domingo, 1 de octubre de 2017

Hoy. Y mañana, las uvas

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hoy es un día triste. Lo es por muchas causas y ocurra lo que ocurra —se está intentando abrir los lugares de votación en estas primeras horas de la mañana— supone un profundo fracaso para la convivencia y el futuro. Es la demostración de que lo que no se arregla cuando debe, acaba pasando factura.
Hoy es el día en el que confluye la falta de visión política e histórica; es el día de la manipulación en el que unos políticos tratan de lavar el hecho de haber dividido en dos a la sociedad catalana y haber pretendido crear un abismo con el resto de España y con la realidad del mundo, que no se inmuta ante aventuras descabelladas.
Hoy se manifiesta con claridad la locura de una clase política que se arropa en la gente para tapar su necedad, sus mentiras y su inoperancia. Con la mayor irresponsabilidad tratan de ocultar su fracaso soberanista diluyendo su responsabilidad rodeándose cobardemente de gente a la que pretenden sacar a las calles. Así lo han hecho muchas veces anteriormente, convirtiendo sus idas a los juzgados en orgullosas manifestaciones, rodeados de aplausos. Pero hoy no es un día de fiesta, sino un día complicado para el que no tienen respuesta, un salto al vacío que puede llevara a la ruina a la sociedad catalana.
Se trata de volver de nuevo a una casilla de salida que supone ir contra la Historia y contra el progreso de todos. Ellos mismos que se han beneficiado de la unidad pues a Europa fuimos todos juntos. Europa ha sido muy clara, como lo han sido todos los países cuyos dirigentes se han manifestado al respecto.


Los riesgos de hoy son los de la paz ciudadana, los de la fractura social e institucional. La desobediencia institucional lleva a un peligroso punto en el que esas instituciones en su conjunto se encuentran defendiendo una ilegalidad y provocando una situación de conflicto. Los dirigentes catalanes que se han puesto al frente de lo ilegal se han situado ellos mismos en la ilegalidad, poniendo en peligro el sistema. Hasta ahí ha llegado su irresponsabilidad.
La buena organización del separatismo ha llevado su activismo más allá de la cuestión catalana, que no es más que una versión débil del imperialismo: la aspiración a los "países catalanes". Los focos están plantados desde hace mucho tiempo. La creencia en que no se podría llegar hasta este punto debería servir de lección: se ha llegado. La mayoría de la sociedad catalana no está por la aventura secesionista, pero estas cosas no son solo cuestión de números, sino de oportunidad.
El momento elegido es la legislatura con menor poder del partido gubernamental y de mayor debilidad en la oposición —atrapada entre la crisis de liderazgo y la presión por su izquierda del populismo callejero antinacional y antieuropeo—. Igualmente, la debilidad de los partidos tradicionales catalanes ha hecho que está presos de grupos independentistas, de antisistema y de presión callejera.


El momento elegido es también el de la revancha de una clase política catalana acorralada por la corrupción y cuya venganza es esta, la demolición del estado de derecho para poder seguir con sus andanzas.
Las noticias de problemas se van acumulando ante la desidia de unos y los deseos de crear conflictos por parte de otros. El nacionalismo callejero secesionista necesita, como es propio de todo nacionalismo, las víctimas con las que convertir el 1 de octubre en punto de partida de los nuevos mitos.
Será un largo día, un día nefasto porque no tiene salida. Un día de rencor que es lo que se iba buscando, abrir una sima profunda entre Cataluña y el resto de España convirtiendo la vida en común en un conflicto diario y reivindicativo. Los nacionalistas buscan lo que no han conseguido pese a inversiones multimillonarias: protagonismo extranjero, comprometer a España internacionalmente.
Pueden estar tranquilos, cuentan con el apoyo de Maduro, la escocesa Nicola Sturgeon  (que ha enviado un tuit preocupada por lo que ve, lo que nos pasa a todos) y Vladimir Putin, cuyas "brigadas internacionales" informáticas han funcionando dando la cobertura. ¿Piensa la burguesía catalana que puede sobrevivir a una confluencia como esta? ¿Creen que el poder de los antisistema se va a disolver tras estos días de demostración de fuerza? La principal víctima va a ser una sociedad que va a ver reducidas sus expectativas.


La entrada en Europa debía haber hecho dejar atrás todas estas aventuras que acumulan odio y habernos centrado en una unidad proyectada hacia la Unión. Pero el ansia de protagonismo del nacionalismo secesionista logró la cantidad necesaria de autosugestión para lanzarse a una aventura sin respaldo, respuesta a la pérdida de influencia.
El otro día tuve ocasión en encontrarme con uno de tantos momentos en que la democracia española ha permitido expresar las intenciones e ideas de los nacionalistas. Se trataba del nacionalista vasco Anasagasti, otro de los que han vivido muy bien en España jugando contra ella. Ante la pregunta de qué querían, le respondió al periodista: «Mire, se lo voy a explicar como me lo explicó a mí un profesor de Derecho. El estado nacional es como una manzana; tiene su piel y todo es compacto; el estado federal, en cambio, es como una naranja, bajo una sola piel están los diferentes gajos iguales; nosotros queremos un estado confederal que es como un ramo de uvas.» Hay que ser poco avispado para no darse cuenta que lo que piden es la desaparición de España, la piel que cubre tanto la manzana como naranja.
El propio Anasagati lo tiene recogido en su blog personal con el título y nos 

Ante el intenso debate catalán, la respuesta del Partido Socialista en boca de su secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba ha sido la de plantear un estado federal, sin explicar en qué consiste el mismo. Si lo que propone se trata de un estado centralista y centralizado podría ser una manzana, un estado federal sería una naranja.
Todos los gajos iguales rodeados de una gruesa piel que lo cubre todo. Esta corteza sería el estado y los gajos las distintas comunidades. No sé en que se diferenciaría del actual estado autonómico uniformizado por el espíritu de la Loapa, y con todas las autonomías consideradas ya comunidades históricas con parlamentos, televisiones y competencias en educación, justicia, acción social y búsqueda casi todas de una apuesta arquitectónica tipo Guggenheim. ¿Resultado?. Lo que se vive en la actualidad. Un estado inviable. Ese ha sido el resultado del ''café para todos”. Y a nosotros que nos registren. Los culpables del desaguisado, que respondan.


Lean con detenimniento: el pronblema de españa es que somos iguales. Ellos quieren ser distintos, superiores. No les vale, como dice el "café para todos". El nacionalismo vive la más absurda de las fantasías, la de los "pueblos" y la desigualdad, la superioridad, de unos sobre otros. Desconocen o quieren desconocer los principios fundamentales de igualdad. Su problema no es lo que tienen, sino que todos tienen lo mismo que ellos, lo que les provoca una especie de alergia. Es lo que ha justificado durante años el mal trato y el desprecio que muchos han padecido. Los nacionalistas quieren privilegios; necesitan una España pobre y desigual para seguir viviendo sus mitos fundacionales: la del libro y la rosa frente a los incultos taurinos; la del trabajador incansable frente a los vagos del sur, la del honesto comerciante frente a los ladrones e incumplidores. Y eso lo han llevado a las instituciones y a la educación.
No tuvieron bastante con nuestro modelo autonómico o federal, que nos obligó a dividirnos para su satisfacción secesionista; necesitan que España desaparezca, que España sea una uva más, como la suya, a ser posible pequeñita y seca. El modelo de unos y otros secesionistas es una quimera a la que España no se va a plegar. Es una fantasía vengativa y rencorosa que se revuelve contra los millones de catalanes que están a gusto en el marco del Estatuto, que es el que ellos mismos votaron  y ahora se encuentra en el aire por la osadía de unos cuantos.


Su propia autonomía la han aprovechado no para trabajar por Cataluña sino para trabajar contra España, sembrando el odio e inventando una historia y una realidad que causan sonrojo. Y de eso no se come. Al señor Romeva le han sacado los colores en la entrevista francesa. No ha conseguido convencer a nadie y sí, en cambio, le han pillado las mentiras. Francia sabe que no puede ser indiferente a lo que pueda ocurrir. Tampoco Europa. Al Brexit le siguen ahora los intentos de desmebración que buscan, externamente, deshacer la Unión. Europa paga su éxito; España, también.
Será un largo día en el que, al contrario de lo que algunos pregonan ufanos, todo el mundo ha perdido: legalidad, credibilidad y razón. El gobierno catalán ha logrado estar en boca de todos internacionalmente. ¡Por fin! Pero lo ha hecho en un sentido negativo que les pasará factura. La Historia nos muestra que nunca se puede partir de cero.
La teoría enunciada por Anasagasti es la misma que vemos hoy. Se trata del derecho de los nacionalistas a decirdir —como bien expresan sus palabras— sobre el resto, sobre qué derechos deben tener y de la solidaridad entre regiones. Lo que se admite en Europa, la reducción de desigualdades, es lo contrario de la doctrina secesionista. Mañana las uvas no es una ficción; es un deseo, un deseo malsano y destructivo.

Hoy suenan los cláxones bajo mi ventana reclamando en las calles unidad. Como ayer, pedimos inteligencia. La ley garantiza el estado de derecho. Y la ley se llama Constitución  Española, que es válida más allá de las opiniones de los que no la reconocen. 



* Iñaki Anasagasti "Elija usted entre una manzana, una naranja o un racimo de uvas" 10/03/2012 http://ianasagasti.blogs.com/mi_blog/2012/10/elija-usted-entre-una-manzana-una-naranja-o-un-racimo-de-uvas.html




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