jueves, 12 de abril de 2018

Estamos en ello


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
"Estamos en ello" fue la frase que más escuché en boca de Mark Zuckerberg a lo largo de interrogatorio al que fue sometido por senadores y congresistas norteamericanos. "Estar en ello" es una interesante y ambigua expresión metafórica que no precisa demasiado, apenas una consciencia del tema y estar pensando algo con qué arreglarlo. No anticipa mucho de las vías de solución elegidas y tampoco precisa cómo se enmarcará el problema.
Cuando, por ejemplo, nos dice que una de las soluciones es que los usuarios pueden acceder al fichero de información que se dispone sobre él, no se cuestiona la propia existencia del fichero, que es la fuente del problema. Sin almacenamiento organizado de datos el problema se reduce a nada. La cuestión es que la mercancía son los datos. Y los datos somos "nosotros": una versión digitalizada y procesable, dinámica y evaluable que conecta todas nuestras acciones en busca de patrones de comportamiento más o menos definidas que hacen nuestras reacciones más o menos predecibles.
Hay un párrafo relevante entre las distintas informaciones publicadas estos días de comparecencia por el diario El País:

El empresario se encontró con unos legisladores duros, republicanos y demócratas, que le cuestionaron por todo lo ocurrido, así como por la fiabilidad de sus explicaciones. La prensa americana ha recopilado estos días las múltiples disculpas que Zuckerberg ha expresado en 14 años de carrera, desde que inventó la red en Harvard. Una pregunta del republicano John Thune resumió bien la inquietud general en la Cámara: “Después de diez años diciendo que podían haberlo hecho mejor, ¿qué hay de diferente en la disculpa de hoy?”, inquirió. Zuckerberg insistió en el aprendizaje de los errores. “No espero que nada de lo que diga aquí cambie su visión”, dijo el empresario, pero “confío en que los cambios se vean y se valoren en adelante”.*


Creo que muestra bien el espíritu del "estamos en ello", una expresión medida que refleja el estado de disculpa permanente convertida en leit motiv de la vida tecnológica. Sí, "estamos en ello" es casi una definición heideggeriana del ser arrojado al mundo, de un Da-sein virtual, por si no tuviéramos ya bastantes problemas existenciales con el real.
Lo que se está cuestionando (o debería hacerse) es el modelo surgido a mediados de los 90 con la explosión social de las redes que dio lugar a la canalización posterior de las "buenas ideas" para establecer las verdes praderas virtuales sobre las que disfrutar de una segunda vida, de una vida paralela, hiperrelacionada, de interacción constante con los otros y de cuyo roce surgía no el cariño sino el beneficio de los que la posibilitaban.
El problema es de percepción: no vemos a estas empresas como lo que son, sino como servicios básicos que dan forma canalizando una manera de vivir. Es como si se hubieran abierto las puertas de un parque público en el que cada uno hubiera construido una pequeña cabaña para estar junto a los amigos, familiares, compañeros de trabajo, etc. Hasta allí hemos trasladado nuestra vida y recuerdos, depositado lo que pensamos. Siempre me ha llamado la atención estos mensajes directos de Facebook: "Joaquín, ¿en qué estás pensando?" o la afirmación "Joaquín, hace mucho tiempo que tus amigos no saben nada de ti". Podría haber contestado "estoy en ello", como Zuckerberg. Pero me mantengo distante porque sé que es una pregunta trampa y que cualquier respuesta, incluso las más ingeniosas serán anotadas concienzudamente.


A Mark Zuckerberg le han hecho muchas preguntas los legisladores norteamericanos. Se trata de una escenificación cuidadosa pero de eficacia relativa. Mientras no se ponga sobre la mesa el modelo y se discuta el atractivo de las redes y la seducción para que nos traslademos a vivir a los nuevos barrios virtuales, no servirá de mucho.
En los últimos años han salido películas en las que la gente vive segundas vidas en espacios no materiales, pero sí reales. El error es seguir pensando que lo virtual no es "real" cuando sí lo es, ya que forma parte de nuestra propia vida. No es solo una expansión de nuestra memoria, sino una ampliación de nuestras posibilidades vitales.
Los movimientos de desconexión provienen tanto por los que consideran trivial la vida en las redes como por aquellos que, por el contrario, consideran que se ha convertido en algo demasiado importante para nosotros.
La cuestión relevante es que cuanto más valiosas y decisivas sean en nuestras vidas, más vulnerables no harán dentro de las propias redes, por un lado, y en el exterior. Es decir, las redes serán los caballos de Troya de la intimidad. Todo aquel que quiere manipularnos dentro o fuera lo hará por el punto más débil, el más difícil de controlar. Y ese control, ya sea por una legislación interior o exterior, le corresponde al gigante tecnológico que acapare nuestros datos en cualquiera de sus cuevas: Facebook, Google, Twitter, Instagram, WhatsApp, etc. Todos ellos son hermosos envoltorios de un ansia de datos. Nos dan lo que queremos para quedarse con lo que necesitan para hacer sus negocios fuera.


En su enésima disculpa, Zuckerberg señaló: «“No hicimos lo suficiente”, para evitar un uso dañino de los datos, admitió Zuckerberg al inicio de su comparecencia, un mea culpa que extendió a “las noticias falsas, la interferencia extranjera en las elecciones y los discursos del odio”. “Fue mi error y lo siento”, insistió.»* Sí, pero son muchos errores y en cuestiones capitales. No son menudencias, sino cuestiones como la presidencia o la ruptura de Europa por el Brexit, la expansión de grupos ultra o del terrorismo internacional, etc.
"Estamos en ello" no deja de ser echar balones fuera y reconocer que las condiciones que ha creado han favorecido las actividades destructivas en esas sociedades en las que la red ha servido para elaborar estrategias de penetración. Pedir perdón está bien, pero es solo un momento de la cuestión. Lo que de verdad importa es que ocurrirá ahora. La prensa norteamericana considera que Zuckerberg se les ha escapado a los senadores y congresistas. No han sabido, dicen ir más allá de lo que Zuckerberg les ha querido enseñar.
La pregunta es si hay soluciones a un modelo que permita a los usuarios vivir en ellas y que sus huellas no puedan ser rastreadas primero, analizadas después y, finalmente, usadas para manipularlos en cualquier dirección.
"Estar en ello" no es bastante. 



* "Zuckerberg pide perdón en el Senado y advierte de la amenaza de Rusia" El País 11/04/2018 https://elpais.com/internacional/2018/04/10/actualidad/1523380980_341139.html

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