domingo, 2 de abril de 2017

Los compadres

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La llegada a la presidencia de los Estados Unidos de Donald Trump agrandó las esperanzas de algunos. Con el Brexit y Trump en la Casa Blanca, el futuro parecía limitarse a subirse a l cresta de la ola del populismo disgregador y la baza nacionalista. Tanto Reino Unido como Estados Unidos parecían apostar por enseñar los dientes a los vecinos. Y funcionaba.
Nigel Farage fue corriendo a la Torre Trump a lucir sonrisa junto al magnate metido a presidente. Los populistas europeos, apostando por el nacionalismo, tenían la estrategia clara: repetir los discursos de Trump, sus poses y maneras suficientes. Todos empezaron a pensar que si iban a Washington saldrían de la mano del magnate, como Theresa May, la Juana de Arco del Otro Lado. La "dama cromada" se ha visto criticada por los discursos que presentan el Brexit como una especie de nuevo "desembarco de Normandía" y un camino triunfal hasta Berlín, en este caso, Bruselas. La prensa británica y los políticos del continente intenta atraerla hacia la realidad, pero May, incombustible, sigue prometiendo grandeza tras lo que no es más que una mala jugada británica, un mal cálculo de David Cameron. Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe.
Pero las cosas están cambiando. Los poco más de 70 días de Donald Trump y familia al frente de la Casa Blanca han puesto los pelos de punta a media humanidad sobre lo que pueda ocurrir más adelante. Después de los escándalos y de las medidas tomadas por Trump, ya no es tan sencillo ponerse a su lado para la foto.


Lo ocurrido con Geert Wilder en las elecciones holandesas ha hecho saltar las alarmas. Las expectativas de éxito se han rebajado e incluso muchos temen que invocar su nombre sea contraproducente dado el insólito espectáculo mundial que Estados Unidos está dando con Trump y su equipo, las relaciones con Rusia, las medidas contra el sentido común y la Historia, etc.
The Washington Post detecta esta tendencia en la campaña francesa:

PARIS — In the early hours of Nov. 9, Marine Le Pen was the first foreign politician to congratulate the new U.S. president-elect.
In the weeks that followed, the leader of France’s far-right National Front did everything she could to tie her presidential campaign to the upset victory of Donald Trump, claiming that she would be the next chapter in a global populist revolt against the “establishment.”
On the morning after the U.S. election, she took to the stage at her party’s headquarters outside Paris, heralding Brexit and Trump as part of an unstoppable worldwide phenomenon — “democratic choices that bury the old order and steppingstones to building tomorrow’s world.”
But a month before the first round of the French elections, Le Pen’s tone has markedly changed: no more President Trump — at least not for now.
Le Pen, almost certain to qualify for the second and final round of the elections, seems to be keeping her distance from her compadre. The word “Trump” rarely figures in her speeches and rallies these days, and when she squared off against France’s four other presidential candidates in the campaign’s first televised debate March 20, she avoided mentioning him in any policy discussion, despite ample opportunities to do so.*


Lo que iba para "nuevo orden mundial" se ha quedado en "nuevo caos norteamericano". Mezclarse con Trump ya no es una garantía de éxito entre otras cosas porque ni tienen claras las cuentas de Trump y, lo que es peor, tampoco las propias.
Antes de que en Estados Unidos se empezaran a trazar los caminos que llevan a Rusia por los paisajes más inesperados, los contactos de los populistas nacionalistas, la ultraderecha racista y xenófoba europea, ya tenía sus puntos marcados. Pero aquí no se funciona tan bien en este aspecto. Ha tenido que explotar el tema en Estados Unidos para que ellos, al menos, empiecen a preocuparse. En España tenemos casos que, dado el sarao en el que vivimos con la repetición de elecciones, han pasado desapercibidos o no se han considerado "relevantes".
En estos momentos la portada de El País digital tiene como titular "El círculo ruso de Trump: la conexión española"** que muestra al menos un hilo de conexión. Pero en este mundo político empiezas tirando suavemente de un hilo y se pueden producir tsunamis. Nadie sabe dónde acaba el hilo. Rusia no invierte solo en políticos y empresarios norteamericanos. Tampoco son los únicos. Tenemos el caso caliente de Turquía también con la administración norteamericana y pronto saldrán otros. España es cuestión de tiempo, como otros países. La "paz" tienen estas cosas.


El hecho es que el presidente Trump ya no es citado como un santo patrón, sino como un virus que puede infectar peligrosamente la política del país en cuestión. Y esto es consecuencia de haber sobrepasado la introducción razonable de personas con intereses económicos o empresariales en la política. El propio Trump y familia es un perverso ejemplo de mezcla de intereses dada su red mundial de propiedades. Demasiados agujeros en tanto campo de golf.
Lo sorprendente esta casta de financieros oscuros y ejecutivos de grandes empresas, metidos en negocios mundiales, son los que han entrado en una administración cuyos votos proviene de un electorado al que se le ha prometido lo contrario. La ironía del "America First!" es que es más bien un "America at Last!", un "¡por fin América!" después de haber sembrado y recogido negocios y capitales por medio mundo.
El único sitio en el que el nombre de Donald Trump se invoca como el del "amigo americano" es Egipto. Seguro que muchos egipcios se sienten ofendidos por la afirmación anterior de The Washington Post sobre que fue Marine Le Pen la primera en felicitar a Trump por su elección. La prensa siempre ha resaltado es circunstancia, un signo de proximidad que debe conceder algún privilegio, aunque no esté claro cuál.
La prensa egipcia ha seguido durante estos días anteriores la preparación del viaje del presidente al-Sisi a los Estados Unidos para encontrarse con Donald Trump. Dentro de la crisis egipcia, la presunta amistad o sintonía entre ambos procede de una cuidadosa maniobra de psicología social.


En la visita coinciden dos aspectos encadenados. En primer lugar está el establecimiento de la responsabilidad de todos los males egipcios en la administración de Barack Obama, estigmatización que se trasladó de forma directa sobre Hillary Clinton, como su Secretaria de Estado. Por extraño que parezca, probablemente no haya dos personas más odiadas en Egipto.
Como se le repite constantemente al egipcio a través de los discursos semioficiales y mediáticos, Obama fue el que fomentó el terrorismo en Oriente Medio y el apoyó a los Hermanos Musulmanes. Y lo creen sinceramente. Todo es una conspiración para destruirles. El diario de El Cairo, Watani, recogía en noviembre algunas opiniones de la gente sobre Obama, Clinton y Trump:

Go away, Clinton
“US policy does not change much with every president in the White House,” General Khaled Hosny Qattan wrote on his Facebook page. “There never will be an American president sympathetic to Arabs or Muslims. But I feel comfortable that Trump won and that that supporter of terrorists, Clinton, lost.”
“We don’t know much about Trump,” wrote Salah Fattouh, a teacher. “But it’s hard to imagine anyone worse than Obama.” Journalist Mervat Ayoub posted: “Welcome Trump. To hell, Clinton, sponsor of terrorists and terrorism.”
“Every Arab who supported Clinton belongs to the frontline of the Muslim Brotherhood (MB),” Michael Girgis, a graphic designer, noted. “Trump is very straightforward in his talk against terrorism and especially Daesh, and any alliance with Russian President Putin would benefit Egypt.”
“Trump is over-confident; he will get a nasty surprise when he finds out that there are pre-drawn strategies led by the Zionist lobby which already has the upper hand in American decision-making, and aims to unravel the Middle East,” posted Walaa’ Muhammad, a lawyer. “As far as we Egyptians are concerned, he said he respects Egypt and our President Sisi.”
Whereas politician Abdullah Mubasher wrote: “President Sisi always bets on the winning horse [President Sisi was among the first to congratulate Trump who had in turn described Egypt’s President as a strong leader].” Homemaker Isis Bassili thought of an ominous scenario: “What would happen should Trump deport all Islamic terrorists from the US and they go back to their home countries among which is Egypt? Did anyone pause to think how would we then fare?”***


Esto está muy cerca de las opiniones de los egipcios medios. Lo extraño es que no responsabilicen a Obama de la creación de la Hermandad, si bien aquí recogimos las declaraciones de un militar egipcio afirmando que Hassan el-Banna, el egipcio fundador del grupo en los años 20, era un sionista camuflado. La influencia de los islamistas en Egipto es muy anterior a la llegada de Obama al poder. Fue creciendo en un juego del gato y el ratón en los periodos de Nasser a Mubarak. La confianza en poder controlarla solo es pensable desde una mentalidad militar que no concebía el país desde una perspectiva de democracia y convivencia. Fue en la primera ocasión cuando los islamistas, hermanos y salafistas, se hicieron con casi el 70 por ciento de los escaños del parlamento. Lo que hicieron allí les granjeó la enemistad de muchos egipcios, que se manifestaron por millones para pedir la convocatoria de nuevas elecciones. Pero los militares no querían repetir el mismo error que les dejaba fuera del control del poder. Tampoco Obama tuvo nada que ver con ello, pero era importante desviar hacia alguien la responsabilidad de lo ocurrido. Occidente y su cabeza visible, la presidencia de los Estados Unidos y la Secretaría de Estado. El año de Morsi fue nefasto, nada democrático, un ejercicio de autoritarismo islamista y, lo peor, un incumplimiento de su promesa de gobernar para todos, lo que le dio muchos votos que no querían ir al candidato militar. El sectarismo comenzó a actuar y las bases de la Hermandad hicieron de las suyas.


No es justo considerar a Obama un enemigo del mundo musulmán. Probablemente ningún presidente norteamericano se haya implicado tanto y haya hecho tantas referencias a los musulmanes dentro y fuera del país. Y ese haya sido probablemente su más grande error: no comprender que hiciera lo que hiciera, siempre tendría la culpa. Es un estado de conflicto en el que nadie asume su responsabilidad, nadie cede y todos acaban echando las culpas a los demás. Da igual que todo sean contradicciones. ¿A quién le importa? 
Ningún presidente, en cambio, ha amenazado, insultado o tiene pretensiones de intervenir en la política de Oriente Medio (y todo el planeta) como Donald Trump. Sus ataques al islam antes y después de la campaña, sus declaraciones sobre la doctrina de "un solo estado" para Palestina e Israel, etc. no lo convierten en un amigo muy prometedor de los árabes. Pero Egipto lo presenta de otra manera, desde su no asimilada dependencia de los Estados Unidos, que es quien ha estado financiando su ejército.
En segundo lugar, la visita de al-Sisi se ha planteado en términos de amistad: cuando dos países tienen amigos por presidentes, son generosos el uno con el otro. Por eso se insiste tanto en llevar las relaciones a la sintonía personal. La foto que se repite una y otra vez es la que nos muestra a un Sisi en posición de autoridad, más elevado, mientras un inferiro Donald Trump escucha atentamente lo que le están diciendo. Pero entonces Trump era un cadidato a la presidencia al que nadie quería saludar y hoy es el presidente de los Estados Unidos. La foto será otra. Muchos preferirán la primera.
Ahram Online expone así las pretensiones egipcias durante el viaje:

President Abdel-Fattah El-Sisi will focus on Egypt's economy during his trip to Washington, Foreign Minister Sameh Shoukry said in a televised interview Sunday.
El-Sisi will meet with several key decision makers during his visit and will give a talk at the American Chamber of Commerce. Communication is, in addition, ongoing with major companies in the US, Shoukry added.
The US is economically capable of supporting the Egyptian economy by increasing direct investment, Shoukry stated.
El-Sisi arrived to Washington Saturday for a five-day visit that will include talks with President Donald Trump.
Egypt has recently introduced a number of fiscal reforms, including subsidy cuts and the introduction of new taxes, aimed at stemming a growing budget deficit. Last November, the Egyptian Central Bank freely floated the Egyptian pound with the aim of alleviating a dollar shortage and attracting foreign investors.
President Donald Trump's administration had announced its support to Egypt's economic reform plan as well as his approach to counterterrorism.
Last Friday, a senior White House official told Reuters that Trump will seek to rebuild the US relationship with Egypt at the meeting planned Monday with El-Sisi.
The relationship between Egypt and the US was strained after former President Barack Obama criticised the ouster of the Muslim Brotherhood's Mohamed Morsi in July 2013.
The US froze military aid to the country in October of 2013 but resumed it in March 2015.****


¿Es lo mismo "apoyar" el plan de recortes económicos que "invertir"? El presidente egipcio intenta por todos los medios recoger inversores de cualquier parte. Sin embargo, no es tan fácil, tanto por motivos generales como por la zona en sí. La norma general de que Trump hace lo contrario de lo que Obama ha hecho es aplicable aquí de forma relativa.
Uno de los objetivos —no económicos— es que Estados Unidos deje de "apoyar" a los Hermanos Musulmanes. The New York Times escribía en febrero sobre los problemas que esto puede suponer con otros países:

CAIRO — In Morocco, it would tip a delicate political balance. In Jordan, it could prevent American diplomats from meeting with opposition leaders. In Tunisia, it could make criminals of a political party seen as a model of democracy after the Arab Spring.
Of all the initiatives of the Trump administration that have set the Arab world on edge, none has as much potential to disrupt the internal politics of American partners in the region as the proposal to criminalize the Muslim Brotherhood, the pre-eminent Islamist movement with millions of followers.
“The impact would be great,” said Issandr El Amrani, an analyst with the International Crisis Group based in Morocco, where a Brotherhood-linked party won the last election in October. “It could destabilize countries where anti-Islamist forces would be encouraged to double down. It would increase polarization.”*****


Creo que se explica con bastante claridad. ¿Está dispuesta la nueva administración norteamericana a desnudar un santo para vestir a otro? El problema está sobre la mesa.
Quizá sería mejor decir que algunas de sus consecuencias. El problema real es mucho más duro de asimilar: la incapacidad de construir sociedades tolerantes y que evolucionen hacia la moderación por parte de unos y otros. El origen está, tras la descolonización, en el diálogo entre dos mundos, el del islam político que tiene muchas aristas y lados oscuros, y el de unos ejércitos que prometieron democracia y la confundieron con el autoritarismo a cuya sombra surgieron unas sociedades con muy pocas libertades.
El presidente Sisi tiene esos dos objetivos  y un tercero: no verse presionado en el tema de los derechos humanos, algo que sí hizo Barack Obama. La opinión pública egipcia sigue sin comprender que los derechos humanos no son formas de protección del terrorista sino de todos los egipcios. La confusión entre ambos es la raíz de muchos errores. Aunque Estados Unidos no lo haga, la Unión Europea lo hará, como se está haciendo con Erdogan, pese a ser un aliado y vecino. Los derechos son los derechos, no un lujo de unos pocos.  
Finalmente, si se siguen produciendo situaciones o se toman medidas anti musulmanas, como las prohibiciones de entrar en el país o las medidas en favor de Israel, la situación se puede volver más complicada para el gobierno, que tendrá que seguir mirando a Trump como un amigo o como un peligro para la zona, Egipto incluido.
Mientras el mundo procura distanciarse del "compadre" Donald Trump —como le llamaba The Washington Post— para no verse salpicado por sus excesos y oscuridades, Egipto sigue buscando ese amigo generoso que invierta y no critique.


* "Marine Le Pen’s tricky alliance with Donald Trump" The Washington Post  2/04/2017https://www.washingtonpost.com/world/europe/marine-le-pens-tricky-alliance-with-donald-trump/2017/03/31/b5e93248-1984-48a8-95fe-0ce585f56017_story.html?hpid=hp_hp-more-top-stories_lepentrump-425am%3Ahomepage%2Fstory&utm_term=.e1ac2b102a4e
** "El círculo ruso de Trump: la conexión española" El País 2/04/2017 http://internacional.elpais.com/internacional/2017/03/31/actualidad/1490971716_738575.html
*** "What the Trump win means to Egyptians" Watani 16/11/2016 http://en.wataninet.com/opinion/opinion-1/what-the-trump-win-means-to-egyptians/18003/
**** "Egypt's Sisi to focus on economy in trip to Washington: FM Shoukry" Ahram Online 2/04/2017 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/262079/Egypt/Politics-/Egypts-Sisi-to-focus-on-economy-in-trip-to-Washing.aspx

***** "Trump Talk of Terror Listing for Muslim Brotherhood Alarms Some Arab Allies" The New York Times

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