jueves, 6 de diciembre de 2018

Las corrientes subterráneas egipcias

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Egipto, el país del enorme Nilo (y de los países por los que pasa), tiene muchas corrientes subterráneas. Está lo que se ve, monolítico, y las sinuosas corrientes de la política en un país donde todo es político y se trata de que nada lo parezca. En este estado, la observación se convierte en un ejercicio de detallismo, de suma de detalles porque no se espera encontrar lo que sucede en los de grandes titulares, controlados por la propaganda y la censura.
Algo liviano para empezar. El revuelo causado en el país por las demandas contra Rania Youssef por su vestido y atentar contra la moral, las familias y el país se ha resuelto aparentemente por la retirada de las denuncias por parte de los abogados.
Egyptian Streets recogía las explicaciones sobre la retirada:

Lawyers Wahid al-Kilani, Hamido Jameel al-Prince and Amr Abdel Salam said in a statement that they decided to forego the legal measures as Youssef apologized for her action.
“The artist Rania Youssef presented an apology to the Egyptian family and society for this incident and its affirmation that it was not intentional, that it was placed in circumstances beyond its control and that the behavior was wrong and unintentional,” the statement read.
The lawyers added that they only took legal action against Youssef as they feared that the action would be imitated and spread values that contradict the norms of Egyptian society.*


Lo que es una buena noticia para Rania Youssef es una enorme pérdida para las aspiraciones de muchos egipcios de poder vivir en libertad sin que nadie les diga lo que deben hacer, pero eso no sería Egipto. Hace ya algunos años, un periodista crítico que desapareció pronto del panorama informativo habló de "fascismo social". Se refería a esa obsesión vigilante y censora que manifiesta, más allá de las instituciones de control, una parte de la sociedad egipcia y que sanciona cualquier comportamiento que considera que traspasa sus estrictos límites. La retirada de las denuncias y el "perdón" dado implica que ellos no solo son los denunciantes sino que son los jueces de sociedad, que ellos no son "ellos", sino una entidad difusa pero poderosa llamada "los egipcios", en cuyo nombre habla un día el presidente, otro un representante de Al-Azhar y finalmente esta atomizada pero bien identificada legión de leguleyos encargados de mandar a los juzgados a cantantes (Sherine), actores (Rania Youssef), cineastas (Khaled Youssef), humoristas (Bassem Youssef), predicadores reformistas (Islam al-Beheiry), presentadores y periodistas (Khairy Ramadan...), etc. Ninguno es enemigo declarado del régimen, todos son víctimas del segundo gran pecado nacional: la intransigencia. Y ese "defecto" lo tienen todos los gobiernos y regímenes egipcios, da igual el color o la orientación.


Cuando un grupo social se erige en portador de una construcción "los valores" y los identifica con la esencia "nacional" o "religiosa! (o fundiendo ambas, como ocurre en Egipto, en donde se ha dicho por las autoridades religiosas que el egipcio es "religioso" por "naturaleza") degenera pronto en una forma de "fascismo social", una sociedad en la que unos se consideran puros, piadosos, buenos ciudadanos, buenos creyentes, etc. mientras que se estigmatiza a los demás considerando su misma existencia como un peligro.
Las disculpas sentidas de Rania Youssef no son más que el resultado del miedo que produce llevar la contraria a esta marea social encabezada por esos "vigilantes morales" de la pureza de las familias. La única salida posible era su reconocimiento en los tribunales, la declaración de que Rania Youssef no ha atentado contra nadie, sino que ha ejercido un derecho mínimo, el de vestirse según su criterio y no según el gusto puritano, hipócrita y vergonzante de estos "ayatolas" de los tribunales. Al retirar sus demandas se han mostrado generosos ante la debilidad ajena y con la petición pública de perdón se "conforman". Es el gesto calculado de quien se quiere mostrar ante la sociedad como generoso, magnánimo y capaz de disculpar las debilidades ajenas, pero nunca de reconocerles una libertad que no está en manos del hombre sino en las de Dios y en sus santos intérpretes, es decir, ellos como representantes de la voz de Dios y de la de las piadosas familias egipcias, una entidad gloriosa que bate récords de divorcios, matrimonios infantiles y acoso sexual. Pero decirlo es difamar el nombre de Egipto.


El segundo detalle es el artículo publicado en Ahram Online, el diario estatal, por Hany Ghoraba, con el título "France’s European Spring"**. La primera parte del artículo es un análisis de lo que está ocurriendo en Francia con el movimiento de los "chalecos amarillos", cuyo origen es el descontento económico, interpretando el autor que el pueblo francés movilizado ve en Macron a un insensible "banquero" que les castiga con impuestos y subidas mientras que da alas económicas a las empresas. Advierte que este movimiento ya está teniendo resonancias en Europa y que puede dar lugar a una "Primavera Europea" contagiada y contagiosa por Europa. Señala también que los intentos de Macron de analizar el movimiento como una infiltración violenta de la ultraderecha francesa no resulta demasiado convincente y que es más claro apostar por la idea del descontento social ante las medidas como causante de las protestas.
Es frecuente en la prensa egipcia institucional que los conflictos en los países democráticos se llevan a primera plana y se conviertan en espejo de los desastres que la democracia en el pueblo. Se matan así dos pájaros de un tiro: la democracia no es perfecta y tiene sus propios problemas y, casi tan importante, los gobiernos democráticos también reprimen el desorden con fuerza. Los dos mensajes suelen ser claros para que el pueblo egipcio no albergue esperanzas de futuro en sistemas idealizados como las democracias occidentales, fuentes de problemas para todos.
Hasta ahí todo entra dentro de la "normalidad" informativa asociada a enterrar el sueño democrático que surgió con la "Primavera árabe", denostada en los medios oficiales y afiliados al régimen y responsabilizada de querer llevar a Egipto al caos. Pero lo que sorprende del texto es su ruptura final del "mensaje" con un aterrizaje forzoso en la realidad egipcia

If that happens, Europe could be witnessing the birth of a European Spring, which, though it will probably not be as violent as the Arab Spring was in the Middle East, will remain unchartered waters that could cause the toppling of some European governments.
The present incidents in France serve as a reminder that governments, even the most democratic among them, do not have carte blanche to do as they please when it concerns the economy without serious consequences.
Trying to adjust the fiscal balance through taxation can lead to adverse consequences that toss away any gains made from higher taxes.
There is a limit to what people can bear in taxation and price hikes even in the most democratic of nations, and France is becoming a prime example of where such policies may lead.**


En los últimos tiempos se han multiplicado los mensajes denunciando el empobrecimiento del pueblo egipcio. No ha sido solo la altísima inflación (que llegó a superar el 32% y ahora "estabilizada" sobre el 17%), sino la depreciación de la libra, hundida al dejarla flotar y que redujo el valor del ahorro y multiplicó los precios de las importaciones en una economía que importa mucho más que exporta. El hundimiento de la libra tampoco permitió la exportación (no había mucho que exportar) y lo que es peor, no atrajo al esperado turismo, que huyo espantado ante el terrorismo y (por más que se niegue) la destrucción de la imagen por la represión gubernamental. No ha sido la Primavera Árabe la que hundió la imagen de Egipto o las conspiraciones islamistas con Occidente (tesis oficial), sino la represión de los intentos de democracia y la llegada de un ultra puritanismo, como lo que hemos visto en el primero punto en el caso de las denuncias contra la actriz Rania Youssef. No es la Primavera lo que hace daño, sino los abrazos y parabienes al príncipe Mohamed Bin Salman contra todas las evidencias, por citar un caso actual, en el que mientras el mundo recrimina a los saudís, Egipto extrema sus aplausos. Es el terrorismo, sí, pero también los intentos de hacer ver que este no existe en clara contradicción con el recorte de libertades en nombre de la "seguridad". ¿Seguro para los turistas e inseguro para los nacionales? O una cosa u otra.

The Guardian 2017

El mensaje dado al final del texto de Hany Ghoraba apunta a la realidad egipcia y denuncia "a la egipcia" y dentro de las posibilidades lo que puede ocurrir con una situación económica como la que vive Egipto, con recortes continuos, eliminación de subsidios, elevaciones brutales de los precios de la energía que repercuten en todos los sectores sociales, pero especialmente en la clase media que ve cómo su apoyo al presidente y al régimen se ha traducido en un hundimiento económico cuya protesta ya no tiene oídos pues el régimen se centra en otras cuestiones, como la defensa de los saudís (¿no han escarmentado después de las protestas por la entrega de las islas de Tiran y Sanafir?) o diversos aspectos que no importan demasiado pero que distraen la atención, como los múltiples foros o la multiplicación de los hallazgos arqueológicos, que parecen querer enterrar la realidad mientras se desentierra el pasado.
Creo que el final del artículo tiene un sentido claro de advertencia al propio régimen y un gobierno que no ha tenido mucha sensibilidad ante los efectos provocados. No hace muchos días, las advertencias venía de un sector más complejo: el funcionariado. Se advertía de su empobrecimiento brutal. Si los funcionarios se quejan (ha habido protestas sectoriales que ha sido acalladas, de la medicina a la policía), el problema es más intenso que otros sectores pues es el sostén del sistema. Son los que mantienen un en pie el funcionamiento y a los que no se puede tratar de engañar porque forman parte de la propia maquinaria.
Francia es la excusa; el verdadero sentido del texto es la advertencia de la situación actual que no tiene muchas posibilidades de aflorar por los mecanismos normales y lo hace de esta forma indirecta y comparada. Los regímenes como Francia, democráticos, son llevados a estas situaciones cuando no dan respuesta o cuando no les importan los efectos de sus acciones sobre el propio pueblo al que dirigen.


Recuerdo un artículo de Alaa al-Aswani, el escritor y articulista (refugiado en la Deutsche Welle) en el que recordaba un encuentro tenido en casa de una persona importante con un ministro de Mubarak. Este manifestaba un profundo desprecio hacia el pueblo, del que no se sentía responsable. Cada uno, venía a decir, está donde está porque Dios lo quiere. El pueblo no es más que una carga de pobreza e ignorancia, de enfermedades y problemas. Al-Aswani daba cuenta de ello para mostrar lo que eran los dirigentes de un país en el que unos viven muy bien y otros, la mayoría, muy mal. Aquel pueblo miserable, decía el ministro, no se levantaría nunca, era servil, acostumbrado a besar la mano de quien le arrojaba unas migajas, a obedecer para conseguir cualquier cosa.
Los egipcios saben que están donde están por las decisiones de sus gobiernos y que sobre lo que tienen o dejan de tener son responsables las autoridades, los que siempre han estado arriba por décadas y que lo siguen estando, los que apelan a su patriotismo cuando es necesario o a su piedad en iguales circunstancias.
Pese a las diferencias entre los dos casos, muestran aspectos de un mismo escenario, complejo y contradictorio, orgulloso y frustrado. Si el Nilo sigue su curso, los ríos subterráneos pueden emerger en cualquier momento por los sitios más insospechados. 


* "Lawyers Drop Charges Against Rania Youssef’s Dress" Egyptian Streets 4/12/2018 https://egyptianstreets.com/2018/12/04/lawyers-drop-charges-against-rania-youssefs-dress/
** Hany Ghoraba "France’s European Spring" Ahram Online 5/12/2018 http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/319591/Opinion/France%E2%80%99s-European-Spring.aspx

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