viernes, 31 de marzo de 2017

La independencia de Texas o los detalles importan

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Mientras los norteamericanos investigan la mayor o menor intervención e influencia de Rusia en sus elecciones y asuntos internos, mientras analizan quién paga a quién, en dónde, etc. el presidente de la Comisión Europea, orador en la reunión del Partido Popular Europeo, ha lanzado una advertencia al presidente en "otro continente" sobre su intervención en las cosas de Europa. La CNN lo ha recogido con toda seriedad:

"The newly elected US president was happy that the Brexit was taking place and has asked other countries to do the same," European Commission president Jean-Claude Juncker said. However, he warned, "if he goes on like that I am going to promote the independence of Ohio and Austin, Texas, in the United States of America."
Juncker, a Luxembourg politician who has been president of the European Commission since 2014, was speaking at the conference of the center-right European People's Party (EPP) in Malta.
In February, Juncker said he was under the impression that the Trump administration did not know the European Union "in detail," adding, "But in Europe, details matter."*


La CNN ha titulado, con toda seriedad, "I'll back Texas independence, EU's Juncker warns Trump". La pérdida de sentido de la realidad en la política norteamericana se hace evidente en la ausencia de cualquier matiz sobre lo irónico de la advertencia de Jean-Claude Juncker, un político muy especial, que apenas se calla nada y usa la ironía junto a los besos.
Euronews nos muestra, en cambio, a un recién liberado Nigel Farage, ese hombre pegado a una sonrisa, con el titular «Nigel Farage eufórico: "la Unión Europea no va a sobrevivir"». Farage no solo quiere salir de Europa dando un portazo, sino que ese portazo sea tan fuerte que se caiga el edificio que deja atrás.


En lo del Brexit se manifiestan de nuevo las diferencias entre los euroescépticos y los eurófobos. En efecto, una cosa es salir de Europa y otra desear que Europa se hunda. Creo que son dos cosas muy distintas que son las que están manejando Trump, los Farage, Le Pen y compañía, y su amigo de Facebook, Vladimir Putin.
La advertencia de Juncker a Trump sobre pedir la independencia de Texas se podría aplicar igualmente a Reino Unido. Una foto —con la  foto basta— de Nicola Sturgeon con Juncker en una simple visita a Bruselas, levantaría algo más que ampollas en Londres, ciudad —por cierto— mayoritariamente partidaria de quedarse en Europa.
Theresa May se está equivocando en poner de fondo una marcha heroica y triunfante al Brexit. El Brexit es un gigantesco fracaso para el Reino Unido. La victoria ha sido por la mínima, lo que implica una fractura social grande, pero eso no es lo peor.
Lo peor del Brexit es que es una imposición de ruptura a la siguiente generación, los jóvenes, que mayoritariamente se han sentido europeos y han querido mostrarlo. Es la envejecida sociedad británica la que ha cortado el futuro comunitario para volver no se sabe muy bien a qué glorioso pasado.


Aquí todos quieren volver a ser grandes de nuevo: Trump, Theresa May... hasta Erdogan, que quieren resucitar sus viejos imperios e imperialismo. Estados Unidos quiere volver a ganar guerras, en palabras de su presidente; May ha recuperado Gran Bretaña para los británicos; y Erdogan, finalmente, ha empezado por construirse un gran palacio y con los insultos a Occidente como paso para recuperar el imperio otomano, en versión antigua, sobrándoles el fez, que era signo de modernidad, como vimos el otro día.
La forma burda de los discursos británicos, la zafiedad de los de Trump, la grosera y amenazante de Erdogan, contrastan con lo dicho por Juncker y resaltado por la CNN: en Europa importan los detalles. Quizá no haya otra unión en la que importen tanto los detalles pues ninguna tiene tantas diferencias de partida. En realidad, la construcción europea para llegar a ser lo que es debería ser su mejor garantía de futuro. Europa engorda con lo que no la mata y hasta el momento ha habido muchas ocasiones de morir y se han sorteado.
Los problemas por la salida de Reino Unido son "cambios" para la Unión Europea, pero son "problemas" para Reino Unido que es donde ha quedado la brecha, el cisma social y el desvío del futuro previsto para una generación. Por eso me sorprenden los cantos de gloria y victoria de una Theresa May que tiene por delante la frustración de los jóvenes, que quieren ser europeos; la progresiva desaparición por muerte natural de los que han querido irse a la tumba siendo británicos; la petición de referéndum para la separación de Escocia y lo que decidan en Irlanda del Norte. No se va a aburrir May en los próximos años. La negociación del Brexit va a ser lo más tranquilo que tiene por delante.


La satisfacción de Nigel Farage es igualmente inapropiada. En primer lugar porque el Reino Unido ha sido (y todavía es) un miembro de la Unión, no un "enemigo". Ha sido incluso un miembro privilegiado al que se le ha permitido conservar su moneda, la libra, cosa que otros no han podido. Los británicos comprenderán pronto los privilegios que han tenido.
La única explicación, al igual que con Trump o Putin, es que les molesta Europa, aunque por distintos motivos. En el caso de estos dos últimos, está claro que no quieren un competidor fuerte; lo prefieren fragmentario y bilateral para negociar siempre en condiciones de fuerza e imposición. Un encuentro USA-Rusia para deshacerse de Europa parece una cosa orwelliana, pero es que ambos personajes tienen mucho de "gran hermano". Ambos deprecian muchas cosas, entre ellas, a Europa.
A nosotros no nos va la fuerza. Nosotros, por el contrario, gracias a que llevamos 60 años haciendo encaje de bolillos para resolver problemas sobre una mesa, hemos desarrollado un delicado sentido interno del "detalle", por usar el término de Jean-Claude Juncker. Eso, en ciertos momentos, es un entrenamiento en la paciencia que en estos tiempos, se debe valorar como una virtud. Europa dialoga y tiene voluntad de diálogo, pero sabe que su fuerza es ser "Europa".
Por eso han molestado tanto las observaciones del señor Dijsselbloem sobre el "sur" y en qué —en su prejuiciosa opinión— se gasta el dinero. Debió confundir al turista con el camarero. Es el detalle. Cosas que pasan.


Lo de "Texas" es evidentemente una broma de Juncker, aunque seria. En realidad sí hay un movimiento tejano por salirse de la Unión y no es pequeño, ya que en 2016 era de un 28% en las encuestas). Pero no es asunto nuestro y no nos vamos a dedicar a calentar a los tejanos (o a los escoceses), a cuestionar los detalles jurídicos (un poco oscuros) de su entrada en los Estados Unidos.
Eso es lo que, sin necesidad de levantar mucho la voz, Juncker le ha dicho a Trump, con una broma. Los espectadores de la CNN pueden estar tranquilos, Jean Claude Juncker es lo contrario de Trump. Afortunadamente para todos.




* "I'll back Texas independence, EU's Juncker warns Trump" CNN 30/03/2017 http://edition.cnn.com/2017/03/30/world/juncker-warns-trump-brexit/


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