jueves, 21 de julio de 2016

Los sultanes o la política del "nosotros contra ellos"

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El daño que Donald Trump ha hecho a Estados Unidos es inmenso no solo en el ámbito doméstico, sacando lo peor de la pesadilla americana a la luz del día —racismo, xenofobia, armamentismo, machismo, aislacionismo, imperialismo, integrismo...—, sino que ha creado una serie de recelos e incertidumbres importantes en el plano internacional. La idea de abandonar la OTAN, expuesta por Trump en su campaña, solo tendría un ganador, la Rusia de Vladimir Putin, y un perdedor, Europa, que se seguiría debilitando en todos los sentidos.
Sin embargo, lo más preocupante en estos momentos es la situación turca por lo que tiene de convergencia de problemas en la zona y porque es un miembro de la OTAN, del que ya se ha advertido que podría quedar fuera.
Lo que ha realizado Recep Tayyip Erdogan es su propio golpe de estado sobre el golpe de estado fallido de los militares. La neutralización de los golpistas y las detenciones de decenas de miles de personas no habría sido posible de no existir una infraestructura informativa —detección previa de los "sospechosos"— y otra parapolicial —detención por las milicias del AKP—. Las personas a las que hemos visto golpeando a los detenidos no son policías.
En The New York Times, el columnista Thomas L. Friedman establece un paralelismo entre la figura de Trump, en la convención republicana en Cleveland, y la del turco Erdogan:

Turkey is a long way from Cleveland, where the Republicans are holding their presidential convention. But I’d urge you to study the recent failed military coup against Turkey’s President Recep Tayyip Erdogan. America is not Turkey — but in terms of personality and political strategy, Erdogan and Donald Trump were separated at birth.
And the drama playing out in Turkey today is the story of just how off track a once successful country can get when a leader who demonizes all his rivals and dabbles in crazy conspiracy theories comes to believe that he alone is The Man — the only one who can make his country great again — and ensconces himself in power.*


La observación de Friedman no es una trivialidad; es solo un ensayo de personalidades paralelas y un aviso de cómo este tipo de personajes políticos pueden destruir un país con sus pretensiones megalómanas y paranoicas. Turquía era un estado modélico en muchos aspectos hasta que Erdogan lo ha hecho saltar por los aires con sus ansias de poder, su intransigencia política y sus juegos sucios en la zona. También, como Trump, Erdogan quiere "hacer de nuevo una Turquía grande". Lo peligroso es su concepto de la "grandeza", que no encubre más que una vocación fascista y totalitaria de control de la sociedad. Sí, uno y otro encarnan esa figura —"The Man"— señalada sin tapujos por el comentarista de The New York Times.
En este blog hemos seguido estos años la deriva autoritaria de Erdogan. El ahora presidente turco ha sido objeto frecuente de comentario y de aviso de lo que escondía en sus mangas como pretensión de futuro. El fenómeno Erdogan no es nuevo y sus choques con gran parte del mundo han sido constantes. 


En Occidente incomodaba su autoritarismo creciente; en el mundo islámico preocupan sus manipulaciones constantes y su deseo de restablecer el imperio otomano a través de la internacional islamista, que ahora tiene su sede en Turquía tras la caída de los Hermanos Musulmanes en Egipto. Para Occidente, Erdogan es un socio incómodo en una necesaria Turquía; para el mundo árabe islámico, Erdogan es un agresivo ideólogo turco que tiene acogidos a los Hermanos Musulmanes a la espera de momentos mejores y que ve sus países como mercados en los que entrar colonizándolos de nuevo.
Las amenazas —Erdogan no conoce otro lenguaje— se disparan contra los países a los que ya señala como responsables. No ha tardado mucho en señalar —uno de los argumentos islamistas favoritos— que hay "países involucrados" en el golpe, que es su forma de defenderse con el mismo ataque de siempre. Es el argumento constante para justificar las purgas: él defiende Turquía —Turquía es él— de los que la quieren entregar a los países conspiradores que buscan su destrucción.


En este tiempo Erdogan ha demostrado su locura sectaria: desde decir que Colón vio mezquitas cuando llegó por primera vez a América hasta condenar la evolución. Ha cerrado periódicos y amenazado a cadenas de televisión porque no le gustaban las series, incluso ha protestado porque a los turcos les gustan las series griegas, que están menos manipuladas. Esto es lo anecdótico, pero no por ello menos revelador. Por la vía seria, Erdogan ha arremetido contra aquellos que han filtrado informaciones y conversaciones en las que se exponía su participación y la de su familia en casos de corrupción. Sus relaciones con el estado Islámico todavía están en la sombra y sus aliados —a los que ataca— probablemente no hayan sacado más acusaciones para no poner en peligro la guerra contra los islamistas del EI. Los kilómetros de frontera abiertos para el paso del EI tuvo que ser denunciado por los aliados señalándole que la frontera no estaba sellada como Erdogan decía. Los escándalos de la compra de carburante al Estado Islámico todavía siguen sin cerrarse; han servido de enriquecimiento a los corruptos hombres de negocios vinculados al AKP y para el sostenimiento de los terroristas. El derribo del avión ruso ha sido otra provocación, un ataque a los acuerdos con la OTAN y una alegría para el Estado Islámico. La retención de los que intentaban pasar la frontera para salvar a los suyos mientras el Estado Islámico los masacraba frente a sus ojos, a pocos kilómetros, ha sido otro escándalo que Erdogan —como un niño caprichoso y consentido— ha sabido ignorar. Podríamos continuar la lista, pero basta con repasar sus entradas en el blog para hacerse una idea de su trayectoria.
La pregunta que se hace muchos es ¿por qué? Thomas L. Friedman escribe:

Here’s the real tragedy: Erdogan was an outstanding leader his first five years and truly lifted the country’s economy and middle class. But since then it’s all gone to his head, and he has gotten away with increasingly bad behavior by creating an us-versus-them divide between his loyal, more religious followers, and the more secular communities in Turkey.
Because his followers see their dignity wrapped up in his remaining in power, he can say and do anything and never pay a political price. His base will always rally to his us-versus-them dog whistles. But Turkey in the long run suffers.*

Friedman identifica esta política de división del "nosotros-contra-ellos" en la actuación de Trump. En cierto sentido, es así. Los primeros enemigos de "América" son los que no votan a Trump. Hay un asesor de Trump que está siendo investigado después de decir que Hillary Clinton debería ser ejecutada. Vivimos en un mundo cada vez más violento en el que se acepta cada vez mejor la violencia verbal o física. Ideas simples y acciones contundentes parece ser la fórmula.


El "nosotros-contra-ellos" de Trump tiene un sentido distinto en Turquía y se ha ido concretando durante el mandato de Erdogan. Lo ha hecho de una forma contradictoria con su propia política oficial. El "ellos" de Erdogan es cambiante y circunstancial. Es un "ellos" que una veces es "Estados Unidos", del que es aliado por la OTAN; otras es "Europa", de la que es aspirante a la Unión Europea; otras son los "kurdos", con los que rompe la tregua de dos años en una de las maniobras más vergonzosas de la historia de política para evitar que la oposición se una contra él; otras son simplemente los laicos. El "ellos" de Erdogan es todo aquel que desafíe (o a él le parezca): un periódico, un periodista, una serie de televisión, Grecia, Facebook o YouTube, etc. Su estrategia de enfrentamiento y división es constante  y cansina. Finalmente el "ellos" son todos los que se oponen a la islamización del país y al entronamiento del sultán.
Erdogan, como señalan Friedman y casi todos los comentaristas, es quien ha llevado a Turquía a esta situación golpista haciendo que finalmente triunfe su propio golpe, el que elimina de la sociedad turca a todos los rivales, competidores, críticos, etc. que pueda tener ahora y en el futuro. Lo que ha sido ya calificado por muchos como "caza de brujas" empezará pronto a conocer sus episodios más siniestros. Los gobiernos de los países occidentales le han "recomendado" que no "se exceda" y modere su ímpetu. Erdogan ya ha dicho que el parlamento verá la aprobación de la pena de muerte.
En este contexto, Wikileaks ha "liberado" más de 300.000 correos del gobierno turco. Dicen no querer favorecer a nadie, solo a la "verdad". Turquía ha bloqueado el acceso a los servidores, pero animan a los turcos a romper el bloqueo y mirar en los correos. Informan de ello en The Independent:

The Anonymous hacktivist group released a statement of support for the latest Wikileaks exposure of AKP files, saying that it “suspect[ed]” the Turkish government to be behind the latest Wikileaks Ddos attacks.
“Opposition should always have a voice and the free flow of information should be encouraged. Wikileaks has sustained DDos attacks after announcing they will release e-mails (300,000), docs (500,000) of the Turkish government, and we suspect the Turkish government will try to censor any information Wikileaks will release.”
“We ask of the people in Turkey to take interest in the material Wikileaks is about to release and to not dismiss it because a leader tells them. We advocate the use of anti-censorship tools as Tor, I2P or VPN.
"We will do our best to translate those e-mails and documents for the international community to read and to provide a better understanding of the ongoing situation in Turkey."**


La situación turca abre una serie de enormes incógnitas, pero confirma algo: el ascenso del autoritarismo, del sectarismo como justificación del ataque a la democracia misma allí donde la ha habido. El problema es que "funciona" y el mundo camina hacia un mayor número de problemas derivados de la intransigencia y la violencia sectaria, del dogmatismo y la reducción de la convivencia y la tolerancia al plano de "debilidades". Turquía era propuesta de modelo de sociedad violentada por los golpes militares constantes y que había entrado en la estabilidad democrática. Erdogan ha acabado con ella y la consecuencia es un golpe militar y un contragolpe.


Para algunos analistas, guiados por el pragmatismo de las relaciones internacionales, el fracaso del golpe es una buena noticia porque, dicen algunos, "Turquía es un aliado". No se trata de cantar las bondades de los golpes de estado, siempre discutibles, sino de la categoría real de "aliado" y qué significa esto a estas alturas de la película. ¿Se le debe consentir todo a Erdogan como se le consiente a otros? 
La política de selección de aliados debe hacerse desde los principios y no desde los intereses porque estos se acaban volviendo contra quien practica esta política. La experiencia norteamericana en Oriente Medio debía haber hecho recapacitar sobre lo que es un "aliado" y lo que la gente espera de Occidente, una política clara de defensa de los Derechos Humanos, una firmeza mayor con los que la pisotean, como ha hecho Recep Tayyip Erdogan con Turquía en los últimos tiempos. Todos lo criticaban para nadie tomó medidas. 
Ahora Erdogan tiene excusas para seguir haciendo lo que hacia y además acusar a sus aliados de amparar a los enemigos, que son todos los que le llevan la contraria. No hacen falta enemigos con aliados como Erdogan.


La frase con la que cierra Friedman su artículo en The New York Times es clara: "If you like what’s going on in Turkey today, you’ll love Trump’s America"*. El ascenso de los demagogos, los autoritarios y los violentos sigue, arrastrando allí donde triunfan a la gente al sectarismo y a la división del "nosotros-contra-ellos".
La política del miedo y de la amenaza está presente, con diferentes grados, en cada vez más lugares y puede provocar el hundimiento de los valores democráticos. En unos sitios se traducirá en guerras, en otros en la práctica del odio, el dogmatismo y la discriminación.
Puede que a Erdogan y Trump los separaran al nacer, como dice irónicamente Friedman, pero esperemos que la Historia no los junte. Está empezando a ser peligro el número de sultanes sueltos.



* Thomas L. Friedman "Trump and the Sultan" The New York Times 21/07/2017 http://www.nytimes.com/2016/07/20/opinion/trump-and-the-sultan.html
** "Erdogan emails: Turkey blocks access to WikiLeaks after release of 300,000 secret government emails" The Independent 20/07/2016 http://www.independent.co.uk/news/world/europe/wikileaks-emails-release-government-turkey-erdogan-block-a7145671.html



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