lunes, 4 de junio de 2018

El segundo mandato o por pedir que no quede


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La toma de posesión el sábado del segundo mandato del presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, ha servido para que muchos hayan aprovechado para manifestar las prioridades de las demandas para intentar salir del agujero en el que los egipcios viven desde hace tiempo. La doble crisis de la violencia y la inestabilidad, por un lado, y por una crisis económica por efecto de la depreciación brutal de la libra y el incremento de la inflación, más la retirada de los subsidios no han dado respiro a la población.
En el momento de afrontar el segundo mandato, la prensa egipcia no ha podido evitar sacar a la luz lo que le piden al presidente, más que al gobierno. Ya hemos hablado de ese doble papel que juega el gobierno: por un lado está seleccionado por el presidente, pero por otro existe una distancia que permite dirigir las críticas a los ministros preservando la responsabilidad última del presidente en otra dimensión superior. Es una forma de preservar la figura presidencial, en una mentalidad mesiánica que percibe la presidencia como un don.
Sin embargo, las peticiones han ido directamente hacia la presidencia. Son artículos que anticipan los peligros en una situación cada vez más oscura por más que la propaganda trate de mantener la luz encendida.
Con el título "Op-ed review: Al-Sisi’s second term promises need to be implemented through responsible executive, political powers", la edición digital del Daily News Egypt realiza un resumen de los temas tratados en la prensa con motivo del inicio del segundo mandato el pasado sábado.
Amira El-Fekki comienza por los diarios estatales:

In state-owned Al-Ahram, Morsi Attallah wrote that it is the responsibility of political and executive powers to have the courage to be honest like the president, to tell people what is really happening on the ground regardless of whether it will generate backlash from public opinion. He added that the current phase needs enlightened thoughts and a free, informative media, and that he hopes Al-Sisi’s second term will overcome the inability to balance between preserving security and allowing free circulation of information.*


La distinción entre el presidente y los gobiernos vuelve a ser esencial, poniéndolo al primero por encima de los segundos. La presidencia es intocable y significa el límite. De ella salen las instrucciones sobre lo que hay que cambiar; el gobiernos debería cambiarlo. La crítica cae sobre los gobiernos, dejando al margen a la presidencia.
La necesidad de verdad en la vida egipcia, solicitada en esta primera reseña, se impone como urgente. Pese al temor, se nos dice, a la reacción popular, la verdad de la situación debe ser dicha. Difícilmente se podrá esto cumplir si la vida diaria está salpicada de cierres de medios, su bloqueo o la presión para eliminar las críticas, algo que ha caracterizado intensamente el primer mandato y lo sigue haciendo.
La lucha con los medios ha sido una constante en el periodo anterior y es difícil que esto cambie. La presión sobre los medios independientes es brutal, quedando completamente anestesiados, como ha ocurrido con Al-Masry Al-Youm tras el incidente en la campaña electoral, con el despido de su director y la llegada de otro que ha reducido el periódico a una balsa de aceite.
Amira El-Fekki recoge las opiniones de un segundo artículo en Al-Ahram, firmado Abdel Azim Al-Bassel,  en el que señala que el gobierno

[...] should translate Al-Sisi’s orders into a working programme, and that what people expect from the president in his second term is to continue his campaign against corruption, the rule of law to be applied to high-ranking officials before ordinary citizens, and a more speedy justice system.*


De nuevo, se responsabiliza al gobierno por no cumplir las "órdenes" presidenciales en "programa" gubernamental. La visión militar de la orden y de la eficacia en cumplirla es la que está presente en este tipo de declaraciones. Surge de una idealización del poder en el que las palabras se transforman en hechos. Sin embargo, las órdenes del presidente son de una obviedad pasmosa, de una sencillez infinita. Tiene más del "¡hágase!" que de otra cosa. Y no todo lo que se dice se puede hacer si faltan los recursos necesarios. Pero para muchos egipcios, el hecho de que no se realicen las órdenes presidenciales es por negligencia y no incapacidad. Eso no quita que muchos ministros no sean precisamente los más apropiados para realizar las labores adecuadas. Al-Bassel acaba pidiendo la mejora del sistema educativo, del sanitario, etc. Es algo que todos perciben en su deterioro. Pero, por supuesto, nadie sabe de dónde sacar los recursos.


Un tercer artículo en el diario Al Ahram, titulado "Mensaje al presidente", de Mourid Shoby, incide de nuevo en que no sean los pobres los que paguen todo. Va más allá y reclama que «there should be serious administrative reform to end corruption and officials who are able to think out of the box solely for the well-being of the people.» La crisis cae siempre sobre los más débiles y a ellos se les aplica la medicina. La petición de atacar la corrupción del estado choca con el caso de Hisham Geneina, el auditor que trató de combatir la corrupción poniendo cantidad a sus efectos. El resultado fue su despido y encarcelamiento acusado de difamar al estado. Es difícil que se luche contra la corrupción si poner en evidencia el hecho tiene estos resultados. Es cierto que ha habido detenciones, pero también que se han abierto las puertas de los que estaban detenidos tras las condenas por corrupción durante el régimen de Hosni Mubarak. Esto ha hecho creer en la impunidad de los corruptos, cosa cierta en muchos casos.
Los objetivos de los medios privados son de otro estilo, si bien siguen pidiendo para el segundo mandato reformas y aperturas:

Likewise, editor-in-chief of Al-Shorouk newspaper, Emad El-Din Hussein, focused more on the need for political openness, saying those who defended that cause have finally imposed their logical demand on the president’s agenda, which was reflected in Al-Sisi’s words: “I am president for all Egyptians, whether they supported or opposed me.” To Hussein, a comprehensive development strategy cannot overlook political plurality and human rights, and he called for democracy.*

Es difícil que la idea de al-Sisi de ser el "presidente de todos los egipcios" pueda traducirse en una apertura democrática en el segundo mandato. Es más bien una operación retórica en la que "opposed me" tiene un efecto muy relativo. Una vez más, las palabras y los hechos entran en contradicción. El recrudecimiento de la intolerancia se ha traducido en el primer mandato en detenciones a críticas tan tontas como lo ocurrido a la cantante Sherine y su broma sobre no beber las aguas del Nilo. Si a uno le pueden detener por eso, ¿qué ocurre en los casos reales de oposición? Lo que ha dicho Abdel Fattah al-Sisi es que es el presidente de todos los egipcios, les guste o no. Eso se acerca más a una realidad dura en lo político.
Es cierto que las peticiones se centran en aquello que ha brillado por su ausencia en el primer mandato, pero los deseos de la gente no son el programa del presidente. Las carencias pueden seguir siendo carencias. Al menos, el presidente sabe lo que muchos echan de menos.

El último artículo citado en la reseña de prensa proviene también el diario privado Al-Shorouk e incide en un tema que sigue produciendo titulares hoy mismo:

However, Al-Shorouk’s Mohamed Saad Abdel Hafeez warned of the reconstruction of the dissolved ruling party, in reference to the Mubarak-era’s National Democratic Party, as different figures from the pro-state Egypt Support parliamentary coalition have tried to join another pro-state political party, Nation’s Future. Abdel Hafeez said such political plans would without doubt lead to the same practices of dictatorship of pre-25 January 2011.*

Aquí ya no hay petición, sino advertencia. Y que, en efecto, el futuro del régimen comandado por Abdel Fattah al-Sisi es el pasado de Mubarak, un régimen mediante el que sobrevivió treinta años.
El movimiento parlamentario de creación de un partido abandonando cada uno el suyo para configurar una fuerza que proponga su gobierno al presidente no hace avanzar la democracia en ningún sentido, solo se retrocede a las estrategias que dieron consistencia a Mubarak, del que todos se rieron pero al que todos desean imitar.
La cuestión que se planteó al día siguiente de las elecciones es cómo lograr que pase por normal lo que desean: el tercer, cuarto, etc. mandato. Mubarak lo hizo vía excepción. Ahora habría que cambiar la constitución que se hizo precisamente para evitar a los militares en el poder. La opción de que otro militar ocupara el poder es la más sencilla sobre el papel, pero lo más complicada en la realidad. ¿Quién sustituye al insustituible? Por ello se están poniendo los cimientos de una nueva dictadura a la vieja usanza: presidente eternizado en el poder y un partido amplio que permita el apoyo desde el parlamento, que dé ministros y altos cargos, que cree una red clientelar por abajo permitiendo que muchos rentabilicen su apoyo a la presidencia. No hace falta inventar nada; ya está hecho. 
Las peticiones y la advertencia servirán de muy poco. La confianza en poder controlarlo todo siempre es consustancial al poder en Egipto. No piden demasiado, pero eso ya es mucho si no se sabe, puede o quiere cumplir. Carencias hay muchas y es natural que los egipcios pidan. Sin embargo, no es lo que ha caracterizado al poder.
La prensa internacional se hace eco del segundo mandato de una forma muy diferente. Ya no son peticiones o advertencias, sino claras denuncias del camino recorrido y de la situación creada. El régimen se va pareciendo cada vez más al pasado egipcio, que ya sabemos cómo terminó.


* "Op-ed review: Al-Sisi’s second term promises need to be implemented through responsible executive, political powers" Daily News Egypt 03/06/2018 https://dailynewsegypt.com/2018/06/03/op-ed-review-al-sisis-second-term-promises-need-to-be-implemented-through-responsible-executive-political-powers/

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