sábado, 11 de febrero de 2017

Los amigos

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Si "América" debe ir "primero", no se entiende muy bien porqué Egipto debería ir después. Es un misterio que se basa en un solo hecho, la "atracción fatal" que se produjo cuando se encontraron en septiembre, siendo Trump candidato estigmatizado y Abdel Fattah al-Sisi el presidente de un gobierno represivo  con el que a muchos no les apetecía encontrarse, en Naciones Unidas.
Pero la amistad se da por descontada. Los medios egipcios, que no son dados a hablar de muchas otras cosas de Trump, se preguntan cómo se puede traducir esa amistad en beneficio de Egipto. Mientras unos lo dan por seguro, otros advierten que Trump no dará nada gratis y que es imprevisible.
Con el titular  "Too early to predict US foreign investments policy: Nafea", el Daily News Egypt se interroga sobre lo que Egipto debe esperar del exterior. Cuando se observa con cierta perspectiva, la vida económica egipcia es un continuo esperar. Debe ser una deformación nacional porque en vez de creer en lo que se puede hacer, se cree en que son fuerzas exteriores las que han de poner en marcha el proceso. Esto implica que, por encima de toda la retórica nacionalista y las fanfarrias, el egipcio no cree en sí mismo y espera que el cambio que ponga en marcha todo provenga de fuerzas externas. Quizá sea un efecto secundario de una economía subsidiada en la que todos esperan recibir algo y desarrolla un sentido propio de la fatalidad.
Es precisamente la capacidad de iniciativa lo que define a la nueva generación, la que fue capaz de ponerse en marcha y fue frenada en seco en sus aspiraciones de autonomía y democracia. De esta forma se confirmó el papel del liderazgo paternalista que hace que todo dependa del cumplimiento de satisfacer las necesidades mínimas de los que se tiene por debajo, que acabarán besando la mano pródiga que reparte. Lo malo es que esa mano, con más frecuencia de la debida, se queda con una importante parte de lo que reparte y tiende a ser muy dura en otros aspectos.


Esta vez, la confianza en el líder se ha vuelto a ilusionar con la "hermandad" que existe entre Donald Trump y Abdel Fattah al-Sisi. Con ello, los egipcios transfieren su propia psicología del poder a los Estados Unidos, que evidentemente funciona de otra manera. Los gestos amables, la miradas tiernas incluso, no implican regalos, favores o un trato preferencial. Sin embargo, no es esto lo que se percibe en Egipto. Un amigo del presidente es un amigo del pueblo egipcio; el mundo, dentro y fuera, funciona teniendo amigos poderosos. Eso refuerza el "prestigio" del presidente egipcio ante su pueblo que siente bajo el paraguas protector de la amistad.
Lo mismo ocurrió con Putin. Cuando el presidente Obama presionó a Egipto por su falta de compromiso con las libertades y los derechos humanos, el gobierno de al-Sisi giró hacia la Rusia del presidente Putin. Las calles se engalanaron con su fotografía y Putin estaba en boca de todos. Rusia iba a inundar Egipto de todo tipo de bienes. Pronto se desinflarían las expectativas y el atentado contra el avión ruso tiró por tierra las esperanzas creadas; ni un ruso a la vista. Putin no hizo sangre de ello, pero no ha dejado salir un solo vuelo desde entonces con los anhelados turistas rusos. Tampoco hizo mucha gracia el pago en rublos que Rusia pretendía por las compras que los egipcios le hicieran al país. Rusia no regalaba nada; solo vendía a mejores precios. Los egipcios, como siempre, esperaban otra cosa, el milagro definitivo del amigo poderoso.
El artículo de Daily News Egypt señala:

In spite of the harmony between Egyptian President Abdel Fattah Al-Sisi and US president Donald Trump, economic experts believe that it’s hard to guarantee bilateral relations are going to improve and that Trump’s good personal relation with Al-Sisi doesn’t mean economic relations will improve.
According to Trump’s statements, which voice his putting America first to make it “great again,” Medhat Nafea, economic expert and member of the World Federation of Exchanges, said it is early to predict the foreign policy of the USA under Trump, especially the bilateral relations with a country.
He explained that US institutions—nonetheless of which are the legislative branch, the media, and the presidency—are in conflict with one other, and it seems like Trump has to end Americans’ domestic problems before looking into the country’s relations and foreign affairs.
“The presidency is competing with the judiciary system, the media, and even the government’s employees over who will prevail in the current US internal conflict. I believe the other institutions will win,” Nafea noted.
He added that the US economy under Trump will be more closed, especially in aid programmes and grants, which will lead to the suffering of many countries. Trump repeatedly said that to maintain domestic issues and internal affairs, he puts the American people first.
“It’s not beneficial to talk about personal relations when it comes to relations between countries,” he noted, adding that experts believed Trump’s good talks about Russian president Vladimir Putin and the bilateral relation between them will improve the US-Russian relations. Trump has since changed his tone, Nafea continued, after knowing that Russia played an illegal role in the US elections.*



Es característico de los países árabes entender las relaciones entre presidentes como relaciones entre países. Eso es posible por dos causas: la historia y la falta de democracia. Históricamente, han sido los dirigentes quienes han decidido. Esto se ha mantenido como norma allí donde ha fallado más la democracia. No es relevante entre países democráticos que exista amistad presidencial porque estos no son propiedad de los gobernantes.
Parece mentira que Egipto no haya escarmentado con el caso de las islas de Tiran y Sanafir, entregadas a la jurisdicción saudí como gesto de no se sabe muy bien qué, pero que pretendían ser un signo de amistad. Que el presidente de un país, sin contar con nadie, entregue dos islas al rey vecino que viene de visita hace ver la forma de pensar la política y el país.
Tiene razón Medhat Nafea cuando señala que las relaciones personales son un obstáculo en las relaciones entre países. Pero Egipto se ve atrapado en su propia mitomanía del poder. Y lo hace porque necesita considerar que su líder se lo manda Dios. Esto lo fomentó el propio al-Sisi al hablar del sueño profético en el que Sadat se le apareció. No es casual que fuera Sadat, claro. Los otros dos presidentes estaban "anulados": Nasser porque quedaban nasseristas que hubieran protestado señalando con razón que si el expresidente se debía aparecer a alguien en sueños, debería ser al dirigente de su partido (rival de al-Sisi en las elecciones) y Mubarak, que está vivo y en la cárcel, motivos más que suficientes para no desear aparecerse en un sueño recomendando a su captor que le suceda, pero sueños más raros se han visto.


Puede que Donald Trump también comience a tener "sueños" en poco tiempo. No tendría nada de particular. Lo que no sé es quién estaría dispuesto a ir a recomendarle nada.
No llegan los sueños, pero sí las apetencias. Hace unas pocas horas, Trump hablaba de los muchos millones invertidos por Estados Unidos en Oriente Medio en un corto periodo y se quejaba de no haberse quedado ni con un pozo de petróleo. ¿Es una línea de actuación futura? Si quiere cobrar a los aliados europeos de la OTAN, ¿por qué no ha de recibir compensación en Oriente Medio?
Trump se queja lo que Estados Unidos ha "desperdiciado" ayudando al mundo sin que el mundo le devolviera nada y deteriorando el país. Esta es la línea programática de su discurso político y parte de lo que le ha llevado a la Casa Blanca. No es tiempo de favores. Lo que Trump ha propuesto es cobremos lo que damos y dejemos de dar lo que no cobramos. Que cada uno se haga su composición de futuro con ello.
Obama congeló las ayudas militares a Egipto dos años. Lo que haga Trump en adelante tendrá la política "americana" como beneficio, no la de Egipto. Si Trump apoya el militarismo, los egipcios vivirán en una situación como la que han vivido hasta el momento. A Egipto se le pagará para que actúe protegiendo a un Israel cada vez más envalentonado por el propio Trump, como ya se está demostrando, y más enfrentado, por ello, a la comunidad internacional en general y a la árabe en particular.


Esto significa que cuanto más dinero les dé Trump, más caro les saldrá en coste social, aumento de la violencia terrorista e inestabilidad económica, pues lo que hay no gustará mucho a los inversores. Eso forzará a la baja las posibilidades de inversión en Egipto. Quien invierta, asumirá más riesgos y querrá más beneficios, con el agravante de que no lo harán en los sectores turísticos ante la situación peligrosa que se irá creando. Esto conllevará más protestas y más represión si cabe.


La prensa quedará todavía más bajo mínimos, responsabilizándola, como ya ha hecho el presidente, de no mostrar la importancia del terrorismo. Cuando Trump echó la bronca sobre los atentados que los medios no contaban, al-Sisi les echó la misma reprimenda a los medios egipcios. ¡Esto es sintonía!
Este último factor resultará orwelliano porque la prensa será acusada de crear una imagen negativa si muestra el terrorismo y de traidora si no lo muestra. Egipto deberá elegir qué muestra para satisfacer esa doble necesidad: mostrar a Trump cómo son atacados y luchan, por un lado, y evitar que los turistas e inversores se asusten  con ello. Los periodistas darán con sus huesos en las cárceles, único negocio de construcción que florece en Egipto.


Hasta el momento, el presidente al-Sisi tiene dos amigos poderosos, Trump y Putin, y un país que se le deshace entre la manos, con una economía arruinada y la libra comiéndose cualquier margen de mejora. Pese a tener la moneda tan baja, no se exporta y no hay llegada apenas del turismo. Se sigue reprimiendo con más energía que antes. Buenos amigos, pocos resultados. Un país amigo es un país que quiere lo mejor para tu pueblo; no el que busca que le cubras las espaldas, le ahorres trabajo o financia tu represión. Es deteriorar demasiado la palabra "amistad". Todo eso no se compensa con una cuantas inversiones que además acabarán favoreciendo a los de siempre.
Una vez más, el futuro de Egipto está en sus manos y no en las de Trump. Pero para eso tienen que cambiar muchas, muchas cosas.


* "Too early to predict US foreign investments policy: Nafea" Daily New Egypt 9/02/2017 http://www.dailynewsegypt.com/2017/02/09/614965/





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