viernes, 10 de marzo de 2017

Los enviados

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Estamos en tiempo de profetas, al menos eso nos asegura The New York Times en su artículo titulado "Indonesia’s Sentencing of ‘Son of God’ Adds to Alarm Over Crackdown"*. Como muestra el título, al periódico le preocupa la represión religiosa y hace bien. A mí, en cambio, me perturba la proliferación de profetas y mesías en Indonesia y en cualquier parte del mundo. La visión del diario es desde un país en al que han crecido todo tipo de religiones y sectas bajo el principio de la libertad, teniendo hasta un estado mormón, que es tirando a rarita, o la Cienciología que se codea en la alfombra roja.
En Estados Unidos te puedes sentir profeta, mesías o Dios directamente sin que a nadie le preocupe e incluso que a algunos les parezca normal. Mitt Romney escondía el flanco mormón durante su campaña electoral pues sabía que era un condicionante negativo para los "puristas". Pero nadie le negó su derecho a creer o le impidió presentarse a presidente de los Estados Unidos. Simplemente, le votaron o no le votaron.
Hoy la cuestión es un poco más complicada por la ola de intransigencia que se está produciendo gracias a la campaña del miedo que Donald Trump —¿profeta, mesías o Dios directamente?— ha alentado en los norteamericanos temerosos de Dios. Su apelación en el discurso a que la política es una cuestión entre el pueblo, él y Dios, tiene bastante de prepotente y mesiánica, estableciendo los ecos de una nueva trinidad. Ya nadie viene a gobernar, sino a salvar, lo que implica unos matices bastante peculiares a la política en sí y a la forma de enfocar los problemas y sus causas.
Los "peregrinos" que llegaron a América antes de que fueran los Estados Unidos venías muchos de ellos huyendo de las persecuciones religiosas y la guerra que se habían desencadenado en el viejo continente. A ellas se llegaron después de otras más también por las diferencias religiosas. Que las religiones quieran vivir en paz es casi una novedad, pese a lo que se nos cuenta cada viernes, sábado o domingo. O el día que toque porque desconozco si los grupos que proliferan en Indonesia requieren de algún día libre en exclusiva.


El diario nos cuenta sobre esta preocupación por la libertad religiosa y nos cuenta de este "hijo de Dios" ahora encerrado por blasfemia. El encerrado es Ahmad Mushaddeq:

JAKARTA, Indonesia — Back in his days as a badminton coach with the Indonesian national team, Ahmad Mushaddeq traveled the world on the state’s dime. But after he became the spiritual leader of a back-to-the-land organic farming movement on the island of Borneo, regarded by his followers as the messiah who succeeded Muhammad, the government locked him up for the second time on charges of blasphemy.
This week, an Indonesian court sentenced him to a five-year prison term, and gave two other leading figures of Milah Abraham, the religious sect he established, prison terms as well. The sentences, delivered on Tuesday, were the latest in a continuing crackdown on new religious movements across Indonesia that has alarmed human rights groups.*


La situación en Indonesia con la proliferación de "mesías" es otro indicador de que algo está pasando por todas partes. En 1991, Gilles Kepel publicó "La revancha de Dios". En El choque de civilizaciones, publicado en 1996, se insiste como un elemento capital en que en el futuro (o sea, ahora) los lazos religiosos serán superiores a otros en las alianzas de los países, incluidas sus diásporas, que se integrarán menos en sus nuevos espacios y se sentirán con vínculos más intensos con sus raíces culturales.
Por lo que se dice de Indonesia, ya no basta con tener una idea y hacer un club, cooperativa o cualquier otra forma de agrupación. O te declaras Dios o no eres nadie; no te siguen ni a la esquina. Aquí todo el mundo apuesta a la mayor.
Y es que ser un líder religioso ya no es suficiente. Ahora hay que ir por la divinidad. Esto tiene varias ventajas. La primera y más evidente es que nadie te discute el liderazgo. Los que te siguen es porque creen que realmente "eres Dios" y los que no, se van. Esto ahorra un montón de explicaciones y pérdidas de tiempo.
Lo del "hijo de Dios", "profetas" o "mesías" son variantes expansivas que te permiten hacer proselitismo sobre los que ya creían en Dios. Es la segunda ventaja. Te ahorra entrar demasiado en conflictos teológicos profundos y te centras en los interpretativos. Con un poco de talento, le quitas la clientela.
La desventaja es que si acaban proliferando este tipo de enviados religiosos, la cuestión puede poner complicada. Nos dice el diario norteamericano:

Milah Abraham, also known as Gafatar, is by far the largest religious movement to have emerged in Indonesia over the past few decades, claiming over 50,000 members around the archipelago. More than 25 members have been convicted on blasphemy charges over the last decade, including 11 who spent time in prison.
During that time, numerous other self-proclaimed messiahs have also languished in prison, including Lia Aminuddin, the founder of a sect who claimed that she was the wife of the archangel Gabriel, and Agus Noro, who claimed to be a reincarnation of Sukarno, Indonesia’s first president.*


Un claro problema. El crecimiento incontrolado de enviados a la tierra con misiones espectaculares divinas empieza a producir una tendencia al pintoresquismo, como en el caso de los dos visionarios que cita el periódico. Ser la esposa de arcángel Gabriel puede tener sus ventajas, pero es bajar el listón; ser la reencarnación de Sukarno es ya definitivamente desprestigiar el negocio.
Pero esta explosión pseudo religiosa es peligrosa porque implica un movimiento de radicalización en las religiones establecidas que se ven atacadas en su terreno. En general, estas "nuevas propuestas" tienen un carácter de respuesta a los vacíos de las religiones tradicionales. Los nuevos líderes saben ya de nuevas tecnologías y las utilizan con profusión para mantener sus grupos y expandirse a través de las redes.
Con las redes sociales ya no hay voz que clame en el desierto. Todos tienen sus campanas y minaretes para mantener dispuestos a sus seguidores y molestar a los contrarios.
En estos días, se nos ha dado la noticia del revuelo en el parlamento israelí por la prohibición de la llamada a la oración de la madrugada. Los habitantes que no son musulmanes no quieren ser despertados por las llamadas. Las disputas en el parlamento se han desarrollado entre amenazas y recordatorios de agravios. Nadie está dispuesto a ceder cantos u horas de sueño. Así se va caldeando el terreno —por si no lo estuviera bastante— hasta que se produzca algún incidente grave. Ambas religiones no están hechas para compartir las ondas sonoras o las horas de sueño.


La preocupación por las libertades religiosas debería acompañarse por una reflexión sobre este fenómeno. No es tanto la cuestión legal como la sociológica la que debería preocuparnos. Uno puede considerarse la esposa del arcángel Gabriel y que la ley lo respete o la reencarnación de Sukarno o decir ser el "hijos de dios" o todas las demás afirmaciones que se hayan hecho en Indonesia. Lo preocupante es esta concentración.
En Indonesia, en cambio, ante la llegada de la familia numerosa de Dios, las religiones más tradicionales se distancian. La ley las ampara y define como blasfemia o herejía las novedades, como lo de la reencarnación de Sukarno y demás.

Though the Indonesian Constitution ostensibly guarantees freedom of religion, that freedom does not extend to new religious movements. The state authorizes just six official religions: Islam, Protestantism, Catholicism, Buddhism, Hinduism and Confucianism. Establishing a new faith is virtually impossible. Sects like Milah Abraham are criticized by Muslim councils and targeted by the police for promoting heresies.
“Freedom is guaranteed in Indonesia, but violations of the law are not allowed,” Boy Rafli Amar, a police spokesman, said via the WhatsApp messaging service, writing that Milah Abraham’s teachings contradicted those of Indonesia’s established religions.*

El peligro que tenemos más real es el intercambio de papeles. Las religiones establecidas empiezan a comportarse como "sectas", a radicalizarse, ante la presión de los recién llegados. Lo mismo ocurre en la política: la "nueva" y la "vieja" política. El discurso sectario o populista tiene más garra que el centenario o milenario. Tiene menos reparos, menos tradición y más libertad de diseño a la carta, como muestra el grupo del "hijo de Dios" indonesio.


El autobús "ultra" que recorre España contra los transexuales; el Tea Party y los movimientos que han amparado a Trump en su discurso religioso fundamentalista y su discriminación religiosa; la manía francesa de compararse con Juana de Arco y escuchar voces divinas en vez de las del sentido común; la contradictoria idea de todos los pueblos, de la santa Rusia a Israel, de los Estados Unidos a Egipto, de tener  Dios en nómina, no es un síntoma bueno. El Estado Islámico, por supuesto, es un ejemplo de esta proliferación de puristas modernos que quieren ser genuinos, que atacan a los demás por haberse apartado de la senda. Todos tienen sus enviados que vienen a recordarnos los viejos mensajes o a traernos alguno nuevo que se les olvidó darnos en su momento.
Las nuevas formas de religión se abren paso mezclando el discurso religioso con el político. A los viejos mensajes, oponen otros actualizados que conectan con los desengañados del sistema, sea este cual sea. La descreencia hoy es de los sistemas políticos, de su capacidad para ocuparse realmente de la gente. Las nuevas sociedades crecen con enormes vacíos culturales y desigualdades. Son presa fácil. Los que siembran interesadamente la desconfianza en la Ciencia se están abonando el camino futuro. También el sentido común retrocede ante los dogmas.
Cada día asistimos a nuevas formas de radicalismo religioso, a la intransigencia en el nombre de Dios y a una nueva remesa de profetas y mesías para acabarlo de embrollar. La Historia avanza en unos sentidos y retrocede en otros. Esta es la verdadera brecha, la madre de todas las brechas.



* "Indonesia’s Sentencing of ‘Son of God’ Adds to Alarm Over Crackdown" The New York Times 9/03/2017 https://www.nytimes.com/2017/03/09/world/asia/indonesia-blasphemy-laws.html





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