miércoles, 20 de septiembre de 2017

El falso líder del mundo libre

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
¿Conseguirá Donald Trump con sus discursos que el mundo se ponga del lado de Corea del Norte? Es un riesgo. La BBC califica en su página principal el discurso de Trump ante la Asamblea General de Naciones Unidas como "discurso de odio": "Trump's UN hate speech critisiced". En enlace del crítico titular nos lleva a uno interior menos explosivo: "Trump's first UN speech met with criticism from some leaders". En una extraña sintonía, muchas críticas a Trump coinciden dentro y fuera señalando las contradicciones en la que incurren sus posturas con sus palabras. "Contradictorio" es casi un regalo para Trump en comparación con lo dicho por los dirigentes de los países que no son amigos.
A Trump no se le puede pedir mucho, pero al presidente de los Estados Unidos sí. Las excusas de que "se ha encontrado un lío" ya no funcionan porque, acto tras acto, allí donde interviene se traslada el conflicto. Donde ya lo hay se intensifica, donde no lo hay se crea.


El artículo de la BBC termina con un pequeño texto de Jonathan Marcus, titulado "Trump's contradictions", en el que se expresa:

President Trump's speech was an eloquent exposition of his "America First" doctrine but at the same time contained some fulsome (and perhaps unexpected) praise for the United Nations as a body that can bring together sovereign states to tackle the world's problems.
In contrast to the focus on globalisation that has driven so much of foreign policy discussion since the 1990s, Mr Trump saw national sovereignty as the main pillar of the international system.
There was a nod to the old axis-of-evil theme. His rogues' gallery took in a predictable cast of North Korea, Iran and Venezuela.
Nonetheless Mr Trump's world view contained many contradictions. Where exactly is the boundary between national sovereignty and collective action? And does America's newfound foreign policy pragmatism extend just to calling for the return of democracy in Iran and Venezuela or actually for doing something practical about it?*


Creo que es en este último punto en donde se concentra el problema que Trump ha creado en y a los Estados Unidos desde su llegada. Su empeño en ser el "negativo" de Barack Obama como guía segura de la acción al desviar hacia él su odio y el de su electorado, Trump ha perdido el discurso moral que pueda justificar sus acciones. Y algo más, como señala el texto: su capacidad de liderazgo. Por expresarlo directamente: yo no quiero que se le llame el "líder del mundo libre" especialmente porque él ha reducido el concepto de "libertad" a mínimos, incluidos los propios Estados Unidos. Por tanto, ni "líder" ni "libre".
No lo puede ser porque su doctrina (lo que llama Marcus "pragmatismus") del "America First" implica una falta de solidaridad en la consecución de la libertad de los demás. El liderazgo se pierde cuando renuncia precisamente a los ideales de libertad para los demás, convirtiéndola en bien exclusivo. Sus amenazas al mundo pasan a formar parte de ese egoísmo auto referenciado que convierte la "libertad", la "democracia", los "derechos humanos", etc., es decir los "valores de la libertad", en una propiedad norteamericana.
El régimen de Corea del Norte es deleznable y un peligro internacional, pero ¿es Trump el más adecuado para denunciarlo desde sus planteamientos y amenazando con la "destrucción total"? Desde que la "doctrina Trump", es decir, la amenaza militar ha entrado en juego, el mundo necesariamente es más inseguro. Cuando analizamos los primeros coletazos del "America First" dijimos que no se trataba de un aislacionismo clásico, sino de una combinación de imposición hacia el exterior basada en la fuerza. Es lo que estamos viendo cada día. No hay otro discurso que la amenaza militar. Así ha ocurrido con Irán, Corea del Norte y Venezuela.  Como resultado, Oriente Medio es un caos, Corea del Norte ha aumentado su beligerancia con el mundo y es una mayor amenaza para sus vecinos y ha dado argumentos de soberanía a Maduro para aumentar la represión y militarizar más el régimen.
En estas condiciones, es necesario que Trump comprenda que se les retira la confianza del liderazgo. El egoísmo trumpista impide que sea así por sus propias decisiones. Si en algo coinciden los críticos es precisamente en el punto sobre la incompatibilidad entre el "America First" y las alianzas. Por eso es esencial que Europa pueda tener una voz independiente frente a Estados Unidos porque esta puede ser muy diferente.


Lo ha demostrado Emmanuel Macron en su discurso opuesto al de Trump pidiendo negociaciones y acuerdos políticos y menos amenazas militares que pueden llevar al desastre. De nuevo, las críticas europeas al liderazgo se asemejan a las voces críticas desde dentro de los propios Estados Unidos, donde el liderazgo de Trump es más cuestionado. Si una parte del mundo rechaza a Trump como líder por la pérdida de valores democráticos, internos y externos, no ocurre de otra forma en los propios Estados Unidos, en donde muchos viven traumáticamente tener por presidente a una persona que no solo ofende el sentido de las propias instituciones sino que se convierte en apoyo de dictadores y regímenes autoritarios en el exterior.
La doctrina de la soberanía, que Trump interpreta a su manera, supone de facto la aceptación de la violación de los derechos humanos allí donde el principio general del "America First" actúa. Entre intereses y valores democráticos, Trump apuesta por los intereses. Eso es renunciar al liderazgo, pues este no puede ser usado para presiones conjuntas mientras que es rechazado en cuestiones de valores.
En el diario El País, Jan Martínez Ahrens escribe desde Nueva York tras la intervención de Trump:

El objetivo era convencer al planeta de que el presidente que retiró a EEUU del pacto contra el cambio climático, el apóstol del aislacionismo, el mismo político que despreció a la OTAN, la UE y la propia ONU podía reconciliarse con el mundo sin chocar consigo mismo. Con este fin, trató de persuadir a su auditorio de que su imperativo doctrinal, sintetizado en el lema nacionalista América primero, no implicaba que América quisiera estar sola. Por el contrario, en un gesto destinado a mostrar su viraje, retomó el guante lanzado el día anterior en su primera visita a la sede de Naciones Unidas y promovió la transformación del organismo internacional en un instrumento de acción. Una coalición mundial de naciones soberanas dispuesta a luchar contra las amenazas.
“Para mí, América estará siempre en primer lugar, como para cualquier dirigente responsable. Pero no queremos imponer nuestra forma de vida; no buscamos la expansión territorial, no pretendemos que todos los países compartan las mismas vocaciones. Queremos naciones soberanas que trabajen juntas desde el respeto mutuo. El éxito dependerá de la fortaleza de los miembros. El mundo será más seguro, si las naciones son poderosas y libres. Buscamos resultados, no ideología. Es realismo”, clamó el presidente.**


¿"Ideología"? ¿Es la forma en que se puede llamar a los "derechos humanos, a la "democracia"? Con ello Trump está dibujando un panorama en el que, basándose en su poder armamentístico, se asegura su seguridad y la de su sistema, mientras que condena a los demás a vivir bajo cualquier régimen deplorable pero definido como bueno siempre que sea favorable. Es la muerte de la democracia y los sistemas de libertades allí donde no estén asentados, pues bastará a los dictadores hace pública declaración de fe norteamericana, declararse aliado, para que su régimen sea bendecido y protegido incluso por los Estados Unidos. El mundo se llenará de regímenes autocráticos y agresivos hacia sus vecinos.
Es la doctrina Putin. Hagas lo que hagas, soy tu amigo si tú lo eres mío. A Putin le da igual si eres un demócrata o un dictador. Solo pide fidelidad y él te defiende contra viento y marea. El caso de Siria es ejemplar. Lo que pide Trump es similar. El efecto ha sido claro: los países con libertades repudian a Trump; los dictadores se hacen fotografías con él. Los que tenían  esperanzas de que en sus países algún día hubiera democracias gracias a las presiones internacionales, deben abandonarlas.
Lo que Trump hace fuera es lo mismo que dentro: insolidaridad, autoritarismo, pérdida de voluntad democrática, etc. Sus ataques a la prensa, por ejemplo, tienen sus versiones trágicas en países como Turquía o Egipto, perdiendo la posibilidad de criticar a sus regímenes autoritarios.
Con Trump ha comenzado uno de los periodos negros de la Historia moderna más allá de los Estados Unidos, cuyas heridas tardarán mucho en cicatrizar. Es el efecto de cuestionar los propios valores y aceptar acríticamente aquello que sabemos que es negativo. Veremos —algunos ya lo hacen— imitar a Trump con su concepto de "soberanía" para justificar tiranías, injusticias y atrocidades. Todo vale; solo la fuerza es importante.
La próxima vez que alguien diga que es el líder del mundo libre, alguien debería levantarse y decirle con claridad: usted no representa ni lidera porque no comparte los mismos valores.



* "Trump's first UN speech met with criticism from some leaders" BBC 20/09/2017 http://www.bbc.com/news/world-us-canada-41327130
** "Trump amenaza en la ONU a Corea del Norte con su “destrucción total”" El País 19/09/2017 https://elpais.com/internacional/2017/09/19/estados_unidos/1505823652_581710.html


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