viernes, 5 de mayo de 2017

El nombre ha sido cambiado por seguridad del periodista

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Egyptian Streets publica un artículo, firmado por Aya Nader y con un interrogantes desde su título: "On World Press Freedom Day: How Can Egypt Salvage its Eroding Media?"*. Por mi parte he querido titular este con la frase que cierra el artículo como una anotación final del texto: "* the name has been changed for the safety of the journalist". Esa nota, que implica el temor por hablar, explica de forma concisa lo que el artículo trata de describir sobre la situación mediática egipcia y, por extensión, de una parte importante de la sociedad.
El comienzo del artículo hace una descripción genérica del estado de los medios y adelante el origen del estado en el que se encuentran:

The media in Egypt is in a state of chaos. Sensationalism, propaganda, unverified facts, and state control strip the fourth estate of its role. But how can the profession be “fixed”? Is a new regime needed, or can down-top approaches be a solution?
Many journalists maintain that media reform can only begin when the government’s violations cease.
“Egypt needs a non-intrusive government, a government that doesn’t stop the printing of the day newspaper because they think the article is against the regime,” said Jackie Devin*, a French journalist who had worked briefly as an editor in state-owned Al-Ahram Hebdo, and had to choose carefully or modify the titles “not to offend the regime”. Devin pointed out that editors should be free to choose the content and the tone of the title and text without fearing consequences from the government, be it censorship or funds cut.*


Carente de un sistema real que traduzca la sociedad a una representación cívica, Egipto invierte el sentido de las informaciones: en vez de fluir de la sociedad a sus representantes, el trucado sistema egipcio trata de dar forma a la opinión pública desde el poder.
La falta real de una ideología en un sentido moderno hace que Egipto se construya sobre la única posibilidad que le queda: el estatalismo ideológico. Esta forma no es más que la representación del poder como una totalidad que provee, encarnado en una institución, el estado.
En medio de una crisis económica e institucional muy fuerte, con una gran crítica internacional, el estado no puede permitirse una crítica que ponga en evidencia sus debilidades o cuestione sus decisiones desmontando la narrativa principal, la que ha sido usada por las presidencias egipcias: la necesidad de estar unidos frente a la fuerzas, internas y externas, que amenazan a Egipto. Una y otra vez se repite el mismo argumento. Eso ha producido una percepción de miedo al futuro que debe ser equilibrado con mensajes tranquilizadores.
Hace dos días tuvimos ocasión de ver la película egipcia, "Mujeres de El Cairo" (Yousry Nasrallah 2009), que recoge la situación de los medios de comunicación poco antes de la caída de Hosni Mubarak. El conflicto de un matrimonio de periodistas en el que él quiere medrar en la prensa estatal mientras que su esposa, presentadora de televisión de un medio privado, quiere dejar al descubierto los problemas sociales, era una representación bastante ilustrativa de la situación de antes y de ahora. El estado usará las ganas de promocionarse dentro del régimen y ascender de él para que convenza a su mujer de tratar temas no políticos.
Dicen que el arte anticipa la realidad. La película comienza con una entrevista ficticia en la que ella entrevista en su programa a un político sobre las muertes de unos emigrantes en el mar intentado salir de Egipto. Es sorprendente la capacidad de los guionistas para anticipar las respuestas políticas. En septiembre de 2016, los medios daban noticia de un triste suceso: la muerte en el mar de de más de 300 egipcios en el hundimiento de un barco lleno de emigrantes que salía hacia Europa. El caso lo tratamos aquí y recogimos las reacciones de algunos parlamentarios que consideraban a aquellos muertos poco más o menos que delincuentes, gente que abandonaba insolidariamente el país, que se llevaba el dinero y que no pagaban por salir al exterior la tasa correspondiente que los egipcios deben pagar por no encontrar trabajo en su país.
Las personas les importaban poco a aquellos representantes del pueblo —tienen una aprobación del 30% según la encuesta de estos días, con una caída del 5%—, pero sí les importaba mucho la imagen, el mal efecto que producía que la gente huyera del paraíso. Como ocurría en la película de Yousry Nasrallah, los medios deben evitar todas estas cosas, todas ellas desagradables, molestas y perjudiciales para los egipcios.
Hace pocos días, la presidencia misma advertía que una cosa era informar de un atentado y otra cosa hablar de ello todos los días, mostrar imágenes que perturban y crean en la gente sensación de inseguridad, además, claro, de espantar al turismo.
La mentalidad del estado respecto a los medios es de control. No consideran que las críticas o la divergencia de opiniones sean una necesidad. Los medios deben cumplir una función de transmitir a la gente aquello que, por su bien, las autoridades ejecutan. Por definición, es bueno. Luego la realidad dice otra cosa, pero el principio se debe mantener.

Mujeres de El Cairo (2009)

El periodista al que se le ha falseado el nombre tiene razón en lo señalado: la crítica se ve siempre como un ataque al régimen. El régimen no surge de la voluntad popular, sino que es la energía que mantiene al estado en pie. La opinión diversa divide al pueblo y si le divide, Egipto será destruido por esas oscuras fuerzas que le amenazan en su historia.
En estos años de seguimiento de lo que ocurre en Egipto, el baile mediático ha sido constante. Lo hemos dicho muchas veces: Egipto tiene lo mejor y lo peor del periodismo. Tiene personas que se juegan mucho intentando contar y explicar el mundo que les rodea; y tiene periodistas empeñados en cubrir la realidad de un oficialismo ramplón puesto al servicio del poder. Hay medios independientes que tratan de hacer honestamente su labor y hay meros agentes promocionales. Hay periodistas valientes y personas cuyos actos sonrojarían a cualquier lector del mundo. Aquí hemos tratado a unos y a otros, a periodistas que han sido capaces de decir lo que ven o piensan y a falsificadores de la realidad que creen que las mentiras o infamias les traerán medallas. Lo mejor y lo peor.
El artículo de Egyptian Streets señala cómo ha ido evolucionando hacia peor la situación:

In December, the parliament approved a media “regulations” bill, which puts both state and private owned media in the hands of the government. The new law stipulates the formation of three regulatory bodies to oversee all of Egypt’s media outlets, be it public or private. Heads of these bodies are appointed by the president, Article 32 dictates. The new law contradicts Article 72 of the Egyptian Constitution that indicates that “the State shall ensure the independence of all state-owned press institutions and media outlets, in a manner ensuring their neutrality and presentation of all political and intellectual opinions”.
Journalist Malaka Badr stressed that Egypt can never reform its media without freedom of press to begin with. The Committee to Protect Journalists named Egypt the third country in the world with the highest number of jailed journalists in 2016. According to the Arabic Network for Human Rights Information (ANHRI), 58 Egyptian journalists are currently behind bars.
“It all goes down to how Egypt is governed. Right now, the government is going through an identity crisis; it can’t decide if it’s secular, Islamic, leftist, capitalist, or otherwise. Therefore, the laws, regulations, decrees and the bundle of inevitable red-tape that comes out of the very confused government, and parliament, often add up to the endless loop of struggles. All of this pours into the Egyptian media,” believes urban journalist Leena ElDeeb.
Ahmed Gamal Ziada, a journalist who was imprisoned for 500 days, holds that a change of the regime altogether, to a democratic one, is the how media could get a makeover.*

Pero las posibilidades de que esto ocurra son muy pocas. La situación, sencillamente, se ha modificado para que no se den las circunstancias favorables. Además de la crisis de identidad del régimen —el estatalismo admite diferentes guiones—, se ha evitado que se pudieran dar las circunstancias. No solo es la nueva ley de medios. Todo lo que se ha legislado va en contra; se ha legislado para centralizar, característica estatalista: por eso existen los conflictos con las leyes del Poder Judicial y las actuales broncas (hoy mismo) con los clérigos de Al-Azhar. Todas llevan a la centralización del poder en la presidencia. Lo que no gusta, se pone bajo su control. Esto está generando múltiples fricciones, no solo con la prensa, la más débil.


Por todo esto, es muy difícil que se avance hacia una democracia, sino a una espiral en la que la debilidad genera más represión y esta produzca de nuevo más inestabilidad. Es como un sistema: lo que no sale por una puerta, sale por otra. Se paga haber hecho unas leyes que debilitaban los partidos porque así ha dejado de darse salida a la diversidad social. La consecuencia es un parlamento también débil e impopular, como hemos señalado, que trabaja al dictado de las necesidades de la presidencia. El descrédito es grande, dentro y fuera.
El papel de la prensa es malinterpretado. Quieren una imagen controlada y unitaria de Egipto. Cualquiera que desafíe esa imagen asume diversos tipos de riesgo. Que haya que cambiar por motivos de seguridad el nombre de un periodista nos dice ya el clima en el que la prensa se encuentra. Muchos periodistas que comenzaron apoyando al régimen han dejado de hacerlo. Por eso los que han quedado se sienten en la necesidad de hacerlo más intensamente."Dedíquese al chismorreo", era la sugerencia que el poder hacía a los periodistas en la película de Yousry Nasrallah, en un mundo lleno de despachos con retratos presidenciales.
La pregunta de Aya Nader —How Can Egypt Salvage its Eroding Media?"— no tiene, hoy por hoy, una respuesta sencilla. Y puede que tampoco en un futuro próximo. Y esto no es nada bueno, ni para la prensa, ni para Egipto.


* Aya Nader "On World Press Freedom Day: How Can Egypt Salvage its Eroding Media?" Egyptian Streets 3/05/2017 https://egyptianstreets.com/2017/05/03/on-world-press-freedom-day-how-can-egypt-salvage-its-eroding-media/ 


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