domingo, 18 de febrero de 2018

El negocio de las armas y el fallo multisistema

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La última matanza escolar en los Estados Unidos ha causado 17 muertos, un número considerable de heridos y ha reabiertos las mismas polémicas de siempre. Pero el cinismo de Donald Trump, que contó con el apoyo de la Asociación Nacional del Rifle, un lobby esencial para entender la "enfermedad norteamericana" de la violencia, ha introducido esta vez una variable: la salud mental. Trump no se quejó de que un adolescente tuviera legalmente un arsenal en su casa; lo hizo porque que fallaran los mecanismos de detección de los problemas mentales.
La salud mental no es algo exclusivo de las personas. Mucha de esa violencia es una respuesta a un sistema violento, ya sea en las familias, las instituciones educativas, laborales y familiares. El arma está ahí para todos, enfermos y sanos. La paradoja es que una sociedad avanzada y poderosa siga sin encontrar fórmulas con las que salir de una situación de violencia constante.
Trump no podía arremeter contra los que son una base importante de su electorado, así que lo hizo con las enfermedades mentales, lo que le sirve para criticar al sistema médico, de vigilancia social y a aquellos que hoy le acosan, el FBI, que desestimó los avisos de lo que el joven Cruz estaba preparando. Evidentemente todos los filtros han fallado y Cruz pudo cometer sus 17 asesinatos y herir a muchas personas.
En The New York Times podemos leer sobre esta falta de capacidad de detección de las instituciones implicadas:

A Florida social services agency conducted an in-home investigation of Nikolas Cruz after he exhibited troubling behavior nearly a year and a half before he shot and killed 17 people at his former high school in Florida, a state report shows.
The agency, the Florida Department of Children and Families, had been alerted to posts on Snapchat of Mr. Cruz cutting his arms and expressing interest in buying a gun, according to the report. But after visiting and questioning Mr. Cruz at his home, the department determined he was at low risk of harming himself or others.
The report is the latest indication that Mr. Cruz was repeatedly identified by local and federal agencies as a troubled young man with violent tendencies. The F.B.I. admitted on Friday that it had failed to investigate a tip called into a hotline last month by a person close to Mr. Cruz identifying him as a gun owner intent on killing people, possibly at a school. The local police were called to Mr. Cruz’s house many times for disturbances over several years.
Mr. Cruz also worried officials at his former school, Marjory Stoneman Douglas High in Parkland, Fla., who on at least one occasion alerted a mobile crisis unit to get him emergency counseling, according to the state report.
Broward County Public Schools disciplinary records obtained on Saturday by The New York Times show Mr. Cruz had a long history of fights with teachers, and was frequently accused of using profane language with school staff. He was referred for a “threat assessment” in January 2017, the last entry in his record, two months after the Department of Children and Families closed its separate investigation into Mr. Cruz’s worrisome behavior.*


Todo apuntaba a que Nikolas Cruz acabaría haciendo lo que hizo, a la luz de lo señalado. Uno tras otro fueron dejando de lado el caso y, suponemos, dedicando su tiempo y recursos a otros peligros posibles. Sin embargo, el problema estaba ahí.
Los servicios de detección de este tipo de sucesos, las matanzas, suelen fallar porque salen a la luz cuando estas se han producido sin nadie que las evite. No sabemos si los casos de los que se han preocupado realmente se habrían producido en el caso de no intervenir. No tenemos una ventana al futuro, todo lo más una convicción personal de que algo se ha podido evitar. No es posible, por tanto, establecer un sentido real de la eficacia de detección.
Con los grupos terroristas es diferente ya que se supone que en su propia definición va incluido el hacer daño. Da igual que el atentado esté preparado o a media planificación cuando son detenidos. Era cuestión de tiempo que lo hicieran. Esa es su finalidad. Pero en casos como el de Nikolas Cruz la cosa no es tan sencilla. El hecho de que no hayan seguido su caso es porque probablemente los habría más preocupantes o, al menos, así les pareció a los que lo evaluaron. ¿Unos completos ineptos todos, del FBI a los asistente sociales?


The New York Times recoge las voces que denuncian los fallos en cadena al comprobar el estado mental de Cruz:

Howard Finkelstein, the Broward County public defender, whose office is representing Mr. Cruz, said the report was further evidence that Mr. Cruz needed serious help long before the shooting but did not get enough of it.
“This kid exhibited every single known red flag, from killing animals to having a cache of weapons to disruptive behavior to saying he wanted to be a school shooter,” Mr. Finkelstein said. “If this isn’t a person who should have gotten someone’s attention, I don’t know who is. This was a multisystem failure.”*

¿Fallan los sistemas de detección? Evidentemente, sí. Y de forma garrafal en este caso. Pero tampoco sabemos cuántos casos se manejan con estas características.
Podemos recordar la película de Steven Spielberg "Minority Report", basada en un relato del gran escritor de ciencia-ficción, Phillip K. Dick, en la que unos videntes eran capaces de anticipar en sus visiones los futuros crímenes —llevan cinco años sin crímenes— y evitar que se produjeran. Pero aquí no tenemos esos fenómenos capaces de detectar los "pre-crímenes" por más que se esté creando una sociedad vigilantista.
Eso es más fácil controlar las armas que entrar en las mentes de la gente y leer el futuro. Pero entonces se acaba uno de los grandes negocios de los Estados Unidos. La peculiar construcción mental de muchos norteamericanos hace que vivan en una sociedad salpicada de violencia y miedo. La justificación de la posesión de armas es la defensa en un medio hostil. Y nadie se atreve a prohibirlas, apenas algunos límites que eviten las armas automáticas o que queden excluidos ciertos casos para la venta. Pero en Estados Unidos puedes comprar desde un carro de combate hasta armas capaces de perforar paredes.


El país tiene su propia carrera armamentista: tienes que estar más armado que tu vecino, que pasa a ser el posible futuro agresor. Los arsenales que algunos guardan son enfermizos, claramente patológicos, manifestando una mente perturbada, ya sea por el deseo de agredir como por el miedo a serlo. Se ha intentado cortar el acceso a las armas automáticas que son las que la mayoría usa en estas matanzas, pero es ahí donde está el negocio. Se trata de eso, de un  negocio camuflado con una bonita retórica de las libertades y enmiendas, pero es solo el dinero lo que está detrás, la increíbles ganancias que las armas producen a todos los que están en el negocio, desde los que las fabrican hasta lo que tienen sus salas de tiro.
El arma forma parte de la mentalidad constitutiva de los Estados Unidos. Eso ha modelado su personalidad. La violencia en sus múltiples estratos hace que se dé el salto a las armas como solución a los conflictos.  Si en Estados Unidos se declarara la violencia como una "enfermedad mental" no habría presupuestos para tanto hospital. Los que aspiran a la paz social lo tienen complicad y acaban como Martin Luther King, desbordados por la violencia que intentan frenar.
Trump no es el culpable, obviamente. Pero sí lo es de hacer que se mal interpreten las causas y se alejen las soluciones. Todo presidente que pasa por la Casa Blanca sin hacer nada para limitar las armas, es responsable. El fallo del sistema comienza desde muy arriba.



* "Florida Agency Investigated Nikolas Cruz After Violent Social Media Posts" The New York Times 17/02/2018 https://www.nytimes.com/2018/02/17/us/nikolas-cruz-florida-shooting.html




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