jueves, 31 de diciembre de 2020

Adiós, 2020

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



Sin duda, este año 2020 ha tenido un protagonista, el COVID-19 y sus efectos en cadena, Ha sido el año del coronavirus y de todo los que le rodea. Y lo que le rodea somos nosotros, aunque sea él quien nos rodea. Nadie ni nada ha conseguido quitarle los titulares diarios de muertos y contagiados, de noticias de vacunas y vacunaciones, de falta de vacunas,

Solo el coronavirus ha conseguido quitarle titulares al segundo gran tema del año, Donald Trump. No solo le ha quitado titulares, sino que es probable que le quitara la presidencia. La soberbia y petulancia de Trump consiguió el triste record para Estados Unidos de ser el país con más muertes y más infectados. Son cifras escandalosas, para alguien que quiere manejar una superpotencia. El negacionismo, la falta de prevención y de recursos, etc. le han pasado factura a Trump en un año electoral donde jugó con las bazas equivocadas. Biden le aventajaba por la poca eficacia de sus decisiones, cada vez más ridículas y catastróficas.

Sí, el coronavirus le quitó muchos titulares a Trump y mucho del prestigio al sistema norteamericano, que quedó en evidencia cuando el sectarismo se impuso a la lógica del bien común.




No alcanzo a imaginar lo que habría podido ser el año último de Trump sin el coronavirus. La guerra abierta con China y la creación de conflictos por todas partes del globo para luego acudir a fotografiarse habría sido la tónica. Su felicidad económica, basada en destruir la ajena e imponer aranceles a medio planeta, en desestabilizar monedas y destruir acuerdos globales, se vino abajo en gran medida como efecto inesperado a sus propias reacciones. No se ha especulado mucho sobre lo que hubiera podido ser todos esto en un clima más favorable de relaciones chino norteamericanas, pero probablemente Trump no se lo hubiera planteado de la forma negacionista que lo ha hecho con tan tristes resultados. Al final, será China la que salga mejor de todo esto por su reacción y lo estricto de sus medidas de control para resistir a lo que tenían encima. La irracionalidad de Trump no vale ante la naturaleza ni ante la estupidez humana. Un Trump "invencible" fue puesto pronto contra las cuerdas. Ningún gesto más arrogante —candidato a gesto estúpido del año— que aquel quitarse la mascarilla en el balcón de la Casa Blanca. Era la muestra de la estupidez personalista, de la incapacidad de pensar en los demás en un país que va camino de los 400.000 muertos en pocos meses.

No es casualidad que el segundo país más golpeado por la pandemia sea Brasil, con Jair Bolsonaro, un mini-yo de Trump, al frente. Si Trump es una caricatura del político, Bolsonaro es una caricatura de Trump, un populista sambero, que hace cuestionarse de nuevo el sentido de la política en el siglo XXI. Demasiado protagonismo y poca eficacia; demasiados media y muy pocos medios para resolver crisis mal diagnosticadas.



Europa se va a despertar con un país menos, Reino Unido. Dice que va a ser nuestro mejor amigo, pero lo dudo. No se hace una campaña de estigmatización para luego darse besos. Cuando los británicos vean sus problemas, lo más cerca que sus dirigentes tendrán para justificar una mala decisión será Europa. Con los planes de Trump caído, Reino Unido se enfrenta a un futuro muy oscuro. Será un país más dividido de lo que habitualmente es.

La pandemia ha servido para poner a prueba a pueblos y dirigentes. Algunos ha dado la talla, pero la gran mayoría se han visto desbordados por los acontecimientos, sometidos a las fuerzas de le economía y con la esperanza que ha tardado un año de encontrar un vacuna que rompiera el parón en seco de las actividades.

El COVID-19 nos ha mostrado hasta qué punto es la economía la que manda en las acciones. Por más que hayamos dejado al descubierto nuestras debilidades y esclavitudes, no ha sido posible rectificar para adaptarse a algo que no se va a ir en sus efectos. El mundo ha cambiado y eso hay que entenderlo primero y tomar medidas después. Pero no todos parecen querer aceptar que esta pandemia rápida y mortal es el signo de un estado del mundo, de un grado enorme de interconectividad que permite la circulación del virus. No deja de ser una enorme ironía que en el momento en que el presidente de los Estados Unidos levantaba muros, establecía prohibiciones de entrada a los ciudadanos de muchos países, fuera incapaz de frenar la entrada y salida del coronavirus, que ha circulado por todo el mundo burlándose de sus pretensiones.

La detección de una variante peligrosa del COVID-19 se notifica cuando ya está repartida por medio mundo, de donde se detectan contactos antes que dé tiempo a establecer barreras. El Reino Unido se separará de la Unión Europea pero, de nuevo irónicamente, permanece atada a los lazos de la enfermedad. Los camiones detenidos en Dover y en Calais son una fuente de engaño. Podemos detenerlo todo menos el virus.




Solo la Ciencia puede detenerlo con las vacunas, un sector que reclama inversiones necesarias en investigación e infraestructuras, en personal e instalaciones para poder hacer frente a lo que los gobiernos han sido incapaces de entender.

El Brexit es la tercera mala noticia del año. Mañana Reino Unido solo estará en Europa para lo malo, el virus, del que no se podrá librar. De forma irónica, de nuevo, el Reino Unido se ve cercado internacionalmente. Paga, como Estados Unidos o Brasil, la incongruencia frente al virus. Trump, Bolsonaro y Johnson han padecido la enfermedad. Pese a ello, son incapaces de entender la naturaleza del problema. Los tres son prisioneros (¿o representantes?) de los intereses económicos de las grandes industrias, bancos y demás sectores que han presionado para que no se tomaran medidas lo suficientemente duras como para perjudicar algo que estaba claro que iba a ser perjudicado. Pese a que se muestren como "salvadores" de la economía, la realidad es que lo que contaba eran sus intereses. Si se hubieran tomado medidas drásticas, los resultados habrían sido otros. Las subidas y bajadas de las curvas de contagios confirman que las crecidas se producen en los periodos en los que sectores (el turismo, por ejemplo) se abren por interés. En España se ha podido apreciar perfectamente en nuestros políticos cuando pedían antes del verano pasar de fase para poder recibir los turistas que finalmente no vinieron. El resultado fue perder todo lo que se había ganado con el finamiento. Países que se presentaron como modélicos —el caso de Suecia, por ejemplo, con el rey Carlos pidiendo ahora disculpas al país por las decisiones equivocadas que se habían tomado— han resultado ser un fiasco.

Unos porque no se lo creían, otros porque llegaron tarde y, finalmente, los que creían que sería rápido, lo cierto es que pocos países han actuado como debían. Es fácil decirlo, lo entiendo, a la vista de los resultados. Pero las cosas se juzgan a toro pasado, al igual que se realizan apuestas con las decisiones. Pero ha habido demasiadas advertencias desatendidas, demasiadas voces ignoradas, demasiados miedos y demasiadas medias tintas. La clase política no ha estado a la altura, por muchas medallas que se pongan.



El año 2020 en clave española es el de la confirmación del fracaso político, incapaz de aparcar rencillas y malas formas, palabras hirientes y desprecios. Nunca mejor dicho, se le va la fuerza por la boca. ¿Qué necesitan estos "jóvenes políticos", cuántos muertos, desgracias y desastres hacen falta para que se pongan a trabajar juntos? ¿Qué más necesitan? Han perdido la oportunidad de juntarnos a todos para algo como superar una pandemia que nos ha tenido varias veces en la vanguardia negativa del mundo. Lejos de hacerlo, la han utilizado para seguir peleándose y ahora se disputan las fotos y discursos de las vacunas. "La vacuna soy yo" es la nueva fórmula del absolutismo pelón que padecemos. Esto en un país en donde los científicos tiene buenas ideas y ganas de trabajar, pero que no han recibido presupuesto ni ayuda; un país que ha tenido que importarlo todo, de las mascarillas a los trajes aislantes, pasando por los respiradores para las nuevas y necesarias por insuficientes UCI.




2020: COVID-19, Trump, Brexit. Es un año importante por lo que ha pasado, pero también por lo que no ha pasado: de los Juegos Olímpicos de Japón (aquellos de sí o sí, ¿se acuerdan?) al Mobile de Barcelona pasando por fallas, ferias de abril, tomatinas, sanfermines, festivales, sesiones de todo y una larguísima lista de actos fallados (que no fallidos) que se fueron cayendo de la realidad al oscuro cajón que todo lo engullía. Hoy nos damos cuenta de nuestra extraña jerarquía de valores y necesidades, del grado de dependencia oculta, de adicción inconsciente que se esconde bajo la idea de "normalidad".

Mucha gente tiene dificultades para situar este año en la sucesión de sus vidas. Los cambios de rutina, las repeticiones o las anormalidades normalizadas hacen que sea difícil situarlo en las series de los acontecimientos anteriores. No ha sido lo que esperábamos ni probablemente lo que haremos. 2020 es una especie de paréntesis vital que cada uno ha vivido de forma muy diferente, desde el retiro monástico al vacío mental, en tensión por peligro o disfrutando inesperadamente de las ventajas del teletrabajo el que ha podido. 2020, algo raro.

Serás un año recordado tristemente por los muchos que se han ido, solos o acompañados; te gradecemos, al menos, que nos hayas abierto los ojos, aunque a muchos sigan dormidos en un tiempo viejo y añorado. No, las cosas no volverán a ser como antes. Las vacunas nos salvan de una parte del problema, pero son tantas las fisuras, los desajustes dejados al descubierto que será suicida no atenderlas. 

Mis deseos para el próximo año son sencillos: 1) que los que tienen que aprender hayan aprendido; 2) que nos demos cuenta qué es importante y qué no lo es; 3) que tengamos el coraje de abandonar lo que nos hunde y miremos realmente al futuro que nos libere. Si no cambiamos nosotros, no pidamos que cambie el mundo.

Adiós, 2020. Bienvenido lo que sea que llegue.




miércoles, 30 de diciembre de 2020

La tentación de la Historia

Joaquín Mª Aguirre (UCM)



¿Quién queda por decirle a Trump que pare? Al menos en el aspecto público, pocos. Están los que no quieren, los que no pueden, los que no se atreven y los que no saben cómo decírselo. Pero el grito es ya unánime, ¡pare!

El desprestigio que Trump está realizando del propio sistema americano afecta a todos, a los que están con Trump y a los que no lo están. Trump lo hace porque es Trump, ¿pero significa esto que cualquier otro podría hacerlo, es decir, que el sistema lo permite? Siempre habíamos escuchado que los Estados Unidos tenían un sistema "presidencialista", pero ¿es esto, esto es el presidencialismo?

¿Cuál es realmente el poder del presidente? ¿Y cuál es el poder de Trump? Evidentemente no es lo mismo, aunque él parece creerlo, que es donde radica el problema. Podría ser comentado como si fuera un programa de "La vida secreta de los niños", en el que una serie de psicólogo y pedagogos escondidos explican al público el comportamiento de los niños en una guardería: "Antonio no quiere compartir su juguete con Juan porque considera que es suyo y no de todos. La intervención de Natalia es para que comprenda que el juguete es de todos y no solo suyo. Antonio se retira muy enfadado a un rincón." Podría ser algo así. 




Trump tiene el juguete del poder y no entiende que lo tiene que devolver, que con cada acción que realiza está erosionando el mismo sistema que le eligió y del que se ha servido para jugar. Ahora les toca jugar a otros. Pero el intratable niño no quiere compartir, cree que los juguetes de todos son suyos y ha montando una enorme pataleta. Malcriado, cree que todo lo que pasa por sus manos es para siempre. Es el único escenario para poder explicar coherentemente lo que ocurre con Trump y con los que han decidido hacer piña con él.

Hacer entender a Trump que el juguete no es suyo, que debe devolverlo, se ha convertido en una cuestión de Estado. El "pobre niño rico" no atiende a razones y han entrado en juego los argumentos que en vez de decirle lo que no puede hacer tratan de explicarle lo que puede perder, una forma de argumentar que le adula el ego descaradamente.



El punto clave está en la retirada del apoyo del grupo de Rupert Murdoch, el magnate de los medios que controla medio planeta desde sus medios en Estados Unidos, su Australia natal y Reino Unido. Murdoch es el complemento perfecto que Trump necesitaba, como así se ha podido ver en este tiempo. Apoyar a Trump le ha dado un enorme poder al ofrecerle las pantallas de Fox News y las páginas de sus periódicos. Pero todo ha llegado a un límite. The New York Times recoge el cambio de actitud del grupo de Murdoch, News Corp., hacia la salida del presidente de la Casa Blanca:

 

“Give it up, Mr. President — for your sake and the nation’s.”

In a blunt editorial, Rupert Murdoch’s New York Post, a tabloid that promoted Donald J. Trump long before he went into politics, told the president to end his attempts to overturn the result of the 2020 presidential election.

The Monday front page showed a downcast president and the all-caps headline “Stop the Insanity.” The publication’s website also featured the editorial, written by The Post’s editorial board, at the top of the home page.

“Mr. President, it’s time to end this dark charade,” began the editorial.*

 


¿Lo habrá entendido Trump? No lo tengo claro. Su negación a ver la realidad se intensifica cuando la realidad le es más adversa. La irreal visión de si mismo impide que vea cualquier otra forma de realidad. ¡Qué gran verdad el "conócete a ti mismo"! Pero el Trump que Trump ve es muy distinto al que ven millones de personas en todo el mundo. Su locura es contagiosa, por lo que habrá también que convencer a muchos millones que se han dejado seducir de "buena fe" por las sinrazones del presidente. El mundo infantiloide de Trump se rige por el deseo, lo que quiero es lo que es y solo existe lo que deseo.

Es difícil razonar con él. No dudo que algunos, ya alejados, lo hayan intentado, por lo que ha intentado, finalmente apelar a su ego y a la posibilidad de una cara más en el monte Rushmore, algo con lo que ya cuenta en sus sueños y cuya indirecta soltó en la visita posando con su lado bueno.

 


El artículo en The New York Times recoge los "argumentos" para que lo deje ya dados en el New York Post, en The Wall Street Journal, en los programas de Fox News, etc. El cierre del artículo nos muestra la vía hacia el corazón de Trump:

 

In its front-page attack on Monday, The Post’s editorial board, run by its longtime editor, Mark Q. Cunningham, appealed directly to Mr. Trump.

“We understand, Mr. President, that you’re angry that you lost,” it said. “But to continue down this road is ruinous.”

“Democrats will try to write you off as a one-term aberration and, frankly, you’re helping them do it,” the editorial continued. “The King Lear of Mar-a-Lago, ranting about the corruption of the world.”

In conclusion, it said: “If you insist on spending your final days in office threatening to burn it all down, that will be how you are remembered. Not as a revolutionary, but as the anarchist holding the match.”*

 


Hay que reconocerle inventiva y psicología al escrito de Cunningham. Lo de "the King Lar of Mar-a-lago" ha debido hacer sentir a Trump el drama shakesperiano que se merece, necesitado de algún genio que inmortalice su dolor cósmico y su vagar eterno. La ira, el enfado se dan como naturales ante la magnitud de esta desgracia universal. ¿Qué creen, pues que funcionará? Pues, como en los héroes del pasado, su memoria. Como un Aquiles buscando la posteridad a través de las grandes hazañas, a Trump se le pone delante el espejo grandioso de la gloria para retirárselo después y mostrarle la caricatura que harán de él si sigue por ese camino, el legado grandioso quedará reducido a "one-term aberration", otra buena etiqueta para la clara comprensión de Trump. ¡Ah, es la tentación de la Historia, sí, con mayúsculas! Como a un Hamlet, se le pone en la mano la elección de ser "un revolucionario" grandioso o un "anarquista prendiendo fuego al mundo". ¿Qué elegirá?



No creo que a Trump le interese ningún otro razonamiento que no gire sobre él. Quizá si alguien empezara una cuestación para financiar su rostro esculpido en el monte Rushmore se pudiera quedar satisfecho y se pondría a trabajar en el diseño dejando la presidencia hacia un camino de la gloria petrificada, hacia una eternidad de granito. Aunque, quién sabe, quizá lo tomara como una confirmación de que ganó. Y volvería.

Los que viven de las migajas que Trump deja caer ven que se les acaba su forma de vida, sus pelotazos a la sombra del poder. No creo que sean ellos los causantes de la resistencia, aunque se beneficien. El centro está en ese rostro de piedra pasado, presente y futuro, en el monte o en cualquier otro lugar.

Convencerle que su legado es tan grande que corre el riesgo de que sea convertido en una caricatura es adularle, pero sobre todo motivarle a que se meta en la Historia de una vez y deje el presente libre.

Harán falta varias vidas para leer todo lo que se ha escrito de Trump. Lo malo es lo que queda por venir, cuando empiecen a salir los testimonios que se han guardado por miedo, prudencia o negocios.  Desde su resort, tumba, celda, hibernación o infierno se sentirá halagado porque se siga escribiendo de él.



* Marc Tracy "Murdoch’s New York Post Blasts President’s Fraud Claims" The New York Times https://www.nytimes.com/2020/12/28/business/media/new-york-post-trump-editorial.html

martes, 29 de diciembre de 2020

Libertad sobre ruedas o la violencia saudí contra las mujeres

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



Las operaciones cosméticas de Arabia Saudí para intentar hacer aceptable su régimen no funcionan. No lo hacen porque demasiado a menudo quedan en evidencia por sus propias acciones. No, no hay forma de "arreglar" la imagen del régimen saudí y poder mantener con ellos negocios, como los que se anuncian en Reino Unido, vinculados con el sector militar, tan bien aprovechado para mantener su estatus en la zona.

El asesinato de Jamal Khashoggi, con la posterior condena pactada de miembros de los servicios secretos no sirvió para que la campaña de una supuesta "modernización" del país a cargo del príncipe heredero, Mohamed Bin Salman, más conocido por MBS, otra tonta campaña de imagen. El secuestro, tortura y asesinato del periodista saudí, llevado con engaño al consulado saudí de Ankara a por unos papeles para su boda en aquel país se resolvió en una clara acusación dirigida contra el príncipe, de quien se dice que nada se mueve sin su conocimiento, menos una operación de eliminación de este tipo.

La noticia que trae gran parte de la prensa internacional, de periódicos a televisiones, es la condena de las activistas Loujain al-Hathloul y Maya’a al-Zahrani por terrorismo. En Euronews leemos:

 

A prominent women's rights activist in Saudi Arabia was sentenced to nearly six years in prison on Monday under a vague counterterrorism law.

Loujain al-Hathloul had been in pre-trial detention and her case has drawn international criticism.

Al-Hathloul was found guilty and sentenced to five years and eight months by the kingdom’s anti-terrorism court on charges that included pursuing a foreign agenda and cooperating with individuals that committed crimes under anti-terror laws, state-linked Saudi news site Sabq said.

Another Saudi women’s rights activist, Maya’a al-Zahrani, was issued the same sentence for a similar list of charges by the Specialised Criminal Court, which was set up to handle terrorism cases, according to local media reports on Monday.

Al-Hathloul has been imprisoned since May 2018; her family said that she will be barred from leaving Saudi Arabia for five years and required to serve three years of probation.

International human rights groups have called for her release, calling the sentence shocking.

"What they have done is to now state to the world that they consider women's rights activism to be an act of terrorism," said Rothna Begum, a senior women's rights researcher at Human Rights Watch.

"The Saudi authorities have done this in the past with human rights activists, which we have seen being sentenced or being treated as terrorists. But now we are seeing the same thing being done with women's rights activists. So the hypocrisy is incredibly loud."

 


La monstruosidad de la condena, más allá del evidente daño a las dos afectadas viene de la concatenación mental de argumentos para llegar a la sentencia. Muestra al estado saudí como retrógrado y totalitario hasta límites insospechados en un país que dice estar "modernizándose".

La conversión del feminismo en "terrorismo" muestra con claridad los fundamentos patriarcales del régimen, su estructura basada en el principio de obediencia y sumisión de la mujer. La mujer debe ser sumisa y obedecer. Este es el principio básico sobre el que se construye todo el edificio social y político, ya que la concepción del estado se basa en la familia, donde la autoridad debe ser igualmente indiscutible. La negación de la mujer es un principio constituyente de la autoridad masculina.

La reclamación de derechos y libertades por parte de la mujer muestra la inestabilidad del sistema que da por hecho la divinidad del mandato restrictivo, ya sea directamente o indirectamente a través de su reflejo en el orden natural. Controlar a la mujer, vigilarla y evitar que arrastre en su maldad original todo el orden masculino es el objetivo y razón del sistema. Es lo que se deriva de las Escrituras y de la experiencia histórica y personal. La mujer, se dice, debe ser controlada para evitar desastres como ser irracional y profundamente sensual.



Esta condena empezó por reclamar el derecho a conducir un coche. El sistema de control en muchos países árabes es precisamente el carnet de conducir. La movilidad se reduce y con ello el espacio disponible. El lugar de la mujer es lo más profundo de la casa y salir de allí abre una incertidumbre peligrosa. La vigilancia puede ser complicada si la mujer tiene autonomía, por lo que se debe evitar el trabajo y la movilidad. El primero le da independencia económica y el segundo la independencia de la movilidad. Surge entonces la coartada religiosa: es un mandato que cada mujer debe tener un guardián. La vida de la mujer es pasar de un vigilante a otro, se empieza por el padre, se sigue por el marido y se termina por el hijo si ella enviuda. Siempre ha de estar vigilada y preferiblemente invisible; son la debe poder mirar el vigilante.

La magnífica película La bicicleta verde (Wadjda 2012)—la primera dirigida por una mujer saudí, Haifaa al-Mansour, contra viento y marea— nos muestra el sueño de una niña con una bicicleta y el rechazo social que suscita. Las niñas no deben montar en bicicleta. El plano final de la niña pedaleando libre hacia su futuro era también el del alejamiento de su presente opresivo. Cuando los amigos del padre van a su casa, madre e hija deberán permanecer invisibles en la cocina, lejos del alcance de las miradas ajenas.



El coche es la "bicicleta verde" de la realidad, el sueño de libertad, de salir de la asfixia de las miradas vigilantes, de tener un espacio-tiempo propio. Es el derecho a un ser propio y no una construcción a golpes de recortes de posibilidades.

Cuando estas dos mujeres activistas ahora condenadas, junto a otras, decidieron exigir el derecho a poder conducir un automóvil, no creo que imaginaran que acabarían siendo vistas como terroristas. No pudieron hacerlo porque no les puede caber en la cabeza tamaño despropósito. Sin embargo, es cada vez más frecuente que esta categoría se les aplique en diversos países. Las causas son varias.

La primera es que la "guerra al terror" emprendida por los Estados Unidos tras el 11-S fue un gancho efectivo para cualquier tipo de abuso. Basta con calificar como "terrorista" cualquier actividad para que todo quede justificado, todo quede "legitimado" como un acto de defensa. Los gobiernos hasta presumen de ello. En segundo lugar, al declararlo acto terrorista se está enalteciendo la forma de vida que se impone como un bien supremo. Los terroristas atacan junto a la personas a los "principios" que mantienen a la sociedad. Surge inmediatamente la "familia" como valor primario. Pero lo que se defiende no es la "familia" sino el "orden familiar", que es algo muy distinto y lo que realmente importa. Contra lo que se "atenta" es contra la autoridad paterna masculina, que es la querida por Dios, según todos los indicios recogidos. Desde estos dos principios, ya todo encaja.

En el diario El País nos indican:

 

Una campaña en la prensa local acusó de “traidoras” a Loujain y al resto de las activistas tras su detención. El propio MBS, que se presenta como un modernizador, sugirió que eran espías en una entrevista con la agencia Bloomberg, pocos meses después. El año pasado, el ministro de Estado de Asuntos Exteriores, Adel al Jubeir, les acusó de haber “recibido fondos de gobiernos extranjeros hostiles”.

De hecho, el caso de Loujain se trasladó de la justicia ordinaria al Tribunal Penal Especializado de Riad (que se ocupa de casos de terrorismo) el pasado 25 de noviembre, cuando se reanudó tras varios meses de parón por la pandemia. A raíz de esa decisión, la familia de Loujain hizo público el pliego de acusaciones. Las principales, por las que la fiscalía pedía un total de 20 años de cárcel, incluían intentar cambiar el sistema político saudí, defender el fin del sistema de tutela masculina, solicitar un trabajo en la ONU y contactar con organizaciones de derechos, embajadas y periodistas extranjeros.

El fiscal también acusó a la activista de haber recibido “apoyo financiero de una organización exterior para visitar organizaciones de derechos y conferencias con el objetivo de hablar sobre el estatuto de las mujeres saudíes”. Dicho apoyo consistió, según admitió la propia interesada, en el billete de avión y un estipendio de 50 euros diarios para acudir a un cursillo de ciberseguridad en España, facilitados por Federación Internacional de Derechos Humanos con sede en Francia.**



Que te paguen un billete desde fuera de tu país te convierte automáticamente en traidora y terrorista. Una de las armas poderosas para reducir al silencio a las activistas (a ellos también) es impedir la recepción de fondos para que las organizaciones puedan trabajar. Si los reciben desde el exterior, automáticamente se les acusa de participar en conspiraciones internacionales para destruir el país. Se buscan las máximas penas para disuadir a las activistas. Arabia Saudí no es el único país que hace esto; también Egipto practica el aislamiento económico mediante la prohibición a las ONG de la recepción de fondos externos. Eso les convierte en conspiradores. Obviamente, la financiación oficial no les llega y la privada corre el riesgo de ser detectada y ser acusados también de pertenencia a un grupo terrorista.

La campaña oficial de desprestigio, de ataque a las personas y a sus familias, difamándolas, acusándolas de querer destruir el país y sus instituciones son la confirmación de no ser hechos aislados sino maniobras perfectamente orquestadas que impidan la independencia y autonomía de las mujeres, que deben seguir bajo el manto "protector" de los hombres.

Se muestran así varias cosas. La primera y más evidente, la importancia "negativa" que se le da a la mujer cuando reclama derechos. Toda la "cultura" actúa en su contra. Es la que permite a todo hombre árabe musulmán, si así lo desea, convertirse en un dictador incontestable, aspiración inconfesada de muchos de ellos, criados en esa visión sumisa de la mujer. Desde la Primavera árabe, que ha quedado reducida a las reivindicaciones de unos pocos y de las mujeres, se las ha visto como una fuerza reivindicativa que no puede ser acallada. Tiene, además, amplias simpatías fuera, ya sea de las mismas mujeres o de las instituciones y gobiernos. Las condenas se suceden, por un lado, pero por otro los saudís siguen jugando a su papel en la zona y comprando armas o AVE a Occidente. Saben que las s protestas serán con la boca chica mientras salgan los dólares del petróleo hacia Occidente en forma de compras e inversiones. Unos juegan con la inmigración y las fronteras, otros lo hacen con las inversiones. Es la diferencia clara entre los países pobres y los países de ricos, como es el caso saudí.



La guerra a las mujeres, al modelo de mujeres libres, es profunda porque saben que ellas son el comienzo, el punto en el que se ven obligados a reconocer derechos e igualdades. Y eso es mucho para sus tragaderas. Las mujeres están en el futuro de los países árabes, pero muchos de ellos miran solo hacia el pasado al que vuelven en constante retroceso conforme se reclaman derechos. Es la involución que se ha ido produciendo desde 2011, cuando las mujeres salieron también a la calle para decir que la libertad no era cosa de hombres; que rechazaban muchas cosas que incluso entre los progresistas se daban por supuestas, que ellas era un anexo al hombre, una sombra callada.

Ahora salen a la luz y no se callan. Esto hace que las condenas sean cada vez más severas. Por establecer un paralelismo en esta doble vara de medir, nos llega la noticia desde Egipto de que a un antiguo alto responsable del estado, condenado por estafar a la gente cobrando anticipos sobre inexistentes casas oficiales, se le ha conmutado la pena de cadena perpetua por la de cinco años, inferior a la que han sido condenadas las mujeres saudíes por pedir el carnet de conducir y reclamar derechos. Esta es la realidad de fondo, la que hace que existan estas grandes diferencias entre lo que supone lo que piden las mujeres y lo que hacen los hombres. Siglos de autoritarismo y corrupción siguen pesando y, lo que es peor, se siguen viendo con buenos ojos.



Desde aquí todo nuestro apoyo y aplauso a Loujain al-Hathloul y Maya’a al-Zahrani. No supone conspiración internacional, sino el proceso de apoyo a las que un día u otro conseguirán ser lo que quieren ser en un mundo que se lo niega, donde son vistas como propiedades, como sombras calladas. Son valientes y saben que la libertad que llevan dentro, la esencial, no se la pueden quitar.

Igualmente, nuestro rechazo absoluto a lo que el gobierno saudí (y a los que hacen lo mismo) hace con los derechos de las mujeres, sometidas al absurdo de forma indigna. Es una violencia de género institucional, que se suma a la intramuros, a a la que se considera legal, la que impone la obediencia, la que impone matrimonios y divorcios, la que impone encierros y controla salidas.

Es una pena que los saudíes no produzcan nada para dejar de comprarlo. Su dinero no les lava la imagen.

 


* "Saudi women's rights activist sentenced to nearly six years in prison" Euronews 28/11/2020  https://www.euronews.com/2020/12/28/saudi-women-s-rights-activist-sentenced-to-nearly-six-years-in-prison

** Ángeles Espinosa "Condenada a 5 años y 8 meses de cárcel una defensora de los derechos de la mujer en Arabia Saudí" El País 28/12/2020  https://elpais.com/internacional/2020-12-28/condenada-a-5-anos-y-8-meses-de-carcel-una-defensora-de-los-derechos-de-la-mujer-en-arabia-saudi.html

lunes, 28 de diciembre de 2020

Escenas de la vida española

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



El otro día ya anticipábamos el espectáculo mundial que se había organizado con esto de la vacuna. Ya lo tenemos en versión hispánica, con toda la parafernalia y el redoble de tambores disponible.  Salidas de fábrica, hielo, camiones custodiados... sonrisas y posados finales. Vivimos en una sociedad del espectáculo y eso va de la muerte a la vacuna, de los ancianos olvidados a los ancianos vitoreados. Todo pasa por el filtro, bien dirigido, de los medios.

Nos decían ayer que los dirigentes de algunos países han dado ejemplo vacunándose, como algo heroico. La excepción, claro está, ha sido Trump, que ya lo pasó. Pero se la han puesto en los Estados Unidos Biden y el vicepresidente Pence y familias. Todo un espectáculo para convencer a los dudosos, para que entiendan, al menos, que ellos no están en la conspiración mundial, que creen en la vacuna como el que cree en otras cosas, ya sea en la inspiración divina, en la ciencia o en ambas.

La pandemia, que va ya para el año desde el punto de vista mediático, nos ha distorsionado la vida y la visión del mundo. Ha cambiado nuestros hábitos y nuestra forma de entender lo que nos rodea, las acciones de los otros y, especialmente, nuestra forma de valorar a los gobiernos y políticos.

Ayer la oposición criticaba envolver las vacunas con rótulos de "gobierno de España". Tienen razón, pero todo forma ya parte de esta vergonzosa guerra a la que nos han sometido a todos, la de verles pelear por un titular, por una buena noticia, por una mejora en las cifras... por lo que sea. Los hemos visto pelear, además de por los presupuestos, por eso que llamaron inocentemente la "desescalada" y la "nueva normalidad". En realidad, los únicos que han mantenido la vieja normalidad han sido ellos, que no han parado, que lo han aprovechado todo con una enorme hipocresía coral en la que unos días había que abrirlo todo y otras que cerrarlo, según llegaran festivos, puentes y vacaciones. Ahora —¡oh, paradoja!— con la vacuna llegando todos se han vuelto prudentes y amenazan con recrudecer las medidas ante un estado que es el resultado de sus gestiones anteriores.

Mi decepción con la política española me imagino será compartida por algunos que no han logrado involucrarse en estas peleas vergonzosas, en esas negociaciones a cara de perro con aspiraciones épicas. Pocas, muy pocas personas han estado a la altura de este drama al que le queda todavía mucho por delante y a nosotros con él.




Estos primeros vacunados, mostrados con orgullo patrio ante las cámaras, pasarán a sus vidas de residentes con la seguridad de que morirán por otras cosas, pero no por el coronavirus. Un gesto final cuyo valor no nos exime de corregir lo que hemos comprendido con sangre sobre eso que llamamos "residencias" y que se han convertido en unos casos en Numancia de resistencia y en otros trampas sin salida. Si no repensamos todo esto, no tendremos perdón.

En La Vanguardia, Domingo Marchena expresa estas contradicciones de la atención mediática a los ancianos vacunados con el titular "Orgullos y vergüenzas de un día histórico", que refleja esa dualidad:

 

La prensa, en el fondo un reflejo de la sociedad, vivió durante años de espaldas a los mayores. Hemos necesitado un demoledor informe de Amnistía Internacional y las terribles siegas del coronavirus en los geriátricos (¡sus usuarios suponen casi  la mitad de las víctimas en España!) para recapacitar.

¿Hemos recapacitado? Ayer hubo camarotes de los hermanos Marx, con más de una veintena de periodistas (cámaras, fotógrafos, técnicos de sonido y de iluminación, además de redactores que tomaban imágenes con sus móviles y, lógicamente, personal sanitario). Llamó la atención el caso de la residencia Rosalba, de Mérida (Badajoz).

[...] Hubo quienes dieron instrucciones a la enfermera: “Ve a cámara lenta”, “el brazo izquierdo, mueve el brazo izquierdo”, “tu otra mano no nos puede tapar la visión de la aguja”, “quita de ahí el bote de alcohol”. Otros discutían. “Echaos más para allá”, decía uno. “Pues yo no me muevo, replicaba otro”.

Un cartel recordaba que la distancia mínima interpersonal es de dos metros, aunque pocos la cumplieron. Vicente llevaba una camiseta del conjunto de rock andaluz Triana. Cuando recibió la vacuna hubo quien le rogó (tuteándole, como si fuera su nieto) que levantara el pulgar. Otro pidió un aplauso para él y un tercero gritó: “¡Olé, Triana!”.*




Sí, entre los Marx por el espacio lleno y García Berlanga por el tono, por la situación en sí. Mi alegría por las personas cuya vacuna va a prolongarles la vida, sea esta la que sea; la que va a sacarles unos minutos del encierro y les permitirá una sonrisa de satisfacción por haber podido llegar a este momento, algo que no han podido hacer unos cuantos miles de compañeros generacionales. Han resistido y deben estar orgullosos. El resto, no está tan claro.

Las residencias de mayores han sido una parte trágica, pero se ha cumplido la lógica de su propia situación previa. Somos una sociedad envejecida por la edad, pero también en muchas otras cosas que se nos han revelado brutalmente, como suele ser el tremendismo español.

La vacuna es una buena noticia. Nos ha llegado de fuera, de donde nos suelen llegar las buenas noticias. Las de dentro nos suelen llegar adulteradas por las propias fricciones internas, lanzadas por unos y por otros a la cabeza del contrario, porque esta es la España de los contrarios, donde no ha sido posible estar de acuerdo en casi nada en una situación tan trágica como esta.

Es una buena noticia, sí. No lo es el comportamiento que están teniendo algunos, incapaces de compartir hasta las mejores noticias. Nos alegramos por Araceli, por esos primeros vacunados, por los que irán llegando. Demos gracias a la Ciencia y a Europa, que han hecho lo suyo.




Este periodo merecerá doble olvido, el del dolor que hay que superar y el de espectáculo dado que hay que eliminar de nuestra vida cotidiana. Los políticos tienen demasiado protagonismo, requieren demasiada atención. Las sociedades maduras funcionan institucionalmente, pero la sociedad del espectáculo necesita del vocerío y del desacuerdo, convertir todo en reclamo de la atención.

Causa tristeza ver que no han podido superarse a sí mismos y nos siguen arrastrando. Sí, como bien dice Marchena en La Vanguardia, es un día extraño, de sentimientos encontrados. Es un día de alegría por unos y de melancolía por todos.

Volverá todo a ser como antes, conformados con haber salido de esta. Pero los dramas sin bombo se seguirán produciendo. Seguiremos con una sanidad recortada, con un país fallero, con el que inventen ellos, desatendiendo la Ciencia, exportando sanitarios porque no encuentran no el trabajo sino el sueldo decente. España seguirá siendo España y los políticos se pondrán, entre aplausos y abucheos, las medallas correspondientes.

El futuro no tendrá un buen recuerdo de nosotros.  Da igual que nos peleemos por ponernos medallas o lanzar silbidos. En conjunto, no salimos bien retratados en estas escenas, entre Berlanga y Balzac, de la vida española.


 

* Domingo Marchena "Orgullos y vergüenzas de un día histórico" La Vanguardia 28/12/2020 https://www.lavanguardia.com/vida/20201228/6151376/orgullos-vergueenzas.html

domingo, 27 de diciembre de 2020

Brexit, Escocia, Erasmus y otras incertidumbres

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



Por muchos acuerdos que se puedan alcanzar, el Brexit abre un estado de incertidumbre. Intentar estipular todo lo que puede ocurrir en cada ocasión es prácticamente imposible porque no hay inteligencia capaz de abarcar los efectos que se pueden producir, las situaciones que se pueden presentar. Cuando se quitan restricciones se abre el campo de posibilidades y el tiempo depura los problemas cuya resolución está en manos de los afectados que usan esa capacidad que les da la propia apertura para auto regularse. Negocian con buena voluntad.

Por el contrario, el camino del cierre es un constante ir y venir tratando de establecer con enorme precisión lo que se puede y no se puede. Habría que tener varias vidas largas para sentarse solo a plantear los problemas posibles en esta situación de cierre. Para abrir todo es buena voluntad; para cerrar todo es letra pequeña y recelo.




La fanfarronería (por no decir otra cosa) de Boris Johnson es infinita. El Brexit es su bandera y como tal debe venderse a los británicos como ondeando ante una rendida Unión Europea a la que, no lo olvidemos, comparó con la Alemania Nazi vendiendo las negociaciones como la Batalla de Inglaterra. Ni el COVID-19 ni la tradicional residencia del 10 de Downing Street le han conferido algo se sabiduría responsable a Johnson que sigue haciendo populismo a lo Trump pero en una situación de muy inferior condición al juguete que son los Estados Unidos para el presidente saliente, al que ya no saben qué hacer para que se esté quieto ni los propios republicanos.

La responsabilidad del Partido Republicano en Estados Unidos es bastante parecida, a la de los tories británicos. También Johnson ha jugado la baza del "Make Great Britain Again". Las colas de camiones a ambos lados del canal han hecho ver que la cuestión populista es muy distinta allí y aquí en Europa. El acopio de todo tipo de productos por parte de los británicos en estos días por temor a quedarse con neveras y armarios vacíos indica que el Brexit y la recuperación de la soberanía ultrajada por la Unión dejan una situación cuanto menos compleja.




Todos los analistas coinciden en la aritmética esencial: 1 contra 27. Será el Reino Unido quien se lleve la peor parte, lo que tiene algo de justicia. Después será, en lo económico, España la segunda gran perjudicada por sus lazos británicos de turismo y residentes fijos, muchos de los cuales han preferido cambiar de nacionalidad, jubilarse como británicos y morirse como españoles. Y es que el sol tira mucho. La verdad sea dicha, languidecer en la brumosa Gran Bretaña, pudiendo hacerlo en los pueblos de la Costa del Sol, Canarias y Baleares, cuesta. Británicos por dentro, bronceados por fuera.

No fue por mucho los que ganaron el Brexit y con alguna que otra argucia en cuanto a las fechas, alejando a los jóvenes de las urnas. Ellos eran los que estaban más comprometidos con Europa. Hace unos días se anunciaba que se cerraba el Programa Erasmus, una forma de construir Europa conjuntamente. Quizá por eso ha sido de las primeras cabezas cortadas. Ahora —ya lo hace Johnson— se trata de justificar lo hecho haciendo anti europeísmo y sacando todos los días la banderita a pasear en cada acto público.




El Reino Unido tiene  un problema añadido que no se ha resuelto, Escocia. La primera ministra de Escocia lleva advirtiendo de la convocatoria de un referéndum de independencia en cuanto que tenga ocasión porque se sienten más "europeos" que cerca de la colonial Inglaterra, es decir, salirse de la Unión y regresar a la Unión Europea de la que se sienten parte. Indudablemente la geografía y la historia juegan en su contra, pero hay también otros motivos por los que la cuestión no es sencilla. La explicación en cambio sí lo es: abrir la caja de los separatismos en una cuestión muy problemática. Escocia es una golosina envenenada. En estos tiempos de apoyo al caos, de la desinformación y del apoyo a terceros para producir confusión, alentar el separatismo escocés es correr el riesgo (en España lo sabemos bien) de que los nacionalismos se animen más de lo que están.

La primera ministra escocesa ha publicado en la página oficial un carta a los europeos en donde se refleja el sentir escocés y se da garantías a los europeos residentes allí:


I would like to thank you for all you have done during this time as we have faced, and continue to face, this challenge together. You are of course our friends, family and neighbours in a year when the importance of these relationships cannot be overstated. 

I believe that EU citizens in Scotland should not need to apply to protect the rights you already have to live, work and study here, but nevertheless there is a requirement, however unwelcome, to apply to the UK Government’s EU Settlement Scheme. 

Thankfully, many of you have now applied to the EU Settlement Scheme and secured your status. Yet many of you are still to secure your status, and I must sadly reiterate that it remains critical that everyone who wishes to stay in Scotland must complete an application by the 30th June 2021. Any EU citizen who is resident in Scotland before the 31st December 2020 is eligible to apply, and I encourage you to do so.  

The Scottish Government’s Stay in Scotland campaign provides practical guidance and support to help you protect your rights and complete your application to the UK EU Settlement Scheme.*




Como se puede apreciar, una estrategia y actitud muy diferente a la practicada por Boris Johnson y los suyos respecto a Europa. Strugeon cumple lo estipulado, pero manifiesta su distanciamiento de lo que considera una imposición inglesa y sobre todo aporta su simpatía hacia Europa, hacia sus ciudadanos y les anima a quedarse. Muy lejos de la antipatía británica de Johnson y los suyos, que han jugado a la eurofobia. La primera página del sitio oficial está engalanada con banderas europea y ya en su primer párrafo se recuerda que en el referéndeum de 2016, Escocia eligió quedarse y que ese sigue siendo su sentimiento.



Indudablemente a los amantes del Brexit —como a los Estados Unidos de Trump y como igualmente a Rusia— les interesa una Europa inestable, conflictiva, de difíciles acuerdos en cualquier cosa, con la que sea posible establecer relaciones en condiciones favorables. Es lo que Rusia ha conseguido por el Este, con los países llegados a Europa y que mantienen lazos oscuros. Estos países, como Polonia y Hungría, juegan las bazas anti europeas y del nacionalismo populista. Las amenazas a las prácticas nada democráticas de los grupos en el poder hacen que se resienta la unidad europea, que debe ser sobre todo de principios, de valores, de cultura.

Un tema sensible es precisamente el Programa Erasmus de intercambio de estudiantes europeos, uno de los mayores logros unitarios de efectos, más allá de los estudios, sobre el sentido identitario europeo.

La BBC nos dice:

Prime Minister Boris Johnson has announced that the UK will not continue to participate in it and will be replacing it with a new scheme named after the mathematician Alan Turing.

He said leaving Erasmus had been a "tough decision" but that under the new scheme, students would "have the opportunity... not just to go to European universities, but to go to the best universities in the world".

The EU's Brexit negotiator Michel Barnier said he regretted the decision.

Students at universities in Northern Ireland will continue to participate in Erasmus, as part of an arrangement with the Irish government.

The UK government has already introduced a new immigration regime for students.**

 


Esperemos que los estudiantes no sean tan maltratados como lo fue el pobre Alan Turing, llevado al suicidio por la intransigencia social e institucional hacia su homosexualidad. No sé si la idea de mandar a los estudiantes británicos por el mundo es precisamente lo que ellos esperaban. De un programa sobre la identidad y el conocimiento mutuo europeo, Johnson creará un programa turístico a base de acuerdos bilaterales. No será, indudablemente, lo mismo.

De la misma forma que Reino Unido rechaza el acuerdo del Programa Erasmus de intercambio de estudiantes, en unos países en los que se presenta también a Europa como una invasora, una destructora burocrática, la aparición del sentimiento anti europeo es cuestión de tiempo. Se trata de crear condiciones de imposibilidad a través del enrarecimiento de la situación, de la presentación negativa del otro y de redirigir la frustración hacia la Unión Europea. Es lo que han hecho los Farage, LePen o Salvini de turno y en España la huestes de Vox, que han calcado esas maneras viejas de nacionalismo a la contra con las que demostrar su amor ferviente a patrias y raíces sacrosantas. Es lo que hacen en Polonia y Hungría, lo que hace la ultraderecha alemana o de cualquier otro país.




Europa no debe caer ni en la trampa del enfrentamiento ni en la de la pasividad que dé aliento a lo que crece en muchos de sus rincones, alentados por unos y otros desde el exterior. La actuación europea en la vacunación, nos dicen algunos, será decisiva para demostrar que Europa funciona, que lo hace equitativamente y de forma solidaria.

Es importante que dejemos de hablar de Europa de una forma retórica y hueca y lo hagamos como un elemento identitario importante. Tenemos mucho sobre lo que construir por encima de muchos otros factores. Pero hay que elegir los cimientos adecuados y construir con solidez, no sea que el edificio se resienta ante lo que queda por llegar.

 


* "First Minister’s letter to EU citizens in Scotland: December 2020" Scottish Government 18/12/2020 https://www.gov.scot/publications/first-ministers-letter-to-eu-citizens-in-scotland-december-2020/

** Anthony Reuben Erasmus: What could happen to the scheme after Brexit? BBC 26/12/2020 https://www.bbc.com/news/education-47293927



sábado, 26 de diciembre de 2020

Los riesgos del populismo nacionalista

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



En los aspectos sociales en ocasiones no es fácil distinguir entre efectos y causas.  Pero lo esencial es detectar los fenómenos y sus interacciones, cómo se refuerzan, llaman y atraen. En los últimos años, la presencia de Donald Trump en el poder ha permitido la aparición de fenómenos ligados a la ultraderecha populista por todo el mundo. Ya sea llegando a los gobiernos, en oposiciones fuertes o apareciendo en parlamentos en los que nunca había estado, hay dos hechos claros: el efecto de refuerzo de unos respecto a otros y el semillero de la crisis de la que salen.

En cuanto al primer factor, las conexiones entre ellos son cada vez más claras, pero el fenómeno se queda corto si es esta la explicación. En un mundo global, no siempre es necesario ganar; a veces basta con desestabilizar y dejar que se produzca el caos. Creo que esta estrategia del caos no solo debilita a aquellos a los que se ataca, sino que se enlaza con el factor segundo, el semillero. Se está comprobando en diversos escenarios cómo diversas crisis son los elementos que hacen proliferar estos grupos que provocan nuevos caos hasta que llegan al poder. Lo hacen mediante su activismo, pero también se ven favorecidos por la apatía que las crisis constantes están causando en la consideración política.



La desventaja de la democracia es clara. Las dictaduras se ahorran esta forma del desencanto ya que tienen la capacidad de negar los problemas por más que estén presentes y la manipulación de la propaganda. Por eso causa gran sorpresa el ataque populista a la democracia precisamente aprovechando las ventajas que esta supone. Hacerse con el poder implica un abandono de muchos, desmotivados por el deprimente espectáculo al que nos enfrentamos entre corrupciones, demagogias y falta de soluciones a los problemas a que nos enfrentamos. Hay un factor de riesgo importante: la radicalización de las formas políticas, de las maneras, copia a las técnicas populistas porque las ve eficaces. La primera de ellas es la radicalización de los electorados a través de problemas específicos que permiten convertir el discurso político en casi bélico. Ese discurso va abriendo zanjas entre el electorado, aburriendo a unos y radicalizando a otros. Es un hecho demostrado que la abstención ha permitido conseguir logros importantes a estos partidos, que por el contrario mantienen la fidelidad y activismo de sus seguidores a los que realimentan y enardecen contantemente con sus diatribas contra gobiernos y partidos, jugando siempre al apocalipsis histórico, a la advertencia contra los desastres provocados por la maldad de aquellos que tienen el poder. Cuando llegan a hacerse con el poder, tenemos ejemplos de lo que ocurre en diversos países. Van de la rabia de Trump a los mecanismos para perpetuarse en el poder, pasando el desmantelamiento de las instituciones (como ocurre en Polonia y Hungría).

En Euronews con el titular "How a far-right party came from nowhere to stun Romania in Sunday's election", Stephen McGrath nos hablaba hace un par de semanas de lo ocurrido en las elecciones en Rumanía con el ascenso de un partido nacional populista y ultraconservador:

 

Few had heard of the far-right populist party the Alliance for Romanian Unity (AUR) until Sunday evening when it stunned Romania at the ballot box in parliamentary elections.

The little-known AUR, an ultranationalist party that proclaims to stand for 'family, nation, faith, and freedom,’ rose from obscurity to take almost 9% of the overall vote.

This saw the party, which was formed in autumn last year, pass the 5% threshold allowing it to enter parliament.

 


Los cuatro principios se han convertido en un ideario extendido por el mundo con el fin de garantizar la conexión emocional, pues de ese tipo de lazo estamos hablando. Con estos principios  "familia, nación, fe y libertad" se juega con la emoción, se retuercen los conceptos (que en sí no tienen por qué ser problemáticos). Con "familia y nación" se establece un vínculo entre la "sangre" y la idea romántica de "nación". Nación y familia son equivalentes en el nivel particular y el plano simbólico que se percibe como literal, es decir, los que pertenecen a una misma nación pertenecen a una misma familia. A diferencia de otros grupos, la "familia" es un hecho "físico", con unas consecuencias genéticas e históricas. Un "partido", por ejemplo, es lo contrario, ya que se construye sobre "ideas", "abstracciones", sobre algo no "natural". La insistencia en lo natural no es casual: uno no puede dejar de pertenecer a una familia, son "lazos de sangre", mientras que uno puede darse de baja de un partido, cambiar de ideas e irse a otro. En términos de "familia" y "nación" es una "traición" contra natura. Es el más reprobable de los crímenes pues supone renegar de ti mismo y de los "tuyos".

En el artículo se produce la reafirmación de ese principio básico y la conexión trumpista:

 

“We are part of the Coalition for Family, and we defended the family, and we promoted the family, and we plan to do this in parliament,” he said, going on to add that AUR is the only [Romanian] party to support Donald Trump. Indeed, there are echoes in the party of Trump's media distrust and even claims of ballot-rigging.

But these are facts that didn’t deter hundreds of thousands of voters from casting their support for the party.

 

"Fe" y "libertad" son dos componentes de orden distinto. La fe sustituye a las ideas (ideologías clásicas) y aporta el elemento espiritual que es compartido por el conjunto de la nación. Al igual que no se puede renegar de familia y nación, la fe entraña una dimensión distinta, ya que liga a la comunidad con el otro mundo, con lo revelado, con el orden divino, con una verdad que tampoco puede ser cuestionada por su propia naturaleza divina. Ir contra la fe es ir contra Dios, que es el padre de la gran familia nacional, quien quiso sacarlos de la oscuridad. El integrismo es el resultado.



Aquí hemos tratado en ocasiones la manipulación del gobierno egipcio que juega igualmente con la idea de familia, la idea nacionalista y la religión unificadas. Las declaraciones —que citamos aquí— de una autoridad religiosa diciendo que "los egipcios eran religiosos por naturaleza" ejemplifica ese carácter inevitable del seguimiento de normas y, por supuesto, autoridades religiosas. Putin ha jugado con el carácter religioso de los rusos y ha salido a desfilar con iconos, junto a los jerarcas de la iglesia ortodoxa. Pudimos ver, por ejemplo, como los ucranianos se separaron de la iglesia rusa porque sentían que quien hablaba por la boca del patriarca de Moscú era el mismo Vladimir Putin.

La familia está unida, pues, por los lazos de sangre nacionales y los lazos espirituales, que es lo que Dios ha querido. Para ello se refuerzan los lugares "santos" locales, escenarios de apariciones, milagros, etc. Se crea así un "destino", una "promesa" de futura, en donde los problemas son pruebas que Dios nos manda y los logros bendiciones que confirman la bondad. Por regresar al gobierno egipcio, el presidente al-Sisi que había prometido varias veces después del "no-coup" no presentarse a las elecciones presidenciales, lo hizo tras comunicar que el fallecido presidente Anwar el-Sadat se le había aparecido en un sueño para pedirle que se presentara. Él, como obediente, acepto convertirse en el nuevo padre de la gran familia egipcia. No se le presentó, por ejemplo, Nasser (mal visto por los religiosos), sino el piadoso Sadat, con más predicamento entre los tradicionalistas.



¿Y la "libertad"? Queda como una palabra retórica una metáfora quejumbrosa de todo aquello que no se les permite hacer o que los demás hacen y ellos entienden que va contra la familia, la nación y la fe. Solo es "libre" el tradicionalista, nacionalista y religioso fundamentalista. Por el contrario, son enemigos de la "libertad" los feminismos igualatorios, los grupos LGTB, los globalistas, los partidarios de los derechos de la inmigración, etc. Todos ellos pueden ser definidos negativamente una vez que se ha retorcido el concepto de libertad: todos pasan a ser enemigos de familia, patria y religión, que ellos defienden.

El populismo sabe adaptarse a las negaciones necesarias en cada momento para aprovechar el descontento y reafirmar sus principios. Leemos en el reportaje sobre el partido rumano: 

 

“[AUR] played the anti-medicine, anti-vaccination, and anti-restrictions card to a population that is not truly educated in health issues,” said Tufis. “Their message is of building something for Romania. Nationalistic, Romania-first style, make Romania better. This kind of discourse has the potential to attract large numbers of people.”

[...]AUR has a strong connection to Romania’s powerful Orthodox Church, which it has supported in holding religious ceremonies during the pandemic.

The party opposes same-sex marriage, has held anti-mask-wearing rallies and calls for unification with the Republic of Moldova.*

  

La adaptación a estas situaciones nuevas son claras y no exclusivas de Rumanía. Lo hemos visto en los Estados Unidos, laboratorio privilegiado de este peligroso populismo. Desde el "Jesús es mi vacuna" (con predicadores y pastores muertos por ello, si bien silenciados convenientemente) hasta las teorías de la conspiración ha negado lo evidente pese a las pruebas. Estas formas de negación tienen el carácter de "lazos" para la comunidad y crean además un persistente hábito de negación. El negacionismo es una forma mental que se adapta a múltiples situaciones, se conecta y reconecta en cada situación, como ha ocurrido con el COVID-19.



Nuestra sociedad occidental padece la enfermedad mediocre, la de la impersonalidad, por ello necesita de reafirmaciones de cualquier orden que permitan salir de esa nueva masa digital en la que vivimos. Ir contracorriente es una forma de destacar, de sentirse por encima de los demás, a los que se considera "ignorantes" y "conformistas". Esta forma de oposición a la corriente genera sus propias corrientes y van de los antivacunas a la persona que te dice que solo escucha un canal marginal de noticias porque son los únicos que dicen la "verdad".

El paralelismo de AUR con el fenómeno de Trump en los Estados Unidos no es casual. Ese  estilo "Rumania First!", como se le denomina en el texto, tiene el mismo mensaje de superación de agravios, de justificación de las crisis por la pérdida de valores y alejamiento del destino triunfal que les espera en el horizonte. 

 

 “It is clear that the political class needs a reset,” said 32-year-old AUR voter Constantin Rares. “Most of the population, especially young people, are disgusted by everything that the old political class [represent].”

Rares says that the widely reported nationalistic elements of the party do not concern him.

“I believe that each state must have its own identity and must be represented by patriots who, apart from economic, social, and cultural interests, represent interests and when it comes to the position of the family clearly defined by constitution, religion and other rights,” he says.

 

¿Nos suena lo de la "nueva política", lo de la "casta"? Hay un populismo de diverso signo ideológico, pero el método puede ser el mismo y las estrategias para el ascenso parten siempre del principio de traición o del principio de incompetencia. La idea de la "renovación" del poder para permitir llegar una nueva oleada, crecida ya en las técnicas del mundo virtual, en el manejo de la mediación comunicativa por encima de otras consideraciones, está presente en casi todos los países, señal de que funciona.



Las luchas internas en muchos partidos políticos han pasado a ser generacionales, en gran medida porque las grandes víctimas de la crisis económica que arrastramos desde hace más de una década en todos los países han sido los jóvenes. Precarios y mal pagados, los jóvenes son receptivos a estos mensajes, curiosamente guiados en ocasiones por personas como Trump, con más de 70 años. El fenómeno no es único y se repite en otros países. Se busca el apoyo del más desencantado para reafirmar nuevas líneas de acción.

Es característico de la nueva política mantener un mensaje central y diversificar las formas de comunicarlo, que tienden a ser horizontales aprovechando los nuevos canales. Los populistas saben que su fuerza está en el mensaje y en la práctica retórica que asegure su eficacia comunicativa, todo es bueno para conseguir los fines de adhesión en un caso y de caos en otros.

La guerra política se ha trasladado a las redes sociales y los medios tradicionales se limitan a seguirlo. Es una batalla de mensajes a favor y en contra, de mentiras interesadas y de medias verdades. Todo por la eficacia comunicativa. Los populistas saben cómo desmenuzar los mensajes para que lleguen a sus objetivos con eficacia. Por eso, lo tradicional de sus mensajes no debe hacernos suponer lo anticuado de sus métodos. Por el contrario saben cómo manejar las últimas técnicas de estudio del comportamiento, las emociones y darle la forma adecuada de un mensaje para un público muy concreto. Es lo que salió a la luz con el escándalo de la manipulación rusa con Cambridge Analytica, la empresa que usaba test en Facebook para obtener datos de los usuarios y formular los mensajes más adecuados.



Hoy, toda la red se ha convertido en una gigantesca recolección de datos a través de las entradas en nuestros ordenadores. Esos famosos "socios" que aparecen en los mensajes sobre las cookies no sabemos quiénes son, si son compañías que tratan nuestros datos para detectar nuestras preferencias, tendencias políticas, sociales, culturales, etc. Esos datos se pueden comprar y revender y suministran informaciones para adecuar los mensajes políticos a destinatarios precisos, que es lo que ocurrió con la empresa británica con Rusia detrás.

Rusia no está al margen de lo que está ocurriendo en Rumanía, como era de esperar: 


“After each era of close collaboration with the West, we see that there has been a movement to deny modernisation or at least to dilute it,” Fota explained today in a Facebook post. “Romanians who perceive the modernisation of the country as a danger have gathered willingly under the same flag.”

Romanian MEP Siegfried Muresan, told Euronews: “[AUR] are anti-EU, pro-Russia, and reflect a small minority of the population.”

“It is very important to note they will not have a say or influence in policymaking,” he said.*

 

Esa bandera anti occidentalista es la que está llevando a los grupos bajo la sombra del Kremlin. El objetivo de la confusión se vuelve más concreto en aquellos países que, como Rumanía, estuvieron bajo el control de la Unión Soviética. La Rusia de hoy los considera como una propiedad natural y trata de separarlos de la Unión Europea. Juegan al desencanto. Las promesas de bonanza económica con la que se les llevó a la Unión no siempre han funcionado, en gran medida por la propia corrupción, restos de los partidos pro soviéticos que se formaron tras la caída del muro. Es fácil convertir la frustración en un discurso anti europeo y anti democrático. Está ocurriendo incluso en la Alemania actual, con el ascenso de la ultraderecha nacionalista. Se ha invertido el signo político, pero es por el propio cambio ruso, que se ha producido también en forma de nacionalismo religioso o, si se prefiere, de manipulación religiosa del nacionalismo. El fenómeno no es privativo de países cristianos y lo estamos viendo en países como Turquía, donde la mezcla de nacionalismo y religión ha hecho mantenerse en el poder a Erdogan. El caso Egipcio es bastante parecido.



La Unión Europea es especialmente sensible por varios motivos. Lo primero es un espacio democrático, por lo que los que juegan con trampas y mentiras tienen más ventajas dado el aumento de la credulidad y la confusión de mentiras con libertad de expresión. La crisis económica ha pasado factura y ahora lo hace la crisis sanitaria que empeorará la situación. En tercer lugar, la influencia rusa es importante y no le interesa una Europa fuerte y prevenida, sino desunida y con focos prorrusos. Tampoco ha que olvidar que la era Trump ha sido anti europea, que apoyo otro ejemplo de dinámica populista como ha sido el Brexit, del que los británicos se va a arrepentir muy pronto. Muchos lo han hecho ya y más lo harán en el futuro.



Si los países no cambian sus formas de dirimir en la política, el fenómeno populista seguirá creciendo, fraccionando Europa, como ya hemos visto en el Parlamento Europeo con sus acciones destructivos, obstruccionistas. El panorama actual no es demasiado optimista, pero es necesario saber a qué nos enfrentamos y las consecuencias. La reacción masiva del electorado norteamericano en la elecciones ha sido la única forma de frenar la labor destructiva de Trump. Todavía faltan días de angustia con un Trump dispuesto a destruir lo que le dejen, En Europa donde han ganado se ha notado, ya sea en elecciones o como grupos entrando por la puerta trasera, como en Reino Unido.

Tenemos muchos avisos. La cuestión es si queremos verlos y si los consideramos un peligro. El problema está ahí. Se aprovechan de fallos y carencias. Si no se solucionan tendremos pronto los resultados negativos.

El gran problema lo tenemos en Europa, víctima de los dos lados, de la presión rusa y de la norteamericana trumpista, empeñados ambos en debilitarnos. Si a esto le sumamos la presión en puertas de los conflictos de África y Oriente Medio, gasolina populista, el panorama es bastante inquietante y ese mapa de crecimiento de la ultraderecha populista (y la ultra izquierda allí donde actúa de la misma manera divisiva) va en detrimento de la democracia, de la unión europea y es foco de futuros conflictos, más próximos de lo que suponemos, con algunos en marcha.

 


* Stephen McGrath "How a far-right party came from nowhere to stun Romania in Sunday's election" Euronews 8/12/2020 https://www.euronews.com/2020/12/08/how-a-far-right-party-came-from-nowhere-to-stun-romania-in-sunday-s-election