jueves, 27 de abril de 2017

El retroceso

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cada día nos informan de la reducción de las libertades en algún lugar del mundo. Tenemos la sensación fundada de que mucho de lo que se hace en diversos lugares tiene como función hacernos menos libres.
Que el presidente de los Estados Unidos declara en sus primeras semanas en la Casa Blanca que "la es el enemigo del pueblo" es muy preocupante por motivos diversos, pero muy especialmente por los imitadores en países en los que el sistema de libertades no está respaldado por un sistema judicial. Hay países en los que esa teoría se repite sin pudor. La constante aparición de personajes autoritarios en la política hace que la prensa pase a primera fila, echándose sobre ella la ira del gobernante, quien trata de arrastrar al pueblo contra la prensa, algo que se paga en las calles de muchas ciudades en las que los periodistas son agredidos o recibidos de mala forma al considerarse su presencia una agresión.
Euronews se hace eco del informe del 2017 de Reporteros sin Fronteras y señala el empeoramiento de la situación:

Hoy la prensa es menos libre que hace un año. Incluso en estados democráticos. Es la conclusión del informe 2017 de la organización Reporteros Sin Fronteras publicado este martes. El mapa de mundial de la libertad de prensa se ha vuelto más negro, el color asignado a los países donde está más amenazada. En 21 países la situación es crítica, en 51 mala. Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca y Holanda ocupan los cinco primeros puestos en el ránking mundial de la libertad de prensa.*


¿Qué es lo que hace que se produzcan estos retrocesos? Nuestra conversión en un mundo mediático hace que lo que define al poder ya no sea el silencio, sino el discurso constante, el flujo de información. Nuestro universo ya no se puede silenciar, por lo que se hace esencial el ataque a la persona, al periodista, la descalificación al medio.
Estamos asistiendo a la aparición de leyes en diversos países en los que el argumento para controlar los medios es el de la aparición de las "fakes news". Gobiernos autoritarios hacen que sus parlamentos aprueben leyes en las que se vigila a los ciudadanos (redes sociales), pero también a los medios al haberse establecido un circuito fluido entre ambos. El objetivo es siempre evitar una opinión pública en contra, que queden al descubierto los errores, que se produzca la crítica que erosione el poder o sus posibilidades.
Los políticos (y sus asesores en esto) han aprendido rápidamente que se trata de mantener el flujo constante, alimentar las corrientes cuyas olas establecen los vaivenes. En estos días se ha comentado que los aspirantes a la presidencia francesa habían evitado polemizar y atacar directamente a Marine Le Pen. En mi opinión, se trataba de evitar el fenómeno observado con la campaña electoral norteamericana, en la que todos los candidatos (y los medios) se dejaron arrastrar por Donald Trump. Los efectos, los conocemos.


Su declaración de la prensa como enemiga quedará en la historia de la presidencia de los Estados Unidos. Muchos definen a Trump como un consumidor compulsivo de televisión, de un adicto a la Fox, convirtiéndose él mismo en un propagador de noticias falsas al transmitir mediante sus tuits algo dicho por un comentarista que los había leído en Breitbart que a su vez...
La lucha de los medios "serios" contra estas turbulencias informativas es una necesidad imperiosa. La buena información es necesaria, como lo son los buenos análisis en un mundo complejo. El buen periodista es el que explica cómo hace el mago su truco. Al mago, por supuesto no le gusta y tampoco a una parte del público, la que cree que realmente se puede cortar a alguien por la mitad y después recomponerla o que las chisteras tienen infinitos conejos. El mundo se nos ha llenado de magos a los que les gustaría hacer desaparecer a los periodistas en las chisteras.
Lo escandaloso del informe de Reporteros sin Fronteras es que la reducción de la libertad de información se produce allí donde debería defenderse con más ahínco para dar el ejemplo. Recogen en Euronews el retroceso en la clasificación de países:

EEUU ha retrocedido al puesto número 43, inmediatamente después de Burkina Fasso y justo antes de Comores, Taiwán y Rumanía. La organización acusa al presidente Donald Trump de promover “cacerías de brujas” entre los periodistas, a los cuales ha llegado a difamar acusándoles de difundir noticias falsas. Turquía se posiciona como el país donde más ha aumentado el riesgo de terminar en la cárcel para un periodista, multiplicándose por cuatro el número de profesionales de la información en prisión desde el fallido golpe de Estado.
Eritrea, Turkmenistán, Siria y China y Corea del Norte el peor clasificado ocupan los cinco últimos puestos en el total de 180 países incluidos en el informe.*


La Turquía de Erdogan es, en efecto, peligrosa para las libertades. Erdogan ha decidido "limpiar" el país de todo lo que no sea su palabra y sigue avanzando, etapa tras etapa, hacia el fascismo religioso. Pero si Turquía está en el puesto 155 de 180, el Egipto de al-Sisi está en el puesto 161. También Egipto ha puesto en marcha nuevas leyes para poder controlar a la sociedad y a los medios. Las justificaciones no difieren mucho en uno y otro caso.
Estamos aprendiendo a valorar la buena información por su escasez. Los enemigos de la buena información son muchos. Los políticos son solo una parte. Otras partes importantes del deterioro tienen que ver con la propia identidad de los medios, con saber cuál es su función social, con alejarse de los cantos de sirena del entretenimiento, la trivialidad y lo anecdótico. La buena información, además, es cara: requiere tiempo y medios, buena formación de las personas. Y muchos medios han tirado la toalla y se han dejado seducir por la "agenda de la estupidez", que es considerar a sus audiencias como memos babeantes.


El deterioro de la libertad de información no afecta solo a los periodistas, que la padecen directamente, sino también a la sociedad, que pasa a estar peor informada, manipulada, etc. El deterioro de la capacidad de decidir se produce por la ausencia de información. De ahí el deterioro democrático.
Cuando el periodista está en riesgo por realizar su labor, es señal de deterioro social. Cuando se hace desde las instituciones, lo es del deterioro de estas.



* "La libertad de prensa retrocede incluso en estados democráticos" Euronews 26/04/2017 http://es.euronews.com/2017/04/26/la-libertad-de-prensa-retroce-incluso-en-estados-democraticos




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