domingo, 29 de abril de 2018

Las mentiras estratégicas


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cada día es más difícil "saber", obtener un conocimiento cierto sobre algo. Hay tantas mentiras que apartar en cada caso que nos hemos hecho adictos a lo atractivo, a lo intenso, a lo emocional, más que a lo verosímil, a lo cierto. Solo así se puede explicar la facilidad de los rumores infundados, de las mentiras hechas a medida, de la construcción medida de lo falso. ¡Es tan barata la mentira, el primer arma!
La mentira se ha convertido en un recurso de bajo coste que mantiene la intensidad receptiva, una "irritación" constante que crea adicción. De las mentiras infantiles a las del presidente de los Estados Unidos, el más mentiroso de su historia, según el marcaje realizado por instituciones dedicadas a contarlas cada día. De la mentira estratégica a la venganza personal; de la mentira política a la comercial. Nuestros viejos filósofos se retuercen en la tumba arrepintiéndose de habernos definido como racionales y aspirantes a la verdad, palabra demodé para ingenuos, idealistas o perdedores.
¡Verdades las justas y en su campo!, parecen decir algunos. Desde que la Ciencia se hizo complicada y dejó de ser evidente —el Big Bang, el ADN, la Física cuántica...— la mentira se ha hecho verosímil y asequible, lo que explica su éxito. Hay que ser experto o requiere mucho esfuerzo comprender el conocimiento que la Ciencia nos aporta.
El País publica hoy un artículo titulado "“Tramas secretas” de la UE y otras 678 mentiras que alimentaron el Brexit". Nos señala:

Que la Unión Europea obliga a pintar las ambulancias de amarillo “en contra de las tradiciones británicas”, que prohíbe “juguetes infantiles ruidosos”, que silenciará “las gaitas escocesas” o hasta que borrará a “Gran Bretaña del mapa”. Estos son solo algunos de los bulos que ha desmentido Euromitos, el blog que desde 1992 publica la oficina de representación de la Comisión Europea en Reino Unido para contrarrestar informaciones que fomentan la eurofobia difundidas en ciertos medios de comunicación británicos. Algunas son disparatadas, como la supuesta prohibición de Bruselas de comer los pasteles presentados en concursos de repostería. Otras desinforman sobre cuestiones más serias, como el pago de impuestos. Pero todas ellas tienen algo en común: si hay algún mal, la culpa es siempre de la Unión Europea.*


Los británicos votaron un cambio de rumbo en su historia rodeados de mentiras y cánticos patrióticos. Hoy se debaten entre la rabia callada y la queja apesadumbrada. "Brexit es Brexit" parece ser la única conclusión a la que llegaron, una tautología que evitaba explicaciones a lo ya complicado.
La mentira no es un invento nuevo, desde luego. La novedad está en la gran cantidad de medios para propagarla, su institucionalización, la enorme cantidad de recursos que se le dedican sin pudor y el atractivo laboral que tiene para muchos en distintos campos.
La época que estamos viviendo creo que no tiene precedentes. Ha habido épocas oscuras, de ignorancia, pero no se puede encontrar una época con tan enormes avances científicos y tecnológicos, tantas herramientas a nuestra disposición para el conocimiento, y un desprecio mayor por las verdades y los hechos.
Al construir una sociedad de la información, no nos hemos preocupado de los efectos de la mentira circulando por sus entramados de forma constante. La historia de la humanidad es la de el progreso de nuestras formas de comunicación, de las formas almacenar y transmitir nuestra palabra. Las artes de la memoria, la escritura, la imprenta, los medios eléctricos y ahora los digitales nos han permitido guardar información creando una memoria colectiva, interconectada, y poder construir sobre ella nuestro conocimiento del mundo.


La socialización de los medios, reservados tradicionalmente a las elites, nos ha traído una enorme batalla por la "influencia", una forma de "poder" de un orden distinto al de la fuerza. Tradicionalmente, la ignorancia ha sido la mejor arma para tener controlados a los pueblos. Ya no funciona así. La manipulación por la desinformación es mucho más eficaz en un mundo semi-ilustrado. Hemos pasado del adoctrinamiento para blindar la ignorancia a la sutileza de las mentiras que hacemos propias a través de la manipulación. Eso ha provocado un aumento del fanatismo. Es la base sobre la que trabajan los populismos, que vuelven a los viejos mitos emocionales de la sangre y la raza.
La tendencia a romper el universo global de la información para protegerse de la información exterior y promover la propia es ya un hecho en diversos países que reivindican el monopolio de la información en el espacio propio y crean plataformas (legales o escondidas) para exportar desinformación o mentiras funcionales que modifiquen la situación de los países y los desestabilicen.
Las mentiras del Brexit son un pequeño (aunque trascendental) ejemplo. Las mentiras estratégicas se esconden entre miles de ellas, muchas zafias o absurdas. Son una forma de camuflaje que intenta modificar nuestros filtros, ir modulando la credulidad que lleva a la aceptación de otras más sutiles. La mentira nueva se afianza con nuestras formas de procesamiento de la información, introduciéndonos en escenarios de lo posible modificados. Aceptamos poco a poco mentiras que van encajando dentro del contexto receptivo en el que hemos pasado a vivir. Nos bombardean para que aceptemos la verdad de lo dicho y para transformarnos en agentes de difusión. Pasamos a formar parte de una cadena de rumores; nos convierten en difusores aprovechando nuestros propios lazos.


Los ocurrido con Cambridge Analytica y Facebook no es más que la punta de iceberg. Las guerras son ya guerras con desinformación intensiva (Siria y las armas químicas que nadie utiliza); las paces, también. Es la respuesta al predominio tecnológico occidental y al encogimiento del mundo fruto de la globalización. Los que pensaron que el control de las redes y medios garantizaba el control global de los contenidos se encuentran con que las redes que han creado se han convertido en fuentes de desinformación y trabajan contra ellos. La lección norteamericana: la mayor democracia del mundo presidida por un mentiroso aupado al poder por su enemigo tradicional usando sus propias armas tecnológicas.
Nota: los sellos iniciales de la República Centroafricana son falsos.


* "“Tramas secretas” de la UE y otras 678 mentiras que alimentaron el Brexit" El País 29/04/2018 https://elpais.com/elpais/2018/04/28/hechos/1524940594_944017.html




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