lunes, 27 de marzo de 2017

Europa, europeidad, europeísmo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los resultados de Holanda, dejando fuera de juego a los que creían que sería la tercera pieza del dominó tras el Brexit y Donald Trump, han tenido un efecto psicológico importante. La gente se ha hecho consciente de lo que puede perder. De alguna manera ha despertado tras la somnolencia y ha comprendido los peligros que amenazan la unidad y prosperidad de Europa.
Los enfados de Trump, los de Erdogan, los de  Marine Le Pen o cualquier otro enfadado con Europa y que disfrutaría de su destrucción por unos motivos u otros (no todos tienen los mismos) ha repercutido en la gente, que ha salido a la calle a demostrar su europeísmo y su europeidad, que son dos cosas diferentes. Ser europeos y querer serlo son dos actitudes importantes.
Todas las elecciones que Europa tiene por delante se van a evaluar en términos de europeísmo. Europa ha dejado de ser un tema que aburría al auditorio y los políticos se están dando cuenta —es lo que ha dicho Juncker, de alguna forma— que es un tema de combate. Satisface la necesidad guerrera que el político de a pie requiere para demostrar su valía. Los enemigos son cada vez más claros y eso favorece la retórica de algunos.


Por supuesto, esto no es más que un síntoma. Lo importante es ir al fondo de Europa ahora que se ha captado la atención del respetable. Euronews ha recogido las declaraciones de un periodista francés, Jean Quatremer, corresponsal en Bruselas del periódico Libération:

“El ‘brexit’ ha tenido exactamente el efecto opuesto al que se esperaba. Hay un efecto dominó, pero al revés. No solamente nadie ha dicho que vaya a celebrar un referéndum, ni Polonia ni Holanda, sino que los países más euroescépticos han dicho que quieren quedarse y que no quieren hacer lo mismo que han hecho los británicos. Además parece que la opinión pública se ha despertado, es decir aquellos que estaban un poco anestesiados por el nuevo pensamiento único, este pensamiento único con influencia del euroescepticismo y la eurofobia, se han despertado porque la gente no es tonta y sabe que hace más de 70 años que no hay guerras en Europa, que aunque haya desigualdades, grandes tasas de desempleo en algunos países, son cifras bastante más bajas que en el resto del mundo, que estamos en una zona que atrae al resto del mundo. No hay muchos europeos refugiados en África, Oriente Medio o incluso en Estados Unidos. Los ciudadanos están más comprometidos con la construcción comunitaria de lo que se piensa”.*


La demostración más clara es precisamente la que los propios británicos, saliendo a las calles con banderas europeas, han hecho. La "europeidad" británica será un elemento que tendrá una importancia capital en las próximas elecciones y que puede desbordar el panorama tradicional británico. Si los "eurófobos" se organizaron en un partido, ¿por qué no hacerlo en un partido claramente europeísta, que defienda la europeidad británica?
Han sido tan tibios todos los políticos británicos, de todo los colores y olores, que la Historia los juzgará a todos por su gran error. Para que eso ocurra y sea evidente, Europa tiene que reaccionar y hacer bien (mejor, si se prefiere) las cosas. Tiene que superar las piedras que le ponen en el camino y sus propias cegueras y olvidos al caminar.
A la Europa de las naciones, le tiene que seguir la europeidad rotunda. La manipulación del nacionalismo por parte de los eurófobos, propios o instigados desde cualquier esquina del globo, hace que haya que desarrollarla como valor, como conjunto de principios y aspiraciones, como hemos resaltado en muchas ocasiones. Son esos valores los que nos permiten ser críticos con Europa para poder corregir sus desvíos y enderezarla. Sin un modelo, es imposible saber hacia dónde dirigirse. Por eso es esencial salir de la anestesia, de la inercia europea. En eso han coincidido muchos discursos y artículos en estos días.


La historia de Europa es compleja y terrible, pero sus sueños no tienen por qué ser pesadillas. Más bien debería suceder lo contrario: encontrada la senda de la armonía continental, profundizar en ella. Europa es un sueño abierto.
Tenemos que ver Europa con los ojos y esperanzas con que otros la miran. Debemos comprenderlo. La brutalidad egoísta del "America First!" de Donald Trump, levantando muros y barreras, planteando separar familias, reteniendo a los hijos, como estrategia para que no intenten entrar (una de las prácticas más infames jamás desarrollada por nadie, nauseabunda), es un espejo en el que no hay que mirarse. Es lógico que la prosperidad atraiga; lo que se debe hacer es exportarla, crear las condiciones para que no sea privativa de unos pocos.
Los admiradores de Trump y Putin ahora padecerán los efectos negativos de su alianza mosquetera. La reacción de millones de estadounidense ante el horror de Trump, ante el egoísmo, la insolidaridad social, etc. que manifiesta cada día, es clara. Tampoco los europeos quieren este tipo de prácticas en su territorio. Solo los emuladores de Trump, los amigos de Putin.


Los efectos de la anestesia, como dice Jean Quatremer, se deben ir pasando. Hay que seguir trabajando y mucho en Europa. Pero la primera tarea de todas es soñar, soñar Europa, imaginarla como espacio de convivencia y referencia solidaria. Tenemos  que convencernos que somos un espacio del que tiene que salir algo más que productos de las fábricas. Ideas, ideas... sobre política, sobre ciencia, sobre cultura, sobre relaciones y valores humanos. Y esas ideas llevarlas a la acción, convertirlas en realidades, en realidades exportables.
No somos el centro del mundo; estamos en él. Estamos entre América, Asia y África, en un espacio continuo en el que es imposible inventar distancias inexistentes. Por eso es esencial la defensa de los derechos humanos como seña de identidad frente a su desprecio manifiesto. Al contrario del camino militarista elegido por la actual administración norteamericana, que desea ser temida, Europa no ha buscado esa senda ni debe hacerlo. Mejor buscar el respeto porque respetamos nosotros mismos nuestros valores y sabemos distinguir quiénes son las víctimas en los conflictos. Europa es humana y humanitaria. Así debe ser.
La celebración en las calles europeas de los 60 años del Tratado fundacional ha sido una hermosa visión. Europa siempre está en su principio. No significa que no avance, sino que mira hacia el horizonte.



* "La opinión pública se ha despertado" Euronews 25/03/2017 http://es.euronews.com/2017/03/25/jean-quatremer-periodista-la-opinion-publica-se-ha-despertado


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