miércoles, 1 de noviembre de 2017

Adiós, perdedor

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No sabemos muy bien qué quiere Carlos Puigdemont, pero sí sabemos que todo se vuelve contra él. Las decisiones que temamos nos definen ante los demás y el cesado presidente está probándose nuevas identidades con las que presentarse ante los demás en un increíble número de travestismo que se vuelve contra él con cada nueva transformación.
No le va ser fácil convencer al mundo de sus disfraces de "perseguido político" o de "presidente exiliado" por una especie de golpe contra la legalidad. Sigue sin entender que el "golpista" era él. Mientras que gobierno e instituciones han respetado todos los pasos del proceso, su "procés" ha ido saltándose todas las leyes e instituciones creando sus fantasiosas "legitimaciones" a golpe de irregularidad. Sus cimientos legales eran globos hinchados a golpe de pulmón que le han ido explotando en las narices. Demasiado soplar.
Durante estos meses, Puigdemont ha tenido todas las oportunidades del mundo para rectificar e intentar reconducir hacia algo positivo, llevar a algún puerto seguro el barco ante los riesgos de tormenta que se cernían sobre él. Hoy los restos del naufragio llegan a la playa. Pero el desastre le queda a Cataluña mientras que él, sonriente, se disfraza de perseguido político ante las bromas del mundo. Nada hay más triste para un presunto aspirante a la gloria que entrar en la Historia como un chiste, como una broma. Y es eso lo que ha conseguido y sigue construyendo como guionista de su propia película, que interpreta y dirige.
Los artículos aparecidos sobre el viaje a Bruselas y lo allí acontecido difícilmente pueden evitar el sarcasmo. En El Mundo leemos:

En Bruselas pasan tantas cosas que necesitas una historia muy potente detrás y mucha actualidad para mantenerla al día. Cuando algo se enquista suele quedar relegado y en manos de especialistas. Y ayer se vio que de lo serio se pasó, en parte, a lo anecdótico. Y llovieron los palos.
Guy Verhoftstad, líder de los liberales del grupo Alde, en el que se encuadra el propio PDeCat con Ramón Tremosa, fue durísimo con él. En su cuenta de Facebook colgó una viñeta en la que sale el ex president como si fuera Tintín. Verhofstadt, ex primer ministro belga y muy claro siempre en defensa de las libertades y los grupos oprimidos en Europa, no tuvo misericordia: "Tintín siempre encuentra soluciones para las aventuras que se encuentra mientras que Puigdemont ha dejado Cataluña devastada y en el caos".
Ryan Heath escribe en Politico la newsletter con la que se despierta cada mañana toda la UE, y su dictamen fue demoledor: "El circo catalán de Puigdemont llega a Bruselas" y "es oficial: la rueda de prensa más desorganizada en la que nunca haya estado". "Después de la tragicomedia de Bruselas, Puigdemont es historia. No merece la pena perder más tiempo escuchando lo que dice. Adiós, perdedor", escribió en su cuenta de Twitter el analista griego Yannis Koutsumitis, muy seguido en las redes sociales y la burbuja europea.*


El descrédito de Puigdemont en todos los ámbitos empieza por el menos mencionado, el de casa. La ridícula foto publicada en Instagram intentando convencer al mundo de que se encontraba en su despacho oficial dice mucho de la persona. Ha arrastrado a la comparecencia en Bruselas a una serie de consejeros simplemente para dar impresión de que preside algo y, muy especialmente, para no mostrar una patética soledad auto buscada en su huida. De esta forma el secesionismo ya tiene "la sangre de los heridos el 1-O" (como se referían ayer), "presos políticos" (los dos "jordis" en prisión preventiva para evitar que destruyan pruebas) y un "president en el exilio". Todo poco o nada consistente.
Los muertos dan más empaque y se les puede llevar flores y cantar algo todos los años, pero afortunadamente no los hubo. Lo contentos que iban los "jordis" a la Audiencia Nacional les quita dramatismo como presos políticos (¡con el dinero invertido en pancartas con sus caras!), Y Puigdemont... ¿qué decir?, se basta él solo.


Ese "Adiós, perdedor" de Ryan Heath en Politico es un desprecio infinito hacia una persona que vendía la solidaridad mundial con un "pueblo oprimido", el "suyo". Se puede vender el secesionismo como voluntarismo (quiero ser otro); pero no se puede vender como resultado de una opresión porque nadie ha oprimido a nadie, sino algo peor para algunos, algo insoportable para ellos: la igualdad y solidaridad que nuestra Constitución, la de todos, asegura. Cuando Puigdemont uso como estrategia la producción de la "pena universal" no ha tenido más motivos que los dos aludidos, nacidos ambos por sus iniciativas no por la de los demás. Son las respuestas a sus ilegalidades las que Puigdemont considera "políticas" y eso no se sostiene más que como un ejercicio más de travestismo: de ignorar a más de la mitad de Cataluña ha querido pasar a ser la víctima. Su ceguera romántica y su cinismo político le llevaron a apropiarse de forma mesiánica de la voluntad de todos. Hoy eso le pasa también factura.
Las críticas a Carlos Puigdemont se suceden dentro y fuera de España. Parece ser la figura encargada de recibir el fracaso histórico sobre sus espaldas. No creo que sea injusto. Los más crueles serán aquellos que le pasen por encima deseando enterrar su figura y evitar que les arrastre hasta las simas más profundas del ridículo. Dice ABC que Puigdemont cobrará 9.000 euros al mes cuando reconozca que no es el presidente de Cataluña, algo que ya claramente no es. Una tentación, desde luego; pero tendrá que ir a firmar el finiquito. ¿Le saldrá rentable no aceptar? Mucho más caro nos va a salir a los catalanes y a todos.


La aventura secesionista se ha visto frenada en seco por la respuesta inequívoca y firma de la Europa que les iba a recibir con los brazos abiertos, por un lado, y por serenidad de la legalidad española que ha tenido mesura y justicia en defensa no solo del orden sino de la voluntad de una mayoría de catalanes que no ven en el secesionismo la respuesta a sus aspiraciones en la vida. Los mensajes victimistas contrastan con la realidad de Cataluña, con la huida de la riqueza y el trabajo que han provocado Puigdemont y los suyos, sordos y ciegos, insensibles, a los daños que causaban a la sociedad. La filtración de Oriol Junqueras sobre la inviabilidad económica de la secesión es una muestra de cómo han engañado para conseguir sus fines. Lo mismo sobre la aceptación europea y tantas otras cosas más.
Ese mensaje real ha pesado mucho más que las palabras engañosas y los gestos del señor Puigdemont. Dice que espera para regresar a tener garantías un "juicio justo" en su intento de continuo desprestigio de España. No ha aprendido nada. Mucho más duro con él va a ser el Juicio de la Historia, del que no es tan fácil huir o esconderse. El "adiós, perdedor" lo dice todo.



* ""El circo catalán de Puigdemont" toca hueso en una ciudad saturada de crisis" El Mundo 1/11/2017 http://www.elmundo.es/espana/2017/11/01/59f8dfcbe2704e815c8b461f.html






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