la vestimenta adecuada. Aquí no hay problemas de talla.

El momento del lanzamiento de la idea es psicológicamente escogido: los confinamientos o simplemente el miedo a ser contagiado en nuestras interacciones sociales. Indudablemente, ya había un tipo de personas receptivas a este tipo de espacios virtuales en los que interactuar. En realidad, ya los usamos, lo que se nos ofrece es una mayor integración en nuestra vida diaria en todas sus dimensiones.

Una conversación a través de Zoom o Meet, por ejemplo, se escenifica en una pantalla compartida, un elemento que se ofrece como una barrera o límite para la interacción. Vemos a los otros y ellos nos ven a nosotros, pero existe un allí y un aquí. Lo que ofrece Meta es un punto de encuentro, ni aquí ni allí, sino en un espacio nuevo, virtual, creado por algunos de los participantes o creado para ellos por terceros.

Estos espacios han existido anteriormente, pero lo que se nos ofrece ahora es una mayor inmersión a través de un mayor realismo o, si se prefiere, fantasía. El grupo de amigos de Zuckerberg en el video de presentación está cuidadosamente seleccionado para hacerte ver que puedes ser cualquiera o cualquier cosa, una interesante distinción.

En su función anticipatoria, el arte —la literatura y el cine en especial— nos han mostrado universos de este tipo. Pensemos en películas como Ready Player One o la más reciente Free Guy. La visión de estos universos virtuales alternativos no suele ser muy positiva. En el primer caso, tiende a esconder una realidad negativa; en la segunda, el problema se plantea desde otro lado, el de los personajes de ese mundo virtual y la posibilidad que las IA que estamos creando desarrollen conciencia propia.

En estos tiempos de aislamiento, en los que los psicólogos y sociólogos insisten en nuestra sociabilidad como un valor humano esencial y se preguntan por las secuelas psicológicas de los encierros; en un mundo en el que se manifiesta la preocupación por los efectos de los excesos de conexión desde edades cada vez más temprana, entre otras críticas, la propuesta del Meta puede no haber sido hecha en el mejor momento.

Sin embargo, existe la propuesta contraria, la del uso de la realidad virtual en Psicología como forma de terapia. Hay que distinguirla de la consulta psicológica online, que es simplemente una forma de comunicación a distancia. En la "realidad virtual" nos adentramos en otro mundo y queremos ser otros, la primera elección, tal como vemos a Zuckerberg hacer y tal como vemos con las formas elegidas por sus contertulios en sus espacios creados.

La "realidad" se percibe ya como frustración o como fuente de frustraciones. La realidad alternativa nos permite librarnos, pero ¿regresamos a ella? Si todo está dentro de nuestra cabeza, se trata solo de entrar. ¿Funciona? El aumento de terapias virtuales alternativas en las redes puede hacer pensar que así es, pero ¿qué es funcionar?

La Vanguardia de ayer nos traía información sobre otro tipo de propuesta tecnológica cuyo futuro es, al menos, diferente al que se esperaba, Alexa el asistente de Amazon. Con el titular "Alexa te molesta más por este increíble motivo" (¡vaya forma de  titular!), se nos explica que el asistente diseñado para hacernos la vida más fácil presenta algunos problemas:

El asistente de voz Alexa está recordando a sus usuarios que puede hacer multitud de tareas. Este aviso, que se produce con insistencia y puede llegar a molestar, se debe a que Amazon, la empresa que ha desarrollado a Alexa, ha descubierto que los usuarios no están sacando todo su potencial o se cansan muy rápido.

Un informe interno de Amazon, al que ha tenido acceso Bloomberg, advierte que las tendencias de la compañía respecto a Alexa, que es uno de los asistentes de voz más conocidos, no son nada buenas. Por ello, la compañía ha decidido tomar cartas en el asunto.

De esta manera, Amazon ha hecho que Alexa tenga la capacidad de recordar a sus usuarios que puede hacer otras muchas tareas: "Por cierto, ¿sabías que podría...?". La compañía quiere que con este recordatorio se fomenten las interacciones entre Alexa y usuario para que, en definitiva, no caiga en el olvido.* 


La noticia, creo, es más que una anécdota y nos revela ciertos aspectos que pueden no ser tan favorables como se pensaba. En última instancia, todos estos elementos virtuales, de Alexa a los compañeros y espacios virtuales, necesitan de la atención constante de los humanos que están vinculados a ellos. Y esta tiene un límite.

Lo que nos dice la noticia sobre Alexa es que la gente lo compra, lo usa  en tres o cuatro funciones básicas y pasadas tres o cuatro semanas... se olvida. ¿Cuál es la diferencia entre lo entretenido y una vida distinta? Alexa trata de introducirse en nuestras vidas, en lo cotidiano, mientras que Meta busca que salgamos de ella.

El asistente de Amazon corre el riesgo de acabar desconectado en el fondo de un armario si sigue persiguiendo a aquellos que no usan sus funciones. Y es que el negocio está en las funciones, en el uso continuado, incorporando cada vez más elementos que puedan ser comercializados.

De la misma forma, el Meta de Zuckerberg corre un riesgo similar. Es indudable que tendrá aceptación en muchos campos, pero cualquiera de ellos supone un cambio en nuestra vida o, si se prefiere, apartarse de una forma de sociabilidad directa. ¿Ocurrirá con Meta lo mismo que está empezando a pasar con Alexa, es decir, que se vaya arrinconando y tenga que mandarnos recordatorios tentadores de que nos espera un espacio "fabuloso", literalmente, en el que poder salir de nosotros mismos y nuestro entorno?

Hoy, cuando muchos psicólogos detectan una suerte de fatiga por el exceso de vida virtual, aumentan las ofertas y con ellas la tensión que nos envuelve. Todo este universo a nuestro alrededor juega con nuestra atención, que es el punto central del negocio. Alexa quiere llamar nuestra atención para trabajar para nosotros ofreciéndonos servicios diversos, convirtiéndose en el centro del hogar y de la vida. Meta nos ofrece otro mundo, es más tentador con sus maravillas.

Pero este mundo que se nos presenta ante los ojos se convierte en un sustituto de una realidad más degradada, de empleos más precarios y mal pagados. El lujoso espacio virtual que nos muestra Mark Zuckerberg está próximo a su idea del lujo, pero son cada vez menos personas que pueden soñar con algo así. Si se nos dice que la generación joven actual y la próxima vivirán peor que las de sus padres y abuelos, ¿tiene sentido fabricar mundos virtuales en vez de arreglar lo que existe fuera?


La pregunta es complicada porque no sabemos si la imperfección creciente de la realidad —cambio climático, pérdidas de empleo, pérdida de poder adquisitivo...— nos lleva a meter la cabeza en los agujeros virtuales, como el avestruz. En un mundo con problema de materias primas, con problemas crecientes en los transportes, ¿es la realidad virtual la solución, producir productos digitales en vez de materiales, y moverse por los espacios virtuales ante la imposibilidad (pandemias, conflictos, tensiones internacionales...) de hacerlo por el mundo material?

Los futuros que se nos ofrecen son luminosos, pero agotables por la fatiga que producen. Dejan fuera a una parte de la humanidad, en donde las diferencias digitales van aumentando, ya que están ligadas a espacios altamente tecnificados, con sofisticados sistemas de redes y poderosos equipamientos capaces de permitir las interacciones. Es un futuro para el "primer mundo" digitalizado. El resto será penosamente material.

Las grandes compañías piensan en ese "primer mundo", un mundo tecnológico y aburrido, alimentado a través de las redes y los entretenimientos digitales, el teletrabajo, la educación a distancia, etc. ¿Puede ocurrir como con Alexa, que sea arrinconada y tenga que recordarnos lo que puede hacer por nosotros, perseguirnos?


Toda construcción virtual acaba siendo una tentadora oferta de futuro. Es más fácil crear mundos alternativos en los que evadirnos que dedicarse a arreglar el que tenemos como residencia material.  Es el mundo de los grandes, de los Google, Facebook, Amazon, los que crean el campo de juego, las reglas y permiten entrar a los jugadores creando demanda y expectativas de uso futuro.

La desmaterialización (a lo Ghost in the Shell) es un viejo sueño de la ciencia-ficción; a través de ella huimos de nuestro mundo material transformados en "información", término con el que sustituimos el clásico término "alma". La "carne", como se nos repetía en un videojuego, es un "error de diseño". Del cuerpo viene lo perecedero. Cada vez nos vemos más como seres "informacionales", acumuladores de experiencia o conocimiento, dentro de un cuerpo material que se resiste a ser perfecto, que envejece y enferma. Los placeres son cosa de la imaginación, satisfacción de deseos.

La tentación de ser en espacios virtuales como el desarrollado es grande, pero no deja de ser una ilusión, tanto más frustrante en cuanto que crezca la imperfección (y abandono) del mundo real, de las relaciones reales.


Se ha dicho muchas veces que nuestra evolución cultural es mucho más rápida que la que nuestro propio cuerpo admite, por decirlo así. Este cambio se ha acelerado y en una misma generación la gente ya siente que vive en un "mundo diferente", un mundo incompatible en muchos aspectos respecto al en que creció. El pasado apenas nos sostiene —sociedades sin apenas historia, atraídos, más que impulsados— y somos absorbidos por esos futuros que surgen de mentes visionarias y calculadoras. 


Sometidos a la lógica del mercado, quedamos huérfanos de casi todo demasiado pronto. Ya sea por incompatibilidad o por obsolescencia, cada día nos sentimos más desplazados y confundidos. Ahora se nos da la posibilidad de una transformación radical en la forma de relacionarnos y movernos en el mundo o, quizá sea mejor decir en los mundos, en plural. No es casual que vivamos en una crisis identitaria, individual y social, que muchos aprovechan para pescar en el río revuelto, ofreciendo nuevas definiciones, nuevos mundos, nuevos pasados.

¿Nos creeremos realmente que controlamos nuestras vidas por dejar de enfrentarnos a ellas? ¿Nos creeremos más poderosos porque podemos vivir esas vidas alternativas en manos de otros? ¿Seremos más dependientes en un sistema que trabaja con una combinación de mercados y adicciones?

Antes, los genios nos ofrecían tres deseos; ahora tendrían muy poco que hacer con tan poca oferta. 


* Héctor Farrés "Alexa te molesta más por este increíble motivo" La vanguardia 26/12/2021 https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20211226/7953628/alexa-recuerda-funciones-pmv.html