domingo, 31 de mayo de 2020

El presidente que solo creía en sí mismo

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los Estados Unidos de Trump le han ofrecido al presidente lo que este necesitaba, nuevos conflictos con los que sacar sus dos grandes cualidades: el victimismo conspiratorio y su deseo teatral de salvación. 
Afortunadamente para el mundo, ambos conflictos son locales y no deseo que suene cínico, pero el mundo esperaba cualquier despropósito norteamericano conforme nos acercamos a las fechas de la reelección. 
Todos saben ya que Trump necesita estos golpes de efecto para dar salida a su teatralidad narcisista, primero, y para hacer ver a sus seguidores que su espada flamígera sigue señalando en la dirección correcta y cortando las cabezas correctas por el camino. Los críticos que señalan que está echando leña al fuego tienen razón.


Los dos aspectos le han venido milagrosamente juntos: con el etiquetado de sus mensajes como "falsos" por parte de Twitter se ha satisfecho el lado victimista, por un lado, y con los levantamientos en las ciudades como respuesta a la infame muerte de George Floyd en Minneapolis, mediante la aplicación de la técnica llamada "rodilla-a-cuello", por otro, toma el mando. 
La conjunción de estos dos factores va a permitir a Trump reconstruir sus filas para las elecciones. Hay un tercer factor: los dos anteriores permiten desviar la gestión errática y nefasta de la pandemia del COVID-19. 
En esta situación, Trump tratará de dar seguridad y confianza a parte de sus desconfiados electores, los que han ido quedando por el camino. Le permiten los ataques a la "izquierda radical demócrata", a las redes sociales que le están dejando en evidencia, y el mensaje racista, junto al empleo de la fuerza que es lo que está buscando en esta situación. Ya lo ha advertido. Es el personaje que le gusta interpretar. Los ataques justifican la respuesta.


Acabo de ver sus imágenes en la CNN. No hay que escuchar  sus palabras, basta con ver su actitud, desafiante, engreída, levantando el mentón (el gesto mussoliniano), ladeándose en la tarima relajado. Era otro Trump. Ya no era el Trump a la defensiva, tenso. Basta con ver su relajación anunciando su nueva lucha para comprender que se encuentra en su terreno, en el punto que quería. Tiene la tormenta perfecta para surfear las olas a su gusto. A algunos se les da mejor navegar en tormentas, mejor en huracanes o tifones. Ese es Trump.
En The New York Times, Peter Baker escribe:

With a nation on edge, ravaged by disease, hammered by economic collapse, divided over lockdowns and even face masks and now convulsed once again by race, President Trump’s first instinct has been to look for someone to fight.
Over the last week, America reeled from 100,000 pandemic deaths, 40 million people out of work and cities in flames over a brutal police killing of a subdued black man. But Mr. Trump was on the attack against China, the World Health Organization, Big Tech, former President Barack Obama, a cable television host and the mayor of a riot-torn city.
While other presidents seek to cool the situation in tinderbox moments like this, Mr. Trump plays with matches. He roars into any melee he finds, encouraging street uprisings against public health measures advanced by his own government, hurling made-up murder charges against a critic, accusing his predecessor of unspecified crimes, vowing to crack down on a social media company that angered him and then seemingly threatening to meet violence with violence in Minneapolis.*



Expresado así, en tres párrafos, pareciera que se está describiendo una mala película, con malos actores, malos guionistas y un pésimo director. Pero es la realidad. Es el mundo en que uno se levanta y se acuesta, en que se come y duerme. Es la realidad que un mal actor ha conseguido transformar en su plató, en el escenario al que salta cada día tras pasar por maquillaje.
¡Qué ingenuidad la de pensar que el mundo y las responsabilidades del cargo iban a cambiar a Donald Trump! ¡Qué gran error! Es Trump el que ha convertido el mundo en un peligroso escenario. Se ha ido deshaciendo de todos aquellos que le han intentado asentar un poco. ¿Dónde está aquel curtido general que llegó a hacerse cargo de la Jefatura de la Casa Blanca para poner orden? Acabó —como toda persona que levantó la voz o elevó una simple ceja incontrolada— en un vertedero con un acuerdo de confidencialidad firmado que le impedía contar lo que era aquello.


Pero no hace falta imaginarse lo que ocurre tras los muros de la Casa Blanca. Basta con escuchar atentamente, observar con atención, salir de la hipnosis del momento, para comprender el desastre al que Donald Trump ha llevado a los Estados Unidos y a una gran parte del mundo. Le di mucha importancia al desastre causado por su visita a los Boy Scouts. Nada se resiste a Trump.


El día 25 de diciembre de 2018, la BBC reproducía los diálogos de Donald Trump con niños. Eran llamadas para hacer sus encargos de juguetes a Santa Claus que habían sido desviadas a la Casa Blanca para ser contestadas por el matrimonio Trump. «Trump (in booming voice) to a kid named Collman: "Hello, is this Collman? Merry Christmas. How are you? How old are you?.... Are you doing well in school? Are you still a believer in Santa?"»**


Creo que es así cómo hay que evaluarle. No son los grandes momentos de la teatralidad, sino estos pequeños detalles los que revelan una personalidad, una forma de estar en el mundo.
Pero los detalles de la personalidad reveladores no son los que crean el caos exterior. La pobre niña que llamó para encargar sus regalos es una víctima solitaria. Los Estados Unidos y parte del mundo lo son en términos mucho más peligrosos. El peligro viene de la necesidad de provocar el caos para poder presentarse como salvador, como el "gran arreglador", como el mejor negociador y conseguidor de acuerdos beneficiosos. Para Trump todo lo hecho anteriormente está mal por el sencillo motivo de que no lo ha hecho él. Da igual que haya sido hecho por los Estados Unidos. No lo hizo él y ese es motivo suficiente como para destruirlo.


Ahora tiene sus dos guerras abiertas, lo que atraerá su atención. Ha mantenido a sus seguidores convencidos de que el coronavirus era un invento demócrata hasta que son ya más de 100.000 muertos acumulados y más de millón y medio los contagiados. Pese a ello rechaza la máscara. Le parece un ejemplo de debilidad que él no se puede permitir. Su ejemplo está causando muertes, pero eso no importa. En realidad, nada importa. Solo Trump importa a Trump. Hace mucho que se dijo, pero nunca se pensó que llegaría a ser tan cierto y absoluto.
Está incitando y respaldando el racismo, inflamando las calles tratando de producir más conflictos que le permitan emerger de las llamas como un artista de heavy metal en medio de un concierto. Ese es Trump, un Alice Cooper del "Welcome to my nightmare".


Los Estados Unidos de están más divididos, son más racistas e intolerantes. Es el fruto de lo sembrado por Trump, pero solo en parte. No siempre es fácil discernir la causalidad, qué es el efecto y cuál es la causa. Trump fue llevado a la Casa Blanca por una conjunción de fuerzas que apostaron por él. No llegó por azar. Por eso ahora, perdida la gran baza de la economía por la pandemia, Trump tiene que reunir filas para resistir el contraataque. Todo lo que ocurra se hace pensando en esas futuras elecciones.
Si Trump se mantiene en la Casa Blanca, el desastre mundial está garantizado. Todos los frentes abiertos —muchos a la espera de ver qué ocurre— seguirán siendo tocados, pero esta vez sin freno, en un mandato sin posibilidad ya de reelección. Trump echará el resto, una especie de gira mundial de despedida tratando de dejar huella. Es un peligro que está en la mente mundial, de los dirigentes a las instituciones.


Ha sido otra intensa noche de disturbios por todos los Estados Unidos. Las redes sociales se están llenando de mensajes todo tipo de mensajes de solidaridad para la comunidad afronorteamericana. Empresas y particulares muestran su apoyo con manifiestos en los que se expresa el deseo de justicia.
Trump tiene en estos momentos el escenario perfecto para su remontada. Ya no tendrá que contar con díscolos asesores científicos y tener que hablar sobre cosas que ignora recomendando beber desinfectantes o tomar medicamentos contraindicados. Ahora se encuentra en su salsa, con un conflicto racial y callejero y otro con los medios. ¡Quién se lo iba a decir! Está feliz y no lo puede ocultar. ¡Qué miedo da!



* Peter Barker "In Days of Discord, a President Fans the Flames" The New York Times 31/05/2020
https://www.nytimes.com/2020/05/30/us/politics/trump-george-floyd-protests.html
** "Trump to child: Do you believe in Santa?" BBC 25/12/2020 https://www.bbc.com/news/world-us-canada-46678124



sábado, 30 de mayo de 2020

Bulos de miedo y muerte

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La lucha en tiempos del COVID-19 es también una lucha en el campo de la información. A los efectos de la pandemia hay que añadirle los provocados por la información asociada. Esta lucha va desde los ataques informativos de los Estados Unidos a China hasta los bulos que pueden arrasar un pequeño pueblo. Estamos comprendiendo realmente qué significa "sociedad de la información", cuya cara oscura es la sociedad de la desinformación", el otro lado de la moneda. 
El equilibrio entre información y desinformación es muchas veces precario. Una mentira es siempre una mentira, pero una "verdad" puede dejar de serlo por muchos motivos. Es ese el principio de la "realidad alternativa" que tanto han manejado para su beneficio los grupos que buscan el poder, la desestabilización o ambas cosas.
Euronews nos trae una noticia sobre lo ocurrido en México, en el estado de Chiapas, donde una población salió destructivamente a la calle revolucionada por un bulo sobre el coronavirus:

Las noticias falsas sobre la pandemia están causando estragos. En México, el rumor, difundido en las redes sociales, de que el coronavirus no existe y, en realidad, se está envenenando la gente con drones, ha provocado un levantamiento en un pueblo de Chiapas.
Decenas de personas con el rostro cubierto y armadas con palos y machetes salieron de madrugada a las calles de Venustiano Carranza. Vandalizaron la sede de la alcaldía y varios inmuebles, entre ellos una clínica en la que se atiende a enfermos de covid. También atacaron viviendas y llegaron hasta la casa de la madre del gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón. La protesta, salpicada de robos e incendios, duró horas, hasta que efectivos del Ejército y la Policía tomaron el control del pueblo.
La desinfección interpretada como un "ataque químico con drones contra la etnia tzotzil"
El detonante de los desmanes fue una publicación en Facebook, difundida por medios locales, en la que se aseguraba que el coronavirus no existe y que un dron había sido derribado mientras dispersaba un polvo blanco que "seca los pulmones". El texto añadía que se trataba de un "ataque químico" de los mandatarios regionales contra la etnia tzotzil, lo que en realidad era una operación de saneamiento local.
En las últimas semanas, también se han registrado desórdenes en localidades de Michoacán y Oaxaca durante jornadas de desinfección.*



Las imágenes del Ejército por las calles y de los destrozos son inquietantes. Muestran hasta dónde se puede llegar en la manipulación de las informaciones. Sorprende la falta de prevención informativa de las autoridades al no explicar suficientemente lo que estaban haciendo, pero no es suficiente.
Un bulo no surge en el vacío, espontáneamente; siempre hay una intención oculta, una intencionalidad en su creación. Por más que después pueda ser automatizado en su distribución, la difusión busca confirmar una creencia o estado anterior, un conflicto latente, que es lo que determina su eficacia final, que es destructiva.
En la noticia se nos explica que «la desinfección interpretada como un "ataque químico con drones contra la etnia tzotzil"». Ese es el marco del bulo, lo que hace que entre dentro del horizonte de expectativas, por utilizar el término de la Hermenéutica gadameriana y de la Estética de la Recepción, de H.R. Jauss y la Escuela de Constanza. Interpretamos en función de lo que esperamos y esto se construye sobre la experiencia acumulada, sobre el conocimiento de nuestro entorno y fondo cultural. Tiene que haber "ataques" anteriores, sensación de peligro y acoso, para que un dron desinfectante sea interpretado como una conspiración, como un ataque contra ellos. Como en otros casos, es el miedo el motor que se resuelve en la violencia colectiva.


Recordemos las técnicas usadas por los talibanes contra las vacunaciones: no eran vacunas, sino medios para acceder al ADN de los vacunados para rastreos. Se trata de reinterpreta la realidad en términos creíbles por parte de aquellos a los que se quiere manipular.
La cuestión detrás de todos y cada uno de los bulos que se están esparciendo es la misma: ¿a quién aprovechan?, ¿quiénes se benefician —en cualquier tipo de términos— de estas mentiras que buscan desatar estallidos de violencia o reacciones a largo plazo?
Buscando la noticia en diversas fuentes, me surge otra noticia. En otro pueblo mexicano se quemó vivos a dos hombres a los que un bulo a través de WhatsApp señaló como responsables de los crímenes de niños para extraerles los órganos. Las víctimas eran un joven estudiante de Derecho y su tío que habían acudido al pueblo a comprar materiales:

Ricardo había vuelto recientemente para visitar a sus familiares, quienes aseguran que junto a su tío había ido a comprar material de construcción para terminar un pozo de cemento. La policía afirmó que no había pruebas de que hubiesen cometido ningún crimen y que habían sido llevados a la comisaría por "alteración del orden", después de haber sido abordados por residentes locales.
Pero la multitud estaba convencida de una versión diferente de origen desconocido que se esparció a través de la aplicación de mensajes privados WhatsApp.
"Por favor, todos estén alerta porque una plaga de secuestradores de niños entró en el país", dice el mensaje que pasó de teléfono a teléfono.
"Al parecer, estos criminales están involucrados en el tráfico de órganos... En los últimos días, desaparecieron niños de 4, 8 y 14 años, y algunos fueron encontrados muertos y con signos de que se les habían extirpado órganos. Sus abdómenes habían sido abiertos y estaban vacíos".
Ricardo y Alberto habían sido vistos cerca de una escuela primaria llamada San Vicente Boquerón, así que el miedo colectivo los convirtió en esos secuestradores de menores que habían surgido en el imaginario de los habitantes de Acatlán.
La noticia de su detención corrió tan rápido como el mensaje falso de WhatsApp.
La muchedumbre que acudió a la comisaría fue convocada en parte por Francisco Martínez, un antiguo residente del pueblo conocido como el Tecuanito.
Según los agentes, Martínez fue uno de quienes difundieron los mensajes en Facebook y Whatsapp acusando a Ricardo y a Alberto. Fuera de la estación, empezó a transmitir con su celular en directo por Facebook imágenes de lo que acontecía.
"Gente de Acatlán de Osorio, Puebla, por favor vengan a mostrar su apoyo", le dice a la cámara. "Créanme, los secuestradores están aquí ahora".**



El relato, realizado por Marcos Martínez, es espeluznante en su simplicidad en mostrarnos lo fácil que es hacer una llamada para la destrucción. En lo que Martínez llama "el imaginario de los habitantes de Acatlán" es donde reside la clave de lo sucedido. El llamado "Tecuanito" logró movilizar esa fuerza que estalla y se vuelve irracional, pero que es coherente con su propio imaginario. La falta de seguridad y la falta de confianza en las instituciones son el caldo de cultivo que llevan a estas formas explosivas de "justicia" sin juicios, a estos linchamientos populares.
Llama la atención ese "¡créanme!" del infame Tecuanito. ¿Qué le llevó a hacerlo? ¿Lo creía realmente? ¿Era una mentira intencionada o era un enfermo de miedo hasta límites extremos? ¿Venganza? ¿Odio?
Nos cuenta Marcos Martínez de otros dos protagonistas. Un segundo ciudadano que subió a tocar las campanas para concentrar al pueblo, para llamar con el viejo sistema de alarma de los tañidos, y de un tercero que comenzó a recaudar dinero para comprar la gasolina. La familia pudo ver, desde sus residencias lejos del pueblo, cómo se transmitía a través de Facebook la quema de las dos personas.
Me viene a la memoria un viejo post que hice sobre cómo una mujer afgana, Farkhunda, una joven estudiosa del islam, fue quemada viva al recriminar en la salida de una mezquita en Kabul a un vendedor de amuletos. El recriminado tardó unos segundos en lanzar acusaciones a gritos contra ella y no tardó mucho más la multitud en agredirla, lanzarla a un canal y quemarla viva. El vendedor de amuletos era más creíble que una mujer.
¿Por qué preferimos un bulo a la verdad? Quizá porque los bulos los entendemos, están hechos a nuestra medida, mientras que las verdades son incomprensibles o incómodas. Por eso es tan importante en estos tiempos del COVID-19, en los que es fácil la tentación simplificadora, la tentación reduccionista, el juego efectista con lo que ocurre tratar de adecuar los mensajes a los destinatarios.


Los habitantes del pueblo de México prefirieron creer lo que entendían. Los negacionistas del COVID-19, de los ilustrados y tecnológicos Estados Unidos a los de un ignorante, tienen a su favor que es más fácil aceptar lo que ya sabes que tener que abrir la mente. La experiencia del coronavirus no es inmediata ni evidente. Incluso las más retorcidas teorías de la conspiración, logran conectar con la experiencia común, con la que las personas han desarrollado en su vida.
Cuando comenzó el aislamiento propuse a mis alumnos de doctorado que, dado que no íbamos a poder realizar nuestras habituales jornadas anuales, podíamos trabajar sobre problemas de la comunicación relacionados con el COVID-19, un fenómeno algo más que "global", al que cabría calificar como "integral", ya que afecta a todos los niveles y dimensiones, individuales y colectivas. Nada ha impactado tanto en el amplio abanico de nuestras culturas. Nada escapa al efecto del COVID-19 en gran medida por la abundancia de información y la contrapartida de la desinformación.
Cada vez más, el miedo aparece como un factor esencial, explicativo, en gran parte de las circunstancias que se dan en los casos. El miedo no es solo falta de información, sino también el resultado de la manipulación de la información. Es el estado más manipulable.

Es el miedo el que ha arrancado la mayor o menor racionalidad disponible en cada uno y colectivamente. Quizá haya que volver a la distinción entre "masas" y "multitudes" y añadir unas nuevas variables tecnológicas, la de "masas virtuales" (creo que ya la tenemos con las redes) y "muchedumbres virtuales" con capacidad de "localizarse", es decir, de pasar de la virtualidad de las redes a la materialidad de un linchamiento, un proceso complejo. Esta capacidad de empaquetar el miedo como información, codificarlo convirtiéndolo en mensaje ajustado a sus receptores, para después manifestarse como acción, violencia descodificada, explosiva, debe ser analizada y comprendida en sus orígenes psicosociales para tratar de prevenirla tratando de evitar reordenando el caos que provoca.
Al confinamiento físico le sigue la expansión informativa que la tecnología posibilita. Somos uno, pero se crea ese concepto que sorprendió a los investigadores y filósofos, de Le Bon a Freud y de Ortega a David Riesman a los teóricos de los medios de masas.
Estamos aislados y conectados; la ansiedad del aislamiento crece con la presión grupal que la virtualidad nos crea. Una mezcla explosiva en la que el miedoso  está ansioso por encontrar información que le permita confirmar sus propias fantasías y temores, muchas veces manipuladas desde fuera, una vez que se ha comprendido el principio que lo genera. De los estudios de Comunicación a la Neurociencia, de la Política a Sociología, aprendemos cómo manipular. Y se nos ha escapado de las manos.


El uso de drones para desinfectar, la noticia con la que comenzábamos, es un fenómeno que no ha sido explicado y ha sido manipulado dentro del enfrentamiento con las autoridades locales. Las iras contra el palacio demuestran que existen dos puntos que son unidos por el bulo. El periodista de la BBC nos hace un largo recorrido por casos similares en todo el mundo, casos en los que los bulos han sido difundidos a través de las plataformas sociales. La violencia de la respuesta dependen de muchas cosa, pero sobre todo de la capacidad crítica, que solo es posible con educación y formación en el uso. La violencia estalla allí donde la violencia ha anidado.

En tiempos del COVID-19 no se han inventado los bulos, pero su alcance está siendo demoledor en una situación como esta. El problema existía antes y seguirá, pero el grado de credulidad ante ellos es seriamente preocupante como desencadenante de violencia que acaban resultando difíciles de controlar o que obstaculizan políticas sanitarias y de prevención. No hace mucho, los negacionistas conspiratorios mantienen que son las torres 5G las que producen la enfermedad. Conozco personas inteligentes que están abiertas a este tipo de teorías y solo basta que la teoría adecuada para pulsar su miedo les ponga en marcha.
Asustan los efectos de los bulos, sí, pero me asustan más esas decenas de manos sosteniendo teléfonos móviles grabando los cuerpos de dos inocentes arder. Se hace cierto de forma terrible la idea del "prosumidor" sobre la que tanto se teorizó: ya no solo consumimos información, sino que la producimos. Triste protagonismo de la muchedumbre solitaria, de la muchedumbre aterrada por lo que recibe y desahogándose esparciendo al mundo sus miserias. Masa compulsiva movida a golpe de terror.




* "Un pueblo de México se levanta al creer que la pandemia es un 'ataque químico' con drones" Euronews 29/05/2020 https://es.euronews.com/2020/05/29/un-pueblo-de-mexico-se-levanta-al-creer-que-la-pandemia-es-un-ataque-quimico-con-drones
** Marcos Martínez "'Fake news' en México: cómo un mensaje de WhatsApp llevó a un pequeño pueblo a quemar vivos a dos hombres inocentes" BBC 12/11/2018 https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-46178633

viernes, 29 de mayo de 2020

El Nuevo Diccionario de los tiempos del COVID-19

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Seguimos con la semántica. Si ayer nos quedábamos sorprendidos por las dudas sobre si los "rebrotes" eran un "aumento de casos" o no, hoy volvemos a las andadas verbales. Además de aprender todo tipo de tecnicismos, explicado con pizarra o sin ella, los españoles nos pasamos el día envueltos en explicaciones que rozan los límites de nuestra capacidad de comprensión, tanto de nuestros congéneres como del mundo en el que vivimos.
Solo en el parlamento parece que no es necesario medir las palabras, conocer su significado o aparentar que se desconoce. Hemos vuelto a la "vieja vulgaridad", la del grito y exabrupto. Es la de las palabras que hay que retirar o no del diario de sesiones, la memoria de los desmemoriados. Hemos vuelto a las palabras fuertes, como "terrorista", "golpista", etc. más allá de las cuales solo queda lo físico o el "eso no me lo dices en la calle", que en estos tiempos se debe reformar en "eso no me lo dices en la calles y a menos de dos metros", que todo hay que aclararlo. 
Mis párrafos favoritos de ayer no son un insulto, que siempre suelen estar claros en su sentido, sino algo más profundo y filosófico, relativo al necesario "nuevo diccionario", en donde indagamos sobre los límites. Nos los traía La Vanguardia, con material de EFE y el siguiente titular "Ceuta admite que podría volver a fase 0 por un importante repunte de casos". El comienzo era este:

La Ciudad Autónoma de Ceuta, que se encuentra en fase 2 de la desescalada, podría volver a la fase 0 como consecuencia de un “repunte inusual y muy importante”, que ha elevado a 22 los casos activos y a 271 las personas en aislamiento domiciliario por haber estado en contacto con coronavirus.
En una rueda de prensa telemática, el consejero de Sanidad del Gobierno ceutí, Javier Guerrero (PP), ha mostrado hoy su “gran preocupación”: “si no somos responsables nos espera volver para atrás ya que se han detectado 2 positivos y 80 aislados por culpa de una fiesta de cumpleaños y esto no puede ser porque se pueden hacer reuniones de 15, pero no fiestas”.
“A nivel epidemiológico hemos superado a Murcia, Baleares, Melilla e incluso Andalucía y actualmente tenemos una cifra de aislamientos y casos que no ocurre ni en Madrid”, ha lamentado el consejero.
El ministro de Sanidad, Salvador Illa, mantuvo ayer una reunión telemática con el consejero ceutí. “Me dijo que si seguíamos así volveríamos a fase 0”, ha confesado Guerrero, que descarta pedir al Gobierno central el pase de la ciudad autónoma a fase 3.*


¿Qué es un "repunte inusual"?, algo que hay que explicar, sobre todo si es "muy importante". ¿Hay "repuntes usuales"? No sé distinguir unos de otros, ¿y usted? Pero mi desconcierto mayo llega con la intervención del Consejero de Sanidad, especialmente con la distinción entre "hacer reuniones de 15, pero no fiestas", especialmente cuando se le echa la culpa a una "fiesta de cumpleaños". ¿Cree el señor Consejero de Sanidad del gobierno ceutí cuando se reúnen 15 personas no pasa nada, pero si esas mismas personas celebrar un "fiesta de cumpleaños" sí se contagian? La realidad parece apoyarle porque, como veíamos ayer, también se echaba la culpa a la celebración de un "aniversario" lo ocurrido en Lleida y que les ha dejado fuera de la competición por ser los primeros en reencontrarse con su vida anterior.
Si 15 personas se reúnen, por ejemplo, para hablar de partículas elementales, ¿tienen menos riesgos que si lo hacen por el cumpleaños de Julito, niño que crecerá traumatizado si, como en Lleida el contagio es 20 de 20, un pleno del 100% de asistentes?


Si la excusa tautológica que daban para justificar el entierro masivo en Tenerife, que "era un motero muy popular", no nos convencía —desgraciadamente, se ha muerto gente muy popular estos meses y no ha pasado esto—, la distinción entre "reunión" y "fiesta cumpleañera" no nos parece muy científica. ¿Se deben prohibir directamente los cumpleaños, declararlos obsoletos y peligrosos? Una vez más, no es el carácter de "fiesta" en sí, sino lo que se hace y se deja de hacer en ellas, algo que deberíamos tener claro. Si se autoriza una reunión con un límite de 15 personas, la gente para entender que "14" es seguro hagas lo que hagas y eso es una estupidez. El peligro comienza con dos y ni siquiera tienen que estar juntas, sino haber pasado por el mismo sitio, lo que puede explicar el contagio. Un pomo de una puerta, el botón del ascensor, las partículas en el aire al pasar un corredor a nuestro lado... Nos lo han explicado mil veces, pero seguimos ateniéndonos a la letra pequeña, al dedo que señala la Luna, y dejamos de ver lo esencial.


El 12 de marzo de este año toda la prensa española recogió el desastre sanitario del Hospital de Alcorcón, provincia de Madrid, con 60 médicos en cuarentena y dos contagiados de coronavirus:

Dos médicos del Hospital Universitario Fundación Alcorcón han dado positivo por coronavirus y otros 12 compañeros presentan síntomas.
El contagio se produjo en dos eventos de ocio realizados, fuera del hospital y del horario laboral, el pasado fin de semana. Un grupo de médicos celebró una despedida de soltero de fin de semana en la que participaron 60 residentes (médicos MIR) y otro grupo, se fue de cena para despedir a un Jefe de Servicio.
Se desconoce el número total de afectados
La Fundación Hospital de Alcorcón ha activado el protocolo contra el coronavirus. Los dos contagiados permanecen ingresados en ese hospital y los otros 12 médicos, que presentan síntomas, llamaron al servicio de Salud Laboral del centro y permanecen aislados en sus casas hasta confirmar si hay o no contagio.
Se desconoce en número exacto de afectados. Se sabe que a la despedida de soltero acudieron 60 médicos pero no ha trascendido el número de facultativos presentes en el otro evento foco de contagio, que fue la cena.
Los responsables del Hospital de Alcorcón insisten en que los hechos sucedieron "fuera del horario laboral". Pero los dos eventos de ocio, tanto la cena, como la despedida, se produjeron después de que las autoridades sanitarias desaconsejaran encuentros o congresos de médicos para evitar el contagio entre los profesionales de la salud, ahora que sus servicios son más necesarios que nunca.**


Probablemente a muchos les resulte inexplicable tratándose de médicos, pero nadie nace con la carrera de medicina aunque sí imprudente. Ayer, en televisión, un médico increpaba al público a través de un vídeo en las redes sociales diciendo que ellos se jugaban la vida para que luego los descerebrados "salieran a correr en grupo". Y tiene razón. Afortunadamente, no todos los médicos son iguales, como tampoco lo son todos los que salen a correr. No logro ponerme en el papel de los médicos que asistieron a la cena y despedida de soltero mirando a sus compañeros, los que les tuvieron que tratar después. Tampoco me puedo imaginar lo que pensarían de ellos los compañeros que tuvieron que atenderles tras la despedida. Mejor no saberlo. La enfermedad es parte de la vida, como lo es la muerte y el sufrimiento. La estupidez también lo es.


Los datos que damos, la precisión que pretendemos ofrecer es muy engañosa. Los ejemplos de Lleida y Ceuta, de Tenerife y de otros rebrotes demuestran una ceguera auto inducida, una especie de auto hipnosis, para convencernos que 15 son seguros, 20 no. Es un error. Son datos que dicen provenir de los expertos tras duras negociaciones, hasta llegar al "¡ni pa' ti, ni pa' mí! que permita abrir lo que cada uno esté esperando que le abran. Es lo mismo de los dos metros, el metro y medio, un metro... un problema no sanitario sino de viabilidad de los negocios. De la misma forma, te contagias igual abrazando a tu abuelo o a tu peor enemigo. Por eso es nauseabunda toda esa retórica emocional sobre el abrazo cuando la mayor cantidad de muerte es este país se han producido en residencias de mayores o cuando han tenido que entrar los bomberos descerrajando puertas para encontrarse a los mayores que vivían solos muertos.
No, no es la fiesta ni el entierro, otra forma de fiesta. No es la profesión. Es nuestro comportamiento. Y hay mucho comportamiento egoísta e insolidario, que es lo que está produciendo los "rebrotes", "aumento de casos" o "repuntes inusuales".


Relean el último párrafo de la información sobre el Hospital de Alcorcón. Además de señalar que «los hechos sucedieron "fuera del horario laboral"», lo que no deja de ser un ejercicio verbal realmente notable, añaden otra cosa muy importante: «las autoridades sanitarias desaconsejaran encuentros o congresos de médicos para evitar el contagio entre los profesionales de la salud, ahora que sus servicios son más necesarios que nunca.» Puede que las autoridades sanitarias no incluyeran las despedidas de solteros/as entre la actividades recomendables, pero iban a un elemento básico: si te contagias hazlo en un entorno no medico. Mantener a los médicos separados es un principio de prevención lógico. Puede que te contagies o contagies a otros, pero mantente alejado de tus iguales porque es un daño peligroso al conjunto, que se tiene que mantener sano para seguir luchando contra lo que llegue. El principio creo que está muy claro.
¿Puede alguien medianamente inteligente dejar de entender que el mismo principio de riesgo está presente en un congreso médico que en una despedida de congreso? ¿Pensaría alguien que los congresos médicos son más peligrosos que una despedida con más de 60 sanitarios? Puede que sí, mediante el principio de auto hipnosis. Aunque se pueden reunir 15 personas, no deberían ser sanitarios, porque no se trata de una cuestión personal, sino profesional: se les necesita a todos y por tanto deben ser más cuidadosos que los que se lo pueden permitir.
Tiene razón en enfadarse el que llega con horas y horas de esfuerzo, de tensión de jugarse la vida y ve en su barrio o en la televisión que la gente se la juega por una cervecita, un cafelito o un achuchón, porque decimos "no podemos vivir sin ellos". El que no se consuela es porque no quiere, claro. Nuestra mente se agarra a lo que le interesa: que el 95% no está contagiado, que si en mi franja de edad mueren pocos, que se aparten los otros, etc.


Las imágenes que recibimos han hecho que empiece a cundir el miedo a esos "rebrotes inusuales", cada vez más frecuentes y fuertes, que nos hacen dudar, sobre todo, de la inteligencia de muchos. Se está produciendo en muchas partes del mundo, donde ya se está amenazando con volver a situaciones anteriores porque no queremos, no sabemos o no podemos entender la situación.
¿Es tan difícil entender que una fiesta de cumpleaños, un congreso de médicos, una despedida de soltero, un entierro... no son mejores o peores, sino que depende de lo que hagamos? ¿Es tan difícil de entender que son las interacciones sin precauciones lo esencial y da igual a quién besemos o abracemos si está contagiado? ¿Qué da igual dos o veintidós si no nos protegemos y protegemos a los otros? ¿Cuántas muertes y sufrimientos hacen falta? En Extremadura dan noticia de otro cumpleaños maldito.
Hay que dejar de jugar con las palabras, de retorcerlas para ajustarse a lo que queremos que signifiquen. De los gobiernos y los políticos hasta llegar a la calle misma. Es duro y será largo. No se trata de pararse, sino de no ir en la dirección equivocada. En el Nuevo diccionario del mundo del COVID-19 muchas palabras han cambiado de significado, para bien o para mal, pero solo una sigue igual: "estupidez".


* "Ceuta admite que podría volver a fase 0 por un importante repunte de casos" La Vanguardia / EFE 28/05/2020 https://www.lavanguardia.com/vida/20200528/481436066340/ceuta-fase-0-desescalada-coronavirus.html
** "La despedida de soltero y la cena que contagió el coronavirus a los médicos de Alcorcón" Nius 12/03/2020 https://www.niusdiario.es/sociedad/sanidad/coronavirus-medicos-despedida-soltero-contagio-hospital-alcorcon_18_2913495016.html




jueves, 28 de mayo de 2020

El confinado por desconfiado

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Aunque en la cabecera de la noticia se afirma que el tiempo de lectura son dos minutos, lo cierto es que llevo dos días dándole vueltas a dos párrafos que no se me van de la cabeza. Una cosa es lo que tardas en leerlo y otra la que tardas en recuperarte de lo leído o  procesar lo que te hayan querido decir.
Hemos entrado en una complicada fase de desescalada lingüística, de malabarismos verbales, de bailes, incluso coreografías, de cifras. El estatismo anterior contrasta con el vértigo de los datos sobre las recuperaciones milagrosas, las terrazas infinitas, los cafés emocionales, los aviones cerrados en los que se respira mejor que fuera, en los beneficios del aire libre para no contagiarse, etc. Todo esto es luz frente al oscuro y siniestro mundo del confinado. ¡Muermo de tío!
Los dos párrafos que me dejaron pasmado nos los ofrecía Radio Televisión Española en su página web:

Aunque la Consellería de Salut ha optado por denominarlo como aumento de casos, en lugar de rebrote, sí ha admitido que estos contagios nuevos, producidos en residencias, personal sanitario, mataderos y en una fiesta de aniversario con 20 personas, en la que se contagiaron todas, han motivado que la región sanitaria de Lleida no sea propuesta para avanzar de fase.
El día 11 de mayo la tasa de incidencia acumulada en 7 días en la provincia de Lleida era de 12,1 casos por 100.000 habitantes, mientras que el 22 de mayo era de 42,7 casos. El Departamento de Salud ha anunciado que esperará unos días para decidir cuándo propone un avance de fase para la región sanitaria leridana, en función de la evolución de los nuevos contagios.*


¡Qué dos párrafos, qué riqueza de estilos! El arranque del primer párrafo, las dudas sobre si llamarlo "aumento de casos" o "rebrote" me parece un buen ejemplo de cómo las palabras nos permiten definir lo que queremos o debemos ver. ¿"Rebrote", "aumento de casos"? ¿Qué es un "rebrote" sino un "aumento de casos"? Pero lo más desconcertante es que los "nuevos" casos son viejos conocidos? ¿Es posible que los "nuevos casos" sigan siendo todavía repetición idéntica de lo que llevamos viviendo meses? ¿Se ha parado el tiempo en Lleida? ¿Qué se ha parado? ¿Nosotros?
Sí representa cierta novedad el caso del llamado "aniversario", el de los veinte invitados y los veinte contagios. No ha fallado ni uno. Les deseo pronta recuperación a todos, pero...
¿Hacia dónde vamos? La proliferación de fiestas estos días, de botellones a cumpleaños, revela una forma de cultura imprudente y puede que hasta desafiante, dado el clima político con el que se ha cargado el confinamiento y su contrapartida, la desescalada.


Una cosa es criticar al gobierno y otra la estupidez de pensar que ser contrario políticamente significa hacer lo contrario sanitariamente, por decirlo así. Es la estupidez que vemos en una parte de los Estados Unidos de Trump, mentalidad de donde provienen estas maneras, donde no llevar mascarilla es un gesto político... un gesto estúpido y peligroso. ¿Vamos a llegar a la conclusión que existe una "estupidez de derechas" y otra "de izquierdas"? ¿Hasta en eso es difícil coincidir?
Uno es muy libre de ser idiota, pero en una situación de contagio, la idiotez la pagan los demás. Los veinte celebrantes del aniversario no podían esperar a cantar el "cumpleaños feliz" y ahora los veinte tienen una cuarentena por delante y esperemos que no tengan que volver a reunirse por motivos más tristes.


La televisión nacional nos mostraba imágenes de un entierro de un motorista, con un incumplimiento absoluto de todas las normas más elementales. La explicación sociológica, por decirlo así, es que era "un motero muy querido" y que los moteros..., ya se sabe, Easy Rider y todo eso. El entierro era una auténtica fiesta. Seguro que el difunto no lo agradece. Pero hay cierta narrativa de fondo con el estereotipo del motero como rebelde de la carretera, como forma de vida, como amistad profunda, un "nosotros somos así y nada puede con nosotros". 
Una de las personas entrevistadas, asistente al concurrido entierro, comentaba que como había "autoridades" en el entierro, dudaba mucho que tomaran medidas. Por supuesto, lo que ocurra en el entierro no se queda en el entierro. Las imágenes serán usadas para hacer ver lo poco seguras que son las medidas de seguridad ahora que todo el mundo pretende ser "ejemplar" en la desescalada y —¡palabrita!— mostrar que se respetan las medidas. Es el turista nacional o internacional el que está en juego.


Las imágenes de nuestros desmadres y alegrías, ya sea en cumpleaños o en entierros, son difundidas como parte de la guerra mundial para evitar que salgas de tu país, reactives la economía de otros y después te tengan que ingresar en la UCI más cercana de tu pueblo, si es que hay sitio. Nadie quiere perder el beneficio y hacerse cargo del gasto. No lo dicen así, pero es así.
Las imágenes de las playas abarrotadas que muestran los medios de otros países (no solo las de España, no hay conspiración contra nosotros, pero sí somos fuertes candidatos al desplazamiento como potencia turística), tienen una doble función: muestran lo que no hay que hacer y donde no hay que ir.
El mundo se ha dividido entre los que piden que les llegue gente y los que no quieren que salga nadie. Nosotros somos de los necesitados de visitas, país estacional, festivo, que mira al cielo para pedir turistas y para comprobar el buen tiempo. La idea de "buen tiempo" ha estado presente en todos los países como un factor peligroso, como una llamada a salir cuando había que quedarse. Con lluvia, la gente se queda en casa; el sol nos manda a la calle o al extranjero.


Se han quitado la mayoría de las medidas de precaución reduciendo hasta el 50% lo que era una especie de undécimo mandamiento, los 15 días de cuarentena. Lo más increíble es cómo los países han negociado entre ellos con el "tú dejas pasar a los míos y yo dejo pasar a los tuyos". Los gobiernos del norte —¡siempre la división norte/sur!— advierten que es mejor quedarse en casa, donde "casa" es su ámbito nacional. Nosotros, los del sur, sonreímos y sonreímos con un aquí no pasa nada institucional. Pero puede pasar, de ahí las dudas sobre si hablar del aumento de casos o del rebrote, como se planteaba en la noticia de RTVE, una cuestión que no es baladí hacia el exterior.
¿Qué efectos tendrán sobre Tenerife, sobre Canarias, el funeral festivo del motero, funeral descarado, del aquí estamos y nos da igual? ¿Pasará como en el aniversario de Lleida, veinte de veinte? En Tenerife eran varios cientos de personas.
En el diario canario Atlántico Hoy, se nos cuenta el caso y también hay que procesarlo con sosiego:

Tras el fallecimiento de un vecino, la corporación, reconocen en la nota de prensa, recibió una solicitud por parte de una asociación de motoristas para rendirle un homenaje. Se permitió –mediante autorización- el acompañamiento del féretro siempre exigiendo el cumplimiento de la normativa, con un número limitado de vehículos, en una zona anexa al cementerio y a la plaza de la Iglesia.
La corporación encargó entonces –en cumplimiento de la normativa para la fase 2- un dispositivo de seguridad para dos entierros que tenían previsto celebrarse ese día en el municipio y la Policía Local acudió e informó en todo momento a los asistentes de la necesidad de tomar las medidas de distanciamiento social para prevenir el contagio de la COVID 19, con el apoyo de AEA.
Según se detalla en el comunicado, desde la corporación se reconoce que fue una situación que se desbordó de forma imprevista y que en todo momento se ha intentado actuar desde el respeto a los familiares del fallecido, sin dejar de velar al mismo tiempo por el cumplimiento estricto de la normativa tal y como han acatado otras personas del municipio desde el inicio del Estado de Alarma. Se lamenta también la molestia que esta situación excepcional pueda haber causado a la ciudadanía, finaliza.**


No acabamos de entender lo que se presenta como un conflicto de intereses, el respeto a los familiares y el cumplimiento de las normas. Lo que está claro es que la falta de respeto es la que han tenido los asistentes. Las normas no iban con ellos. Los avisos de la Policía Municipal parece que nos les importaron mucho. ¿No se pudo regular, hacer que se separaran, controlar la entrada al cementerio, que no es un parque público? ¿Se puede controlar la entrada en unos grandes almacenes y no en un cementerio? O lo más importante: ¿solo se pueden rendir homenajes de esta forma? Porque, en el fondo, es eso lo que está encima de la mesa, nuestra voluntad de ajustarnos a una situación que, nos guste más o menos, es insoslayable: el contagio. Motero, obispo, atleta o vicetiple... carne de contagio.
Por eso es tan peligrosa la deriva política de desafío a la que se está llegando, porque sustenta un clima de justificación de lo que es una imprudencia manifiesta pero se presenta como un acto de libertad frente a supuestas opresiones y derechos que nos roban.


Los que me oprimen y me roban son los que me he encontrado en el supermercado sin mascarillas y no manteniendo la prudencia de los dos metros. Son seres, sí, muy libres y hacen ostentación de ello. Las recomendaciones no van con ellos ni para un cumpleaños ni para un entierro. Los resultados de la libertad en Lleida ya los sabemos, veinte de veinte, ¿sabremos dentro de unos días cómo ha evolucionado, si es "rebrote" o "aumento de casos" lo ocurrido en el municipio tinerfeño? ¿"Rebrote", "nuevos casos", error estadístico, anomalía local...?
Lo ocurrido en el cumpleaños de Lleida es demoledor y debe alejar cualquier metáfora o representación de una situación de debilidad del coronavirus. Está claro que la estupidez y la imprudencia forman parte de la lucha por la supervivencia, ¡pero en nuestra contra!
En estos días se refuerzan los mensajes televisivos con campañas de prudencia tras comprobar que hablar de desescalada y empezar a perder el sentido común es todo uno; que fue mostrar una terraza y desatarse la estampida; que el primer día que se autorizaron las salidas empezaron a producirse los incumplimientos, los botellones, las fiestas domiciliarias; que dices 10 y le añaden un cero...


No puedo verificar si la infame gresca política a la que hemos vuelto —¡eso sí que es normalidad!— contribuye con el mal ejemplo a esta situación. Es más que probable que los ataques a la credibilidad de expertos defenestrados por exceso de uso, al trapicheo político para sacar estados de alarma, etc. estén pesando en la mente de muchos que interpretan mal los signos, olvidando que la inoperancia de algunos no nos exime de velar por nuestra salud y por la ajena. Sabemos lo básico, distancia e higiene. No voy a ofender a nadie dudando de lo segundo, pero sí de lo primero.
Señalaban acertadamente que la gresca política se ha trasladado a la gente, que a las ocho se aplaude a los sanitarios y personas de primera línea, para una hora después —como ya ha ocurrido— liarse a bofetadas en la calle. ¡Se echaba de menos la gresca! Han vuelto a dividirnos. No fallan.
Nos engañábamos con el bonito panorama de cultura para todos en una cuarentena ilustrada, de meditación zen y cultivo de la vida interior. Es probable que a algunos eso de la vida interior les hay sonado a eco siniestro. Lo único que parece importar, y en lo que los medios focalizan, son las terrazas y chiringuitos, las fiestas y saraos. Para salir hemos usado perros, niños y difuntos. Nunca he visto tanta ropa deportiva.


No vamos a dejar un cumpleaños sin celebrar, un difunto sin homenajear, un gol sin cantar cuando se abra la siguiente gran espita, que son los estadios. Van a ser los goles más celebrados de la historia del fútbol. Ruego porque haya mucho empate a cero, aunque haya que amañar los partidos. Me asombra el llanto por la procesión cancelada, por la extinción del toro de lidia a falta de corridas. Seguro que las santas patronas nos perdonarán la falta y no digo nada los toros, que habrán ganado al menos unos días antes de llegar a su destino.
Recordemos que esto empezó con turistas, fútbol y funerales. Y estamos igual que antes. ¿Echaremos de menos el confinamiento como otros echaban de menos el estar "desconfinados"? A este paso, me lo estoy temiendo. 
Me siento el "confinado por desconfiado". Si es triste no celebrar un cumpleaños, más triste es que sea el último que celebras. Si es triste no tener una despedida de esta vida, es más triste que te tengan que despedir a ti. Piensa y actúa con sentido común. No es mucho pedir, aunque si cada vez más difícil de encontrar.


* "Lleida se mantendrá en la Fase 1 tras detectar un rebrote de 187 nuevos contagios" RTVE 26/05/2020 https://www.rtve.es/noticias/20200526/lleida-se-mantendra-fase-1-tras-detectar-rebrote-187-nuevos-contagios/2014944.shtml
** "Un entierro multitudinario en Tenerife se saltó las normas de la desescalada" Atlántico Hoy 27/05/2020 https://atlanticohoy.com/front/post/tag/un-entierro-multitudinario-en-tenerife-se-salta-las-normas-de-la-desescalada