miércoles, 27 de diciembre de 2017

La lotería del bullying

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cada vez conocemos más casos del daño que un simple tuit puede hacer. No sé —me imagino que unos más que otros— del poder de un teléfono en manos de alguien. Estamos destruyendo muchas vidas, amargando otras por el placer irresponsable de darle al botoncito que corresponda soltando unas gracias o insultando a alguien desde la impunidad que da el anonimato o la irresponsabilidad que da la ignorancia.
Leo en La Vanguardia el caso de la niña que cantó premios en el sorteo de la Lotería y que fue convertida en un "transexual" por la estupidez de alguien que decidió que llevar el pelo corto y uniforme con falda tiene una historia detrás. Nos dice el periódico:

Los padres de la niña de San Ildefonso que fue tomada en Twitter por un niño con uniforme femenino temen que la menor, de 10 años de edad, sufra acoso escolar cuando vuelva al colegio por culpa de los tuiteros que decidieron ponerla en el disparadero publicando su fotografía con comentarios a favor o en contra de una transexualidad que, además, no era tal. Ella dice que no quiere volver al colegio.
En declaraciones a Europa Press, Noemí e Iván, padres de la menor, explican que la niña ya escuchó comentarios en el Teatro Real, donde se celebraba el Sorteo Extraordinario de Navidad en el que ella cantó un quinto premio, pero fue ya por la noche cuando descubrió lo que había ocurrido: Su pelo corto motivó que alguien en Twitter decidiera 'apoyar' el supuesto gesto valiente de un niño vistiendo el uniforme femenino del colegio San Ildefonso y que otros tantos se lanzaran a criticarlo.
"Me avisaron el viernes por la noche a las diez y media, una amiga mía que se había enterado por otra. Yo me puse muy nerviosa y mi hija no es tonta. Cogió el móvil y lo vio todo", explica a Europa Press Noemí, madre de la menor.
Lo que vio esta niña de 10 años fueron comentarios de todo tipo sobre su condición y orientación sexual. Su madre cuenta que "un señor" llegó a publicar un mensaje en Facebook cuestionando qué ropa interior utilizaría la niña. Tanto Noemí como Iván, el padre, guardan pantallazos con mensajes a cada cual más ofensivo y han puesto ya el caso en manos de una abogada porque, en palabras de su madre, lo mínimo es pedir justicia.*


El caso es otro claro ejemplo de la falta de sentido común y de los efectos de esta "sociedad del espectáculo", por usar el término de Guy Debord en su célebre ensayo sobre la transformación del mundo y las nuevas formas de alienación.
El daño causado a la niña es grande. Convertida en imagen en una pantalla, pasa a ser objeto de crítica, patrimonio de un debate universal en el que la exposición mediática anula los derechos de la persona. Por el hecho mismo de ser expuesta, pasa a ser un blanco, un objetivo, y un producto que genera un beneficio. Es la oposición entre beneficio económico (la difusión de los mensajes es el negocio de muchos) y del daño moral.
Las redes sociales son el negocio de unos y el arma de otros.  Son muchos también sus beneficios y posibilidades, pero sin control todos podemos ser futuras víctimas y agresores. Cualquier odio,  prejuicio, cualquier deseo se manifiesta a través de ellas buscando la aquiescencia de los otros, siempre expectantes. Evidentemente, como cualquier tecnología, no es responsable en sí misma. Son solo herramientas en manos ocasionalmente de la bajeza humana que encuentra en ellas las formas de satisfacer sus deseos y frustraciones. Capaces de mover la solidaridad y la integración, pueden también destruir, humillar, acosar... sin piedad. Como en tantos otros proyectos humanos, se produce el desvío hacia tendencias negativas, alentadas por el deseo de lucro de muchos, que no tienen escrúpulos en usarlas en su beneficio.
La función de las redes es la exposición, ya sea propia o ajena, ante los demás. Lo hecho con la muchacha de San Ildefonso es típico de las redes: el "derecho" de cada uno a exponer ante los demás sus opiniones. Todo ello proviene de la destrucción de la intimidad. ¿Qué sentido tiene en una sociedad en la que lo esencial es la exposición? Como un agujero negro, las redes absorben todo aquello que se expone, algo que puede ser usado más allá del deseo sus víctimas.

El poder de los teléfonos es inmenso. Su consagración la tenemos en la figura del presidente de los Estados Unidos, ejemplo paradigmático del uso armamentístico de Twitter. Los conflictos creados por Trump desde su cuenta de Twitter son incontables. El más reciente parece ser el que ha generado por su retuit de un vídeo de un británico de extrema derecha, de un supremacista blanco. Trump es el ejemplo perfecto de los males que se pueden producir cuando una personalidad narcisista y egocéntrica usa con impunidad un simple teléfono y se convierte en un centro de producción de mensajes envenenados.
Las redes ponen en evidencia la baja calidad de nuestras sociedades, su vaciedad, su inconsciencia y la maldad constante con la que tratan a las personas. Lo ocurrido con la niña de la Lotería es otro ejemplo, uno más. Lo podemos percibir en cualquier manifestación pública de las redes. Nadie está a salvo de este tipo de acosos y violaciones de la intimidad, palabra anticuada.
Es difícil plantear soluciones en un sistema que nos empuja a las redes, que nos digitaliza en todos los aspectos —administrativos, personales y laborales—, que nos transforma en información. Hemos entrado en un mundo en el que se ven las carencias y en donde la sensación de poder que los micromedios dan compensa nuestra relativa trivialidad que no transforma en espectadores y productores de información, agresores o víctimas según se tercie.


Las redes necesitan de la polémica. Es el motor de su actividad y por ello se nutren de víctimas a las que sacrificar. El sensacionalismo de los medios se queda en apenas nada en comparación con la capacidad de difusión de las propias redes. Empieza a ser un problema que algunos medios, incapaces de competir con las redes, buscan aprovechar su fuerza, ya sea recogiendo o lanzando polémicas que sean difundidas a través de ellas. La formación de los profesionales es cada vez más complicada si entienden que su función no es informar sino aumentar la circulación de las redes con sus trabajos.
La involuntaria entrada en el mundo de las redes de la niña tiene unos efectos importantes. La familia señala:

"Me duele mucho que un menor sea utilizado de esa manera y encima, para hacer una gracia. Como les sale gratis, te bombardean", añade.
En la Federación de Asociaciones de Transexuales del Estado Español se han interesado por el caso porque el acoso sufrido por esta niña en las redes es similar al que padecen los menores transexuales. Piden a la Fiscalía que investigue, que proteja a la niña y depure responsabilidades y demuestre así que el interés superior del menor en España realmente es prioritario.
"Queremos que la Fiscalía actúe de oficio y depure responsabilidades y llegue hasta el final. Ha habido gente que ha venido a hacer bandera, gente criticando y gente acosando a los padres como si fuesen demasiado permisivos. Se han ensañado de forma brutal y han causado mucho dolor en esta familia", explica a Europa Press la presidenta de la organización, Mar Cambrollé.
"Los altos índices de acoso y bullying que sufren los menores en las escuelas por causa de orientación, identidad y expresión de género, es motivo de que las leyes tengan la utilidad para las que se promueven; garantizar derechos y proteger jurídicamente de las discriminaciones", añade Alejandro Moreno, secretario de organización de la Plataforma Trans.*

Seguimos entregando poderosos dispositivos a personas que no saben usarlos. Me refiero al caso de los menores. Solo el temor a que no paren los acosos hace que muchas personas se callen y prefieran el silencio a echar más leña a la hoguera. Los ministerios, colegios y familias deberían tomar posiciones más activas en cuanto al empleo de los teléfonos en los centros escolares y aumentar la información sobre su uso responsable. Los adultos igualmente deberían de dar mal ejemplo con este tipo de prácticas.


Esta misma mañana, los medios informaban de una sentencia en Galicia sobre el derecho de los padres a vigilar y revisar los teléfonos móviles de los menores. La denuncia contra el que revisaba el teléfono por "violación de la intimidad" venía del otro cónyuge. Los jueces han fallado a favor del derecho a revisar el teléfono.
Es triste, de alguna forma, que sea posible proteger la intimidad del teléfono cuando muchos de ellos se usan para destruir la intimidad de otras personas. El caso de la niña convertida en objeto de polémica e insultos es claro en sus fundamentos: la mera aparición en una pantalla por unos minutos te da derecho a difundir tu juicio, algo que nadie te ha pedido, exponiéndolo ante miles o millones de personas que se consideran con tu mismo derecho. El único derecho que no importa es el de la persona que se ha convertido en objeto de tu opinión, crítica o insulto.
Las redes actúan cada vez más como un populacho manipulado a golpe de tuit. La conversión de la información en el centro del gran negocio de esta nueva era está creando un mundo sin escrúpulos, dando un poder enorme a unos y una apariencia de poder a otros. Lo malo es que este tipo de prácticas se consideran ya habituales, un riesgo como el de ser atropellado al cruzar una calle o resbalar con la lluvia.
Pero no debemos acostumbrarnos. hay que luchar contra él y contra los que lo practican bajo penar de tener que vivir en una sociedad  angustiada por el riesgo de que mañana te pueda tocar a ti.




* "Los padres de la niña de San Ildefonso tomada por trans temen que sufra bullying" La Vanguardia 26/12/2017




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