sábado, 15 de septiembre de 2018

Freedonia desatada o Sopa de Trump

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El ego de Donald Trump es incombustible. Si pudieran fabricarse con él escudos antinucleares o fuselajes para naves que se acercaran al sol, sería perfecto. Pero desgraciadamente solo puede ser presidente de los Estados Unidos, el mejor de todos los tiempos, en su opinión.
Antes la gente pensaba que tenía un límite, pero han dejado de hacerlo. Recuerdo cuando la gente decía que al haber insultado a John McCain durante las primarias había cavado su tumba política. El consuelo del difunto John McCain ha sido dejar por escrito que no le permitieran acercarse a su funeral. 
Ya es duro que la última especificación de tu testamento sea que no se acerque el presidente de tu país a tu entierro, la más política y radical orden de alejamiento vista hasta el momento. Pero Trump se merece eso y mucho. Él no tendrá ese problema, pues a su entierro irá el que no tenga otro remedio y aquellos que le han santificado desde su perspectiva distorsionada de una "América grande".



Los comentarios periodísticos y de los expertos analistas han cambiado y la gente ya cree que Trump no tiene fondo y que su capacidad de superación en la infamia es pareja a su ignorancia. La CNN titulaba ayer mismo "Donald Trump's hurricane tweets show he can always go lower", lo que supone un alto grado de reconocimiento en su villanía. El artículo está firmado por uno de sus editores, Chris Cillizza, y el nuevo tema que ha expandido el universo negativo de Trump tiene que ver con las víctimas de Puerto Rico. El tuit en cuestión es el siguiente:

"3000 people did not die in the two hurricanes that hit Puerto Rico. When I left the Island, AFTER the storm had hit, they had anywhere from 6 to 18 deaths. As time went by it did not go up by much. Then, a long time later, they started to report really large numbers, like 3000. This was done by the Democrats in order to make me look as bad as possible when I was successfully raising Billions of Dollars to help rebuild Puerto Rico. If a person died for any reason, like old age, just add them onto the list. Bad politics. I love Puerto Rico!"*


La indignación que un tuit de esa naturaleza ha levantado es natural, lo que no significa que a Trump le importe lo más mínimo, ya que es evidente que solo le importa él mismo o aquello que pueda beneficiarle directa e indirectamente Para Trump solo existe Trump y todo lo demás no es más que algo que le beneficia o que le obstaculiza. Es su vara de medir.
Chris Cillizza se pregunta sobre las afirmaciones (ya no se molesta en insinuar) de Trump y su comentario deja pocas dudas sobre la opinión que le merecen la idea de una conspiración demócrata con los muertos para perjudicarlo. Resalta el editorialista que todas sus observaciones, para variar, se respaldan con la nada, ya que nunca aporta la más mínima prueba de lo que afirma. ¿Para qué?
Su conclusión es:

This should not surprise us, but it should serve as a reminder that there is not a bottom here. There is no depth that Trump will not explore in order to further his own narcissism and victimhood. There is no conspiracy he will not embrace -- or, in this case, start -- in order to improve his own personal brand or further his own political narrative.*

Son palabras dura, pero sin duda se merecen por jugar con la muerte. Observemos que ya nadie dice que Trump "ha llegado demasiado lejos", que es lo que se suele aventurar. No. Todos dan por supuesto que la capacidad de hundirse y rebozarse en la inmundicia de Donald Trump es infinita. No hay fondo para él. Después de negarse hace pocos días a seguir la tradición (nadie habría pensado que era un sentimiento personal) de poner la bandera de la Casa Blanca a media asta hasta el entierro de John McCain, que ya dejaba de nuevo al descubierto su falta de saber estar en la Presidencia, ahora le toca a los muertos en Puerto Rico. La explicación es, claro está, que Puerto Rico es un estado demócrata. Solo ha faltado decir que fueron los propios portorriqueños quienes crearon las tormentas y se lanzaron a ellas a pecho descubierto solo por fastidiarle.

Si los libros firmados por los que le abandonan o por los profesionales de la política y de la información son duros con él —como le preguntaba ingenuamente a Bob Woodward al enterarse de la publicación de la obra "Fear", según señalaron en The Washington Post transcribiendo la llamada presidencial—, lo que a Trump le espera desde el día en que salga de la Casa Blanca va a ser un gigantesco monumento, cada vez más parecido a ese bebé furioso que le representa, que va de manifestación en manifestación por el mundo. Una grotesca falla mediterránea sin posibilidad de indulto.
Lo que le espera a los Trump va a ser una larga serie de visiones esperpénticas de los que van abandonando el barco o de los que saldrán el último día nadando con los chalecos que hubiera disponibles, que no son muchos. Los historiadores no serán mucho más blandos. Nadie querrá quedar asociado con el nombre de un presidente que ha conseguido unir en su contra cada vez más voluntades.
Como esos anónimos miembros de la resistencia que han salido a la luz confesando que intentan evitar desastres mayores escamoteando de las manos y vista del presidente los peligrosos juguetes que podría destrozar en su ignorancia e inmundicia, saldrán nuevos "resistentes" que confesarán en su descargo haberle hecho cambiar de opinión (pocos), haberle engañado (más) y no haberle hecho caso. Vichy quedará reducida y la resistencia aumentará en miembros. Él dirá que todos le aman y que no se atreven a confesarlo, como dijo de Barack Obama tras un encuentro.


La presidencia de Trump es insólita y ha reducido el ejercicio del poder de la nación más poderosa del planeta a una opereta de los Hermanos Marx, con una Freedonia desatada. Desde que Trump llegó al poder, la democracia es un ejercicio de resistencia llevado a cabo por jueces, estudiantes, mujeres, inmigrantes, artistas, etc. que tratan de defender el límite de la libertad en sus áreas. Es un ejercicio de autodefensa que da nuevo sentido a lo que se da por hecho: la democracia. Lo que hoy vemos en todo el mundo es que se aprueban leyes que hacen retroceder derechos de personas y grupos. Y Trump se ha convertido en un apoyo de lo retrógrado en todo el mundo, por lo que ya no caben paños calientes ante sus acciones o palabras, como le ha ocurrido al editor de The Point, en la CNN, Chris Sillizza.
La canción sobre las reglas de gobierno, un puro disparate del recién llegado al poder Rufus T. Fireflay, tenía un párrafo especialmente indicado para Donald Trump: 
We're not allowed to tell a dirty joke.
HAIL, HAIL, FREEDONIA[...]The last man nearly ruined this place,
He didn't know what to do with it.
If you think this country's bad off now,
Just wait 'till I get through with it.("The Laws of My Administration"; letra de Bert Kalmar & música de Harry Ruby 1933, Duck Soup, 1933)



* Chris Sillizza "Donald Trump's hurricane tweets show he can always go lower" CNN 14/09/2018 https://edition.cnn.com/2018/09/13/politics/hurricane-maria-florence-puerto-rico/

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