domingo, 15 de abril de 2018

La misión confusa


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Por mucha lógica que pueden aparentar tener las guerras, acaban siendo una maraña de razones que se anulan unas a otras. Solo es real el dolor. La lectura de prensa en ambos "lados" es sorprendente por lo opuesto de las posiciones y por los despropósitos que representan a través de elecciones binarias que se van alejando del centro real. En realidad no se ha producido un avance con el ataque, sino un retroceso, es decir, a la invocación de momentos negativos anteriores. Basta con ver las diferentes interpretaciones del bombardeo y sus consecuencias desde los prejuicios establecidos, que actúan provocando una auténtica ceguera. 
Como guerra civil, la de Siria solo tiene la opción de un ganador, un líder poderoso. Su poder se manifiesta precisamente porque ha podido exterminar al rival, lo que le ganará el respeto o el miedo. Siria no sale de una democracia, sino como Libia, Egipto o Yemen, lo hace de unas dictaduras acostumbradas a hacer desaparecer a sus rivales, exterminándolos. Han podido tolerarlos por momentos, pero siempre y cuando caminaran por el sendero marcado y sin dejarles crecer demasiado. Por eso han resultado estados autoritarios y falsas democracias.
Tras siete años de la "Primavera árabe", es una constatación que es más importante el poder que la democracia. El poder asegura el statu quo, mientras que la democracia puede hacer perderlo. No se lucha por las libertades, sino por conseguir el poder. El "ideal" es un gobierno fuerte que reparta privilegios entre los que le sirven. Bajo ese manto tratan de acogerse aquellos que se encargan de perpetuar su propio estado personal y el del poder general. El pueblo llano solo quiere tranquilidad y poder desarrollar su vida en mitad del caos y la indiferencia. Se ha pasado de combatir al "club de los dictadores" al aplauso a los que les han sustituido o, como en el caso de Siria, a los que han resistido con el apoyo exterior.


A los que querían más libertades, modernidad y democracia, simplemente los han barrido, como ha ocurrido en Egipto, dejando la cuestión democrática en una farsa electoral, un gobierno bajo estado de excepción y la conversión en traidores de todos aquellos que discrepan.
Las reacciones ante los ataques sobre objetivos estratégicos de Estados Unidos, Reino Unido y Francia son muy diferentes en cada lado. En Estados Unidos, el electorado de Trump se ha sorprendido al ver a su presidente ordenando un ataque después de decir días atrás que Estados Unidos saldría fuera de Siria.
Lo más sorprendente de la ceguera es que quienes no dan ninguna importancia a las bajas por armas químicas son los países que deberían estar más preocupados. Sin embargo, esa "línea roja" solo parece preocupar a los países occidentales, cuyas opiniones públicas se horrorizan ante lo que ven, pero cuyas reacciones son contra la propia intervención en muchas ocasiones. 


El antiamericanismo no ha surgido con Trump, pero sí está ayudando a darle nuevos bríos. Nada más significativo que la respuesta egipcia. Trump es el "amigo" del presidente al-Sisi. Egipto presumió de ser el primer país en felicitar a Trump y alegrarse de la derrota de Hillary Clinton, la continuadora del odiado Obama, que fue el que apostó por las democracias árabes, y al que por allí consideran creador del Estado Islámico. Es el caos absoluto.
Las reacciones a la intervención no se ven como un intento de frenar el uso de armas químicas contra los sirios. Es preferible aceptar la versión del montaje y de la intervención imperialista. Unos días importan las vidas de los sirios más y otros importan menos, en función de quién sea el que les ataca. Eso en una guerra en la que participan dos países no árabes, Rusia e Irán.
Como veíamos el otro día, como parece imposible probar nada, si se niega todo, funciona. La guerra siria está llena de calamares arrojando su tinta en cada acción. Ya no hay interlocutores capaces de orientar sin manipular a la opinión pública mundial.
Con el titular "Egypt MPs denounce 'Western tripartite aggression' against Syria", el parlamento egipcio, con un ejército financiado por los Estados Unidos, firmante de los acuerdo de Camp David, y amigo de Donald Trump, escenifica su rechazo a la intervención de la siguiente manera:

Egypt's MPs issued statements Saturday condemning what they called "the West's tripartite aggression against Syria," urging the Arab summit in Saudi Arabia to take a united stand.
Parliamentary spokesman Salah Hassaballah said the American-led attack against Syria comes to serve Israel.
"It is in the Israeli interest that Syria remains divided and plagued by armed struggle," Hassaballah said, adding that "America's attack comes without first investigating in a transparent way whether Syria's Bashar Al-Assad has used chemical weapons."
"We all remember how the Americans used fabricated and bogus evidence on Iraq's possession of nuclear weapons to attack it in April 2003," he said, adding that "The same scenario is being used to destroy another Arab country."
The United States, Britain and France carried out a wave of punitive strikes against Bashar al-Assad's Syrian regime on Saturday in response to alleged chemical weapons attacks that President Donald Trump branded the "crimes of a monster."
Tarek Radwan, head of the Egyptian parliament's foreign relations committee, said Trump's aggressive policies come after Syria was able to stem the tide of terrorist organisations on its territories.
"Their attacks today come to help terrorist organisations spread chaos in the Arab world, help Israel and settle old accounts with Russia at the expense of the Syrian people,"  Radwan said.
Alaa Abed, head of the parliament's human rights committee, said in a statement that the Arab summit scheduled to be held in Saudi Arabia Sunday should take a united stand against "America's aggression against an Arab country".
Abed said the attack on Syria comes to serve the interests not only of Israel, but all terrorist organisations that aim to disrupt the Arab world.
"I think it is now high time that Egypt's proposal, that a joint Arab armed force be formed to defend the Arab world against foreign aggression, be discussed," he said.
Mostafa Bakri, an independent MP, said America's bullying and aggressive practices in the Arab world represent a violation of international laws and legitimacy.*


Como puede apreciarse, la figura de Bachar Al-Asad ya no es la del monstruoso dictador, sino la del heroico salvador de la patria, aquel que trata que la perversas fuerzas occidentales no destruyan su país dividiéndolo. Hasta hace poco era un criminal que debería responder en los tribunales internacionales por sus actos contra el pueblo sirio. Hoy ya no toca.
Está claro que nadie va a sacar a Al-Asad del poder, que es de lo que se trata. No habrá ninguna conversación si se pone eso sobre la mesa. Por eso se hace necesaria la expulsión o el exterminio de todos aquellos que puedan perturbar el futuro del régimen.
Las declaraciones de los diputados egipcios son un brindis al sol, claro. Su dependencia de Estados Unidos es grande y ellos no renuncian a nada, especialmente si se financia al Ejército, centro y motor del país. Su "antiamericanismo" es precisamente lo que la gente quiere escuchar, una peligrosa argucia que puede salirle mal en cualquier momento. No es fácil estar jugando siempre a recibir dinero de Estados Unidos, ayudas de Europa y después jugar al antioccidentalismo. No hablamos ya de la doble cara en la cuestión israelí. Mientras se trabaja conjuntamente con Tel Aviv, los políticos siguen aparentando que Israel es el enemigo, evitando así convertirse ellos mismos en "aliados sionistas" ante sus propios agitadores, tanto la izquierda nasserista como los islamistas.


Podrían parecer sorprendentes las palabras del presidente del parlamento egipcio, Alaa Abed, llamando a la creación de un "ejército árabe" para defenderse de las agresiones "extranjeras". No lo son tanto si se entienden dentro de la esquizofrenia existente en Oriente Medio, en su contradicción permanente, donde nunca se piensa en ninguna solución que se pueda construir sobre el diálogo, sino sobre el poder.
Los restos del conflicto sirio se sumarán a los restos de Egipto,  a los de Libia, a los de Yemen, creando un fondo conflictivo que seguirá produciendo un espacio de represión como única salida a la irresolución de sus propios conflictos históricos. Por muchas intervenciones extranjeras en la zona, el conflicto de muchos países es el resultado del choque entre dos mentalidades en el mundo árabe ambas manipulando a sus propios pueblos para acceder al poder. No hay salida entre el autoritarismo de unos y otros y la debilidad de los demócratas que no tienen más remedio que salir de allí ante el ataque de ambos contendientes.


The New York Times, por su parte, titula irónicamente "‘Mission Accomplished!’ But What Is the Mission in Syria?", dejando clara la confusión creada por la iniciativa de un Trump que quería sacar a Estados Unidos de Siria hace unos días.

WASHINGTON — On the morning after, President Trump declared success. The surgical strike against chemical weapons facilities in Syria had been executed perfectly, he said on Saturday. “Mission Accomplished!” he wrote on Twitter.
That’s a phrase presidents and politicians have studiously avoided since President George W. Bush’s ill-fated aircraft carrier visit prematurely declaring success in the Iraq war. But aside from the curious choice of words, it raised the essential question regarding Syria going beyond the one-time strike: What exactly is the mission?
For most of Mr. Trump’s presidency, it has been to defeat the Islamic State and then get out. But what Mr. Trump outlined in his televised speech to the nation on Friday night was something more complicated. He promised a sustained campaign to stop Syria’s government from again using chemical weapons on its own people, while also emphasizing the limits of America’s ability or willingness to do more to stop the broader bloodletting that has devastated that country for seven years.
Mr. Trump finds himself in a position not all that different from that of his predecessor, President Barack Obama, and with no easier answers. The strike brought home Mr. Trump’s competing impulses when it comes to Syria — on the one hand, his manful chest-thumping intended to demonstrate that he is the toughest one on the international block, and on the other, his deep conviction that American involvement in the Middle East since the attacks of Sept. 11, 2001, has been a waste of blood and treasure.**


Las contradicciones de Trump son grandes, pero sus errores son los que cuentan. Y no son pocos. No hace mucho se paseaba triunfante por Oriente Medio y juntaba sus manos con las autoridades de Arabia Saudí y Egipto, Desde entonces todo ha empeorado. Nadie sabe ya a estas alturas cuáles son las acciones más adecuadas sobre Oriente Medio. Se haga lo que se haga, todo parece ser contraproducente. 
Castigar a Bachar Al-Asad por masacrar a su pueblo se vuelve contra quien lo haga, cuyo argumentos serán negados en esta guerra de negaciones , desmentidos y fake news. Al-Asad ya ha utilizado anteriormente arnas químicas y también las prohibidas bobas de racimo, con enormes efectos sobre las poblaciones. Quien debería frenarlo, Rusia, no lo hace. Ya todo vale.
Los republicanos se ven entre sus promesas de apartarse incumplidas, el gusto de escuchar gritar "¡victoria!" a su presidente y el horror a seguir comprometidos en algo que ya no entienden. ¿Qué misión se ha cumplido realmente? Aparte de la mala elección de la expresión (todos han recordado la frase en la época de Bush), algo frecuente en Trump, los norteamericanos se preguntan qué han hecho realmente o para qué ha servido lo hecho.
La versión de oriente medio es que han atacado antes de que pudiera probarse que el régimen de Al-Asad fue el autor del ataque con armas químicas, aunque parezca tener todas las papeletas. Ha servido para alentar de nuevo el antiamericanismo y el antioccidentalismo en medio mundo árabe y volver a revivir la teoría de que los Estados Unidos ayudan a los terroristas. Han aprendido a meter en el saco del terrorismo a todos los que les llevan la contraria.
Occidente se encuentra siempre en la misma tesitura: si actúa es culpable y si no lo hace también. Nadie cuestiona, en cambio, la intervención rusa, que a todo el mundo le parece normal. Hoy es Rusia quien reparte los chicles y chocolatinas en la zona. Ellos nunca están en ningún sitio, solo pasan. Como en Ucrania, ellos no estaban allí, pese a las quejas de las madres de los soldados rusos muertos en suelo ucraniano, víctimas no declaradas de un ataque inexistente. Sus hijos había muerto en combate, pero ni eran soldados rusos ni Rusia intervenía. ¡Paradojas de las guerras!

2011


Cuando comenzó la primavera árabe en 2011, todo el mundo tenía claro que Bashar Al-Asad era un criminal que castigaba a su pueblo. Conforme aquello fue adquiriendo diversas dimensiones, Al-Asad se fue mutando en un defensor de las libertades frente al terrorismo del Estado Islámico y el mundo dejó de fijarse en los combatientes por un estado laico con libertades que se habían alzado contra la dictadura de los Asad. Pronto empezó a mezclarse todo allí: islamistas, kurdos, iraníes, yihadistas internacionales, turcos, rusos, norteamericanos, saudíes, franceses, británicos, etc. Algunos se han dado cuenta que ocurra lo que ocurra, quedará Bachar Al-Asad en pie, que Rusia no contempla otra opción. No ha invertido para que haya una salida negociada, le guste a Occidente o no el resultado. El problema no será Occidente, desde luego, sino cómo va a administrar Arabia Saudí y demás la presencia iraní y si esto es solo el comienzo.
Lo que Trump ha hecho no es mucho, un ataque quirúrgico, como decía The New York Times, pero ha dado alas al régimen, que ahora presentará —por si no pensaba hacerlo ya— la retirada de las tropas de Siria como una gran victoria. Dejará a los grupos anti Al-Asad no islamistas al aire y a Turquía las manos libres con los kurdos. Los yihadistas desaparecerán para reaparecer en cualquier otro sitio. Igual ocurrirá con los kurdos.
Si observamos las reacciones en ambas orillas del conflicto, vemos que solo ha aumentado la confusión, ingresando más conflictos latentes. Con un Trump imprevisible, de palabra y obra, no resulta fácil a los estrategas avanzar en el tiempo por el escenario que, pese a los siete años trascurridos, sigue siendo imprevisible. Los únicos destellos que salen ya son los de crueldad contra la población sitiada, cuyos acuerdos humanitarios no se cumplen, con niños y adultos gaseados. Cualquier intento de razonamiento con alguien que hace algo así es absurdo. Seguirá haciendo lo que quiera, como siempre ha hecho.
Siria es más que una guerra. Es el escenario donde se cerrará la posibilidad del establecimiento de democracias reales en el mundo árabe. Es la confirmación del modelo de "club de dictadores" que durante décadas se hizo con los países, creó su propio mundo de los negocios turbios, y enseñó que solo una mano fuerte puede mantener un orden sangriento en los países. Esa mano es y será besada una y otra vez. 
Nadie apuesta nada por Siria, un país en ruinas sobre el que desfilar victorioso.

 
2011
* "Egypt MPs denounce 'Western tripartite aggression' against Syria" Ahram Online 14/04/2018 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/297663/Egypt/Politics-/Egypt-MPs-denounce-Western-tripartite-aggression-a.aspx
** "‘Mission Accomplished!’ But What Is the Mission in Syria?" The Bew York Times 14/04/2018 https://www.nytimes.com/2018/04/14/us/politics/trump-syria-policy.html


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