sábado, 28 de abril de 2018

Más juicio


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Lo decíamos ayer: la segunda víctima son las instituciones. Hay que ser cuidadoso y medir las palabras, pero como decía el poeta Yeats, no se puede separar el bailarín de la danza. Pero es esencial separar el respeto a las instituciones con las críticas a una sentencia que no ha dejado a nadie satisfecho.
La demagogia viene cuando son los políticos, con los que tampoco estamos muy contentos de forma general, los que quieren ponerse al frente de la pancarta reivindicativa. Su función no es esa. Ellos son los máximos responsables de la erosión institucional, como acabamos de ver en un caso reciente.
Podemos tirar los dardos contra la sentencia, los jueces o la justicia. La sentencia es criticable, los jueces forman parte de un sistema en el que se puede apelar, y la Justicia un bien que todos debemos proteger. Lo decíamos: una cosa es criticar una sentencia y otra arremeter contra la Justicia; una cosa es repudiar lo hecho por Cifuentes y las personas que le regalaron un título y otra cargarse el sistema educativo, negando todo lo que hay en él. Hemos visto ambas cosas. Es muy español aprovechar las heridas para hacer maximalismo.
Señalan en el diario El Mundo:

La comunidad judicial recibió ayer alarmada la «virulenta» respuesta social a la sentencia de La Manada. Portavoces de las asociaciones, magistrados y miembros del Consejo General del Poder Judicial consideraron «preocupantes» y «excesivas» las críticas lanzadas contra los tres miembros de la Audiencia de Navarra que juzgaron el caso.
La indignación con la decisión de considerar lo sucedido como abusos sexuales y no como agresión (violación) se reflejó en nuevas manifestaciones en muchas ciudades, con lemas como No es abuso, es violación y Estos jueces no nos representan. También en las redes sociales. Como ejemplo, en la plataforma Change.org la solicitud de inhabilitar a los magistrados rebasó el millón de adhesiones.
El alud de críticas desembocó a que a media tarde el presidente del CGPJ, Carlos Lesmes, emitiera un comunicado defendiendo al tribunal y centrando los reproches en los dirigentes políticos, a los que reprochó que pongan en riesgo la confianza en el poder judicial.
«Todas las decisiones judiciales están sin duda sometidas a la crítica pública y [...] debe respetarse el derecho a la libertad de expresión», afirma la nota. «Ahora bien, cuando las críticas consisten en descalificaciones emanadas de personas que ostentan responsabilidades públicas, se compromete gravemente la confianza que nuestro sistema de justicia merece de los ciudadanos».*


Hay muchas formas de demostrar desacuerdo con una sentencia que va más allá del caso concreto. Yo lo hice ayer de la forma que considero más adecuada, escribiendo. Otros lo habrán hecho de otra manera. Pero advertía que hay que tener cuidado al intentar cazar al ratón con no destruir la casa.
Van a ser los jueces los que —así terminaba ayer— los que nos dejen la Esperanza de poder confiar en el sistema de la Justicia, cuyo problema proviene de una serie de conceptos que queda lo suficientemente difusos como para que se pueda producir una discrepancia tan amplia. Uno de los contertulios televisivos de la mañana de RTVE señalaba, con razón, que lo que más le había preocupado era la propia divergencia entre los expertos en derecho en la interpretación de un concepto para encuadrar un hecho, es decir, la "intimidación".
Cualquiera que trate con el lenguaje sabe que esto ocurre, que si bien muchos hechos son encuadrables fácilmente otros no lo son tanto. El escándalo y la indignación populares se han producido por la poca duda que le merece a la sociedad el hecho de la intimidación, que hubiera considerado el hecho como "violación" y no como "abuso sexual". Como señalaron los propios abogados de la víctima, no era una cuestión tanto de que creyeran o no en lo que contó, sino en si se había producido intimidación o no.
La preocupación de los jueces es justa. Es respuesta a otra preocupación justa. Cuando se ve un desacuerdo de tal categoría entre unas instituciones y la sociedad es preocupante y se debe tratar de ver dónde está el problema.
Unos quieren verlo en la mentalidad de unos jueces que consideran "retrógrados"; otros van contra el sistema judicial al que consideran parte del "patriarcado"; otros, en tercer lugar, va a por la indefinición de la ley en ciertos supuestos. Otros una mala sentencia.
La cuestión es que llueve sobre mojado. La sentencia se produce en mitad de una imparable ola de reivindicaciones sobre los abusos sexuales, violaciones, etc. producidos en los Estados Unidos primero y el resto del mundo después. Cada caso es un caso distinto, pero la indignación y la rabia se acumulan en las mismas cabezas y se traslada la sensación de complicidad, de silencio encubridor de las empresas o instituciones. Esto vale para Hollywood o para la Academia sueca. Todo esto forma un intenso rechazo que aflora en cada una de las situaciones que vamos viviendo en la sociedad. La indignación crece y se acumula.


El diario ABC** ofrece un repaso de las reacciones internacionales, que van del error de The Guardian, que habla de "absolución" a la información detallada de la BBC, pasando por medios franceses, alemanes, etc. Asociaciones de mujeres del mundo también critican la sentencia y a personalidades con visibilidad mediática como las actrices Jessica Chastain o Rose McCoogan (firmes activistas del #metoo) les resulta increíble que no se considere una "violación" que cinco varones arrinconen a una chica de 18 años ebria en un portal, la violen en grupo mientras lo filman para presumir de ello.
Sí, es difícil, muy difícil entender esta sentencia. La esperanza es que esto se enmiende en las apelaciones porque si se queda así, vamos a tener varios problemas sociales amplios y duraderos. No solo es una agresión sexual machista contra una mujer, sino la percepción de que la justicia es insensible a esta cuestión social.
Los jueces dirán que juzgan con las herramientas que la sociedad les da. Pero la sociedad les está diciendo que no están de acuerdo con ello. También a los legisladores,  los políticos, a quienes les toca retocar las leyes para que se ajusten a la percepción social de lo justo.


El artículo de El Mundo recoge las respuestas desde la judicatura a lo ocurrido en el juicio, en las calles y en otras instituciones:

El comunicado de [Carlos] Lesmes resalta el «minucioso» trabajo del tribunal, recuerda que las discrepancias se pueden resolver mediante recursos y, finalmente, afirma que los jueces son lo que las protestas niegan que sean: «El más importante baluarte para la protección y defensa de todas las víctimas».
Antes de que se pronunciara el presidente del CGPJ, responsables de las asociaciones judiciales habían reaccionado al contenido de la sentencia y a las críticas al tribunal. El portavoz de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), Celso Rodríguez, lamentó los ataques «tan inmediatos», sin haber leído una sentencia «que no es un churro, que no son tres ideas al azar, sino que está bien construida, aunque se pueda discrepar sobre lo que dice de la intimidación».
«La calle ha reaccionado con una dimensión pocas veces conocida. Es la reacción más virulenta e impulsiva contra una sentencia que recuerdo», afirmó.
El portavoz de la asociación judicial mayoritaria -que es magistrado de la Audiencia de Madrid y juzga con frecuencia ataques a la libertad sexual- quiso resaltar que el tribunal sí creyó a la víctima. «En las manifestaciones hay carteles de Yo sí te creo. La Audiencia también le ha creído y lo ha expuesto en la sentencia. El debate no puede ser ese».
Celso Rodríguez también lamentó que dirigentes como los ministros de Justicia, Rafael Catalá, y de Defensa, María Dolores de Cospedal, plantearan la reforma de la ley. «No tendríamos que cambiar el Código Penal por las manifestaciones. Eso no es una política coherente», dijo, poco antes de que fuera el propio portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, el que se sumara a esa opción.
Desde la asociación Francisco de Vitoria, su portavoz, Raimundo Prado, criticó una reacción de «desproporcionada» que refleja «una falta de educación general y cultura democrática que recuerda a la ley de linchamientos del Oeste».
Desde la progresista Jueces para la Democracia (JpD), su portavoz, Ignacio González Vega, declaró a Efe que «es legítimo que la sociedad se indigne» pero que «la crítica pública debe estar fundamentada con un cierto rigor» y no basada en «falacias o falsedades».
Por último, el Foro Judicial Independiente, resaltó que la sentencia estaba «trabajada», y redirigió parte de la crítica a una legislación «mal redactada».
Tres de las asociaciones -se quedó fuera JpD- emitieron más tarde un comunicado contra las «descalificaciones que, excediéndose del ámbito de la libertad de opinión, suponen un ataque desmedido frente a quienes han resuelto en conciencia». Aunque el comunicado critica que no hubiera una reacción más rotunda del Consejo, coincide con el de Lesmes en apuntar especialmente hacia «quienes tienen una posición de responsabilidad frente a la sociedad, especialmente desde un cargo público».*

Como puede apreciarse, en las repuestas críticas de los jueces hay varios factores. Hay un factor importante: los jueces están para defendernos incluso de los propios jueces, pues para eso está el sistema de recursos. No son enemigos, viene a decir, por más que no nos gusten las sentencias.
En segundo lugar, se puede discrepar sobre la interpretación de lo que significa "intimidación", lo que también nos lleva a las apelaciones y a las divergencias entre los jueces, como la propia sentencia pone de manifiesto.
En tercer lugar, no dejarse manipular o incurrir en errores distorsionantes. Ayer citábamos al propio abogado de la víctima diciendo que "el tribunal sí la creyó", en contestación a una pregunta en televisión. Hay que tener cuidado con las ideas previas. Las pancartas con el "Yo sí te creo" nacieron para otras situaciones, aquellas en las que se pone en duda la palabra de alguien. No es el caso. Si alguien las tiene en casa de antes, estupendo, pero no son apropiadas. Aquí el centro del problema sigue siendo el concepto de "intimidación", demasiado ambiguo y por ello interpretable. Si no se está de acuerdo en cómo se ha interpretado, entonces recurso. Es lo que ha hecho el fiscal del caso.
Las críticas a la "falta de educación" quizás estén fuera de lugar, pues no es la función de las personas ser expertas en derecho. Los que se han manifestado lo han hecho en su mayoría con un sentido de la injusticia que los magistrados deberían también valorar. La indiferencia absoluta ante lo que se considera un error judicial debe tomarse también como una señal social de preocupación por ciertos temas.



Ha habido muchas veces manifestaciones, pero —como señalaba uno de los citados— nunca se había visto algo así. Si los ciudadanos deben tener una mejor educación sobre el mundo jurídico, siempre será loable poder contar con el Poder Judicial para que nos enseñe. La indignación tiene motivos. Otra cosa es que haya errores también en las reacciones en cuanto al mecanismo o funcionamiento. Si los jueces se pueden equivocar, la calle también. Es tarea de los medios ayudar haciendo la menor demagogia posible y difundiendo las voces de especialistas en el campo para que la opinión pública esté mejor informada.
Creo que, por encima de otras consideraciones, se ha hecho bien en mandar un mensaje de respuesta a la sentencia, que es también un mensaje en sí misma. La participación ha sido importante por más que muchos hayan estado mal informados de lo ocurrido. Esa es parte de la queja de los jueces, pero deben valorar la enorme sensibilidad social en estos temas.
Las acusaciones entre unos (mal interpretada) y otros (mal redactada) solo hacen ver que es necesario trabajar mucho en este sentido. Los delitos que tienen que ver con las agresiones sexuales están muchas veces llenos de matices complejos que una legislación ambigua o demasiado interpretable complica.
Lo lamentable es que los debates no se centren en estos aspectos esenciales para la vida social y se centren en cuestiones muchas veces absurdas para disfrute de los políticos. En las cuestiones sobre la violencia sexual los mensajes tienen que ser nítidos y debatidos por los legisladores y la judicatura. Decir ahora que "está mal redactada la ley" es tarde; se debe hacer antes. No solo hace falta justicia, sino buenas leyes. La una necesita de las otras para poder funcionar.
El juicio de "la manada" puede servir para mejorar la justicia y, sobre todo, ofrecer la reparación moral a quien se ha visto atacada, llevada a un juicio y finalmente defraudada porque lo que le quitan de "intimidación" a unos se le pone a ella. Todos queremos una justicia mejor, con leyes que representen el sentir de la ciudadanía y sentencias con las que podamos identificarnos. Para ello el sistema debe funcionar.


España ha salido a la calle y ha mostrado su enorme sensibilidad contra la violencia de género, algo por lo que se lleva luchando décadas para salir del machismo tradicional. El compromiso social e institucional está probado sobradamente. No dejamos de ver manifestaciones en puertas de instituciones como repulsa ante este tipo de actos o de asesinatos machistas Por ello hay que tener cuidado con los casos que actúan como jarros de agua fría. Hay que seguir avanzando con paso firme.
Debemos reflexionar, como sociedad, sobre por qué estos depredadores sexuales tienen un concepto de "diversión" en el que acorralan jóvenes y las violan en grupo, lo graban y se sube a las redes sociales. La pregunta se vuelve hacia la sociedad que produce este tipo de individuos capaces de encontrar "placer", "diversión" y "orgullo" con estas prácticas. Quizá estamos mandando mensajes contradictorios sobre los valores. y sobre lo importante. 
Yo, como muchos, quiero sentirme orgulloso de tener una justicia con cuyas sentencias pueda identificarme. Se dice que siempre se aplican las leyes, en la duda, a favor de los acusados. La cuestión está en que los únicos que han tenido dudas sobre la "violación" han sido los que han redactado la sentencia y, más lejos, el magistrado del voto particular.
El proceso sigue y esperemos que hacia la luz. Lo necesitamos todos. Más juicio.


* "Alarma entre los jueces ante la "excesiva" reacción por la sentencia de La Manada" El Mundo  28/04/2018 http://www.elmundo.es/espana/2018/04/28/5ae37750268e3e94468b45b7.html
** "La prensa internacional también se hace eco de la sentencia a «La Manada»" ABC 27/04/2018  http://www.abc.es/sociedad/abci-prensa-internacional-tambien-hace-sentencia-manada-201804272134_noticia.html

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