jueves, 28 de junio de 2018

Las violaciones en grupo


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El diario ABC recoge la carta de la mujer víctima de la violación en grupo en el caso denominado de "La manada". Hay diversas aclaraciones de psicólogos y expertos en estas situaciones en las que desarrollan la energía depositada en sus palabras tras el inmenso apoyo popular cosechado. La sociedad ha estado mayoritariamente con la víctima en una batalla con los prejuicios patriarcales y con las sentencias judiciales que no han satisfecho a nadie, ni a políticos ni a ciudadanos.
El caso tiene una serie de circunstancias que revelan la peculiar deriva del machismo agresivo en este país en el que se ha pasado de las violaciones individuales a la violaciones en grupo, fenómeno que nos emparenta con sociedades altamente patriarcales en la que este fenómeno tiene una significación específica.
Ayer tuve ocasión de participar en un tribunal de Trabajos de Fin de Máster en el que una de nuestras alumnas chinas hizo una exposición de la cuestión de las violaciones en diferentes países asiáticos (China, Japón, Corea del Sur, India), sobre su tratamiento mediático especialmente. Al término de su exposición, hice algunas consideraciones sobre el fenómeno de las violaciones en grupo que me gustaría poder desarrollar brevemente aquí, con referencia a este caso que ha conmocionado e indignado a la sociedad española, con trascendencia mundial, y que repercutido en la imagen de la Justicia por los desacuerdos sobre la valoración de los hechos y las condenas.
El fenómeno de la violación en grupo que se está dando en España queda bien definido por los aspectos simbólicos presentados por la idea de "manada". A diferencia de lo que ocurre en otras sociedades en las que la violación en grupo puede ser una forma de castigo contra atentados al "honor" familiar o del grupo, lo ocurrido en España es otra cosa. Hay un amplio abanico en la violaciones en grupo: de las violaciones en zonas de guerra, en donde los vencedores implantan el terror mediante los ataques a las mujeres como una forma de humillación a los vencidos y botín sexual, hasta aquellos casos en los que las mujeres son violadas por parte de los miembros de sus propios grupos como forma de castigo en una especie de expulsión ritualizada.


La violación en grupo tiene unas diferencias importantes con las de los violadores tradicionales que buscan esconder sus hechos. Un rasgo esencial de estos casos es su afán de notoriedad, que se suele manifestar por compartir sus fechorías con las redes sociales en donde suben vídeos o fotos. Hemos visto recientemente otros tipos de agresiones a mujeres, mendigos, inmigrantes, etc. en los que la "diversión" es agredirles y el premio los efectos de la difusión mediática a través de sus cuentas de Facebook, canales de YouTube, etc.
No hay duda que hay una forma de sexualidad pervertida en lo realizado por "La Manada", algo que va más allá de la violencia y que revela su propia incapacidad para la normalidad. Esa misma anormalidad patológica es la que está presente en los que comparten el disfrute, la admiración hacia aquellos que son capaces de violar en grupo.
"La manada" se refuerza internamente con cada asalto sexual; es una especie de "hermandad" que se siente más unida realizando este acto de agresión hacia las mujeres que caen en sus manos tras noches de paciente observación hasta elegir la víctima adecuada.
Como sociedad, debería preocuparnos que entre quienes han realizado esta horrenda agresión sexual haya un guardia civil y un soldado. No es mi pretensión en absoluto responsabilizar a los cuerpos que acogieron a estas personalidades anormales, pero sí preocuparme por qué eligieron ellos esas profesiones. Evidentemente no tienen "vocación de servicio". Hay instituciones que atraen a determinadas personalidades porque representan para ellos "poder"; policía y ejército lo son. En ellas pueden encontrar un amparo a esa "masculinidad" enfermiza. No es la institución en sí, sino la representación mental que ellos tienen de ella.


La violación en grupo no es solo un acto de violencia sexual. Es el uso de la sexualidad violenta para poder sentir el poder que luego otros deberán admirar. Es lo mismo que hay tras las violaciones en las zonas de guerra, otra demostración de poder; la demostración de la superioridad de un grupo frente a otro o, finalmente, la sanción del propio grupo. Lo absurdo del caso, lo peligroso y que revela la enfermedad de sus integrantes es que es su ego disminuido y agresivo el que les guía. Es su forma de demostrar una masculinidad que no tiene capacidad de manifestarse de forma normal porque son incapaces de mantener una relación emocional. Para ellos solo existe el "premio". Una persona que participa en una violación en grupo demuestra que es de la sensación de poder de donde proviene su propio placer y, especialmente, de la sensación de admiración que despierta en aquellos que les aplauden.

Como sociedad, debemos analizar el caso más allá de la ira. Hay que preguntarse por qué se forman estos grupos que salen de caza en fiestas y fines de semana. Hace mucho tiempo que la sociedad española no comparte valores; estamos demasiado pendientes de nuestras fisuras y menos de repararlas. Desde hace unas décadas, se crece en un modelo en el que el egoísmo es el centro, algo que se manifiesta en fenómenos como la corrupción o la explotación laboral de los jóvenes, que llegan después a conclusiones implícitas en estos procesos de mal aprendizaje.
Un violador puede considerarse un enfermo mental, pero unos violadores en grupo son algo más, de igual forma que distinguimos entre un ladrón y una trama organizada que corrompe las instituciones. A los jueces les corresponde considerar sus casos, pero a todos nos corresponde mirar el problema, preguntarnos por sus orígenes y por sus posibles remedios. Ignorarlo es tener casos similares. Por lo pronto, han aumentado las denuncias por violencia sexual. Ya es un paso, pero quedan muchos más por dar.
El progresivo avance de las mujeres, su visibilidad mayor y más ajustada a la realidad, contrasta con la forma sexualizada de usar su imagen, que convence a algunos perturbados que es un "objeto" a su "servicio", un "objeto" de usar y tirar. 
Muchos reaccionan airadamente ante esta expansión de la mujer hacia sus derechos, trabajo, etc., que consideran un ataque a sus egos masculinos, una disminución de sus poderes. La violación en grupo es un acto de "poder", una respuesta machista agresiva. Es patológica, pero también es "política". También el poder tiene sus enfermedades. Es lo que nos muestran allí donde se practican con profusión, de las guerras a la esclavitud.
Los "señoritos" salieron de caza para demostrar al mundo de lo que eran capaces. Lo han hecho. Ahora debemos responder como sociedad ante el problema subyacente.


Anexo
Carta íntegra de la víctima

Hola a todas y a todos,
Supongo que esta carta pensaréis que es para contar mi versión y mi vivencia, pero no es así. Esta carta es de agradecimiento. Mamá, papá, gracias no solo por el apoyo sino por sacar fuerzas de donde no la teníais y habérmelas dado a mí.
Gracias por todo lo que me habéis enseñado y por todo lo que me enseñaréis, pero sobre todo por no abandonarme, ni abandonaros a vosotros por mucho que quisierais. Gracias a mis tías, a mis abuelos, a mis tíos y mis primos. Por hacerme ver que en esto se basa una familia. En estar siempre, pase lo que pase.
Quiero también dar las gracias a mis personas, mis elegidas, las mejores elecciones que he hecho en esta vida. Por apoyarme, llorar conmigo, enfadaros porque no tenía sentido lo que sentía. Por reír, por hacerme ver que lo mejor y lo peor de la vida hay que compartirlo, por odiar y sobre todo por querer. Vosotros me levantáis.
También quiero dar las gracias a todas las personas que me han ayudado en este camino. Ojalá nunca os hubiera conocido, pero la vida es así y te trae a las mejores personas en los peores momentos y eso es por algo. Ojalá nunca te hubiera conocido, amiga, de verdad. Pero gracias a esto tengo una persona imprescindible en mi vida. Compañera de batalla, que sé que nunca voy a olvidar.
También quiero agradecer a toda la gente que sin conocerme tomó España y me dio voz cuando muchos me la intentaron quitar. Gracias por no dejarme sola. Por creerme, hermanas. Gracias por todo, de corazón.
Gracias a todo el mundo que haya hablado de mí un segundo para repudiar lo sucedido. Asociaciones, personas de la calle, personalidades políticas, famosos, periodistas que me hayan respetado y, en general, a todo el que se haya preocupado por mí. Gracias por hacerme sentir otra vez parte de la sociedad en que parece que si te violan tienes que llevar el cartel de violada pegado en la frente. Gracias por luchar, gritar, llorar y apoyar esta causa.
Por último, para mí lo más importante: denunciad. Nadie tiene que pasar por esto. Nadie tiene que lamentarse de beber, de hablar con gente en una fiesta, de ir sola a casa o de llevar una minifalda. Nos tenemos que lamentar todos de la mentalidad que tiene esta sociedad donde esto le puede pasar a cualquiera. Os lo aseguro.
Tened cuidado con lo que decís, no sabéis cuántas veces he oído hablar de ‘la chica de Sanfermines sin saber que esa chica estaba sentada a tu lado. Por cierto, no soy ‘la chica de Sanfermines’. Soy la hija, nieta, amiga y a lo mejor, ese ‘de’ sois unos de vosotros, así que por favor, pensadlo antes de hablar.
Igual que estamos mentalizados y no bromeamos con enfermedades, no podemos bromear con una violación. Es indecente y está en nuestras manos cambiarlo. Por favor, solo pido que por mucho que penséis que no os van a creer, denunciéis. Os puedo asegurar que todo el camino que hay que recorrer no es plato de buen gusto, pero qué hubiera pasado si yo no hubiera denunciado, pensadlo.
Está muy bien condenar unos hechos, pero todos tenemos que ser partícipes del cambio. Personalmente, con que mi caso haya removido la conciencia de una persona o haya dado fuerzas a otra persona para luchar, me doy por satisfecha.
Para todas las mujeres, hombres, niñas, niños que estáis pasando por algo parecido: se puede salir. Pensaréis que no tenéis fuerzas para luchar, pero os sorprendería saber la fuerza que tenemos los seres humanos. Contadlo a un amigo, a un familiar, a la policía, en un tuit, hacedlo como queráis, pero contadlo. No os quedéis callados, porque si lo hacéis, les estáis dejando ganar a ellos.

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