viernes, 21 de septiembre de 2018

El argumento de la precisión

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En general, el término precisión se suele utilizar de forma positiva. Cuando se dice que algo es preciso, se entiende que es un valor. A una persona "precisa" se le entiende con más claridad que a una "imprecisa"; un reloj preciso es más valorado que uno que no lo es; en una ley, en un contrato, etc. valoramos la precisión para evitar problemas. La precisión se valora como una característica del lenguaje científico, del administrativo, del jurídico. Un reloj suficientemente preciso puede distinguir entre el paso del tiempo medido en la superficie de una mesa y en el suelo, según nos asegura el físico Carlo Rovelli en su "El orden del tiempo". La precisión es un objetivo científico, sí.
No deja de sorprenderme, en cambio, el argumento sobre la precisión dado por el gobierno español para justificar la venta de bombas "precisas" a Arabia Saudí. El diario El Mundo titulaba hace unos días: "El Gobierno: las bombas vendidas a Arabia Saudí "son de alta precisión y no se van a equivocar matando a yemeníes"". Estas era la información recogida en el diario:

La ministra portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, ha afirmado este viernes que las bombas que se han vendido a Arabia Saudí "son láser de alta precisión y si son de alta precisión no se van a equivocar matando a yemeníes". Así se ha pronunciado en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros cuando se le ha preguntado si el Gobierno puede garantizar que esas bombas no se usarán para matar civiles en Yemen y qué sucedería si se demostrase que ese ha sido el caso.
Sin embargo, también ha afirmado que en el contrato de venta "no hay especificación, naturalmente" sobre si se utilizarán en Yemen. "Pero por las características de los misiles láser no parece que vayan orientados a ese fin, eso es lo que considera el Gobierno", ha zanjado. No obstante, en los informes anuales sobre autorización de operaciones de venta de armas siempre figura, en lo relativo a Arabia Saudí, que "todas las licencias relativas a munición fueron acompañadas de certificados de último destino con estrictas cláusulas de no reexportación y uso fuera del territorio del país". Así figura también en el informe de autorizaciones de 2015, año en que se acordó esta venta, aunque esta operación no aparece desglosada. En la rueda de prensa, Celaá ha abundado el argumento de la "precisión" de las 400 bombas, como ya hizo este jueves el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, que confirmó que España, finalmente, venderá esas bombas a Arabia Saudí pese a que Defensa confirmó hace días su intención de no ejecutar esa venta.*


El problema parece darse en la contradicción existente entre las bombas precisas y los contratos imprecisos. En los western, en las películas bélicas sobre todo, aparece de vez en cuando ese personaje fatalista que suele decir que hay una bala que lleva su nombre. Este argumento suele usarse por el personaje para señalar que las otras balas, en cambio, llevarán escrito el de otras personas, lo que le da cierta tranquilidad a la hora de ser osado.
El hecho de que una bala lleve tu nombre tiende a ser un agente provocador del destino y el personaje en cuestión suele acabar con un agujero en zona mortal, abatido por esa bala que presuntamente lleva su nombre. Nadie espera ese tipo de precisión, de altísima precisión, cuando vende balas o bombas, pero sí unas ciertas garantías sobre cómo o contra quien se pueden utilizar, una argumento que no busca la precisión sino que actúa como tapadera moral de las vergüenzas que implican la venta de armas a otros.


Es llamativa la frase "certificados de último destino con estrictas cláusulas de no reexportación y uso fuera del territorio del país" ya que no son más que un subterfugio. Lo del "certificado de último destino" suena absurdo, mientras que "las cláusulas de no reexportación y uso fuera del territorio del país" suena francamente hipócrita. Y situar las ventas de bombas precisas entre el absurdo y la hipocresía es lo suficientemente preciso como para entender que el argumento determinante es el dinero, aunque para evitar tanta precisión, se disfrace con el argumento de los puestos de trabajo.
Que los trabajadores de unos astilleros se manifiesten a favor de la venta de bombas precisas a un país cuyo régimen no solo es retrógrado, sino deleznable por el uso altamente preciso de su visión wahabí del Corán, a la hora de cortar manos, lapidar, decapitar, ahorcar, etc. o de reprimir cualquier manifestación ligeramente desviada respecto a su visión del mundo, nos muestra también con precisión la evolución de nuestra forma de estar en el mundo.
Mientras que hay sectores a los que se les ha sometido a reconversión, como la minería, o se les considera insalubres y se desmontan, mientras se dejan de fabricar cosas porque son nocivas para la salud, algo que va de los motores diesel a los azucarados yogures, por citar solo casos últimos, a las bombas solo se les pide "alta precisión". 
Recordemos que el argumento de la precisión adquiere una formulación paralela a la de las bombas inteligentes, las que mandó lanzar Trump, regocijándose por lo "listas" que eran. El tuit de Trump, recogido por Vox, explicaba “Get ready Russia, because they will be coming, nice and new and ‘smart!’ You shouldn’t be partners with a Gas Killing Animal who kills his people and enjoys it!”** El otras veces ambiguo presidente de los Estados Unidos contraponía esas bombas "bonitas, nuevas y listas" (la versión militar de las "tres b", bueno, bonito y barato) a ese gas letal que mata de forma imprecisa a los niños, que fue la excusa utilizada.


La cuestión de la precisión no es más que otra excusa de un gobierno que se ve enfrentado a algo que todos los gobiernos anteriores (y de muchos otros países) han tenido que costear: vender armas al diablo. El verbo "costear" tiene dos sentidos; uno viene de costes, el otro de costas. El primero implica asumir los costes de algo; el segundo, eludir una situación, no ir de frente. Los dos sentidos son aplicables al caso y los dos pasarán factura.
El titular de El Confidencial "Andalucía se levanta en armas para defender la venta de corbetas a Arabia Saudí" me produce una cierta náusea sarteana, por usar un término fino:

El Gobierno andaluz montó en cólera días atrás cuando oyó que la ministra de Defensa, Margarita Robles, paraba la venta de 400 bombas de precisión a Arabia Saudí. Nadie les había informado previamente de esa decisión. También cundió el pánico en la plantilla de Navantia San Fernando, que, tras años muy negros en los astilleros gaditanos, recibió a principios de julio como una tabla de salvación la confirmación del contrato de cinco corbetas para la armada de Arabia Saudí.
El departamento de Margarita Robles confirmó punto por punto la información adelantada por la SER, el pasado lunes, sobre la paralización de la venta de 400 bombas de precisión para bombardear Yemen. Defensa anunció que devolvería los 9,2 millones de euros abonados por este material.***


Muy mal debe estar el mundo para salir de un pozo negro vendiendo bombas a un régimen como el saudí. Ha sido táctica de todos los dictadores, como Sadam o Gadafi, establecer sólidos lazos económicos con los países occidentales para acallar críticas y enterrar los principios mientras se firman contratos. Es una estrategia vieja: son los afectados, en este caso los de los astilleros, el gobierno andaluz, etc. los que se convierten en fervientes defensores indirectos de un régimen deleznable. Al fin y al cabo, defiende a quien les alimenta. Y al Reino le sobra el dinero para comprar voluntades.
Hace unos días dedicamos dos artículos elogiando la actitud canadiense de defender los derechos humanos enfrentándose a los casos de las activistas saudíes. La reacción fulminante del Reino, como les gusta ser considerados, les llevó a cerrar negocios y hasta sacar del país a estudiantes y enfermos hospitalizados. El gobierno canadiense señaló que si era un coste que debían pagar, lo pagarían porque no iban a renunciar a los principios.


Podemos reciclar una empresa, podemos buscar nuevos mercados..., pero no podemos devolver la vida a los muertos, a las víctimas de las bombas precisas. España le vendió bombas de racimo aceleradamente a Gadafi porque se cerraba el plazo acordado internacionalmente para prohibir su venta. Nada más impreciso que ese tipo de bombas. Pero Gadafi era lo suficientemente preciso para usarlas.
Que en Andalucía o en donde sea se manifiesten sin pudor en las calles o despachos en favor de la venta de bombas a Arabia Saudí por temor a que se arruinen otros negocios me parece un deterioro moral que me permite entender muchas de las cosas inexplicables que nos pasan. Es algo que se llama metafóricamente, el "clima", aludiendo a las condiciones generales para que se produzcan ciertas cosas. Explica que es el interés, el beneficio, la insolidaridad, etc. lo que nos mueve. Implica que nos duele el cuello de tanto mirar para otro lado, pero no nos duele el alma, perdida en algún momento preciso.
No sé si los saudíes se van a equivocar matando yemeníes, pero sí sé que el gobierno español se equivoca vendiéndoles bombas a los saudíes. El argumento de la "precisión" es tan insostenible como el otro también usado, que si no se las vendemos nosotros otros lo harán. 
Cuando lleguen los muertos por las precisas bombas españolas hablaremos.


* "El Gobierno: las bombas vendidas a Arabia Saudí "son de alta precisión y no se van a equivocar matando a yemeníes" El Mundo 14/09/2018 http://www.elmundo.es/espana/2018/09/14/5b9baf3b268e3e0d6c8b4575.html
** "Trump just tweeted that a strike on Syria is imminent" Vox 11/04/2018  https://www.vox.com/world/2018/4/11/17223606/syria-gas-attack-donald-trump-twitter
** "Andalucía se levanta en armas para defender la venta de corbetas a Arabia Saudí" El Confidencial 7/09/2018 https://www.elconfidencial.com/espana/andalucia/2018-09-07/andalucia-choque-gobierno-defender-venta-fragatas-arabia-saudi_1612558/





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