miércoles, 15 de febrero de 2017

El chivo o a cada uno lo suyo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La dimisión de una pieza importante de la estructura de Trump, como es Michael Flynn ha hecho saltar todas las alarmas, pero no la "alarma final", la alarma alarmante, la alarma de todas las alarmas: la del por qué.
La columnista de medios de The Washington Post, Margaret Sullivan, no nos da una explicación, pero nos coloca ante una paradoja:

Strange, isn’t it, that it was a lie that supposedly caused Michael Flynn to be fired? His false assurances to Vice President Pence about pre-election conversations with Russia were what evidently did him in as national security adviser.
If lies were always taken that seriously in the Trump administration, we might be living on the right side of the looking glass.
But they aren’t.
And we aren’t.*

En una administración de "proven liars" (como los califica directamente al final de su artículo) que uno de ellos mienta no debería ser una sorpresa y, sin embargo, lo ha sido. La idea del artículo de Sullivan es que la Casa Blanca ha creado una primera línea mentirosa de defensa. Son los halcones mediáticos cuya función es producir una andanada de mentiras, desmentir verdades y crear cortinas de humo en favor de las líneas argumentativas principales de la Casa Blanca. Sullivan detecta una estrategia de colocación en los programas principales, en los días y horas de audiencias masiva, para lanzar sus mensajes trucados como refuerzo de los que salen en forma de tuit de manos del presidente.
La cuestión entonces es si se les debe ofrecer el espacio informativo para que esparzan las mentiras comprobadas o las afirmaciones sin fundamento que son repetidas como consignas para hacerlas llegar a la gente primero y después crear el espacio repetitivo de los medios alternativos, que los recogen y expanden, consolidándolos como verdades "incontestadas".
Margaret Sullivan ha realizado una pregunta a los directores de los programas principales que reciben a estos personajes de primera línea:

Should proven liars continue to be given these platforms, especially on the Sunday-morning talk circuit? At what point are some administration officials no longer welcome in these influential national forums?
I asked John Dickerson, host of CBS’s “Face the Nation,” and George Stephanopoulos, host of ABC’s “This Week,” that question Monday. Both thoughtfully made the case that it’s important to have administration spokespeople on their shows, even if they don’t say much that’s useful or spout falsehoods.
“If they are representatives of the White House, then the bias should be for taking them on the air,” Dickerson said. The key is to provide context, he said — sometimes with a discussion immediately following, and, when appropriate, to do what he calls “adjudicating,” meaning pushing back, asserting established fact through repeated questioning, as he has often done.
Or sometimes, Dickerson says, viewers are best served by letting such guests speak freely, and then let “an informed and wise” viewership make its own judgments.*


La guerra se da en los medios y se seguirá dando porque es la opinión pública finalmente quien decidirá. No hay duda de que a medio y largo plazo, el mentiroso acaba quedando en evidencia. Sin embargo, los mentirosos pueden ser sacrificados dando entradas a otros nuevos. Por eso es más importante la mentira que el mentiroso, que no es más que el vehículo.
La cuestión de que en una administración que miente continuamente sea despedido un mentiroso es algo más que una paradoja o justicia poética. Los mentirosos se deben decir la verdad entre ellos para que la cosa funcione. Las noticias que aparecen ofrecen más contradicciones, por ejemplo, cuando señalan que la presidencia sabía hace tres semanas de los contactos de Flynn con los rusos. Una mentira taparía otra mentira; un Trump traicionado por un mentiroso, salva la cara del presidente. Después de todo, el de víctima no es mal papel en ocasiones.
La demócrata Nancy Pelosi ha comparecido ante los medios para explicar qué es un "chivo expiatorio". Les ha contado que es una forma de intentar librarse de los pecados propios haciendo que una cabra cargue con ellos. Muy didáctico, pero sigue sin resolverse la pregunta central: para qué. Lo que la mentira oculta primero y la falsa verdad tapa después.


En apenas unas semanas en el poder, Trump y sus acólitos han hecho tambalearse la Casa Blanca, han destruido la confianza de los medios en los portavoces y desengañado a un creciente número de personas —que desaprueban mayoritariamente la forma en que se lleva la presidencia— que ya no saben qué creer.
La estrategia de la mentira no funciona de la misma manera desde el poder que desde fuera. La erosión causada en la confianza en Hillary Clinton y la herencia de Obama se prueba ahora en las carnes propias cuando las mentiras estallan en la manos o los mentirosos son sometidos a presión ante las cámaras y denunciados en todos los foros.
Como en un proceso cartesiano, hay que llegar al fondo de la duda para poder reconstruir después el tocado edificio de lo fiable, si bien con pocas garantías en muchos casos. Los medios norteamericanos se ven obligados —como nos muestra la reflexión de Sullivan— a establecer las reglas de la reconstrucción de la verdad y a combatir la expansión de la mentira. ¿Dejar que caigan en contradicciones, silenciar a los mentirosos, acorralarlos con los hechos...? ¿Cuál es la mejor estrategia?


La mejor estrategia es siempre la posible. La Casa Blanca es una fuente de poder y enfrentarse frontalmente significa penalización, como ya ha hecho el mismo presidente Trump con medios como The New York Times o la CNN. Muchos están perdiendo el miedo. Llamar a los portavoces de la Casa Blanca "proven liars" es dejar la diplomacia aparcada y mostrar que no se les respeta en absoluto.
La pregunta de por qué mienten los portavoces tiene fácil respuesta. La pregunta de por qué ha mentido Michael Flynn es de otro orden y no puede ser resuelta de la misma manera. Ya sea porque ha mentido a la presidencia o si esa es otra mentira mayor para tapar la verdad (la que sea), es importante resolverlo más allá de una dimisión expiatoria.
La expiación del chivo tiene un límite. A cada uno lo suyo.




* "Lying took down Flynn, but it seems to be just fine on the Sunday talk shows" The Washington Post 14/02/2017 https://www.washingtonpost.com/lifestyle/style/lying-took-down-flynn-but-it-seems-to-be-just-fine-on-the-sunday-talk-shows/2017/02/14/da68cdec-f218-11e6-8d72-263470bf0401_story.html?hpid=hp_hp-banner-main_sullivan-1235pm%3Ahomepage%2Fstory&utm_term=.b013eb37ad61



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