sábado, 5 de mayo de 2018

Aulas marcadas


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
De las diferentes maniobras políticas del secesionismo a la que vamos teniendo acceso, la más nauseabunda y demagógica es la manipulación de los niños para convertirlos en imagen propagandística e irlos metiendo en la "lucha" independentista, enseñándoles ya a odiar al servicio de sus mayores. Todos los discursos que hacemos sobre la manipulación de los niños en guerras, al servicio del fundamentalismo, etc. se acaban cuando el fundamentalismo es el propio y la guerra la de "nuestros padres". Leyendo las noticias del diario El País sobre lo acontecido en algunas escuelas e institutos catalanes en lo que se aprovechó para manipular a unos y estigmatizar a otros.
La pedagogía moderna siempre ha sido consciente de su poder para dar forma a las mentes. Esa es su función; la cuestión está en lo que se mete en la cabeza. De ahí el temor por las herramientas con base en las neurociencias; mayor eficacia, pero mayor riesgo de que se estén programando a las personas y no convirtiéndolas en independientes. Aquí no se trata de convertirlas en independientes sino en independentistas mediante un proceso de adiestramiento casi pauloviano, asociando lo español, con la policía incluida, con el miedo y la ira. Son los "Dos minutos de la Ira" orwellianos, aquellos en los que se aprende a odiar, a crear un miedo cuya tensión se liberará después.
Tras contarnos parte de lo ocurrido en las aulas catalanas, con el titular "La Generalitat alentó protestas de alumnos tras el referéndum ilegal", El País cierra así su artículo:

La denuncia del fiscal está en manos de los juzgados de Martorell. Uno de ellos ha abierto diligencias contra uno de los profesores que, el 20 de octubre, pidió a los alumnos hijos de guardias civiles que “levantaran la mano” en clase. Otro juez está pendiente de admitir a trámite la denuncia contra los ocho profesores que, el día 2, presuntamente “humillaron” a esos alumnos con comentarios despectivos sobre la Guardia Civil.
El fiscal de delitos de odio de Barcelona ha recogido el testimonio de los padres de los alumnos y también ha tomado declaración, como investigados, a los profesores. En sus declaraciones, los docentes negaron haber criticado la actuación policial ni haber señalado a los alumnos. Acudieron arropados por Vallduriola. La directora de servicios territoriales aseguró entonces que los debates sobre el 1-O en clase partieron “de forma espontánea” de los alumnos y justificó que eran necesarios: “Estamos educando a estas personas, que han de ser personas democráticas”. Vallduriola criticó a los padres por haber acudido a la vía penal y no haber resuelto el conflicto en los cauces educativos.
En su denuncia, el fiscal recoge la versión trasladada por los menores que vivieron la jornada. “Estarás contento con lo que hizo tu padre ayer”, espetó una de las profesoras, Lucía, a un menor de 12 años que rompió a llorar, según su testimonio. En otros comentarios, los docentes tildaron supuestamente de “animales” y “bestias” a los guardias por haber tratado de evitar, por la fuerza, el referéndum.*


Las palabras de la Directora de Servicios Territoriales son un auténtico sarcasmo. ¿Cree que esto es un problema del "sistema educativo", algo que sus inspectores van decidir? Fue precisamente —ese es el eje de la información del diario— un correo suyo el que hizo sacar a los niños y niñas a los patios de los colegios como forma de protesta. Fueron esos correos los que crearon el "victimismo acusatorio": te presentas como "víctima" (los oprimidos), pero te conviertes en "acusador". Es un signo característico de todo el "procés", tirar la piedra y ponerse el parche.
Vuelvo a las palabras y la estrategia del propio Carlos Puigdemont la tarde del referéndum, tras haber promovido desde el aparato catalán los conflictos: la idea de que Cataluña se había ganado el "respeto" en la "lucha" callejera, falacia absurda y que nadie le ha reprochado en lo que tenía de riesgo. Era el enfrentamiento en la desobediencia lo que se buscaba, y sus efectos mediáticos. Es lo mismo que hizo sacar a los niños a la calle. Puigdemont y los suyos usan a los que haga falta y de lo demás se encarga el aparato mediático con sus apoyos internacionales.


El uso de las aulas no es nuevo. Basta con repasar las hemerotecas para comprobar las quejas constantes del incumplimiento durante muchos años de los compromisos de la educación. Los profesores señalando a los hijos de los guardias civiles o de aquellos padres que protestaban anteriormente forma parte de esa vocación de tribunales populares que a tantos gusta.
En enero, el diario El País titulaba "El Consejo de Europa destaca el “modelo” español de protección de lenguas como el catalán" y señalaba:

España es, para el Consejo de Europa, un modelo en cuanto a la protección de lenguas regionales o minoritarias, específicamente por el cuidado que pone con la educación en catalán en la enseñanza superior, según un informe presentado en Estrasburgo y que también ensalza a Finlandia en este campo.
La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE) tenía este martes en agenda la discusión sobre la importancia de defender las lenguas regionales o minoritarias como una de las "bases de la identidad individual y colectiva" de los pueblos. En este contexto, se presentó el informe "protección y promoción de lenguas regionales o minoritarias en Europa" elaborado por la húngara Rózsa Hoffmann. El estudio afirma que "la diversidad lingüística forma parte del legado cultural europeo" y que por tanto "la protección y promoción de esos idiomas" es un "valor europeo fundamental" que debería ser "un componente esencial de las políticas respetuosas con la dignidad humana y los derechos fundamentales".**


El llamado "modelo" español ha funcionado sobre el papel y en la realidad. Lo que no ha funcionado ha sido la forma política que ha seguido pues la lengua aquí no ha sido un objetivo sino un medio. En su inocencia, el Consejo de Europa no contempla que una de las lenguas expulse a la otra de su ámbito para separarse políticamente. Se podía mantener y enriquecer una lengua, pero no se trataba de eso sino de usarla como herramienta del secesionismo, para lo cual se han utilizado las instituciones educativas, las políticas de inmigración, la ocupación de plazas en la administración, etc. para hacerla monolingüe e idológica. Cuando se han planteado conflictos, el victimismo entraba en acción.
Los hijos de los guardias civiles hablarán catalán, pero no se trata ya de la lengua, un campo ya segado, se trata de hacer la vida imposible a las personas, hacer que se vayan, como hicieron en las puertas de los hoteles donde se alojaban los policías desplazados a Cataluña. Se trata de criminalizar a las personas non gratas en una fantasmal república catalana, construida pieza a pieza desde el poder, proclamada durante segundos, y puesta como excusa para negociar de tú a tú con el estado.


Son muchos —incluso dentro del independentismo— los que señalan que la sociedad está dividida por la mitad y que en esas condiciones es imposible hacer algo. Los independentistas, que afirman la existencia de lo inexistente, en cambio niegan la existencia de España, el obstáculo para construir la utopía que una al rico burgués catalán con el "musulmán y el chino catalanes", como dijo en su discurso Ana Gabriel, la señora de la CUP ahora por tierras lejanas. Los antisistemas metidos en la piel de la más añeja, la más caduca de las visiones políticas decimonónicas, el nacionalismo romántico, de la sangre y la tierra, el más tonto de todos los mitos, el más falso y manipulador.
Los que pidieron que se levantaran los hijos de los guardias civiles, sabían lo que hacía. Era la forma de marcarlos, de arrinconarlos. Así se le evitaba la tentación de hablar con ellos. Así se metía el miedo en las familias, el temor a que les pudiera ocurrir algo en el futuro. Sabemos quiénes sois, quién es tu familia. Orwell y la mafia.
Las herramientas del nacionalismo (de cualquier tamaño) siempre han sido las mismas: literatos y filólogos, historiadores y pedagogos. Son los fabricantes de identidades. La interacción entre estas tres áreas es peligrosa cuando se pone al servicio de la manipulación de las personas y se las enseña a odiar.
El cinco de octubre pasado, El País daba cuenta de la concentración de alumnos a las puertas de un instituto en defensa de sus compañeros marcados por los profesores:

Unos 200 alumnos del Instituto de Educación Secundaria (IES) El Palau, de Sant Andreu de la Barca (Barcelona), se han concentrado la mañana de este jueves a las puertas del centro para pedir respeto hacia sus compañeros hijos de guardias civiles, que en los últimos días han expresado su malestar por el trato recibido por parte de algunos profesores. El IES El Palau es el centro en el que el pasado lunes, durante la primera clase, dos profesores reprocharon a hijos de agentes del instituto armado los incidentes ocurridos el domingo.
La concentración ha comenzado a las ocho a las puertas del instituto, situado muy cerca del cuartel de la Guardia Civil, y los participantes se han mantenido en la puerta, sin entrar a clase. En las paredes del centro educativo se pueden ver pintadas en defensa de la Guardia Civil y proclamas como 'Stop adoctrinamiento'.***


Ahora Europa, que ponderó el modelo español, quiere ver qué pasa en las aulas catalanas. Tendrá que mirar más allá de las aulas para entenderlo. La señora Directora de Servicios Territoriales que se queja de que no se siguen los cauces escolares  debería transmitir esa pauta a sus jefes y autoridades. La cuestión ya no está en la protección de las lenguas débiles dentro de un estado, sino la secesión de ese estado después de haberse convertido en dominante y obstaculizado la propia lengua oficial del conjunto.
La cuestión lingüística ha quedado desbordada y es ahora a la instituciones educativas catalanas a las que hay que llevar para que los derechos de los castellano hablantes sean reconocidos. Eso es señal de que la democracia funcionó bien, por un lado, pero que por otro se pecó de inocencia pensando que varias décadas de cuidadoso diseño de una hoja de ruta iba a quedar en cuestión de palabras. Lo ocurrido en las aulas, marcando a los chicos y chicas, es muy grave y muestra un claro talante autoritario. No hay ya romanticismo; solo los "dos minutos de odio" orwellianos. Han conseguido dividir radicalmente a la sociedad. Los padres han ido a denunciar ante las instituciones que consideran que garantizan sus derechos, no ante los que no les ofrecen las más mínimas garantías por sus actuaciones anteriores.




* "La Generalitat alentó protestas de alumnos tras el referéndum ilegal" El País 4/05/2018 https://elpais.com/ccaa/2018/05/04/catalunya/1525457637_679906.html
** "El Consejo de Europa destaca el “modelo” español de protección de lenguas como el catalán" El País 23/01/2018 https://politica.elpais.com/politica/2018/01/23/actualidad/1516728923_009588.html
*** "200 alumnos de un instituto piden respeto para los hijos de guardias civiles" El País 5/10/2017 https://elpais.com/ccaa/2017/10/05/catalunya/1507202302_358755.html

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