sábado, 18 de junio de 2016

El terrorista más incómodo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El Estado Islámico y el terrorismo que proviene de sus raíces está descolocando nuestros diccionarios al enfrentarnos a nuevas formas que no encajan en las etiquetas nacionales (ellos contra nosotros) como en las guerras entre estados, en las patológicas (enfermedades psíquicas) ni en las religiosas. La base de todo ello creo que es el desconocimiento de los procesos en las tres líneas y, especialmente, las interacciones entre ellas que configuran unas identidades muy diferentes a las que estamos habituados a contemplar y comprender.
Hay una gran diferencia entre los terroristas que se encuentran en los países árabes y los que están surgiendo, como Omar Mateen, en la retaguardia, criados en Occidente y de segunda generación, por decirlo así. Su proceso de gestación tiene elementos comunes con otros casos pero mucho más, creo, diferentes.
Las amenazas vienen de unos y otros, pero la forma de intentar detectarlos es muy diferente ya que lo que sirve de aviso en unos casos no sirve en otros. También creo que existen diferencias entre los casos norteamericanos y los que se han producido en Europa, con alguna excepción. Esto no debería ser una novedad pues el terrorista es también un producto de su entorno, entendiendo que las motivaciones son formas de respuesta ante los que nos rodea. Hay que estudiarlos sistémicamente, como parte de unidades (comunidades, familias, etc.) más amplias.
Los Angeles Times recoge estas declaraciones de la autoridades de Orlando:

“This was an act of a hate-filled murderer,” Orlando Mayor Buddy Dyer said during a Friday briefing at an assistance center for victims’ families. “People have different definitions of acts of terror, but it was certainly an act of hate.”*


En efecto, muchas definiciones de terrorismo y una de odio. Sin embargo, las consecuencias son las mismas. Da igual lo que haya habido en la cabeza de Omar Mateen, lo importante es lo que hizo y cómo es posible evitarlo.
El sentimiento de odio puede obedecer a muchos motivos y va moldeando la personalidad de quien se deja poseer por él. El odio destruye al que lo tiene y contra quien se dirige. Los motivos que las personas eligen para dar salida a su odio pueden ser caminos de salida, racionalizaciones para poder justificar sus propios sentimientos negativos. Unos los encontrarán en la política, otros en la religión, otros en ambas cosas. Mateen eligió dar una forma a su motivo: el juramento al Estado Islámico y tratar de ser lo que consideraba que nunca había sido, un verdadero musulmán, ni sus propios ojos ni a los de los demás. Después usó lo que la armada sociedad norteamericana le permitía: comprar armas de asalto.
Da la impresión de que se trata de hacerle un test post mórtem para ver si supera nuestras pruebas del "buen terrorista". No es a Omar Mateen al que hay que examinar sino nuestros protocolos de detección de casos, algo que ha fallado estrepitosamente de nuevo.
Cada vez que se produce una matanza de este tipo, los registros muestran que las personas en cuestión estuvieron bajo vigilancia, habían sido controladas durante un tiempo, etc. Esto implica la producción de una serie de discursos exculpatorios de diverso tipo. Nadie entiende que unas personas determinadas hayan sido investigadas, interrogadas, incluso detenidas y posteriormente hayan sido capaces de perpetrar un atentado o masacre de este tipo.
The Washington Post titula su amplio perfil de Omar Mateen: "Troubled. Quiet. Macho. Angry. The volatile life of the Orlando shooter". De todas las consideraciones, la esencial es la volatilidad de su vida, de esos 29 años llenos de contradicciones que finalmente se canalizaron hacia una decisión: jurar fidelidad al Estado Islámico y matar. Mateen es un tipo de terrorista que difiere del modelo oficial, el yihadista que se han entrenado en la guerra de Iraq y Siria, que pertenece a un grupo, asiste a centros radicales, etc.


Para ellos habrá que crear una nueva categoría que acabe con las discusiones estériles que se producen tras casos como estos. Entenderíamos que hubiera atentado contra una comunidad cristiana haciéndola saltar por los aires, entenderíamos que hubiera hecho volar el Capitolio, que hubiera matado soldados norteamericanos, etc. ¿Por qué cuesta tanto creer que como terrorista haya atentado contra la comunidad gay? ¿No persiguen a los gais en los países musulmanes, no los condenan, azotan o ajustician en algunos países aliados? ¿No los decapitan los ocupantes del Estado Islámico allí donde llegan? ¿Dónde está la rareza pues?
De todos esos objetivos posibles —religiosos, políticos, militares...—, Omar Mateen seleccionó el que le generaba más odio: la comunidad homosexual. ¿Porque él mismo lo era o sentía esos deseos que en su casa le enseñaron que eran perversos y dignos de ser castigados por Dios y por sus más piadosos seguidores? ¿Y qué? Cuarenta y nueve muertos y decenas de heridos no necesitan hacerse esta pregunta. ¿Que se le describe como un "enfermo mental"? ¿Hay algún terrorista "sano"?
Lo que hemos aprendido y es lo importante es que los homosexuales son un objetivo más del radicalismo islamista, además de los objetivos políticos, religiosos, etc. Eso es lo que no se debe olvidar ni atenuar en ninguna forma o variante.
El artículo de The Washington Post es un elaborado retrato del asesino. Su comienzo es un ejercicio analítico sobre el conjunto de su vida:

After a lifetime of angst and embarrassment, Omar Mateen was on the verge of realizing a longtime dream in the spring of 2007.
He was about to graduate from a Florida training academy that would put him on a path to being a police officer. He had left behind his youth as a pudgy, often-bullied kid to become a bulked-up bodybuilder. He was learning how to shoot a gun. Now it was all about to fall apart.
At a class barbecue, Mateen told a fellow cadet he was “allergic” to pork, and he got teased about it. Mateen blew up, recalled several cadets who were present, and said he couldn’t eat anything off the grill.
“I asked him if he was Muslim and he denied it,” Roy Wolf said. “I said, ‘It doesn’t matter to me if you are.’ . . . He got mad, really angry.”
A short while later — just a week after the Virginia Tech shooting that left 32 victims dead — Mateen asked a classmate whether he would report him if he brought a gun to campus, documents show. The next thing students knew, Mateen had been kicked out of the academy for a pattern of sleeping in class, plus the gun threat, which officials described in documents as “at best extremely disturbing.”
Mateen was never charged, and so the incident became one more anecdote in a life punctuated by many such moments, outbursts when his insecurities and inner conflict erupted into rage — a pattern culminating Sunday at a gay nightclub in Orlando in the worst shooting in U.S. history.
Mateen appeared conflicted about his religion and his sexuality, according to dozens of interviews with those who knew him. He married twice, each time to a woman he had met online, even though he also seemed drawn to gay life and culture.
Often, he was able to mask his internal turmoil well enough that some friends and neighbors are now stunned to learn that the person they knew became a killer.
But over the years, Mateen’s inner conflict seemed to explode again and again — not only at the training academy but also toward classmates, toward co-workers, toward his first wife and finally toward the 49 strangers he left massacred on the bloody floor of the Pulse nightclub.**


El episodio de la barbacoa es recogido como un hecho esencial en la narración de su vida. Contiene, en esencia, el patrón que se repite: la continua ocultación ante los demás y la explosión cuando se produce el descubrimiento.
Omar Mateen ejemplifica los conflictos interiores de la segunda generación, los que se sienten escindidos entre dos modelos de culturas, dos personalidades incompatibles, dos formas de vida. La elección de unos u otros será distinta en muchos casos, pero el desgaste interior que produce es enorme. Esto desemboca en un tipo de personalidad altamente conflictiva porque puede producirse el mismo resultado que ya hemos visto en casos anteriores en los Estados Unidos.
El terrorista local —por los casos que vamos viendo— está guiado en gran medida por el odio puesto que, a diferencia del que ha vivido lejos de Occidente, ha padecido directamente las contradicciones en un medio adverso. Ha habido un momento en el que ha tenido que tomar decisiones sobre qué mostrar o cómo manifestarse. Por eso es tan importante evitar discursos como los de Donald Trump extendiendo la condena a cualquier musulmán porque lo que hace es generar islamofobia y entre los afectados nacerá el odio hacia los que les acusan.
Resalta en las biografías precipitadas de Mateen sus reacciones exageradas ante los atentados del 11-S en contra las torres gemelas:

On the morning of the 9/11 attacks, one former classmate recalled a teacher turning on a television and the students watching as the second plane hit.
“[Mateen] was smiling. It was almost like surreal how happy he was about what had happened to us,” said the former classmate, who did not want his name used, because he did not want people to know he attended a school for poorly behaved students.
After watching the second tower get hit on a classroom TV, Mateen stood up and claimed that Osama bin Laden was his uncle, said the classmate, whose account was corroborated by others.
“Back then, we didn’t even really know who Osama bin Laden was,” he said. “But he talked about shooting AK-47s. . . . He said he shot them and his uncle taught him how to shoot them.”
The classmate recalled other students becoming angry. “The teacher could tell we wanted to hurt him, so the teacher grabbed him” and sent him to the dean’s office, he said.
Mateen’s father was called and came to pick him up. “I remember his dad walking up,” the classmate said. “And in the courtyard in front of everyone, the dad slapped him right across the face.”**


Mateen ya había aprendido a descargar su odio contra todos a través del terrorismo. El hecho podría formar parte de cualquier novela sobre "Retrato del terrorista adolescente". El momento de la bofetada del padre ante sus compañeros no se debió olvidar fácilmente. Osama Bin Laden queda como ese "tío imaginario" dispuesto a enfrentarse a sus enemigos escolares y eliminarlos. The Washington Post señala que Mateen fue víctima de un brutal acoso escolar a causa de su obesidad, algo que eliminó más tarde a base de ejercicio y esteroides.

Las discusiones sobre los términos son importantes, pero es más importante ampliar nuestro repertorio de casos. No es lo mismo prevenir que interpretar a posteriori. Hasta ahora funcionan los filtros en algunos casos, pero fallan terriblemente en otros. No es fácil. Podemos encontrar unas personas con una vida muy parecida a la de Matee o a la de la pareja de terroristas de San Bernardino, pero eso no significa que ellos hayan traducido sus sentimientos al deseo de matar.
Prevenir es complicado en sujetos aislados que se radicalizan por sus propios medios, con su propia experiencia, que un día quieren ser policías y otros acaban como criminales. Mateen tenía un amplio historial como persona de reacciones violentas, incluida su relación matrimonial. Sin embargo...
Un episodio reciente se repite también en varios medios junto con el de la hamburguesa. Los Angeles Times señala:

[...] the owner of a gun shop in Jensen Beach, Fla., south of Mateen’s home in Fort Pierce and about 130 miles south of Orlando, told reporters Mateen came in roughly five weeks before the nightclub shootings asking to buy body armor and about 1,000 rounds of ammunition.
But he left empty-handed after an employee told him the store didn’t have either. The worker then called the FBI to report a suspicious person, although he didn’t know Mateen’s name, according to Robert Abell, co-owner of Lotus Gunworks, who spoke to the Associated Press and others gathered on his doorstep.
 “Unfortunately, nobody connected the dots, and he slipped under the cracks,” Abell said.
Abell was being interviewed by FBI investigators at the shop Friday and could not be reached for comment, staff said.*

Conectar los puntos... Las cosas ocurren como ocurren. Pensar en un mundo alternativo no tiene sentido, solo podemos aprender de los errores en cada ocasión y pedir porque haya un caso que se parezca, que sea claramente detectable.
Lo más decepcionante de este caso es cómo se trata de evitar clasificarlo como acto de terrorismo. Lo diré de nuevo: el ataque a la comunidad gay es también un objetivo terrorista islamista. El terrorista islamista se ve como un guerrero de dios, como un yihadista y por ello sus objetivos van del apóstata al homosexual, del judío al cristiano o de cualquier otra religión. Considerarlo como un ataque a la comunidad gay no debe hacer perder la perspectiva terrorista, sino al contrario mostrar cómo de amplios son sus objetivos. Odio y terror.


Pero como "objetivo" es incómodo para muchos y por diferentes motivos. El caso ha desaparecido completamente de la prensa árabe mientras que sigue copando las páginas de la prensa norteamericana. Es lógico que sea así, pero solo hasta cierto punto. Las primeras manifestaciones árabes de solidaridad eludían, como vimos, la dimensión homosexual del asunto; acentuaban el carácter terrorista del ataque y algunos lo usaban para justificar sus políticas antiterroristas represivas (por ejemplo, contra las redes sociales). El Estado Islámico reivindicó inmediatamente a Omar Mateen como uno de sus soldados. ¿Cómo reaccionará ahora que está saliendo la vida conflictiva de su héroe yihadista?
Por otro lado, víctimas y supervivientes han sufrido una exposición pública que muchos no deseaban. La privacidad de su vida se ha visto rota como un efecto más del atentado, el mediático. Para muchos será un regreso complicado.


The Washington Post reproduce el mensaje de reivindicación:

“America and Russia stop bombing the Islamic state,” he wrote. “I pledge my alliance to abu bakr al Baghdadi . . . may Allah accept me.”
He added: “The real muslims will never accept the filthy ways of the west,” and, “You kill innocent women and children by doing us airstrikes . . . now taste the Islamic state vengeance.”**

Algunos han puesto el acento interpretativo en el "may Allah accept me". De lo que no cabe duda es que él estaba actuando, que se veía a sí mismo, como un yihadista ejecutando una venganza. Qué sentido diera él a "the real muslims" es una cuestión que muchos otros, millones, siguen debatiendo.
Omar Mateen es historia. Ya solo produce análisis e interpretaciones, alimentadas por los nuevos datos. Lo que hay que evitar es que otros sigan su ejemplo de odio y terror y sigan matando.
De entre los casos de terroristas interiores, el de Omar Mateen es el más complejo, el terrorista más incómodo porque hace enfrentarse por su claridad en la selección del objetivo a diversos fantasmas. Nadie tiene la exclusiva de la homofobia —como hemos señalada anteriormente—, es cierto, pero eso no arregla nada. Y a algunos les complica los discursos.



* "Security videos show killing rampage at Orlando nightclub" Los Angeles Times 17/06/2016 http://www.latimes.com/nation/la-na-orlando-shooting-investigation-20160617-snap-story.html
** "Troubled. Quiet. Macho. Angry. The volatile life of the Orlando shooter" The Washintong Post 17/06/2016 https://www.washingtonpost.com/national/troubled-quiet-macho-angry-the-volatile-life-of-omar-mateen/2016/06/17/15229250-34a6-11e6-8758-d58e76e11b12_story.html

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