lunes, 14 de agosto de 2017

Los pilares de Trump o jugando con las palabras

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En el mundo de la política se suele jugar frecuentemente con las palabras. Se retuercen, se crean contextos ambiguos que hacen que oscilen sus significaciones, etc. Algunos políticos han usado de esta forma como marca propia y en ellos destaca Donald Trump. Es el mismo del que los lingüistas y lexicólogos intentan descifrar qué ha querido decir en ocasiones. Es el mismo hombre que teclea palabras incomprensibles, como "covfefe" en sus tuits, que pasan a ser causa de especulación y risas universales.
Esta vez el presidente Trump ha tenido una ocasión para demostrar que jugar con las palabras no es la tarea de un cargo como el que ocupa. Los acontecimientos de Charlottesville, los violentos choques protagonizados por los "supremacistas blancos" no han tenido la respuesta adecuada. Y así se lo ha hecho ver mucha gente. No era el momento de esconderse tras la ambigüedad de las palabras y es lo que ha hecho.
The New York Times señala en su editorial:

Let’s discard the fiction that President Trump wasn’t placating white supremacists by responding so weakly to the neo-Nazi violence that killed Heather Heyer, a 32-year-old counterdemonstrator in Charlottesville, Va., on Saturday. The neo-Nazis heard his message loud and clear.
“He didn’t attack us,” crowed The Daily Stormer, a white supremacist website, about Mr. Trump’s statement after the two days of racist demonstrations. “Refused to answer a question about White Nationalists supporting him. No condemnation at all. When asked to condemn, he just walked out of the room. Really, really good. God bless him.”
The police said a 20-year-old man, who participated in the long-planned protest against the removal of a statue of Robert E. Lee, plowed his car into peaceful counterdemonstrators on Saturday, killing Ms. Heyer and injuring 19 others. He was charged with second-degree murder. Two Virginia state troopers responding to the protests died in a helicopter crash.
After the attack, and before he spoke, Mr. Trump reportedly consulted advisers. They told him to condemn the white nationalists who fomented the violence.
He did not. Instead, he spoke of an “egregious display of hatred, bigotry, and violence that’s on many sides.”*


Que los supremacistas le bendigan en este caso no era necesario. La llegada de Trump a la Casa Blanca es debida en gran parte al uso que ha hecho de estos grupos. Mientras la prensa y las agencias estatales buscan los lazos con Rusia, los lazos con la ultraderecha norteamericana, los neo-nazis, supremacistas, KKK, etc. se ha quedado frenada discretamente. Hasta el estallido de Charlottesville, en que ha emergido en toda su crudeza y realidad.
El racismo ha sabido camuflarse con las violencias policiales y como cuestiones locales que evitaban sacar demasiadas consecuencias de lo que estaba ocurriendo. Pero lo ocurrido en Charlottesville es de otro orden: el racismo no tiene que jugar en la sombra, sino que ha salido a la calle a reclamar su espacio y su unidad. Saben que la victoria de Trump es su victoria. Son ellos los que han estado trabajando como agentes de campo en las ciudades, tejiendo la red de apoyos para llevarle a la Casa Blanca.
The New York Times señala en el mismo editorial:

Mr. Trump is alone in modern presidential history in his willingness to summon demons of bigotry and intolerance in service to himself. He began his political career on a lie about President Barack Obama’s citizenship and has failed to firmly condemn the words and deeds of white supremacists, neo-Nazis, Ku Klux Klan leaders and other bigots who rallied behind him. A number of these people, including David Duke, the former Klan imperial wizard, and Richard Spencer, self-styled theorist of the alt-right, were part of the amen chorus of bigots in Charlottesville.*


Ya no se puede mirar hacia otro lado. El hombre que ha abierto los frentes bélicos no descartados en el exterior, ha abierto otra guerra civil. No es otra cosa lo que reclamaban en Charlottesville los manifestantes, la reversibilidad de una situación histórica ciento cincuenta años después y tras décadas de reivindicación de los derechos civiles.
Las fuerzas invocadas en su campaña jugaron con el racismo, ya que se trataba de aprovechar el odio contra Barack Obama, algo que los racistas norteamericanos no han aceptado. Por eso recuerda el diario Donald Trump comenzó su campaña —y no es casual— dudando de la "americanidad" de Barack Obama. Dirigió y absorbió el odio latente. Por eso, tras su triunfo, las manifestaciones racistas no han cesado y han culminado en la manifestación de Charlottesville.
The Washington Post  nos trae la descripción del antiguo profesor de Historia del conductor que lanzó su coche contra los que rechazaban la presencia de los "supremacistas blancos" en la ciudad. Ha dejado una mujer muerta y 19 heridos:

CHARLOTTESVILLE — A man accused of plowing a car into a crowd of activists here — killing one person and injuring 19 — long sympathized with Nazi views and had stood with a group of white supremacists hours before Saturday’s bloody crash.
The alleged driver, James Alex Fields Jr., a 20-year-old who traveled to Virginia from Ohio, had espoused extremist ideals at least since high school, according to Derek Weimer, a history teacher.
Weimer said he taught Fields during his junior and senior years at Randall K. Cooper High School in Kentucky. For a class called “America’s Modern Wars,” Fields wrote a deeply researched paper about the Nazi military during World War II, Weimer recalled.
“It was obvious that he had this fascination with Nazism and a big idolatry of Adolf Hitler,” the teacher said. “He had white supremacist views. He really believed in that stuff.”
Fields’s research project into the Nazi military was well written, Weimer said, but it appeared to be a “big lovefest for the German military and the Waffen-SS.”**


Todo parece indicar que aprovechó bien su estancia en la escuela, en donde aprendió que al odio le pueden poner buena nota. Es de este mundo del que se ha aprovechado Trump para reclutar sus apoyos y viceversa. Trump es la pieza que se necesitaba para hacer que lo que estaba hirviendo pasara a producir movimiento. El racismo humillado por la llegada de Obama se organizó para aprovechar el orden y rentabilizarlo electoralmente. ¿Es una sorpresa para alguien? Probablemente, no. Los republicanos prefirieron dar cancha a Trump a sabiendas de los que entraba con él que haber buscado una nueva cara cuando tuvieron ocasión. Sin embargo, el atractivo del fuego es hipnótico.
Pero no se debe descuidar el otro factor, el que le permitió atacar a su rival directa. Hillary Clinton: la misoginia. Obama y Clinton le servían para encarnar las dos partes que la América retrógrada necesitaba, racismo y misoginia. Trump tenía los rivales perfectos para aunar las dos fuerzas tras de sí. Trump no traía una ideología, era un reclamo, un grito obsceno de llamada al apareamiento electoral. Y le fueron contestando.
No es casual que fueran las mujeres las que hicieran de Trump un rival. Captaron rápido su esencia y la primera gran manifestación contra él se produjo al día siguiente a su toma de posesión y lo protagonizaron cientos de miles de mujeres marchando sobre Washington.


El incidente ocurrido en Google esta semana pasada es otra manifestación del efecto llamada de Trump. El despido de un ingeniero que había publicado un memorando sobre la inferioridad de las mujeres y los peligros de su acceso a los puestos directivos ha tenido una rápida respuesta de la empresa. Es una muestra del segundo factor, la misoginia:

The news of the engineer's firing came shortly after Recode reported on a company-wide memo from Google CEO Sundar Pichai indicating that portions of the manifesto may violate the company's code of conduct. A Google representative confirmed the memo's authenticity, and Google published the memo in full on its blog Tuesday morning.
Specifically, Pichai objects to the author's claims that biological differences make women less suited for careers in tech. Pichai suggests that this portion of the manifesto was "not OK," and he said it went too far "by advancing harmful gender stereotypes in our workplace."
"To suggest a group of our colleagues have traits that make them less biologically suited to that work is offensive and not OK," Pichai wrote.
The 10-page document first became public knowledge on Saturday, following a report from Vice's Motherboard. Gizmodo released full copy of it later that day.
In the manifesto, titled "Google's Ideological Echo Chamber," the engineer argued that the search giant needed to be more tolerant of conservative viewpoints among its employees. Pichai agreed with that particular point, saying in his memo that the company could be more inclusive of different perspectives.***


La segunda oleada es contra las mujeres, que también ven reducidos sus derechos. No es solo el machismo recalcitrante de Trump. Trump ha realizado toda una serie de movimientos, especialmente en el terreno de la salud que van contra los derechos de las mujeres, otro movimiento que ha dejado sus batallas en los Estados Unidos. Es la vuelta de la mística de la feminidad, como lo denominó Betty Friedan en su descripción del retroceso ocurrido en los 50 que devolvió a las mujeres a casa y sembró la depresión en el país.
Hay otras dos patas que contribuyen al ascenso y sostenimiento de Trump: son el nacionalismo y el militarismo. Ambas las estamos viendo en la retórica y cómo tienen sus enlaces con los supremacistas blancos. Los supremacistas blancos son otra forma de llamar a los "nacionalistas blancos". La supremacía blanca supone una forma de nacionalismo en la medida en que su idea de América es "blanca". Todo va en el mismo paquete; de otra forma es como separar a los nazis del antisemitismo. Va todo en el mismo paquete ideológico.


Los "supremacistas" piensan que la "raza blanca" es superior y, por ello, las personas de "color". "judíos", etc. no deben gobernar o tener derecho a voto, que es el camino para evitarlo. Para ello han generado el mito de la América blanca, excluyente; lo han adornado con la religión que les garantiza que Dios está de su parte y se dedican a retroalimentarse con estos mensajes amparándose en los derechos y libertades. Es ahí donde falla el sistema educativo, que va absorbiendo estos pensamientos retrógrados y creando sus nichos transmitiéndolos. El sistema de libertades norteamericano les ampara aunque sea para una causa tan retrógrada y generadora de violencia.


El nacionalismo produce finalmente una xenofobia que ve en los otros pueblos enemigos. Como consecuencia, se produce el militarismo y Trump convierte las relaciones internacionales en un sistema de amenazas que ponen en marcha con la industria bélica como motor.
Racismo, misoginia, nacionalismo, militarismo... ¿Sabían los norteamericanos lo que votaban? Desde luego. Unos lo han hecho, dicen, porque no les gustaba Clinton y otros porque les gustaba Trump. La diferencia de tres millones de votos en favor de Hillary Clinton es un hecho fundamental, que hemos señalado desde que se produjo. Salva la Historia de los Estados Unidos dirigiendo el mal producido hacia un sistema que puede ser cambiado, el "colegio electoral", responsabilizándolo de la llegada de Donald Trump a la cima. Siempre podrá decirse la mentira piadosa que los pueblos necesitan para poder seguir adelante cargando con su fardo de errores, que fue un defecto del sistema lo que produjo la llegada de un periodo oscuro, tenebroso, que es lo que representa la presidencia de Donald Trump. Solo con lo que ha hecho, ya es suficiente. Desgraciadamente, le queda mucho por delante.
La condena de "todo tipo de violencia" por parte de Trump para lo ocurrido en Charlottesville es algo más que jugar con las palabras y sus significados; es algo más que una ignominia que hasta sus asesores le recomendaron que no hiciera. Supone un paso más en la destrucción moral de la presidencia de los Estados Unidos, en la que muchos norteamericanos, la mayoría, no se sienten representados.

19:12. La presión social y mediática, el enorme escándalo, han hecho que Trump rectifique. No servirá de mucho porque están claros los motivos. Al menos los grupos racistas saben que tienen frente a ellos a una gran parte de la sociedad norteamericana. La perspectiva de salir fuera con esa mancha también ha debido pesar. Trump ha perdido oficialmente una batalla.



* "The Hate He Dares Not Speak Of" The New York Times 13/08/2017 https://www.nytimes.com/2017/08/13/opinion/trump-charlottesville-hate-stormer.html
** "Alleged driver of car that plowed into Charlottesville crowd was a Nazi sympathizer, former teacher says" The Washington Post 13/08/2017 https://www.washingtonpost.com/local/one-dead-as-car-strikes-crowds-amid-protests-of-white-nationalist-gathering-in-charlottesville-two-police-die-in-helicopter-crash/2017/08/13/3590b3ce-8021-11e7-902a-2a9f2d808496_story.html
*** "The Google employee who wrote the controversial Google manifesto was fired after CEO Sundar Pichai called it 'not OK'" Business Insider 7/08/2017 http://www.businessinsider.com/google-sundar-pichai-anti-diversity-manifesto-fired-2017-8





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