viernes, 31 de mayo de 2019

La mortífera prisa o ¡leed bien, vivid bien!

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hay una diferencia entre velocidad y prisa. Vivimos en un mundo de urgencias, de límites descendentes en todo que se compensan con las velocidades. Esta prisa es enfermiza y ha cambiado nuestro sentido del tiempo, de la vida, del trabajo. La velocidad se puede medir, pues es una magnitud; la prisa es psicológica, una urgencia que se le añade a la tarea o a la situación y que produce. La prisa consume energía psíquica, crea angustia e inseguridad. Vivimos en el reino de la prisa, es decir, en el de la angustia, la inseguridad y el miedo que estas provocan. Vivimos estresados por la necesidad creciente de recortar todo.
Desde hace años, un objetivo de la prisa se ha introducido en un centro neurálgico de la sociedad y la cultura, en la enseñanza. Al igual que se rebajan los tiempos en las fábricas, las enseñanzas, las carreras han visto reducido sus tiempos de duración. Lo han hecho de dos formas: reduciendo su duración y fraccionando las materias para que quepan más en menos tiempo.
Se ha producido un choque entre la velocidad de asimilación, de interiorización de los conocimientos, y la velocidad de adquisición, que se ha visto reducida cada vez más. Esta prisa-angustia no solo se ha traslado al alumnado, sino que —como en toda la sociedad— se ha trasladado a los propios docentes que tiene sus propias carreras de velocidad y su prisa por las promociones. El "saber" se ha transformado en signo exteriores, los méritos, que se supone reflejan. Para compensarlo, la sobre especialización asegura moverse por un campo más pequeño que pueda ser suficiente y rápidamente controlado para asegurarse participar en la carrera competitiva por la promoción. Esto se vive, una vez más, como prisa, como angustia. Sin embargo, aquí la prisa se contrapone a la lentitud que se imprime a la promoción en sí.  Esto asegura la angustia y, especialmente, provoca un estado desquiciado en quienes se lanzan a las carreras promocionales para conseguir los cada vez más escasos puestos que se ofrecen en unos procesos de reducción.


El diario El País reproduce un vídeo del filósofo Nuccio Ordine, ensayista y especialista en la figura de Giordano Bruno. Estos cuatro minutos deberías ser de visión obligatoria en todos los rectorados, decanatos, consejería de cultura de las autonomías, colegios y ministerios de Cultura y Educación. Deberían repetirse periódicamente y cada vez que entrara una nueva dirección en cualquiera de ellas.
Estamos matando la cultura porque no tenemos tiempo para asimilarla. Nuestros sistemas educativos, especialmente las universidades, han traicionado su función formadora esencial y la han convertido en un mundo de angustias e incertidumbres, un mundo de mínimos para seguir adelante, dejando atrás lo valioso y despreciando lo que no esté en su lista de mínimos, cada vez más reducida. Algo peor: hemos trasladado las neurosis de los educadores a los alumnos, contagiándoles de las mismas prisas, de las mismas obsesiones por los plazos antes que por los contenidos, por lo formal antes que por lo esencial.
"Si tú quieres conocer, si tú quieres aprender, debes hacerlo con lentitud", comienza la intervención de Ordine. Después nos pone el ejemplo de Nietzsche, que publica el prólogo a su libro de aforismos, Aurora, y en la segunda edición, seis años más tarde, incluye el prólogo. Nucci Ordine lee a los jóvenes presentes una parte del final del prólogo (del que Nietzsche ha escrito previamente que "bien podría haber sido una necrológica"). Les lee unas líneas, pero bien merece la pena leer el final del prólogo demorado seis años:

Este prólogo llega tarde, aunque no demasiado tarde; ¿qué más da, a fin de cuentas, cinco años que seis? Un libro y un problema como éstos no tienen prisa; además, tanto mi libro como yo somos amigos de la lentitud. No en vano he sido filólogo, y tal vez lo siga siendo. La palabra «filólogo» designa a quien domina tanto el arte de leer con lentitud que acaba escribiendo también con lentitud. No escribir más que lo que pueda desesperar a quienes se apresuran, es algo a lo que no sólo me he acostumbrado, sino que me gusta, por un placer quizá no exento de malicia. La filología es un arte respetable, que exige a quienes la admiran que se mantengan al margen, que se tomen tiempo, que se vuelvan silenciosos y pausados; un arte de orfebrería, una pericia propia de un orfebre de la palabra, un arte que exige un trabajo sutil y delicado, en el que no se consigue nada si no se actúa con lentitud.   
Por esto precisamente resulta hoy más necesaria que nunca; precisamente por esto nos seduce y encanta en esta época nuestra de trabajo, esto es, de precipitación, que se consume con una prisa indecorosa por acabar pronto todo lo que emprende, incluyendo el leer un libro, ya sea antiguo o moderno.   
El arte al que me estoy refiriendo no logra acabar fácilmente nada; enseña a leer bien, es decir, despacio, profundizando, movidos por intenciones profundas, con los sentidos bien abiertos, con unos ojos y unos dedos delicados. Pacientes amigos míos, este libro no aspira a otra cosa que a tener lectores y filólogos perfectos. ¡Aprended, pues, a leerme bien! (trad. Eduardo Mateo Sanz)



Si la prisa nos destruye, la lentitud nos permite asimilar y apropiarnos del mundo a través del intelecto. Sin embargo, cada vez más este conocimiento se reduce, se simplifica —como bien comprendió Edgar Morin—  y con él nuestra mente. Somos cada vez más simples y verticales. Nuestra área se reduce en la "especialidad", que no es más que reducción de nuestra propia persona a la utilidad.
La velocidad forma parte de la concepción fabril, maquinal del mundo. No somos personas; somos consumidores y piezas productoras de lo necesario para que la maquinaria funciones. Así se acumulan neurosis y distorsiones, personales y sociales. Nos preguntamos por el cómo es posible que ocurran ciertas cosas. Ocurren porque lo hemos dispuesto todo para que así ocurra. No es absurdo, sino la lógica de lo absurdo en que vivimos. Es el resultado de las leyes por las que nos regimos. Lo hemos ido aceptando y lo practicamos pues se han convertido en transparentes ante nuestros ojos, intelecto y acciones programadas.
Nuestro sistema educativo no enseña, solo deforma. Nos convierte en piezas de una maquinaria absurda que ha va desde la guardería hasta los doctorados. Y más allá, continúa en las carreras académicas de unos y profesionales de otro. Todo se ha vuelto normal porque siempre se abre la puerta del premio, del beneficio de algún tipo que estimula a seguir así.
Desde hace años, en la vida académica tiene lugar una lucha escondida, silenciada más que silenciosa, en la que se imponen normas cada vez más absurdas en nombre de la "velocidad", se imponen tiempos en los que es imposible asimilar lo que se pretende. Se ha ido imponiendo una burocracia con cronómetro, cuya capacidad de imponer y juzgar aumenta en cada remodelación. Segura de su fuerza, orgullosa de haber coronado la cima del despropósito meritocrático, traslada a los que llegan o quieren llegar el mensaje de la prisa, cuya cumbre de la estupidez se ha consagrado con la moda de explicar una tesis doctoral en tres minutos y dar premios a los que lo consiguen. Se produce así el regocijo y la auto celebración de la velocidad vacía, de la simplificación extrema, la exhibición del modelo de comportamiento preciso y de lo que es "valioso" a los ojos de este nuevo aparato del conocimiento.


Nos estamos equivocando profundamente y lo estamos pagando con una sociedad terriblemente simple, incapaz de enfrentarse más que a golpe de estallidos emocionales, de rabias incontenidas, a su propia complejidad, que se ve agravada.
El sistema educativo ha dejado de ser social, por lo que la Universidad ha perdido su vínculo comprometido con la mejora y solo busca su propia mejora, entendida en términos de intereses personales o sectoriales, pero no sociales. En ella cada vez hay menos libertad y cada vez hay más automatismo esquemático, más velocidad, menos comprensión, menos formación.
Es difícil, si no se encuentra uno en la misma vorágine, soportar este tipo de destrucción de los procesos culturales e intelectuales, cuya degradación es cada vez mayor, dada la ocupación de las fuerzas de mercado, que invierten la lógica de lo mejor. Lo que se promueve no es lo mejor, sino lo más vendible, creando una espiral degradada, que podemos apreciar en la atracción de lo rápido y fácil de asimilar, lo que no deja posos ni huellas, lo que puede ser el sustituto de lo que desaparece.
La lentitud que reclama Nietzsche no es solo la del placer de leer un buen libro, algo que pensaríamos es cuestión de espíritus selectos. Es el proceso mismo de adquirir el conocimiento, la capacidad de integrarlo dentro del conocimiento previo, de debatirlo y cuestionarlo, de asentarlo.
Nuestros avances en la pedagogía y en las ciencias cognitivas se basan precisamente en los contrario, en cómo logran un mayor rendimiento, que es más información en menos tiempo, algo que se logra recortando y definiendo los objetivos que se pueden alcanzar, cada vez más limitados.
La cultura llama a la cultura. No es un negocio. Es la conexión con la historia y la comprensión del presente; es la capacidad de definir un mundo futuro sabiendo cuáles son sus condicionantes.
Escribe Nuccio Ordine en la introducción de su obra La utilidad de lo inútil. Manifiesto (2013):

Ciertamente no es fácil entender, en un mundo como el nuestro dominado por el homo oeconomicus, la utilidad de lo inútil y, sobre todo, la inutilidad de lo útil (¿cuántos bienes de consumo innecesarios se nos venden como útiles e indispensables?). Es doloroso ver a los seres humanos, ignorantes de la cada vez mayor desertificación que ahoga el espíritu, entregados exclusivamente a acumular dinero y poder. Es doloroso ver triunfar en las televisiones y los medios nuevas representaciones del éxito, encarnadas en el empresario que consigue crear un imperio a fuerza de estafas o en el político impune que humilla al Parlamento haciendo votar leyes ad personam. Es doloroso ver a hombres y mujeres empeñados en una insensata carrera hacia la tierra prometida del beneficio, en la que todo aquello que los rodea—la naturaleza, los objetos, los demás seres humanos—no despierta ningún interés. La mirada fija en el objetivo a alcanzar no permite ya entender la alegría de los pequeños gestos cotidianos ni descubrir la belleza que palpita en nuestras vidas: en una puesta de sol, un cielo estrellado, la ternura de un beso, la eclosión de una flor, el vuelo de una mariposa, la sonrisa de un niño. Porque, a menudo, la grandeza se percibe mejor en las cosas más simples. (trad. Jordi Bayod)



Las ideas de lo "inútil" o de la "belleza" misma chocan con la búsqueda del "rendimiento", que es una forma de medir el esfuerzo. Sin embargo, hay que reivindicar otra forma diferente de "utilidad", que es la del propio aprendizaje no solo medido desde fuera sino desde dentro. Creo que no se trata de definir las cosas como "inútiles" frente a un mundo que solo busca el beneficio, sino de la transformación misma del concepto de utilidad alejándola de los fines que se nos proponen.
La propia sociedad, las familias, han transmitido a sus propios hijos la idea de la educación como "inversión", de la que esperan tengan unos beneficios, las más de las veces en términos de futuros puestos de trabajo que aseguren la rentabilidad. Esto se ha agudizado en un mundo de precariedad del trabajo, lo que hace que se aumenten las inversiones. El resultado no es bueno.
Ya ha habido declaraciones de rectores de universidades denunciando la transformación de las universidades y su percepción como centro de empleo y no como centro de formación de las personas. No sirven de mucho. Las personas que llegan a las alturas de la gestión lo hacen con las promesas de ser gestores y rentabilizar las inversiones en términos de empleabilidad.


La lentitud no es una virtud en sí misma. Es solo la forma relativa de asimilar correctamente desde el interior y no desde la uniformidad acelerada del exterior. Hemos fraccionado todo (los cursos, las asignaturas) con la ilusión tonta de que así será más manejable. Un enorme error que no rectificamos. Así solo nos acostumbramos a no profundizar en nada.
Aprender y vivir no son dos cosas distintas. Aprendemos y vivimos de una forma u otra. Aprendemos a vivir y vivimos aprendiendo. Una vida es algo más que un trabajo y un rendimiento.  Es la única oportunidad que tenemos de darnos sentido y dárselo al mundo. Nuestra uniformidad del mundo no es humana; es fabril y nos considera piezas sustituibles, no personas. La cultura, la educación, los poderes públicos deberían tener como meta una mejor vida para todos, lo que repercutiría en una sociedad mejor de la que todos nos beneficiaríamos en un sentido diferente al de las explotación mutua.
Deberíamos escuchar a Ordine y pensar que leer no es solo entretenerse, sino aprender y vincularse con otros, comprendernos unos a otros en un mundo que es cada vez más egoísta. Nuestra prisa nos dificulta la comprensión y nos hace estar más solos.
Finalmente, en este mundo laboral, todo se detiene de golpe. Entonces descubrimos la vaciedad que nos ha hecho ir tan ligeros. Y ya es tarde. Hay que seguir el consejo de Nietzsche, ¡leer bien! y con ello vivir mejor. La prisa es mortífera.



* " Nuccio Ordine La belleza de aprender lentamente" El país / BBVA aprendemos juntos https://aprendemosjuntos.elpais.com/especial/estudio-lo-que-me-gusta-o-lo-que-pueda-darme-un-trabajo-nuccio-ordine/



jueves, 30 de mayo de 2019

El teléfono como arma mortal

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
De nuevo otro caso para la reflexión y la prevención. Me refiero al caso del suicidio de la mujer de quien se difundieron a través de las redes sociales unas imágenes de carácter sexual y que han conducido a su suicidio.
Una vez más nos damos cuenta del poder destructivo que tenemos entre manos. Creo que no usamos el camino correcto cuando hablamos de ese genérico "redes sociales". Esto despersonaliza el acto en sí, una especie de Fuenteovejuna perversa y amoral que es capaz de recibir todo y redistribuirlo con círculos de duplicación, como una piedra lanzada al agua.
La tecnología es el soporte de la maldad humana, como el arma —del palo al misil— , el peligro puesto en manos de personas peligrosas. Sería bueno recordar cómo se percibía el ciberespacio en los años ochenta y noventa. Es en esta última década cuando se convierte en un espacio social abierto cuyo uso acaba siendo incontrolado. Los principales valores de las redes eran la libertad y la colaboración. La primera se percibía como una aspiración frente a los condicionamientos restrictivos del mundo y los poderes; la segunda como una manifestación de la solidaridad humana, la negación del egoísmo competitivo, primando el compartir. ¡Qué lejos, qué lástima!
Hemos entrado en este mundo sin pedagogía. Tampoco creo mucho en ella. Muchos de los grandes canallas han ido a los mejores colegios y universidades. La maldad es difícil de erradicar y la maldad aprovecha todos las herramientas a su alcance, de la carta anónima al mensaje viral. Después simplemente se busca la maldad socializada, la anónima, la que reenvía pensando que lo suyo es diversión mientras que lo de los demás es delito.
Un simple teléfono puede destruir una vida. El mismo acto que realizamos para mandar una felicitación de cumpleaños, quedar con los amigos, buscar una calle que no encontramos... puede acabar con una vida, con cualquier vida. La culpa no es del teléfono o de las redes, sino de nuestro deseo de hacer daño, por un lado, y el disfrute que a muchos les produce sumar a la ola anónima.
En la información de El País leemos:

"Creo que la gente no es consciente de lo que puede llegar a desencadenar lo que para ellos podía parecer una broma", ha comentado a EFE un trabajador. Algo en lo que coincide Andoni Anseán, el presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio y de la Sociedad Española de Suicidología: "Estamos muy lejos de ser sensibles al poder de las redes sociales, tan accesibles como peligrosas si son mal utilizadas, y no acabamos de medir la repercusión individual de estas acciones colectivas que, en muchos casos, son también ilegales".*


Creo que sí somos conscientes. Hay que dejar de usar la hipótesis de la gente mal informada. Hay que asumir que hay malas personas, personas que quieren hacer mal a otras. Si les preguntas a ellas te dirán que es solo un juego, pero es un juego de poder, un juego de violencia y dominación donde el objetivo es el daño. Lo vemos desde las páginas dedicadas a burlarse de los profesores a las que difunden imágenes de los ex como venganza, lo que parece ser ha sido el caso. Esperas a que esté casada y con dos hijos. Entonces difundes los vídeos de tu venganza. Demasiado tiempo incubando el mal para presentarlo como juego o reacción espontánea.
No dejan de ser sorprendentes algunos razonamientos jurídicos, como que :

[...] ni el autor de la difusión del vídeo ni quienes lo reenviaron podrán ser castigados por sexting (la difusión de imágenes y vídeos privados sin autorización de la persona afectada, aunque la víctima diera en su día su consentimiento a la grabación), porque es necesaria una denuncia de la víctima, que en este caso no existe. Para estos hechos, explica el experto en Derecho Digital Borja Adsuara, “se podría investigar como un delito contra la integridad moral, que son perseguibles de oficio por la Fiscalía; tanto la primera difusión del vídeo, que supuestamente hizo su expareja, como las sucesivas redifusiones, por sus compañeros de trabajo”.*

No preocupa más el nombre llamativo, el sexting (¡qué gran hallazgo!) que el hecho del suicidio en sí. Después de la moralina, "aunque la víctima diera en su día el consentimiento a la grabación", que siempre permite a una parte de la sociedad decir que "se lo buscó". Es el equivalente a la ropa en la violación, etc.
Los expertos, los técnicos son los que hablan hoy. Explican desde sus jergas porqué la gente se suicida, porqué falla la educación, la perspectiva laboral (ha sido entre sus compañeros), etc. Todo el artículo de El País es una concentración de ellos, una polifonía sobre el hecho del suicido, pero se nos escapa la maldad.


Es la explicación sencilla a la que muchos se resisten. Preferimos que se nos considere idiotas a malos. Sin embargo, hay mala gente. Sin duda. Y la mala gente hace cosas malas, ya sea en la presidencia de los Estados Unidos o en el café de la esquina. El potencial del mal de cada uno está en función de sus herramientas para extenderlo. Un simple teléfono tecleado es una máquina de matar cargada con la municiones más temibles, las palabras, las imágenes.
De todo lo que se lee se desprende una profunda hipocresía. Es fácil rasgarse las vestiduras cuando ya se ha producido la muerte. A las risas, bromas y burlas, le sigue el acto de contrición. La empresa diciendo que era una "cuestión personal" manifiesta impotencia e indiferencia. No puedo pararlo, no es mi caso. Los sindicatos pidiendo que se considere "accidente laboral"... Todo un despropósito porque no hemos asimilado que la maldad y un teléfono son ya un arma de destrucción de personas, de familias. Es tanto poder en un "send" que muchos no lo pueden dejar pasar. Como no podemos categorizarlo con claridad, será un caso más en unos días. Hasta que llegue el siguiente en un colegio, en una empresa en cualquier lado.
Es un caso de violencia. habrá que redefinir el concepto, porque el vídeo ha sido usado como un arma, con plena intención de hacer daño. Es acoso laboral y sexual, es violencia de género. Es venganza. Es machismo tecnológizado, frustración reprimida, impotencia destructiva. Lo misma misma maldad de siempre, pero más sofisticada, difundida  y dañina.
Ni el derecho ni la sociedad han sabido categorizar esto hasta el momento, darle un tratamiento justo. Solo ponerle nombres exóticos, neologismos ingeniosos. Plantearlo como el envío de un archivo que viola la privacidad, y no como la forma de destruir a una persona, no lleva muy lejos. Considerarlo un "accidente laboral" es distorsionarlo, aunque sea por la buena causa de la indemnización y el seguro. Considerarlo "violación de la intimidad" es reducirlo, ignorando la muerte como resultado. Habrá que afinar más para quedarnos con la conciencia tranquila.
"Todos tenemos la culpa", recoge ABC. No. Cada uno tiene la suya, personal, individual, intransferible. Y vivirá con ella. No hay Fuenteovejuna. 



* "La Fiscalía investiga el suicidio de una empleada de Iveco tras la difusión de un vídeo sexual" El País 29/07/2019 https://elpais.com/sociedad/2019/05/29/actualidad/1559112195_230127.html

miércoles, 29 de mayo de 2019

Las elecciones europeas y el neblinoso Brexit

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
A veces las urnas hablan claramente, pero en otras ocasiones lo hacen al modo de Delfos. Es entonces el momento de los intérpretes del oráculo que tratan de dar sentido al dictamen de los votos. Conforme la política se hace más confusa —no es lo mismo que "compleja" o "complicada"—, la labor de los intérpretes se hace más necesaria para intentar encontrar soluciones a los problemas, que es para lo que va uno a las urnas. La complicación se produce por el encadenamiento "problemas - soluciones", es decir, cuando lo que hacemos para resolver un problema crea otro. La sabiduría o el acierto consisten entonces en que nuestras decisiones creen problemas cada vez menores, dada la imposibilidad de satisfacer a todos.
Uno de los lugares en el que la política se ha convertido en extremadamente confusa es en el Reino Unido. Para empezar por el final, se ha realizado una campaña electoral al parlamento europeo en mitad (suponemos que es la mitad) del proceso de salida de la Unión, el Brexit, que se parece cada vez más a la paradoja de Zenón sobre Aquiles y la tortuga, ya saben.


En Euronews se preguntan desde titulares "¿Ganaron realmente los partidarios del Brexit las elecciones europeas en Reino Unido?". Se plantean dos cuestiones ya desde el inicio: el sentido de "ganaron" y el de "realmente". "Ganar" es un concepto difuso en un mundo confuso; a veces, incluso, en un mundo medianamente claro. Pero la claridad queda para los Salvini o los Orbán, que han conseguido un mundo sin matices compartido con sus electores. Cuando los electores se hartan de confusión se arrojan en brazos de los mesías de la claridad, que no son en realidad más que simplificadores extremos. La realidad no suele ser simple, pero sí pueden serlo las explicaciones. Ahí está el atractivo peligro de los demagogos.
Explican en Euronews:

Tanto los partidarios de salir como los que hacen campaña por permanecer en la Unión Europa afirman que fueron los vencedores de las elecciones europeas en Reino Unido, ¿quién tiene razón? Euronews analiza quiénes ganaron realmente los comicios.
Tras conocerse los resultados, el Partido Brexit de Nigel Farage se alzó en primer lugar, con un 31,7% de los votos. Pero el principal partido que hace campaña por que el país permanezca en el bloque, los Liberal Demócratas, insisten en que más gente votó por los partidos europeístas.
Según la eurodiputada liberal Judith Bunting, más británicos han apoyado la opción de permanecer en la UE si se juntan los votos a su partido con los de los Verdes y los de Change UK. "Sumando esos votos, más gente nos ha apoyado que al partido Brexit", afirmó.
"Quienquiera que sea el líder del Partido Conservador que entre, tiene que escuchar las voces de los demás", continuó.
Farage argumenta lo contrario, alegando que si se cuenta a los conservadores y al UKIP, hay más votos a favor del Brexit.
"No escuchen las tonterías que les están diciendo los demócratas liberales", afirmó el líder del Partido Brexit. "En realidad, si se mira todo, son alrededor de 52-48 a favor de salir (de a UE)".*



Hay una cuestión importante que no se suele tener en cuenta en la cuestión que se discute. Es la cuestión de lo que podríamos llamar la legitimidad temporal. Mientras todos discuten qué o cómo o cuándo se debe producir el Brexit, el tiempo pasa. Es como esos acuerdos que debemos aceptar en un plazo de tiempo. El sentido no es la prisa, sino el concepto mismo de "cambio". La Gran Bretaña ya no es la misma que era cuando votó por el Brexit. No era la misma al día siguiente, pero no hay que apurar tanto. Cada día que pasa es un argumento a favor de la necesidad de revalidar el acuerdo tomado. No solamente porque haya aumentado la información de que se dispone, sino porque, por ejemplo, habrá aumentado el censo de personas que ahora pueden votar y antes estaban por debajo de la edad para poder hacerlo. El voto es una fotografía de un momento de la Historia, no un compromiso para toda ella. Refleja la información y los intereses del día en que se votó.
Quizá por eso los que cantan su victoria (con el 31%) para el Brexit siguen sin estar dispuestos a arriesgarse a un segundo referéndum, que se vuelve exigencia día a día por el motivo antes señalado.

The Times

Pero todo esto no resuelve la cuestión. La BBC sabe que la gente se mueve entre cantos de sirena que llegan desde la niebla electoral, la confusión de la interpretaciones. La redactora de noticias europeas de la BBC, Katya Adler, titula "European elections 2019: What were the clear trends?". Y en su entradilla escribe: «If you're scratching your head right now, confused by conflicting interpretations of the European parliamentary election, fear not, just read on.» En realidad, lo que refleja el texto es lo que menos interesa a los británicos, supongo, el resultado en Europa. Creo que se sienten más ansiosos por interpretar el confuso y disputado voto británico en las elecciones de la indeseable Unión Europea, que es la verdadera cuestión. Sin embargo, Adler apenas le dedica unas líneas en su análisis.
Tras analizar brevemente los resultados en Europa, de los nacionalismos populistas de Le Pen, Salvini u Orbán a las victorias europeístas de España o Alemania, Katya Adler escribe:

All of this could have an effect on Brexit too.
Tied up with their own national political dramas, EU leaders are even less likely to be open to renegotiating the Brexit divorce deal, if asked to do so by the next UK prime minister.**


The Guardian
No se puede ir más allá del "podría" o del "si", es decir, confusión. La elecciones en Europa no sirven para definir el "drama" propio que oscila unos días entre Shakespeare y Wilde, entre Otelo y La importancia de llamarse Ernesto, en donde los británicos han descubierto, como decía una de los personajes de la obra, que se encuentran en "la acera que no está de moda", tomando el Canal por división.
La cuestión británica sigue en pie, neblinosa, confusa. Sin May, a la que se veía dar la cara, lo que sea se decidirá entre las bambalinas del partido de los tories, que tendrá que analizar su pobre resultado y camuflarlo para cuando lleguen unas generales, a la que el miedo les hace resistirse. Aunque todos interpreten lo que hayan querido decir los británicos en estas elecciones europeas, lo cierto es que saben que se trata, como en los juegos de cartas, de mantener el tipo con una jugada baja.
El cierre del texto de Euronews busca una opinión distanciada que, como no podía ser de otra forma, tampoco resuelve nada:

Alexander Sarti, editor web de la organización de agregación de encuestas Europe Elects, señaló en una entrevista con Euronews que la participación fue baja en el Reino Unido.
"Si acabáramos viendo un referéndum o unas elecciones generales pero en términos similares, podríamos ver resultados considerablemente diferentes", dijo.*

Pese a lo confuso, la idea está clara: no se consigue una respuesta clarificadora, por lo que las interpretaciones del oráculo pueden seguir produciéndose en forma contradictoria. El Brexit fue empezar la casa por el tejado y sin planos. No se ha conseguido ni elegir el color de las tejas, mucho menos el resto. La amenaza de la confusión sigue ahí. El efecto temporal del que hablábamos antes hará que se sigan introduciendo factores ajenos al Brexit en sí pero que se vean arrastrados, como por ejemplo la lucha por el liderazgo entre los conservadores, hundidos tras las elecciones. Si hay algo claro es que los británicos que han votado lo han hecho en contra de los dos partidos mayoritarios. El Brexit evidencia el fracaso de una clase política, la incapacidad de ir más allá de la demagogia. Quizá por ello todos se atribuyan victorias en la niebla.

The Guardian

* "¿Ganaron realmente los partidarios del Brexit las elecciones europeas en Reino Unido?" Euronews 27/05/2019 https://es.euronews.com/2019/05/27/ganaron-realmente-los-partidarios-del-brexit-las-elecciones-europeas-en-reino-unido
** "European elections 2019: What were the clear trends?" BBC 27/05/2019 https://www.bbc.com/news/world-europe-48420024


The Times

martes, 28 de mayo de 2019

Pinceladas oscuras de futuro

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Ahora que nuestros políticos de todos los pelajes y niveles han hablado sobre el mundo que nos tienen preparado, sería bueno echar un vistazo a la realidad, mucho menos sonriente. Un recorrido exploratorio por las mismas páginas en las que se nos datan sus victorias o derrotas muestra que el mundo en el que vivimos lleva otra tendencia que los políticos no han sabido o querido arreglar, quizá porque para muchos de ellos no es más que aceptación transparente de lo que tenemos.
El diario El País nos trae en su portada algunas pinceladas de presente con amplia proyección de futuro. Lo primero que nos encontramos es la realidad del racismo representada por un equipo de fútbol de tercera regional andaluza, el Alma de África, en donde los jugadores han decidido eliminar su propios nombres de la camiseta y poner en ellas los insultos que les dedican en los partidos: "negro", "esclavo", "moro" "inmigrante", "indio", "gitano", "gorila", "negrata"...* son algunos de los apelativos que les dedican. Los jugadores muestran sus camisetas con lo que tienen que escuchar cada domingo, cada partido. El racismo llega a las cumbres políticas y se regocija con sus victorias electorales. Ellos van a salvar a España, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Hungría... de los invasores.


Una segunda pincelada, un poco más abajo en la página, nos lleva a otra realidad, la de la soledad. En "Cuatro fórmulas para no morir en soledad"** se nos muestra un drama real, la situación de una sociedad que envejece y que ha perdido sus raíces. Lo que antes eran familias concentradas en las ciudades o en ámbitos próximos ahora suele ser una gran dispersión debida a la globalización, por un lado, que nos ha hecho más viajeros, pero también a la búsqueda de trabajo más allá de nuestras fronteras. Es el drama de los mayores, que se ha convertido, además en un gran negocio, no siempre limpio.
El comienzo del artículo ya nos sitúa en el problema real:

Se llamaba Amanda y llevaba muerta cinco años, tendida en el suelo de la cocina de su casa, en Madrid. Ningún vecino se había percatado de que esta mujer de 83 años había sufrido un ictus mortal. La policía halló su cadáver, momificado, tras un aviso de su sobrina, que vive en Israel. Ocurrió hace un mes. Es el ejemplo más extremo del aislamiento y cada cierto tiempo se difunde un nuevo caso. Alguien a quien nadie, ni familiares, ni amigos, ni el tendero, ni la farmacéutica, echaron de menos. Ayer mismo se conoció la muerte en soledad de otro hombre de 85 años en Alicante.**


Cinco años son muchos años para que nadie piense en ti, para que nadie llame, para que nadie te vea. Y ocurre. La muerte en soledad debe ser estudiada en este mundo cada vez más inhóspito y hostil. El artículo nos habla de las formas de autodefensa, de cómo evitar ese drama social y existencial de la soledad.
Cuando camino cada mañana temprano en busca de mi tren, me cruzo con mujeres mayores, con ancianas, acompañadas de otras mujeres. Casi siempre son mujeres extranjeras que las acompañan en su paseo de la mañana o comparten el día con ellas sentadas en algún banco al sol. Cada día veo más de estas parejas en mi camino.
Pero este mundo que construimos es poco solidario con las personas mayores, no puede decirse menos de los jóvenes. Con el marco de "El futuro del trabajo", La revista Retina  del diario nos trae las declaraciones de Mark Graham, un profesor de Oxford, con la afirmación “La automatización promueve la inequidad”.***
Leer la breve entrevista con Graham no es ir al futuro, aunque hable del socorrido "dentro de veinte años". Es ir directamente al pasado, al más duro e infame capitalismo de finales del siglo XVIII y principios del XIX, el mundo que describió a la perfección Zygmunt Bauman, en su análisis de cómo fue necesario crear pobreza para que existiera un banco de reservas laborales que permitiera abaratar los salarios y despedir a los descontentos. Se sacó a los pobres del campo y se les convirtió en pobres de ciudad obligándoles a vivir en ciudades agresivas, en condiciones insalubres, con trabajo infantil, enfermedades, etc. Dickens lo retrató y creemos que solo era una cuestión literaria, pero era la realidad que vivían.

P. ¿Cómo imagina el mercado laboral dentro de diez años?
R. Sin una regulación más efectiva y sin que los trabajadores tengan la capacidad de una mayor fuerza colectiva. Vamos a afrontar una carrera hacia abajo en salarios y condiciones laborales. No es inevitable. Pero necesitamos una acción sostenida y conjunta de los reguladores y los empleados para crear otro futuro.***


No es necesario esperar diez años para ver esto. Lo vemos cada día. Los políticos temen las cifras de desempleo y cada vez que quieren tomar alguna medida en el sentido indicado por Graham se encuentran con las amenazas de que eso hará crecer el desempleo. La precariedad, como señala, el artículo es el seguro de que no habrá demasiadas quejas. Si no estás de acuerdo, ya sabes, basta con descolgar el teléfono para que lleguen los candidatos a ocupar el puesto. Esto forma parte de la realidad que escuchamos cada día.
La automatización es solo una parte, la que afecta al tipo de empleos. Pero la clave está en la contratación, en la precariedad que se establece como forma lícita de ganancia empresarial. Por eso todos los datos en el mundo reflejan el crecimiento de la desigualdad: los ricos son más ricos y los pobres lo son hasta el límite, pero están condenados a no poder salir de allí.
La emigración entra en juego cuando hay que salir de tu esfera para ir a otra en la que puedas mejorar. Es una cadena en la que los puestos que dejan los de un país los ocupan los más necesitados que vienen de otros. Se producen así nuevos conflictos. Esto es también un escenario muy decimonónico.
Los nuevos modelos de trabajo, que tanto han cantado algunos, son nuevas formas de la misma vieja explotación. Si seguimos el recorrido por la página principal de El País nos encontramos con otra pincelada trágica. "La muerte de un repartidor de Glovo reabre el debate de la precariedad"****, nos dicen desde otro titular.
La cuestión, una vez más, nos muestra el futuro en el presente, no hace falta esperar mucho. Las protestas ante la sede de la empresa tienen mucho de rabia sin contener por la situación. El debate esta vez se ha iniciado por el hecho de que el repartidor muerto no estaba registrado por la empresa. Pese a ello el diario nos explica:

Glovo asumirá “todos los gastos que hubiera cubierto el seguro privado con el que cuentan los repartidores de la plataforma”, anunció la compañía en un comunicado, pese a asegurar que la víctima no estaba registrada en la aplicación como repartidor. Los repartidores, sin embargo, volvieron a destacar la precariedad de las condiciones laborales con las que las nuevas plataformas de mensajería les obligan a trabajar a diario.
El caso de personas que utilizan los perfiles de otros repartidores registradores es conocido, según explicaba ayer Dani Gutiérrez, de la plataforma Riders por Derechos, vinculada al sindicato Intersindical Alternativa de Cataluña. “En el mejor de los casos un repartidor está dado de alta como trabajador autónomo. Hay personas sin papeles que no pueden trabajar pero necesitan comer y alquilan, por horas, la cuenta de otro repartidor”, explicaba. En su opinión, Glovo se está alimentando de “falsos autónomos” para llevar a cabo su actividad, como ha llegado a admitir en algún caso la Inspección de Trabajo, una situación que, a su parecer, precariza “todavía más” la situación de los repartidores que se encuentran en una situación de mayor debilidad.****


El muerto era un joven nepalí, 22 años. Sin papeles, obligado a ganarse la vida trabajando como puede, "realquilando" a alguien su derecho a jugarse la vida por las calles. Al no tener papeles, queda limitado a este tipo de práctica dentro de la precariedad. Es la precariedad de la precariedad.
Durante años hemos escuchado las bondades de la "nueva economía", del ingenio de todas estas empresas que aprovechan huecos de mercado para dar servicio más "eficientes", "evaluables" y "dinámicas". Pero los dramas que esconden algunas veces salen a la luz. La precariedad de nuevo es la nota dominante. El abuso es el resultado.
La medida tomada por nuestro gobierno para hacer que todo el mundo fiche y salga a la luz los millones de horas trabajadas sin pago a los trabajadores tiene ya su propia picaresca adecuada a cada modelo. Ya habrán escuchado a más de uno contarles cómo su empresa ha "resuelto" el problema. No se va a pagar una hora de más porque seguirán siendo invisibles. Solo se localizarán cuando llegue una inspección o exista una denuncia de alguien que esté fuera.
La cuestión es el papel de la empresa, cómo se concibe. Estamos en una sociedad egoísta y que produce egoístas. Se trata de tener la sartén por el mango y el que quiera mejorar que se monte su negocio y haga lo mismo. Ese es el mensaje. No hay sentido social, solo el ánimo de lucro por encima de los demás.
Por eso los salarios seguirán a la baja por más que la economía mejore. Graham explica, como ya se planteó, en el XIX: «Si no encontramos formas de redistribuir los beneficios que acumularán los propietarios del capital seguramente la automatización del mercado laboral va a promover la desigualdad»*** La "redistribución", ahí está el quid de todo sistema económico. Las sociedades más justas tratan de equilibrarse, pero todo va hacia el desequilibrio, hacia la desigualdad.


Gran parte del extremismo actual y de los populismos —como ocurrió en el siglo XX— se alimentan de este tipo de injusticias sociales. Cada uno elige uno o varios responsables y apunta su artillería del resentimiento hacia el objetivo. Los políticos se aprovechan de estos sentimientos de frustración y gritan contra la ineficacia del resto. Ellos van a promover sus utopías, nacionales o sociales. Pero todo, en el fondo, sigue un mismo camino.
Hace falta recuperar el sentido de justicia social, de bienestar social y entender que la organización social debe equilibrarse o se convierte en un escenario de violencia constante que lleva a la violencia y al desequilibrio psico-social, con sociedades enfermas, desequilibradas.
Racismo, soledad, desigualdad, precariedad... son pinceladas de un retrato que como el Dorian Grey, refleja el negativo de las imágenes coloristas que nos gusta contemplar. Los mayores y los jóvenes viven en situaciones negativas. Los que están en medio cada vez tienen menos capacidad para compensar el desequilibrio sosteniendo con sus recursos.
Tras las elecciones que hemos tenido días pasados, hay mucho que reflexionar. Si nos preocupa este presente, debemos pensar que la tendencia es a intensificar todo esto. No es especulación. Todo está aquí, solo crece. La sociedad que no poda sus defectos acaba acostumbrándose a ellos. Y algo peor, puede acabar llamándolos "virtudes".


* "Con el 5, Gorila; con el 9, Negrata: el equipo que se rebeló contra el racismo" El País 28/05/2019 https://elpais.com/deportes/2019/05/27/actualidad/1558980750_207094.html
** "Cuatro fórmulas para no morir en soledad" El País 27/05/2019 https://elpais.com/sociedad/2019/05/27/actualidad/1558980779_382517.html
*** "“La automatización promueve la inequidad”" El País 28/05/2019  https://retina.elpais.com/retina/2019/05/23/tendencias/1558608717_984429.html
**** "La muerte de un repartidor de Glovo reabre el debate de la precariedad" El País 28/05/2019 https://elpais.com/economia/2019/05/27/actualidad/1558983633_840887.html

lunes, 27 de mayo de 2019

Europa al día siguiente

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las elecciones europeas nos traen más complejidad pero pocas novedades respecto a lo esperado. La mayor y más agradable sorpresa es el aumento de la participación en diez puntos, un 50%, en Europa y en particular la participación española, con el 64'31%. Esto ya es una buena noticia por sí misma. La parte negativa es que ya tenemos en Europa la misma tensión destructiva del miedo que se está apoderando de los diferentes países.
Hemos pasado de la "fiesta de la democracia" al "drama de la democracia" como resultado de las fuerzas centrífugas de la política, una tendencia generalizada. Esta fuerza centrífuga tiende, como el mercado, a fraccionarse radicalizando las posturas, algo que hace aumentar la tensión social y los conflictos.
¿Estamos condenados a vivir la democracia como un conflicto permanente? Esta pregunta se la hace mucha gente. Algunos políticos de los que han salido en pantalla tras conocerse los detalles han dicho algo que parece una obviedad: la campaña se ha terminado.
Es quizá una confirmación de algo que se dijo tras las  elecciones generales, que no se podían mantener la "crispación" permanente en la vida política en un país moderno. Aunque no sea fácil mantenerlo en la vida real, hay al menos que plantearlo como meta o fin de la vida política y ciudadana.
El parlamento europeo, si no se remedia, se ve abocado a una política bronca por su mayor fraccionamiento. En cualquier caso, hay un margen muy elevado para poder tranquilizar la eurocámara, aunque no a muchos de sus miembros, cuya función futura será el escándalo y la agitación. No han ido a la cámara europea; han ido a ganar una posición en el plató europeo, donde realizarán sus shows. No tienen nada que perder.


Europa tiene mayoría tranquila suficiente para poder ser gobernada. Aunque se hayan perdido votos de los dos grandes partidos por el mayor fraccionamiento, los que han aumentado claramente sus votos son los Liberales y los Verdes, ambos comprometidos con la construcción de Europa frente a los euroescépticos.
Es un momento importante porque los tres partidos europeístas pueden dar un ejemplo de negociación y de avance en las políticas comunes. Quizá Europa debe acostumbrarse a otra forma de hacer política, pero también debe comprometerse con su propio futuro. No se debe dejar comer el terreno ni los principios. Son estos últimos los que se deben resaltar. Hay que resolver la tensión entre lo local y el conjunto europeo reforzando las ideas y aclarándolas. Hay que romper la incompatibilidad que se está vendiendo sobre Europa, los tópicos interesados, para evitar que la demagogia arrastre a todos, como ha ocurrido con Reino Unido.


Y hay que tener liderazgo europeo. Necesitamos caras y pensamientos claramente comprometidos con Europa y su unión. No basta con apoyar; hay que liderar, algo que significa tener ideas, sembrar ilusiones y construir realidades beneficiosas para todos. Europa no debe seguir siendo un tema secundario en las agendas políticas ni mediáticas. Hay que pasar de estar en Europa a ser Europa, a ser cada día más Europa.
El diario El País de ayer, día de las elecciones, publicó un artículo de Yuval Noah Harari, titulado "Vayan a votar; es bueno para el corazón". Tras realizar unas reflexiones sobre el sentido del globalismo en el mundo de hoy, lleno de problemas globales, Harari cierra su artículo señalando:

La Unión Europea, hasta ahora, ha sido el experimento más logrado de la historia en la búsqueda del equilibrio adecuado entre los intereses nacionales, regionales y mundiales. Ha creado una cooperación real entre cientos de millones de personas, sin imponer un gobierno único, una lengua única ni una nacionalidad única a todos. Ha creado armonía sin imponer la uniformidad. Si Europa puede enseñar al resto del mundo a fomentar la armonía sin uniformidad, la humanidad tendrá muchas posibilidades de prosperar en este próximo siglo. Si el experimento europeo fracasa, ¿cómo podemos esperar que triunfe el resto del mundo?*



La pregunta parte del reconocimiento positivo de Europa, algo que el euroescepticismo niega. Europa es un buen ejemplo, no un experimento destructivo, como sus enemigos plantean. Basta con tener un poco de sentido de la Historia y del propio pasado para comprender su necesidad en un mundo como el actual, que requiere soluciones globales para muchos retos.
La misma convivencia ya es un ejemplo. En un mundo crispado, situado en el conflicto, la construcción europea, su consolidación, es una enorme aventura histórica en la que merece la pena avanzar.


* Yuval Noah Harari "Vayan a votar; es bueno para el corazón" El país 26/05/2019 https://elpais.com/elpais/2019/05/24/opinion/1558718520_776352.html

domingo, 26 de mayo de 2019

Demasiados conflictos abiertos

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La promesa de Donald Trump de arreglar el mundo se está convirtiendo en un amargo sarcasmo. No solo no arregla nada, sino que está poniendo todo patas arriba. No hay punto o lugar en el que ponga la vista en el que no se generen problemas de diversa gravedad. La sola enumeración de lo que este hombre y su administración ha provocado en el tiempo que lleva en la Casa Blanca, simplemente, espanta. Ahora mismo tenemos gracias a sus irresponsables medidas conflictos abiertos o ampliados por su intervención:
a) la situación con Corea del Norte; b) la amenaza sobre Venezuela y haberle puesto en bandeja a Maduro la forma de enquistarse más; c) la guerra comercial y política con China; d) la situación explosiva de Oriente Medio, con la amenaza de que el "acuerdo del siglo" acabe de reventar todo; e) el duelo con Irán después de la ruptura del acuerdo nuclear internacional; f) el nuevo cerco a Cuba; g) el conflicto arancelario con Europa; h) el conflicto europeo sobre las sanciones derivadas de los conflictos con Irán o Cuba. i) el intento de hundimiento de las tecnológicas chinas, con Huawei al frente, en todo el mundo; j) los problemas derivados del cambio climático; k) el conflicto del muro con el sur y la "emergencia nacional"; k) las sanciones a Turquía... Podrían señalarse algunos más, pero da agobio solo su enumeración. El "America First!" es más bien el "America sobre todos!", un grito de fuerza en un país del que aplaude esos gestos que le permiten la tranquilidad de pensar que los agoreros del fin del imperio americano se equivocaban.


Donald Trump es un peligro universal, algo de lo que se ha dado cuenta el mundo entero y la mitad de los norteamericanos. Hoy existe esa división primaria, creada por el mismo Trump, de los Estados Unidos frente al mundo. En su momento dijimos que no se trataba de "aislacionismo", que ese "First"" exigía a otros en la cola de la obediencia. Y así ha sido, desgraciadamente.
Es peligrosa la conexión que se está estableciendo entre los populismos mundiales y la percepción de estos conflictos. Las posturas de Trump son alentadas desde muchos rincones —mediáticos, redes...— por los que esperan sacar provecho de estas posturas imperialistas.
Trump está sacando lo peor de los Estados Unidos, los peores sentimientos y actitudes, del racismo al imperialismo más descarado. La política seguida es de "matonismo", de amenaza constante y nadie está a salvo. Una persona con la falta de empatía demostrada por Trump, solo entiende las relaciones de fuerza, de dominio, y es lo que está practicando con todo y con todos.

Hoy todos saben que la política norteamericana puede apuntarte por cualquier motivo o sin razón; solo cuentan sus intereses y todo aquel que le lleva la contraria es definido como "amenaza a los intereses nacionales", lo que te pone en una lista negra a la espera de ser objetivo de sanciones o peor.
Veremos qué va a ocurrir en Oriente Medio cuando Trump despliegue el plan llamado "el acuerdo del siglo" (¡es posible mayor infantilismo!). Ya se levantan voces en distintos países de la zona diciendo que no están dispuestos a aceptarlo. Esto puede desestabilizar más lo que estaba medio estabilizado. En Egipto, un aliado "personal" de Trump, no será fácil evitar conflictos cuando el plan se ponga sobre la mesa. Mucho poder de convencimiento va a tener que utilizar el presidente al-Sisi para justificar el acuerdo, que les necesitará como garantes. Las amenazas a los que no lo acepten definen lo que Trump entiende por un "acuerdo". El apoyo decido a Israel y sus reivindicaciones extenderán el conflicto a la Unión Europea, que tendrá que tomar posiciones en contra, como ya ha ocurrido con el caso de Irán. Trump agudiza el conflicto en las puertas mismas de Europa.


No hay un futuro pacífico con Trump. El proceso de depuración, voluntario o forzado, en sus filas hace que conforme avance el tiempo, los que queden sean los halcones, los que sostienen esas posturas.
La pregunta que se hacen en los medios norteamericanos es si procede ya iniciar un proceso de "impeachment", el procesamiento para alejarlo de la Casa Blanca. Las causas son variadas, desde la cuestión rusa hasta la obstrucción de la justicia, pasado por el abuso de poder o las cuestiones de sus oscuros negocios o las protegidas declaraciones de impuestos.
La reducción de sus fuerzas en las cámaras en la elecciones de medio mandato han complicado sus estrategias interiores y trata de gobernar invocando "amenazas nacionales" a cada paso y por cualquier motivo. Jueces y cámaras, las críticas de los medios, tratan de frenarlo en su avance, pero Trump vive amurallado en un castillo asediado desde múltiples frentes. Pero eso le estimula, lo usa para hacer ver el poder norteamericano. Pero gran parte de ese poder proviene de la confianza de los demás, algo que está perdiendo. Los analistas avisan de que tanta presión sobre los demás hace que se reajuste el sistema en busca de nuevas alianzas. 

La situación de los Estados Unidos es insólita. No creo que se recuerde un mandato ni un presidente como este. Afortunadamente.