jueves, 30 de marzo de 2017

Richard Feynman y el placer de descubrir

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La lectura de la obra del gran físico y Premio Nobel Richard P. Feynman, La física de las palabras (Crítica- Planeta 2016), deja muchos momentos de disfrute, pese a la forma casi aforística que se le ha dado al texto. Se trata de una selección de fragmentos —cartas, entrevistas, artículos, conferencias, charlas televisivas...— realizada por Michelle Feynman, su hija.
«El problema real —escribe Feynman en 1965— a la hora de hablar no es el lenguaje preciso. El problema es el lenguaje claro» (202). La distinción entre "claridad" y "precisión" plantea dos problemas diferentes. «Solo es necesario ser preciso cuando existe alguna duda en relación con el significado de una frase, y entonces la precisión debe ponerse en el lugar en el que existe la duda». La claridad tiene que ver con la capacidad de percibir relaciones y expresarlas; es de orden lógico. Tiene que ver, entiendo, con la coherencia. La precisión es una forma de alcanzar la claridad cuando se interpone la duda en algún punto.
De entre sus notas personales, resalta una frase: "En ciencia no existe ninguna afirmación exacta sobre nada" (168). La "exactitud" es una aspiración; lo que hay es una mayor o menor aproximación a esa exactitud esquiva de la ciencia. El propio Feynman señala "No siempre es una buena idea ser demasiado preciso" (153). Quizá demasiada precisión nos haga alejarnos de la claridad de la idea innecesariamente.
El placer de descubrir —estamos completamente de acuerdo con esto— es el núcleo verdadero de la actividad de la Ciencia. El descubrimiento es un proceso, un paso de la oscuridad relativa a la claridad relativa. "El trabajo no se hace por el mérito de una aplicación. Se hace por la emoción de lo que descubre" (185).

Una de las cosas que más negativas de nuestra educación superior es haber sustituido el placer infantil del descubrimiento, resultado del asombro, por la competencia, placer malsano que nuestras instituciones premian. Lo peor de todo es que se tiende a transmitir a los que comienzan en la investigación a adentrarse en el placer de descubrir y construir. Nuestro sistema de premios y castigos está bien para perros paulovianos, pero deja bastante que desear como ilusión. Desgraciadamente es lo que estamos transmitiendo a la siguiente generación.
¡Es tan difícil convencer a la gente que pueden disfrutar con la investigación! Pero no lo harán nunca si no son capaces de recuperar ese valor señalado por Feynman, esa infancia incondicionada que es capaz de liberarse de las cargas de sus propias ideas. La mayoría de los obstáculos del pensamiento son los propios pensamientos. Casi siempre, lo más valioso surge cuando apartamos nuestras propias viejas ideas para dejar que aparezcan otras, también nuestras, pero nuevas.
Richard Feynman escribe que son dos los valores que la ciencia enseña: "el valor del pensamiento racional, así como la importancia de la libertad de pensamiento" (158). La racionalidad entendida como forma de construir, de armar las ideas. Pero después es esencial la libertad de pensamiento. Lo nuevo, la innovación, se produce precisamente si hemos sabido crear un espacio de libertad para que la racionalidad no sea su propia esclava intelectual.
La forma de que la racionalidad no se vuelve una "inteligencia ciega", como señaló Edgar Morin, es que se deje llevar por la libertad del pensamiento. La racionalidad no es enemiga de la libertad, pues aporta el refresco necesario para corregir la tendencia de la racionalidad al estancamiento. "Nunca has de temer —escribe— que aparezca una cosa nueva. Aparecerá a su debido tiempo, y entonces intentarás entenderla. ¡Desde luego será muy excitante!" (188)


La obra en su conjunto —y hay textos de varias décadas— es un canto a la alegría científica, a la curiosidad infantil del científico. Hay muchas observaciones y de orden muy distinto, pero la sensación global que me ha dejado su lectura es esa, alegría. Creo que es un valor importante en estos tiempos en los que triunfa un modelo de ciencia demasiado burocrático, demasiado previsible. "Es muy importante que no todos sigamos la misma moda" (160), nos advierte Feynman. Y también: "El control de las innovaciones científicas significa el fin de la ciencia" (173). Son dos peligros reales, moda y control.
En una entrevista realizada a su hija Michelle, la editora, contenida en la página "Basic Feynman", esta hace referencia al texto sobre la "claridad" con el que comenzábamos:

While working on the book I became a better communicator and a better writer. I was inspired by one thing in particular I found going through these files. In an article on education he wrote for Caltech’s Engineering and Science he stated: "The problem is clear language. The desire is to have the idea clearly communicated to the other person." He was speaking of mathematics textbooks at the time, but I think this statement in part explains why he was such an effective and marvelous communicator.**

Comunicar la ciencia es uno de esos valores necesarios. Y no solo los hallazgos, la claridad de las ideas, sino también transmitir el entusiasmo, la emoción que la actividad científica supone. La idea de Feynman es la profunda humanidad de la ciencia frente a la que otros tratar de construir. La ciencia verdadera es la repetición del acto fundacional de la racionalidad humana, de la observación inteligente, comprensiva, del mundo. Es el intento precisamente de escapar de la naturaleza que nos esclaviza mediante el acto de intentar comprenderla. "El mundo es extraño; el universo entero es extraño, pero cuando se contemplan los detalles, se encuentra que las reglas son muy sencillas" (165). Sencillez, claridad, reducción de la extrañeza del mundo. 
Si conseguimos aprender y transmitir esa voluntad clara, esa curiosidad alegre, muchos podrían vencer sus propios miedos y liberar su inteligencia para vagar al encuentro de las ideas nuevas. Nuestro problema moderno no es que ignoremos la ciencia; es que ya no vemos el mundo.



* Richard P. Feynman (2016) La física de las palabras. Ed. de Michelle Feynman. Crítica-Planeta, Barcelona. 404 pp.

**"An interview with Michelle Feynman" Basic Feynman 2017 http://www.basicfeynman.com/qa.html


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