sábado, 8 de junio de 2019

La menos natural de las muertes

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La manipulación de las noticias no se produce solo en el campo de la política. Cualquier ámbito es susceptible de es objeto de manipulaciones. La manipulación busca un efecto determinado, que alguna cuestión sea percibida de una forma determinada para conseguir un efecto o respuesta buscada. En ocasiones, el efecto buscado es claro; en otras ocasiones, se trata de crear una reacción más compleja, un estado de confusión. La política y la economía son campos en los que tienden a aparecer frecuentemente noticias manipuladas.
La CNN nos trae un nuevo caso en otro terreno, el de la lucha contra la eutanasia. El titular nos lo sitúa como un problema informativo: "Misinformation swirling around Dutch teenager's death ignites debate over euthanasia".  El caso es profundamente triste:

At just 17-years-old, Dutch teenager Noa Pothoven had already written an award-winning memoir detailing her struggle with post-traumatic stress disorder, depression and anorexia in the wake of sexual assault and rape.
In her autobiography, Pothoven wrote that she had nothing left to live for.
At 16, she approached the Levenseinde, or "end-of-life," clinic in The Hague to inquire about euthanasia, but, according to an interview last year with local newspaper the Gelderlander, her request was rejected.
Last week, after years of battling mental illness, Pothoven announced on Instagram that she had begun refusing all food and liquids.
"After years of fighting, the fighting has finished. I have now stopped eating and drinking for a while, and after many conversations and reviews it has been decided that I will be released because my suffering is unbearable," Pothoven wrote in a post, which has since been removed.
"I have not really been alive for so long, I am surviving, and not even that. I am still breathing but I am no longer alive."
On Sunday, Dutch media reported that Pothoven had died in a hospital bed in her family's home in Arnhem after she stopped eating and drinking.*



Es difícil imaginarse un dolor de tal magnitud. Estamos siempre recibiendo historias de superación, pero esta es una historia de la imposibilidad de superar el daño recibido. La enfermedad se llama maldad humana y es la más difícil de sobrellevar. Hace dos días veíamos cómo se puede resistir al cáncer —perder una pierna, un pulmón y parte del hígado, vivir diez años en un hospital— con una sonrisa y salir adelante transmitiendo que el dolor se puede superar, que las enfermedades se pueden vencer. Pero el cáncer no es la maldad humana. Esta tiene cara, nombre y apellidos, un antes y un después que no se borra. Noa Pothoven no ha podido superar la maldad que padeció y el deseo de vivir le desapareció, se le fue escapando. Ha luchado, nos dice, y ha perdido. La vida se le había reducido a respirar. Dolor y respiración no es mucho.
Pero la cuestión dolorosa de por sí, trágica, se vuelve conflictiva cuando los medios empieza a informar sobre ella como de un caso de "eutanasia":

But, in the hours and days that followed, a barrage of international media reports falsely suggested that Pothoven had been "legally euthanized."
It was a sensationalist version of an already tragic story that swiftly spread across the globe, triggering an emotive debate over the ethics of euthanasia and raising questions over how someone so young could be allowed to die that way.
Pothoven had not been euthanized, according to her family, who issued this statement in the Gelderlander: "Noa had chosen not to eat and drink anymore. We would like to emphasize that this was the cause of her death. She died in our presence last Sunday. We kindly ask everyone to respect our privacy so we as a family can mourn."
The Levenseinde clinic, the Royal Dutch Medical Association and the Dutch health minister also denied that Pothoven died by euthanasia.
"Despite international media reports to the contrary, there is no question of euthanasia in this case," Dutch Minister of Health Hugo de Jonge said in a statement. "Questions about her death and the care she has received are understandable, but can only be answered once the facts have been established."



La cuestión de una "eutanasia legal" pasa a convertirse en el centro de la información. La joven no había enfermado, había perdido las ganas de vivir, no encontraba en su cuerpo la vitalidad, el sentido de porqué seguir viviendo. Sencillamente. Un poeta habló del "dolor de existir", que en este caso no es ni poético ni filosófico, sino profundamente físico. En ocasiones, la mente se abisma, pero el cuerpo resiste. En este caso, el cuerpo no quería seguir viviendo, lo que nos da cuenta de la profundidad del dolor, del abandono de sí misma de la joven, la profundidad e intensidad de su herida. La vida la mataba.
Hay, nos dicen los expertos bioéticos consultados por la CNN, una "confusión genuina" entre la eutanasia y otras fórmulas. «There is genuine confusion about what constitutes euthanasia and it's quite tempting to conflate it with the withdrawal of treatment»*, contesta Brassington, un bioético. Pese a la manipulación de la información, dicen que el debate es necesario.
La ola de tradicionalismo y de presencia religiosa en el populismo ataca también la eutanasia allí donde se plantea la legalización. Pero el caso de Noa Pothoven —como se ha señalado— no se trata de una eutanasia. Pese a la tendencia a reducir a química lo que ocurre en nuestro cerebro y a ponerle nombre, lo cierto es que la explicación es mucho más compleja. No encontrar forma racional ni orgánica de seguir viviendo, que ni pensamiento ni cuerpo que seguir adelante es sobre todo una gran decepción. No es la vida la que pierde, es nuestra falta de humanidad, la maldad, lo que la ha provocado.


Habrá quien lo supere, pero Noa Pothoven no lo ha hecho. Estamos acostumbrados a otras formas más violentas de suicidio. Esto ha sido un lento dejarse ir, una lenta espera en un insoportable vivir. Podemos juzgarlo, si queremos, desde fuera, pero no podemos vivirlo por dentro, ni tan siquiera imaginarlo.

El diario El país describe quién era Noa Pothoven, «[...] una adolescente que sufrió abusos sexuales a los 11 y 12 años, y fue luego violada a los 14»**, y señala que muchos se preguntan  "por qué fallaron todas las instancias que debían tratar el estrés post traumático, la anorexia y la depresión que padecía la joven».** Somos buenos poniendo nombre a los problemas, pero bastante malos solucionándolos. Nos resistimos a ver nuestra incapacidad de resolver nuestras propias enfermedades sociales. Técnicamente ha muerto de "muerte natural", casi un sarcasmo si se tiene en cuenta lo que padeció. La naturaleza ha tenido poco que ver con su deseo de morir. De muerte natural no nos dice nada y encubre muchas faltas.
La manipulación de la información para llevar el tema hacia la eutanasia es bastante irritante en este caso porque precisamente es lo que se le negó. Aquellos a los que les interesa presentarlo de esta forma quiere aprovecharse del sufrimiento para levantar una causa que debería ir en otra dirección. Las pocas fuerzas que le quedaban a la joven las usó para que tomaran conciencia de que hay un dolor del alma, a falta de otra expresión mejor, que las instituciones que hemos creado no encuentran, que se van pasando unos a otros.
Ella no estaba enferma, pero el mundo en que fue agredida y violada sí. Por eso discutimos tecnicismos, pero no entramos en las causas del dolor y la falta de consuelo.

* "Misinformation swirling around Dutch teenager's death ignites debate over euthanasia" CNN 8/06/2019 https://edition.cnn.com/2019/06/08/europe/noa-pothoven-euthanasia-debate-intl/index.html
** "Holanda: ni eutanasia ni terapia para la joven Noa" El País 6/06/2019 https://elpais.com/sociedad/2019/06/05/actualidad/1559761486_599888.html



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