martes, 22 de noviembre de 2016

El 15 por ciento

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los artículos de Mohamed Abul Ghar, el veterano político egipcio, están siempre llenos de sentido común y de un punto melancólico, el que se debe desarrollar cuando después de tantos años intentando cambiar tu país compruebas que poco o nada ha cambiado, que las cosas —pese a lo que digan la propagandista economista "experta" de la que hablábamos ayer, la que consideraba un asunto menor la condena de los dirigentes del Sindicato de Periodistas y lo verdaderamente importante la requisa del azúcar a una empresa de dulces— no van a mejor sino que se pierden deshaciéndose en una especie de noche eterna.
Mohamed Abul Ghar nació en 1940 y estudió Medicina; es ginecólogo. Durante la época de Mubarak participó en diversos movimientos para lograr la independencia de  las universidades, para liberarlas del control político. Es una persona ilustrada. Cuando llegó la revolución del 25 de enero de 2011 asumió sus responsabilidades históricas como egipcio y fundó poco después el Partido Socialdemócrata. Es una persona progresista en una sociedad que mayoritariamente no lo es. Como ginecólogo, ha traído muchos egipcios al mundo, siendo un especialista y pionero en la fertilización in vitro en Egipto. Deseaba para ellos un país mejor.
Cuento esto para que se comprenda el tono de su artículo. Aquí hemos recogido muchos de sus escritos, convertidos en ocasiones en auténticas cartas al presidente El-Sisi. Lo hace siempre desde la honestidad y desde la crítica que cualquier persona que quiere a su país debe hacerlo: evitar que se equivoquen los responsables. No es el puesto más agradecido el de decirle al poder sus errores; es el que nadie quiere asumir y en el que la edad hace dar un paso al frente para evitar que otros se tengan que enfrentar a las iras del poderoso criticado, ampararse un poco en el respeto a las canas, más esperanza que otra cosa.
En el artículo publicado en Ahram Online, titulado "Egypt's only way out", Mohamed Abul Ghal dice muchas cosas que no le hubiera gustado tener que decir. Ni a  él ni a nadie. Pero hay que decirlas porque otros han tenido el valor de ofrecer los datos disponibles y no quiere que les rodee el silencio.
Comienza así su artículo, haciéndose eco de otra publicación:

It was through an online article published by Al-Masry Al-Youm by Mohamed Abul Gheit that the entire community of social media was taken by a wave of shock and sadness over the state of affairs in Egypt as it keeps declining in a terrifying way.
I have been consumed by deep worry and sorrow myself after having read this article with its compelling and unequivocal facts and figures that are all taken from one of the publications of the Central Agency for Public Mobilisation and Statistics (CAPMAS), which is a sovereign executive body that is neutral amid political affiliations and that only produces research-based material.
Given the volume of depressing information in this particular publication, I would not be too surprised if its authors face a severe reprimand from the state for having put out such detailed information that is simply embarrassing to the state.
And I have first of all to say that it would be very disturbing if the state was to put a ceiling on the publications of CAPMAS because this would render us a banana state where the executive authority blocks all accurate information and statistics.*


No es casual que el autor establezca cuatro aspectos en el comienzo del artículo: el primero, su tristeza y horror; después los datos que la han caudado; en tercer lugar, su preocupación por quienes los han sacado a luz, a la vista de la experiencia de estigmatización y condena sobre quien lo hace; y finalmente los que deben escuchar, reaccionar ante los datos y no lo hacen.
Lo puesto en evidencia por la Central Agency for Public Mobilisation and Statistics (CAPMAS), que es la fuente de los datos, es el nivel de deterioro, la pobreza y abandono del país. Son datos de fuentes oficiales que los responsables del estado no quieren ver o escuchar para poder seguir fabricando la burbuja en la que viven los que se niegan a salir de ella. Mohamed Abul Ghar vivió la revolución de los 50 con la ilusión de los que querían hacer un Egipto moderno, respetado en el mundo, más justo. De él han quedado los viejos cantos que se repiten, década tras década, pidiendo "¡justicia social, pan y libertad!" Y se repiten porque nadie los ha cumplido más allá de la retórica satisfecha de los que tienen pan, pueden comprar la justicia y se buscan su  propio espacio de libertad frente a los que no pueden pagársela.


La información que nos transmite es la siguiente:

The report that was highlighted in the article of Abul Gheit reveals that only 15 per cent of the entire population of this country leads a relatively decent living with reasonable access to some sort of decent education and nutrition, and maybe access to employment.
As for other 85 per cent of the population, the same report reveals, they live under very dire conditions that leaves them with very high levels of illiteracy and malnutrition that is harsh enough to affect their physical and mental health negatively.
According to the same report, the 15 per cent bloc includes billionaires, the middle class, professionals — including doctors, university professors, bankers and journalists, and civil servants — and other individuals who earn more than LE4,000 a month and who have access to the internet and newspapers and who are directly involved in economic and political activities, including support for and opposition to the president.
It is then within these 15 per cent that we have activists, protestors who took part in the 25 January and 30 June events, and members of the National Democratic Party that has now evolved into “For the Love of Egypt.” There too are the thieves and the thugs that the police sent to attack protestors in demonstrations.
So effectively when the president makes a statement, its audience is primarily within this 15 per cent and all the political jokes and all the comments on current affairs come from within this group.
So what about the other 85 per cent? Well, according to the same report those are the majority of the population that suffer hunger and destitution and who basically take no interest in politics and do not participate in the political scene without having been financially rewarded for doing so.
Those are the inhabitants of the shanty towns that have expanded to the point of being an explosive belt around the cities that could actually go off at any moment.*

Es difícil hacer un diagnóstico más sombrío, un retrato más solanesco de una realidad que nadie reconoce, que ha desarrollado la habilidad de enmascararse bajo todo tipo de disfraces, del patriotismo a la piedad.

Existe un 15% que es por el que pasa la vida y un 85% por el que ni el tiempo pasa, un 85% dejado de manos de la Historia, olvidados, invisibles para las disputas, que no entra en los planes de nadie. Son los que no entienden de ampliaciones del Canal, de nuevas y fantásticas capitales, de las disputas por los asientos del parlamento entre empresarios y militares pasados a la política o presidentes de clubes de Fútbol. Son los que no entiende de qué se debate allí, ni por qué lo hacen. No tuvieron ni libros de texto en los que salieran islas que acabarán, como regalo, con los saudíes. Son aquellos para los que el tiempo no existe, detenido junto a unas pirámides que les enseñan que el poder es eterno y que hay que reverenciarlo y besar su mano, sea quien sea., porque es el poder, alguien que dejará caer algunas migajas si es su voluntad.
Mohamed Abul Ghal se anticipa. Sabe que por decirlo correrá la misma suerte que todos los que se atreven a denunciar la situación. Son acusados de traidores, de anti egipcios, de ser conspiradores... porque es el triste destino del egipcio que dice lo que ve a su alrededor. Con un dólar ayer a más de 17 libras —de 8 a 18 en una caída espectacular—, muchos egipcios han visto reducido su mundo en la misma proporción. Algunos comienzan a despertar a esa realidad ignorada del 85% en la que pueden acabar.
Se agotarán pronto los productos subvencionados para calmar a los que han sido mantenidos artificialmente desde un estado e instituciones que no han tenido pudor en llevarse mediante corrupción lo que el país recibía por cualquier vía; no han tenido vergüenza en hacer negocios vendiendo o comprando para quedarse ellos y sus familias con enormes cantidades de dinero o con pequeñas mordidas funcionariales. Cuando se ha puesto cifra a la corrupción, el estado se ha rasgado las vestiduras y ha mandado encerrar a quien hizo la denuncia.
Cuando ha habido críticas, estas se han acallado mediante la fuerza de la represión. Sobre los que criticaban caía la fuerza del estigma. Eso afecta a todos los niveles. Y mucha gente se fue volviendo cobarde. No querían perder lo poco o mucho que poseían. En eso han estado todos unidos. Cuando artistas, intelectuales, escritores, cineastas, científicos... lo han denunciado han tenido que sufrir sus consecuencias. Han perdido sus lazos con la sociedad, a la que no le gusta que le recuerden que son una minoría, ese 15% que vive rodeada de un 85% que no tiene acceso a casi nada.


Recuerdo ahora uno de mis escritos en este blog donde unos niños construían una escuela con sus manos para poder estudiar. Nadie les asignaba un maestro. El temor era que las autoridades la derribaran. Sin profesor, les tiraban las paredes porque lo veían como un desafío y el poder debe ser ejemplar si quiere durar. Se trataba de mantenerlos ignorantes, sumisos, obedientes. Empiezan queriendo construir una escuela y... quién sabe.
Mohamed Abul Ghal advierte del polvorín sobre el que están sentados. Su final no es demasiado optimista porque no hay motivos:

The big question is the relation between the state and those 85 per cent and the answer is very disturbing because it seems like in those shantytowns there is hardly any serious influence of the state of law, and of course there is hardly any presence of state services, no matter how basic.
And it is from these neighbourhoods that kids run away to be street children in the neighbourhoods of the 15 per cent.
Those 85 per cent have no access to and no contact with the state and it is only the Salafis or the Muslim Brotherhood that could actually influence the choices of those people who feel inclined to escape the hell of Egypt into the heaven the Islamists promise.
It seems to me that the state is worried this 85 per cent could reach the tipping point and that is why when the president said the armed forces could be deployed across the entire country within six hours he was actually sending a message to those people. But the fact of the matter is that those people do not follow the statements of the president.
So what is the way out? There seems to be one exit strategy only: the president and the state should end animosity with the 15 per cent, all of them, from the business community to the community of activists, to start a serious process of development and democratisation.
I am afraid that we have a serious problem and I am afraid that the president would not be able to live up to this challenge alone or even with the support of the army. This is a problem that has to be attended to through a collective effort of state and society, or else it will explode.
A wide national consensus is the only way to spare Egypt.*

El problema es que ese consenso solo será entre partes pequeñas de más o menos privilegiados de ese 15%. La discusión se acaba centrando en cómo mejorar la posición dentro de ese grupo del 15% y de cómo ocuparse del 85 restante. Es de lo que siempre he oído discutir, nunca de cómo paliar los problemas generales. Incluso se ven con recelos los informes y peticiones para ayudar a los que nadie ayuda. Se disfraza de orgullo, pero en muchos es el simple temor a que mejoren las situaciones de los que están por debajo.
He visto en estos años a jóvenes con sentido de la realidad terrible que les rodea intentando dedicar horas, trabajo. El empeño del poder ha sido cómo acabar con los miles de ONG que abundan por el país.
Ese "amplio  consenso nacional" se sigue moviendo en unos límites del 15%, que son quienes deciden desde hace mucho el destino de Egipto.
El peligro de que sean reclamados a las filas del fundamentalismo es el que mueve tratar de evitarlo. Son reclutados por las voces tentadoras que dirigen la frustración hacia los que no tienen ningún problema en llenarles de promesas. Una parte de 15% siempre vio en ellos un peligro; la otra, una oportunidad, una materia prima para la rebelión. Pero a nadie han preocupado realmente sus destinos. Han recibido la única enseñanza útil: que su pobreza es su destino.
Mada Masr recogió otro informe sobre la tercera ola de emigrantes egipcios que es el complemento de lo escrito por Mohamed Abul Ghar:

Egypt is witnessing a third wave of migration of political dissidents, according to a report released by civil society organization, the Arabic Network for Human Rights Information on Tuesday.
The two waves preceding this were in the 1950s and 1970s, according to the report: The Third Exodus: Migration and the Involuntary Departure of Egyptians. Those leaving during the 50s under President Gamal Abdel Nasser were predominantly members, supporters and sympathizers of the Muslim Brotherhood, whereas departures in the 70s included leftists and Arab nationalists under President Anwar al-Sadat, who normalized relations with Israel and permitted greater space for Islamists.
The appendix to the report cites an article by journalist and writer Belal Fadl, who describes certain Egyptians with a “like it or leave” attitude as having a conception of democracy as “a medium for winning elections and then telling those who are unhappy they can go to Canada or Turkey, or to hell.”
The report is based on the testimonies of 31 Egyptians who have left during this third wave, which began with the period of governance under the Supreme Council of the Armed Forces after the ouster of former President Hosni Mubarak in 2011, and continued under the Muslim Brotherhood-led government of President Mohamed Morsi, up to the present day.
Unlike the previous two migratory waves, the report argues the current exodus is not limited to one geographic location or continent. The Egyptian migrants interviewed for the report are currently residing in nine different countries in the Middle East, Europe and the United States.
Another fundamental difference from the previous two waves is that the current departures are from across the political spectrum and aren’t limited to one political group. Those who have left include Egyptians with Muslim Brotherhood affiliations, liberals, leftists, nationalists, as well as academics and professionals. Most are young or middle-aged, according to the report.
The first part of the report focuses on the reasons why people decide to leave, the second part explores their experiences in exile and the third examines the rationale for either continuing to live abroad or returning to Egypt.
Those interviewed cited wide ranging reasons for leaving, including hostile conditions at work and veiled threats, to direct threats, police harassment, false media claims, fabricated charges and even assassination attempts.**


Se van. Se van de todas las ideologías. Ya no aguantan más. De ellos pronto solo importará que manden dólares a casa o cómo cobrarles más por irse. Es lo que importa. Se les van los que nada tienen que perder y los que esperan más de la vida. La generación que quiso cambiar se marcha desengañada. Nada ha cambiado. Solo aumenta el empobrecimiento y la clase media ha quedado reducida la 5%.
Lo que se dice aquí tampoco gustará a nadie, pero se acerca más a la realidad que muchas fantasías que se siguen creando para mantener la esperanza. La descripción de la ausencia de talante democrático, ese "si no te gusta, te vas", coincide con el brutal insulto a los muertos en el Mediterráneo realizado desde el Parlamento egipcio. El barco que naufragó estaba lleno de delincuentes, de malos egipcios que decidieron llevarse su poco dinero para atravesar el mar. "¡No me dan ninguna pena los muertos!, dijo Mortada Mansour, un electo padre de la patria que pide a las mujeres que se dejen mutilar por el bien del país. Se van del paraíso, ¡allá ellos! Tampoco la dan pena los vivos. Él pertenece a ese 15%, como lo pertenece su familia. Ellos son el verdadero "Egipto", el que cuenta. En su página de Facebook nos muestra orgulloso las fotos de su hijo ocupando la tribuna de oradores en el parlamento. Algún día, se sentará también allí. Hay egipcios que se quejan hoy de que a Gamal, el hijo de Mubarak, no se le diera la posibilidad de gobernar. Todo quedaría dentro del 15%.
Durante mucho tiempo me ha sorprendido la indiferencia de la mayoría ante los problemas de ese 85% del que nadie apenas habla, un mundo que les rodea pero que han aprendido a no ver. No entra en los discursos, ni en las conversaciones. No existe. Hablar de él se considera de mal gusto; también ocuparse de él y darle visibilidad. Acercarse es a riesgo de ser acusados, incluso de perversión de menores cuando te ocupas de los "niños de la calle", como les ocurrió a los miembros de una ONG que intentaban ayudar. Nadie acusó a los que abusan diariamente de ellos, pero sí a quienes trataban de ayudarlos. ¡Triste! Ni hacen ni dejan hacer, temerosos de quedar en evidencia.


Los egipcios pueden responsabilizar a Obama o a Clinton, a Occidente, a Israel, a El-Baradei, a Bassem Youssef, a la revolución... a quien quieran. Pero lo cierto es que la causa de su estado la tienen mucho más cerca de lo que piensan. Pero del paraíso, como de otras cosas buenas, se goza con los ojos cerrados.
El dolor de Mohamed Abul Ghal, la indignación que siente al leer esas cifras oficiales, es la de aquellas personas que se alejan de las retóricas patrióticas de la ocultación. Hay muchas formas de querer a un país. La primera es reconocer ese 85% olvidado, dejar de considerarlo una lacra o una amenaza y empezar a verlo como una responsabilidad. 


* Mohamed Abul Ghar "Egypt's only way out" Ahram Online 20/11/2016 http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/246808/Opinion/Egypts-only-way-out.aspx

** "Egypt’s 3rd exodus since 50s includes people of all political persuasions" Mada Masr 20/11/2016 http://www.madamasr.com/en/2016/11/20/feature/politics/egypts-third-exodus-includes-people-of-all-political-persuasions/


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