jueves, 18 de mayo de 2017

El gran chiste americano

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cuando Erdogan fue a visitar a Vladimir Putin, este le recibió mirando de lado y tendiéndole una mano con gesto condescendiente. Su cara era de "me has derribado un avión y vienes ahora para tocar las narices a los norteamericanos". La cara de Erdogan, en cambio, trataba de reflejar lo contrario: "la buena noticia es que tu avión lo derribaron unos oficiales gulenistas que querían que tú y yo nos enfadáramos". Se hicieron las fotos con sus caras correspondientes a sabiendas de que los dos trataban de fastidiar a los Estados Unidos. Son políticos curtidos, pragmáticos y capaces de hacer un sacrificio personal por tan noble fin. Las sonrisas y gestos estaban destinados a Obama y los Estados Unidos, a Europa. Eran por fastidiar.
Cuando el presidente Abdel Fattah al-Sisi visitó a Trump, los dos pusieron cara de "¡Qué buenos recuerdos de nuestra infancia!", aunque solo se hubieran visto una vez,  como si las presidencias respectivas les hubieran alejado del golf del fin de semana. Ambos escenificaban una atracción que fastidiaba a Obama, que no había recibido al presidente egipcio. Daba igual que Obama estuviera dándose baños en Hawaii. La misma cara de alegría puso el presidente egipcio cuando se encontró con Putin. En su primer encuentro Putin manifestó su alegría porque se presentara a la presidencia egipcia. La intención era la misma: molestar a Washington, cada uno a su manera.


La visita de Erdogan ha tenido sus fotos peculiares y sus gestos. En plena crisis interna —¿quién no habla de "impeachment"?—, Trump está acelerando visitas por si luego no tiene ocasión. En encuentro con Trump ha tenido su lado divertido al poderse comprobar dos actitudes: Trump intentando ser el amable anfitrión, con esos abrazos ensayados, y Erdogan tratando de eludir cualquier gesto de simpatía, sonrisa automática, estrechamiento de manos, etc.
Lo primero que ha resaltado Trump en la rueda de prensa conjunta es que era la primera visita "in years", convirtiendo así todo en un acontecimiento glorioso, estrategia del comerciante y publicista.
Trump habló del "legendario valor de los turcos" —los llamó "unos de los soldados más valientes del mundo"— mientras la mirada errática de Erdogan vagaba por la sala. La cámara cerró el plano conjunto para evitar transmitir la cara y actitud de pasotismo del presidente turco.


Una vez terminado el canto a Turquía, al valor de los turcos, las condolencias por el dolor de los ataques terroristas, etc. Trump manifestó el gran honor que era tenerle allí y le tendió la mano. La cara de Erdogan mientras le estrechaba por segundos la mano lo decía todo: ¡vaya, llegó el momento!, parecía pensar. El expresivo orador que se pasea con su bufanda por los escenarios de los mítines micrófono en mano se mostraba ahora como un hierático e inexpresivo convidado de piedra. La intervención de Erdogan, traducida simultáneamente, siguió en el mismo tono lúgubre.
Mientras tanto, Donald Trump esbozaba amplias sonrisas y hacía gestos de satisfacción a los que entre el público le miraban. El contraste entre ambos era patente. Dos maestros manipuladores del abrazo frente a frente a frente tratando de evitar que el otro saque ventaja de un gesto, de una sonrisa. ¡Todo un espectáculo semiótico!
Pese a sus escarceos con Theresa May (o quizá por ellos), la prensa británica (recordemos que despreció públicamente a la BBC en una rueda de Prensa) trata con bastante dureza a Trump, en línea con la europea. Con el titular "Donald Trump fails to raise human rights with Turkey's President Erdogan despite intensifying crackdown", The independent nos muestra una foto de un (artificialmente) sonriente Donald Trump ofreciéndole la mano a Erdogan que le mira con un gesto que su doblez islamista no puede ocultar, un gesto de profundo asco por tener que estrecharla. La mirada de Erdogan lo dice todo y se lo dice, además, a su público turco, al que dentro de unos días volverá a repetir que Estados Unidos es el "mal" y que acogen a terroristas como Fetullah Gulen, quien le sirve para descalificar o encerrar a sus enemigos purgando el país.
Ante la frialdad del encuentro, la noticia estalló fuera, donde se produjo el calentamiento que se trataba de evitar dentro. Los guardaespaldas de Erdogan y sus seguidores islamistas atacaban a los armenios que recordaban que el señor que estuvo dentro de la Casa Blanca sigue negando y amenazando a quienes le piden el reconocimiento del genocidio armenio o simplemente son kurdos. El asunto es grave porque la visita a la Casa Blanca no incluye agredir a los que se encuentran en un país en el que uno tiene derecho a protestar y manifestarse, no como en la Turquía de Erdogan.
The independent describe lo sucedido y las reacciones:

Hours after the pair held talks, chaos broke out at the Turkish embassy in Washington as Mr Erdogan’s security staff violently broke up an anti-government protest.
Footage showed men in suits beating and kicking unarmed protesters holding pro-Kurdish and anti-Erdogan signs, leaving some lying on the ground and covered in blood.
Emergency officials said nine people were injured, while two men are facing charges over the incident, which provoked dramatically different responses in Turkey and the US.
Turkey's official Anadolu news agency labelled the protesters “supporters of terror”, saying they chanted anti-Erdogan slogans as the President entered the embassy after meeting Mr Trump.
The report claimed his security team moved in to disperse the protesters because ”police did not heed to Turkish demands to intervene”, although footage showed American police officers attempting to drag them off demonstrators.
Muriel Bowser, the mayor of Washington DC, said the “violent attack on a peaceful demonstration” is an affront to “our rights as Americans”.
The White House has made no comment on the protest following a marked lack of criticism from Mr Trump on increasingly authoritarian moves in Turkey.
The President was criticised for congratulating Mr Erdogan as he won a controversial referendum to dramatically expand his powers last month, sparking alarm among European leaders and human rights groups.*


Preocupados ambos por la escenificación, se les recuerda que han dejado fuera asuntos importantes, como son los "derechos humanos". Es significativo que Trump felicite a Erdogan por algo que ha sido condenado por prácticamente todo el mundo, su asalto al poder tras las cuestionadas votaciones del referéndum. Llevado por su retórica exagerada, Trump no podía dejar de felicitarlo por esa victoria que hunde un poco más a la democracia turca, ya bajo mínimos. Si Trump considera que "la prensa es el enemigo del pueblo", tampoco se iba a preocupar por los periodistas encerrados en Turquía o por lo medios clausurados por el gobierno. ¿Qué más le da? Su regalo ha sido la cara de desprecio de Erdogan.
Este desprecio de Erdogan por Trump es personal, político y cultural. Como mesiánico, Erdogan no puede sino despreciar lo que Trump representa, al millonario narcisista metido a político. El mujeriego Trump, el que se casa con bellezas de concurso y modelos para llamar la atención al entrar en los salones, no puede suscitar sino el desprecio del puritano Erdogan. La frase de Trump diciendo "que de no ser su hija, haría la corte a Ivanka", habría hecho enrojecer de ira a Erdogan.
Como político, Trump es un hombre sin partido, sin ideología, un mero oportunista que ha llegado al poder. Erdogan, en cambio es un hombre de programa, de agenda, que ha ido dejando pasar el tiempo a golpe de astucia y fuerza, según conviniera para hacerse cumplir el plan de la Historia: la reislamización de Turquía y, si se tercia, la reconstrucción de imperio otomano aunque sea como anhelo. El espectáculo bochornoso que Trump está dando desde la Casa Blanca al mundo, un espectáculo que avergüenza a una mayoría de norteamericanos, no puede sino suscitar rechazo en la mentalidad de Erdogan.


Y el aspecto cultural. Erdogan no puede sino ser aliado circunstancial de cualquier otro. Los utiliza, pero los desprecia desde su conciencia islamista de superioridad. El desprecio que manifiesta por Europa en cuanto tiene ocasión mientras juega al ratón y al gato con ella es manifiesto. Erdogan espera a que Europa le diga "no" para presentarlo como una victoria identitaria y de poder. El camino de Turquía es claro en los planes de Erdogan: la dependencia es humillación. Hay que ser fuerte para ser independiente. Mientras tanto, sonrisas, visitar y juegos maquiavélicos con quien sea necesario, incluido el Estado Islámico, al que le costó mucho enfrentarse porque le estaban haciendo el favor de eliminar kurdos. Hasta que a alguien, los Estados Unidos, se le ocurrió armarlos y entrenarlos. Ahora ha ido allí a decirle a Trump que no lo haga. Es lo que quiere decir su inexpresivo gesto.
La cara de Erdogan es expresiva en su inexpresividad, como le pasa a Putin, que ha esbozado ligeras sonrisas y algún brillo en los ojos con la historia de Lavrov y el embajador ruso en la Casa Blanca. Sus compatriotas, mucho más expresivos, no han podido reprimir las carcajadas. Tras las acusaciones a Trump por dicharachero, la CNN cuenta:

At the press conference in Sochi, Putin made light of the allegations.
"I think we need to come up with some sort of punishment for him, because he didn't share this secret information, not with us, not with the special services. This is really not nice of him," Putin joked, laughing with Lavrov, who was also at the conference.
But he then took a more serious tone, accusing Americans of "rocking the internal political situation in the US under anti-Russian slogans."
"They either don't understand that they are harming their country -- which makes them just dumb -- or they understand, which makes them dangerous and dirty."**


Se dice que nada hay más difícil que el humor sea comprendido en diferentes culturas simultáneamente, pero las carcajadas rusas demuestran que es posible. Pero podría ser que los rusos se hayan reído porque el chiste era realmente ruso. Esta vez los americanos no se han reído.
La imagen de los rusos riéndose a carcajadas con los comentarios de Putin sobre lo que ocurre en la Casa Blanca serán difíciles de olvidar por parte de los norteamericanos, los diplomáticos de la administración y cualquier persona con sentido del ridículo. El gran chiste americano, como se advirtió, es el propio Trump en la Casa Blanca. estas son las consecuencias.
Con todo, el mejor "gran chiste americano" lo acaba de publicar el presidente Trump en uno de sus tuits para la Historia:


* "Donald Trump fails to raise human rights with Turkey's President Erdogan despite intensifying crackdown" The Independent 17/05/2017 http://www.independent.co.uk/news/world/americas/us-politics/donald-trump-erdogan-meeting-talks-coup-human-rights-turkey-crackdown-arrests-protest-washington-a7741581.html

** "Putin offers transcript of Trump meeting with Lavrov" CNN 17/05/2017 http://edition.cnn.com/2017/05/17/politics/russia-us-trump-lavrov-intel/



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