viernes, 27 de enero de 2017

Llamadme Mr Brexit o American Fist

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La destrucción de un país comienza por sus principios, por sus valores. Trump está destruyendo la idea de "América" subvirtiendo sus principios básicos para acabar hundiendo lo que ha hecho de los Estados Unidos la potencia mundial que es. El orden internacional salido tras la II Guerra Mundial fue superando obstáculos para poder romper muchas de las barreras existentes. La unidad de Europa, el final de la Guerra Fría, la apertura de China tras décadas de aislamiento, etc. han sido —no exentas de tensiones— las líneas sobre las que se ha construido un mundo organizado para tratar de evitar desastres a escala planetaria como fueron las dos grandes guerras, especialmente la Segunda, con la apertura del peligro nuclear pendiendo como espada de Damocles. Cuando se han producido conflictos, con mejor o peor fortuna, existe algo llamado "comunidad internacional" que ha tratado de ayudar a resolverlo, mejor o peor. Problemas globales se han considerado cuestión de todos y se ha exigido desde la unidad la responsabilidad, como en el "cambio climático".
En menos de una semana en la Casa Blanca, Donald Trump ha comenzado a demoler todo esto, empezando por los propios principios. "Mr. Brexit", como ha pedido que se le llame. parece especialmente interesado en sembrar la desunión en todos los ámbitos. Es interesante que hay elegido él su propio mote por lo que tiene de revelador de una actitud destructiva ante todo lo que sea una alianza, esté en ella o no los Estados Unidos.
Trump rompe para debilitar y después establece alianzas para controlar. Es lo que está haciendo precisamente con Reino Unido ante la ingenuidad de una Theresa May que, careciendo de planes reales para un "Brexit" demagógico para el que no estaba nadie preparado, se agarra a la victoria de Trump como a un clavo ardiendo. El patetismo de su discurso sobre la "familia" y otros "grandes conceptos" son absurdos para justificar la salida de Reino Unido. De no ser por lo que va a suponer para el pueblo británico, sería un mal chiste. No basta con ser imitadora de Margaret Thatcher para pasar a serlo.

El "América First!" se ha convertido en el "American Fist", el "América primero" en el "América por encima". Hasta el momento, esa prioridad de América solo se ha mostrado como su capacidad de amenazar y destruir acuerdos. De esta forma lo que está haciendo Trump es acelerar la llegada de la profecía: el hundimiento del imperio americano.
Desde hace dos décadas, son muchos los analistas de las civilizaciones que hablan del fin del predominio norteamericano en el mundo. El ascenso de los Estados Unidos se había basado en su intervención en las dos guerras mundiales. Tras el conflicto abierto entre dos de los ganadores de la Guerra Mundial, USA y la Unión Soviética, esta queda defenestrada por la incapacidad de competir no solo con los Estados Unidos sino con un mundo que actúa de otra manera, precisamente mediante acuerdos en los que se acepta el liderazgo norteamericano entre todos aquellos que han hecho de los valores democráticos y de liberalización su eje social y político, como recordaba acertadamente  hace unos días José Ignacio Torreblanca en El País con su artículo "El suicidio anglosajón". Las políticas han tendido al equilibrio y al desarrollo, con todas las injusticias que se quiera. El último país que puede quejarse es Estados Unidos. La campaña de Trump de "América como víctima" es una falacia que van contra los hechos y contra la propia Historia, escrita mayoritariamente desde la perspectiva aliada.
La política de Donald Trump es algo más que proteccionismo: es agresiva, practicando una nueva forma de matonismo que la propia sensibilidad de muchos norteamericanos está empezar a rechazar de forma intensa y avergonzada por lo que la presidencia de un país tiene de representación del conjunto.


El editorial de The Washington Post presenta un tono que difícilmente se podría esperar en las décadas anteriores:

UNTIL A few days ago, the U.S.-Mexico relationship was a strong one that benefited both countries. In the first week of his term, President Trump seems determined to change that — and for no good reason.
After decades of economic integration, the United States and its southern neighbor have established a valuable trading relationship exchanging $1.4 billion in goods every day. Mexico is the second-largest foreign market for U.S.-made products. Trade and investment between the two nations create wealth for both nations, and for innumerable American companies, workers and consumers, all of whom would be harmed by a trade war. Moreover, Mexico has become a valuable partner in promoting liberal values, having institutionalized multi-party democracy and steadily increased economic freedoms within its borders. As it has matured into a middle-class nation, the flow of Mexicans north has reversed, with more returning home in recent years than migrating to the United States.
In deference to this mutually beneficial relationship, Mexican President Enrique Peña Nieto has strained against provocation to get along with Mr. Trump. He invited him to a meeting in Mexico City last year, to Mr. Trump’s political benefit and at Mr. Peña Nieto’s own political risk. He was planning a visit to Washington next week to look for constructive cooperation.*


Trump no tiene solo un problema con México o el resto del mundo. Lo tiene, y muy serio, con los norteamericanos que mayoritariamente no le votaron. La insistencia en el "fraude electoral", como apuntamos en su momento, es una forma de intentar sembrar dudas sobre la representatividad el rechazo, un concepto peculiar que debe ser analizado con detalle en esta insólita administración surgida directamente del colegio electoral y no de las urnas. Los resultados electorales, a cualquier otro presidente electo en estas circunstancian, le habría hecho reflexionar sobre la voluntad real de la población en un sistema democrático. Sin embargo, Donald Trump no reflexiona sobre los hechos sino que los destruye. Su empeño ahora es "destruir" la diferencia de votos que Hillary Clinton le sacó en las elecciones. No es solo el "ego", es un intento de legitimar lo que solo puede tener un rechazo creciente en los Estados Unidos y un crecimiento mayor en los países que se vean directa o indirectamente afectado. Ya no serán solo en Irán o en los países árabes donde se quemen banderas norteamericanas sino que Trump ha conseguido llevar el sentimiento en contra a niveles probablemente solo alcanzados en la época de la guerra perdida en Vietnam. La comparación con un situación bélica como aquella no es trivial pues lo que los países están empezando a comprender es que "proteccionismo" es una cosa y lo que hace Trump otra.


Que un periódico norteamericano se ponga del lado de un presidente extranjero frente a su propio presidente no es frecuente. Sí, la crítica, pero esto va más allá. Es el reconocimiento de que México está sufriendo una agresión directa por parte de un país cuyo pecado es estar al sur de su frontera. Pero los ataques van a países o bloque más allá. Los ataques a la ONU, la OTAN o la Unión Europea, China, Japón, etc.  por parte de "Mr. Brexit" son una demostración de que llevar a la presidencia a una persona como Trump es un error histórico del que se van a acordar todos los que hoy mantienen la sonrisa mientras le ven firmar, uno tras otro, decretos con los que poner patas arriba al mundo y a los propios Estados Unidos.
Las protestas contra Trump no se pueden considerar "antinorteamericanas" ya que son los norteamericanos los primeros que han salido a protestar contra él. Primero las mujeres. Ya se preparan otros grupos —¡hasta los científicos!— para decir que no se sienten representados, sino perjudicados en sus valores, conocimientos y hasta en sus intereses. Hay economistas prestigiosos que predicen los desastres a los que estas políticas van a llevar. Lo malo es que Trump no es de los que rectifican y cuando los hechos se le pongan delante tratará de negarlos o cambiarlos, como hace ahora, aunque sea por la fuerza.


El editorial del Post no solo se hace eco de estas advertencias que las amenazas arancelarias tendrán también para los norteamericanos si se cumplen. El editorial reconoce el carácter de humillación hacia México desde la prepotencia de Trump:

The president first announced this week that he intended to proceed with construction of an expensive and unnecessary border wall, fulfilling a campaign promise based on misunderstandings of both the extent of illegal immigration and the best way to deal with it. Then Mr. Trump revived his pledge that Mexico would finance its construction. The humiliation was too much to bear for Mr. Peña Nieto, who faced understandable political pressure at home. The Mexican president canceled a scheduled meeting with Mr. Trump.
At that point, wiser heads still could have defused and de-escalated. Instead, White House press secretary Sean Spicer announced that the president is considering a new tax on Mexican imports to pay for his gratuitous wall. Mr. Spicer, without providing many details, suggested the tax would raise some $10 billion a year. He later explained that this is just one of several options. Depending on its design, such an imposition could indeed hurt Mexico. But it also would likely act as a tax on American consumers of Mexican goods. American consumers, that is, would pay for the wall by paying higher prices for Mexican-grown tomatoes, Mexican-sewn clothing and Mexican-built cars.
U.S. officials should reach out and seek to repair the week’s damage. It took the United States nearly a decade to recover from the economic wreckage of the last recession. A wealth-destroying trade war with one of America’s closest partners would threaten that long-sought recovery.*

De nuevo: esto es más que "proteccionismo" es "guerra económica" contra los países que no se plieguen a su visión unilateral de la realidad, es el "American Fist!". El coste que va a tener para los ciudadanos norteamericanos todo esto difícilmente va a mejorar la situación del empleo sino que producirá un aumento de la inflación y una bajada de los salarios, una proletarización del mercado de trabajo. ¿Van a fabricar los norteamericanos los coches a los mismos costes que en México o China? ¿Quién se los va a comprar dentro o fuera? ¿Les bajará lo bastante la fiscalidad a las empresas como para que pueden equilibrarse? ¿Qué ocurrirá con todo ese dinero que deje de ingresarse? ¿Hundirá los servicios sociales, abandonará todos los programas, compromisos internacionales, etc.?


Es una apuesta fuerte en la que puede ganar algo, pero perder mucho: el mundo se reorganizará prescindiendo de Estados Unidos y a lo mejor el mundo descubre que le va mejor ya que ha dejado ser socio, aliado y amigo.
Es lo que está ocurriendo con la zona de Asia-Pacífico. La salida del tratado ha hecho reorganizarse a los países en sus estrategias para cubrir los huecos. La baza de Trump es la "necesidad", pero las nuevas alianzas pronto pueden encontrar la forma de hacer frente y no necesitar a los Estados Unidos. La defensa europea tendrá que adaptarse a la nueva situación. Al principio será duro, pero Estados Unidos ha tenido una posición predominante en gran medida en la aceptación europea de su papel en la OTAN, derivado de la II Guerra y de la Guerra Fría. ¿Es "Mr. Brexit" ahora un aliado o un burdo chantajista que vende protección en la mejor tradición del matonismo? Eso es lo que las personas que no se han dejado seducir por lo primitivo de sus discursos.


"Mr Brexit", por otro lado, le ha complicado la vida a Theresa May cuya salida de Europa la convierte en socio-víctima de Trump. La visión de Trump y May como la nueva pareja Thatcher- Reagan olvida que el mundo no es el mismo y, especialmente, que sus políticas no fueron proteccionistas sino más bien lo contrario. ¿En qué ha quedado el discurso de Reagan sobre China, "primero la economía" ante el "America First!"?
Estados Unidos está en manos de un personaje con una peligrosa manera de ver el mundo, un mundo que percibe entre la teatralidad falsa de los realities y la visión agresiva de las empresas. Pero el mundo es real y la economía solo es una guerra en ocasiones. Participa del diálogo y de la búsqueda de equilibrio, del desarrollo del conjunto.


"America First" no es "¡solo América!", ni debería ser "America über Alles!" como quieren algunos aliados que se ha buscado en su camino, la ultraderecha y fascismos europeos. La prensa, los noticiarios, etc. del mundo muestran la imagen de Donald Trump, pero con la excepción de los que esperan reeditar su agresividad aunque carezcan de su capacidad de amenazar, casi siempre es con preocupación o con rechazo.
La elección de la industria del automóvil para representar el espíritu del proteccionismo no es casual. El automóvil forma parte del imaginario americano y a él se ha dirigido Trump llamando a los directivos a que se hagan la foto con él en la Casa Blanca. Son gestos, formas de propaganda ante la realidad de la economía que no entiende de fotos. Los economistas avisan, pero Trump prefiere asesorarse con los Think Tanks creados por los conservadores partidarios de la americanización de la economía y el proteccionismo, enemigos de la globalización, Esta hubiera sido imposible sin el interés norteamericano.


Es mucho cambio que los aliados de la América de Trump sea un Reino Unido xenófobo, antieuropeísta y una Rusia deseosa de desequilibrar Europa para poder presionar a los que escaparon de sus zarpas. Es demasiado cambio. Ya lo están viendo y es cuestión de tiempo que surjan las voces pidiendo no ya calma sino firmeza ante ofensas, desaires y amenazas como forma de llevar las relaciones internacionales. La defensa de la tortura, el cambio de embajada en Israel, las amenazas a Cuba de desandar lo andado, a Irán, los desafíos a Europa con la celebración del Brexit, etc. son maneras inaceptables en el orden internacional viniendo de un presidente de los Estados Unidos. Ha quedado reducido a las maneras de un Maduro o un Duterte, no es mucho más como persona aunque tenga más poder. Y peor que sus formas, son sus ideas que se traducirán en peores actos.


Los que necesitan ahora apoyo son los damnificados por Trump, dentro y fuera de los Estados Unidos. La solidaridad con las mujeres ha sido grande en todas partes. No estaría mal que la solidaridad se extendiera por todo el mundo en otras cuestiones, como el insulto y la amenaza a México, repudiable. Si alguien piensa que está a salvo del "bullying" por permanecer en silencio, se equivoca. Nos tocará a todos. 
En el caso de los científicos, por ejemplo, ya se ha comenzado. La negación de fenómenos como el cambio climático o la cuestión de las vacunas, entre otras, son necedades que viniendo de un presidente de los Estados Unidos tienen una dimensión insólita y muy peligrosa, doblemente si se rodea de asesores que le reafirman esas opiniones. Con Trump, Estados Unidos pasa de gendarme a matón del mundo. No hay proteccionismo, sino agresividad y chantaje.


Los editoriales de The New York Times y de The Washington Post coinciden en la palabra "absurdo". Muchos pensaban que lo que ocurre en USA, se queda en USA. Esto nos va a afectar a todos, uno a uno y en conjunto. Ya lo está haciendo, como lo están sintiendo ya los propios norteamericanos. 
Hoy se cumple una semana que ha parecido un siglo. Llegarán meses que parecerán milenios oscurantistas. Mr. Brexit ha comenzado su labor destructiva.



* Editorial "Trump is starting a trade war we don’t need" The Washington Post 26/01/2017 https://www.washingtonpost.com/opinions/a-trade-war-we-dont-need/2017/01/26/9d6bb964-e416-11e6-a547-5fb9411d332c_story.html?hpid=hp_no-name_opinion-card-a%3Ahomepage%2Fstory&utm_term=.887f37629db3





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