jueves, 1 de marzo de 2018

La guerra contra la BBC o Shoukry olvida

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los ataques contra la BBC siguen creciendo en cuanto a los responsables. Esta vez es Egypt Daily el que recoge las manifestaciones en su contra del ministro de Asuntos Exteriores, lo que implica directamente al gobierno egipcio directamente. Anteriormente ya se había movilizado a los responsables del aparato estatal informativo además de los columnistas pros régimen, que se han despachado contra la BBC. De todo ello hemos dado cuenta. Ahora se sube un peldaño más.
El caso no es trivial. Forma parte de una guerra que el régimen egipcio tiene con los medios de información exteriores para evitar que los propios egipcios tengan un balance diferente al que el régimen les ofrece. Y todo comenzó con la forma de definir la caída de Mohamed Morsi: "coup" o "no-coup". Mientras el universo hablaba de un "golpe de estado" militar, el régimen exigía que se considerara una rectificación positiva de la revolución atendiendo a las peticiones del pueblo, del que el Ejército no es más que un humilde servidor. La coletilla "primer presidente elegido democráticamente", que suele acompañar al nombre de Morsi, molestaba especialmente a las pretensiones gubernamentales, que tenía un guión escrito muy diferente.
El relato legitimador suponía una primera revolución, la del 25 de enero de 2011, que fue manipulada por los islamistas para hacerse con el poder y destruir el país. El pueblo se dio cuenta y reclamó al Ejército para que expulsara y persiguiera a los Hermanos autorizando expresamente al presidente al uso de la fuerza. Todo lo que se salga de este relato es considerado como una falsedad cuya finalidad es "separar al pueblo del Ejército" o "contribuir al terrorismo" para la destrucción del Estado.


La verdad es que los egipcios estaban hartos de los Hermanos en menos de un año y exigían la renuncia de Morsi y la convocatoria de elecciones. Las matanzas, en cambio, fueron una forma perversa de abrir una fisura en el país no solo con los islamistas sino con las fuerzas democráticas del país que habían respaldado inicialmente la salida de Morsi ante su incapacidad de asumir lo que estaba ocurriendo en el país. El ahora presidente manifestó que los militares no tenían interés en dirigir al país y que él mismo no tenía intención de postularse como presidente. Hoy se presenta a un segundo mandato y muchos temen que haya más tiempo por delante si modifica la constitución.
Todo esto está al alcance en cualquier hemeroteca. La manipulación de la historia ha sido constante para ajustar al discurso salvador oficial y hacer olvidar a los egipcios que fue la tiranía brutal, sustentada en respaldo del Ejército y manejada con mano de hierro por la Policía del régimen de treinta años de Hosni Mubarak (más la responsabilidad de los anteriores), la que les hizo levantarse en 2011. Pero los egipcios habían sido programados por décadas a considerar a los controladores como salvadores de una tendencia natural al caos. Los últimos años han servido, por ejemplo, para justificar la dictadura anterior responsabilizando a la revolución —es decir, a la petición de libertad y democracia— del caos y del deterioro económico.
El mundo había aplaudido y apoyado, mostrado su simpatía, a un pueblo que intentaba salir de décadas nefastas de abandono y represión. Cuando comenzaron las críticas, el enorme ego egipcio, bien cultivado por las autoridades, fue usado para criticar a los que criticaban lo que estaba ocurriendo.


Las versiones oficiales siguen dos líneas: la ignorancia y la conspiración. Por la primera se dice que no se entiende la situación egipcia; mediante la segunda se trata de unir a los egipcios alrededor del "estado" para evitar la destrucción que sus enemigos quieren.
Las famosas declaraciones del presidente al-Sisi pidiendo a los egipcios que "solo le escucharan a él" porque solo de su boca salía la verdad, se transformó pronto en un silenciamiento de los medios y de los profesionales que criticaban. Todo el aparato mediático del estado se ha puesto al servicio de la propaganda y a la denuncia de los medios extranjeros que se muestran críticos con la situación de Egipto y de las acciones del gobierno. Este aparato mediático se ha ampliado mediante el añadido de los medios que poseen los magnates que apoyan a al-Sisi y la compra de los medios hostiles, favor que le hacen al presidente y que este agradecerá de la forma que estime conveniente. El resto vive bajo amenaza de silencio. Los bloqueos a páginas digitales críticas superan los 400 y hay medios independientes que llevan meses intentando que alguien se haga responsable del bloqueo para poder recurrirlo. Aquí entra la dimensión kafkiana de Egipto que hace que el mundo se transforme en largos pasillos que recorrer para obtener una contestación.
Uno de ellos es precisamente Mada Masr, un medio crítico e independiente, bloqueado en Egipto sin más explicación. Publicado de forma editorial, el artículo "State Information Service slams BBC report on ‘repression in Egypt’", publicado el día 26, hace un repaso sumario al conflicto con la BBC e interpreta su estrategia- Se señala al principio del texto:

Egypt’s State Information Services (SIS) criticized the British Broadcasting Corporation (BBC) for publishing a report on the state of political and social rights in Egypt in a statement released on Saturday.
SIS’ criticism of the London-based media organization constitutes the most recent example in what has become the government authority’s routine practice of discrediting foreign media outlets’ Egypt coverage.*


Es la explicación que dábamos aquí hace unos días y la única posible cuando se tiene la perspectiva del tiempo. Desde que el presidente al-Sisi planteara —sin distinción entre nacionales y extranjeros— que los medios mienten y que la única verdad salía de su boca, la estrategia del descrédito sigue una trayectoria  muy similar a la observada por Donald Trump: el descrédito general de la prensa. Las recientes manifestaciones del presidente del parlamento egipcio señalando que la libertad de expresión (y la democracia) eran aprovechadas para expandir mentiras y atacar al estado dejan clara cuál es la actitud del régimen sobre la información.
En este ambiente, el artículo de Mada Masr es una auténtica valentía ya que desmonta los argumentos oficiales sobre la profesionalidad periodística y la ética de la BBC, contra la que se ha organizado un "boicot" institucional. Y se va un paso más allá: aunque el trabajo de la periodista Orla Guerin pueda contener errores por el propio clima en el que se ha elaborado, eso no anula la violencia del régimen.
El argumento del régimen en este sentido es siempre el mismo. Si hay una información errónea significa que todo es mentira. Las afirmaciones sobre existencia de la tortura, las desapariciones, etc. son independientes de lo que diga la BBC. Hay testimonios de instituciones independientes, de expertos de países amigos que han advertido sobre las prácticas del régimen.


La estrategia de negación es llevada por el régimen egipcio hasta los límites del absurdo, por lo que ha perdido su credibilidad. Desde la negación del universalmente reconocido atentado contra el avión ruso con turistas, hasta la desaparición del estudiante italiano Giulio Regeni. Son solo dos ejemplos, pero muestran una forma de negación y encubrimiento que conjugada con la propaganda sobre la perfección del régimen y sus logros han conseguido minar cualquier prestigio. Pocos gobiernos del mundo han logrado una credibilidad tan baja. Su empeño vanidoso en que tiene que ser aplaudido por el universo aumenta el problema, ya que consigue atraer la atención sobre lo negativo.
Tampoco ayudan mucho los informes negativos de Naciones Unidas sobre derechos humanos, de las asociaciones de juristas sobre su posición en los últimos lugares (el último de la zona) sobre el respeto de la ley, de las asociaciones de periodistas sobre las detenciones, cierres, etc. etc.
Mada Masr hace un recorrido por las afirmaciones contra la BBC. El final del texto son cuatro párrafos sobre el patrón de negación de la cobertura de los medios extranjeros:

A pattern of foreign media criticism
SIS, with which all foreign media professionals must register in order to operate in Egypt, closely follows all foreign media coverage of Egypt and has issued a number of statements in recent months criticizing media reports on the state of human rights in Egypt, often claiming that they are “not credible” and “biased.”
In January, the New York Times published a controversial report on a series of leaked recordings, which allegedly feature an Egyptian officer convincing prominent media personalities to express tacit acceptance of United States President Donald Trump’s decision to recognize Jerusalem as the capital of Israel in December of last year. In response, SIS issued a statement affirming that “Egypt’s stances on international issues are not inferred from the alleged leaks of an unknown person, but are expressed by the president of the state and the foreign minister and official statements and actions.”
SIS also condemned coverage of the Wahat Road attack in October 2017, taking particular issue with the discrepancy between the Interior Ministry’s death toll, and that which was reported by a number of foreign media organizations. SIS accused Reuters and the BBC of “inaccurate coverage” and demanded they retract their allegedly overstated casualty figures.
In another example of SIS’ denunciation of foreign press coverage on Egypt, a November 2017 press conference saw Rashwan accusing foreign news agencies of being “evasive” for not using the terms “terrorism” and “terrorists” in their coverage of armed militant attacks in the country. Rashwan’s comments followed an attack by dozens of armed militants on a mosque in the Rawda village of North Sinai, which claimed the lives of more than 300 people.*

Se podrían añadir múltiples ejemplos de esta especial actividad en contra de los medios extranjeros. Junto a la presión a los medios locales a través de la creación de consejos administrativos para controlarlos, se hace imprescindible el control de los medios exteriores. El ejemplo más evidente es la exigencia de cierre de Al-Jazeera tras el bloqueo a Qatar. Este era —como se señaló— el punto relevante del conflicto ya que introducía una narrativa muy diferente a la del gobierno egipcio. Ha habido casos en los que se ha criticado medios extranjeros, pero no recuerdo la exigencia de cierre de un medio informativo.


Hay una cierta ley no escrita que dice que cuanto mayor es la desconfianza hacia los medios nacionales, que se convierten en propagandísticos, más se recurre a los extranjeros. Eso preocupa al régimen que quiere seguir manteniendo un trato favorable aunque aumente el nivel de represión. Pero las condenas se suceden y no les gusta la información. 
El régimen egipcio no consigue nada. Las palabras del ministro de Asuntos Exteriores ante la ONU son una anécdota grandilocuente más que habrá hecho sonreír a más de un representante:

In his speech to the high-level segment of the 37th session of the United Nations (UN) Human Rights Council in Geneva, Egypt’s Foreign Minister Sameh Shoukry criticized what he called fabricated news circulated by media on the human rights situation in Egypt, referring to a report published on Friday by the BBC on enforced disappearances.
“Egypt is keen every year to inform the international Human Rights Council about its achievements in promoting democracy and the rule of law. In less than a month the presidential election will take place, becoming the fourth electoral event after the revolution of June 30,” Shoukry mentioned, emphasizing the integrity and transparency of elections in Egypt.
Shoukry regretted the performance of media that “lacks professionalism and circulates news based on fabricated sources like the BBC’s report which was published last week on Egypt.”**


Es el acto final con el que se intenta convencer a los egipcios de las conspiraciones internacionales en su contra y de la decidida valentía de sus representantes defendiéndoles de los ataques. No se trata de otra cosa.

La mención de las elecciones que Shoukry realiza olvida las condiciones en que son hechas para ser ganadas por el poder. Se le olvida decir cómo han acabado los que han intentado presentarse y el papel difamatorio que la prensa egipcia ha jugado para acabar con candidatos como El-Sadat o el papel de los jueces en casos como del de Khaled Ali. Olvida Shoukry los desprecios desde la presidencia misma a la política de derechos humanos diciendo que "no son para Egipto", idea repetida por el insigne jurista que preside el parlamento. Olvida Shoukry la persecución a los homosexuales, a los ateos, a escritores cuyas palabras alteraban el ritmo cardiaco de algunos piadosos lectores que les denunciaban y acaban condenados, olvida al torturado y asesinado Giulio Regeni, tirado en una cuneta; olvida a Shaimaa al-Sabbagh, muerta en plena calle por llevar flores a los caídos en 2011 frente a la gloriosa policía; olvida a los cientos de jóvenes activistas encarcelados, acusados de atentar contra el estado y difundir falsas noticias por protestar porque su presidente le regaló dos islas a Arabia Saudí; olvida que acaban de condenar a la cantante Sherine a tres años por hacer un chiste sobre las aguas del Nilo, negándose a beberla, que antes el sindicato oficial de músicos le había prohibido actuar en Egipto por tamaña afrenta, una ataque al país y sus intereses, olvida Shoukry... tantas cosas.
Desgraciadamente para ellos, el mundo no las olvida. Se mantiene la memoria de muchos desaparecidos reales, de muchos caídos, de muchos encarcelados. La tortura existe, pese a que el régimen pretende hacer creer que las cárceles y comisarías son residencias de cinco estrellas. No, el mundo no valora positivamente que el presidente al-Sisi gane las elecciones con el 97% de los votos. Tampoco valora que se haga desaparecer a los candidatos de la oposición y se tenga que enfrentar a un ferviente admirador, el candidato del último minuto, el inefable Moussa Mostafa Moussa.
La exigencia de disculpas públicas a la BBC, la llamada oficial al boicot, etc. son algo más que salidas de tono. Reflejan el grado de autoengaño que la manipulación de la historia está produciendo. Las condenas al régimen no llegan solo de la BBC sino de todas las instituciones, de la reciente de Parlamento Europeo a Amnistia Internacional. Para todas tiene contestación el régimen acusando al mundo de no comprender y de conspirar. Es decir, lo de siempre. 


* "State Information Service slams BBC report on ‘repression in Egypt’" Mada Masr 26/02/2018 https://www.madamasr.com/en/2018/02/26/feature/politics/state-information-service-slams-bbc-report-on-repression-in-egypt/

** "Egypt Foreign Minister criticizes BBC during UN meeting" Egypt Independent 28/02/2018 http://www.egyptindependent.com/egypt-foreign-minister-criticizes-bbc-during-un-meeting/




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