viernes, 4 de marzo de 2016

Genes buenos, genes malos o la perversión jurídica patriarcal

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Egipto sigue acumulando lumbreras en su gobierno, personas capaces de resolver sus problemas no solo con golpes de estado sino con golpes de ingenio. Y es que los golpes, incluidos los de suerte, pueden decidir el destino de las personas. Siempre a golpes. Es difícil entender cómo Egipto puede resolver algunos de sus muchos problemas con las personas que ha puesto al frente de su gobierno. El presidente o cualquier instancia inspirada sabrán por qué están puestos ahí.
El ministro egipcio de Justicia sigue sentando cátedra con sus declaraciones llenas de sabiduría jurídica. La idea genial se le ha revelado durante su visita a Kuwait. En Egyptian Streets nos lo cuentan:

Egypt’s Minster of Justice, Ahmed al-Zend, has proposed to change the controversial anti-terrorism law in order to allow the prosecution of parents or guardians of youngsters who join terrorist organizations, privately-owned al-Masry al-Youm reports.
“Whoever leaves their son or anyone under their care without checking what he’s up to or his whereabouts is considered an accomplice in the crime,” the minister said during a visit to Kuwait.
The minister’s visit was aimed at holding bilateral discussions regarding areas of cooperation between Egypt and Kuwait. One area discussed was methods to effectively combat terrorism in the two countries.
The proposed amendments to Egypt’s anti-terrorism law would be followed by similar changes to Kuwaiti laws on terrorism, al-Zend said.
Explaining the rationale behind the new legislation, the Egyptian minister said that putting responsibility on the parents or guardians of young people who join terrorist organizations would give the guardians more control. This would, in turn, make recruitment efforts by terrorist groups more difficult.
Commenting on terrorist groups’ recruitment attempts, al-Zend went on to explain, “We should not tire of pursuing them, as they are the enemies of humanity, development and civilization.”*


Hay que explicar que este ministro de Justicia, el señor Al-Zend es quien sostiene la doctrina de que solo deberían ser jueces los hijos de los jueces —imaginamos que su padre lo era y que su hijo también— y que fue designado para sustituir al anterior ministro después de que este dijera que los hijos de los basureros no deberían ser nunca jueces.
La idea de que se procese a los padres de los terroristas o acusados de serlo (la diferencia es muy importante porque la arbitrariedad es absoluta) tiene una lógica profunda con las creencias del ministro: igual que los genes que transmite a sus hijos son jurídicos y de primera calidad, los que los terroristas han recibido de sus padres deben ser muy malos a la vista de los resultados.
Los razonamientos del ministro egipcio puede que no hayan causado estupor en Kuwait o que la diplomacia exija mantenerse impertérrito ante estas afirmaciones retrógradas, muestras del medievalismo de facto del señor Al-Zend. En cualquier lugar del mundo la medida parecerá lo que es: una muestra más de la arbitrariedad, por un lado, y de la zafiedad intelectual que está situada en el gobierno.


Si la ley anti-protesta ya había causado arbitrariedad hasta límites indecorosos, si se lleva adelante esta barbaridad jurídica, que atenta contra los principios del derecho universalmente aceptado y del sentido común, el estado de indefensión en Egipto será absoluto. El próximo paso, de seguir así, será la castración o similar para acabar con la línea de transmisión de la maldad genética.
Culturalmente, la idea es tremendamente coherente, porque el señor ministro no es un "loco" ni ha salido de la nada. En el fondo lo que está llevando a cabo es una política "patriarcal" llevada al extremo. Nos acostumbramos a hablar del "patriarcado" en términos de políticas de "género", pero el patriarcado es algo más o, por decirlo así, afecta a la totalidad del sistema. La teoría del patriarcado no fue enunciada como una cuestión "femenina" sino como una totalidad. El "patriarca" es un sistema construido desde un planteamiento que implica: a) una autoridad conectada; b) una responsabilidad solidaria.
La idea de autoridad descendente implica la conexión entre Dios, el rey y el padre. Los dos últimos reciben su autoridad de Dios en línea descendente y, por otro lado, una responsabilidad ascendente: el padre responde por sus hijos ante el rey y ante Dios. Lo que les une es la "ley", en este caso "divina", que consagra la autoridad y también la responsabilidad.


La idea del ministro de hacer responsables a los padres de los decretados terroristas es una confirmación del carácter profundamente "tradicionalista" (en el sentido más negativo  de y oscuro de la palabra). El gran enemigo de este pensamiento retrógrado es la "individualidad" que implica la responsabilidad de cada uno. Modernidad y tradición discrepan precisamente en este punto. Mientras la primera busca la emancipación —en sentido literal y simbólico— la tradición implica que solo se forma parte de un grupo en el que la responsabilidad afecta a todos. Cualquier cosa que se haga repercute sobre el grupo y es responsabilidad del "patriarca" —la cúspide del sistema, la autoridad que debe responder finalmente ante Dios— mantener la familia, grupo, nación, comunidad, etc. en el camino del cumplimiento. Los llamados crímenes de "honor" no reconocen la individualidad sino que parten del principio que quien atenta contra el nombre y respetabilidad del grupo debe ser castigado por el propio grupo, que es la forma de acabar con las luchas exteriores (un grupo contra otro) y además reforzar la figura del patriarca y del grupo frente al individuo.


Tras leer las palabras del ministro de Justicia en Kuwait se entiende mejor el desastre político egipcio, que es en esos detalles en donde debe ser explorado y comprendido, como la materialización de una forma de pensamiento profundamente retrógrada en términos universales, pero satisfactoria para una sociedad tradicionalista en la que se ha ido persiguiendo a aquella intelectualidad que podría traer la renovación necesaria. Egipto avanza a gran velocidad hacia un sistema que le aislará del mundo, como ya lo está haciendo por más que presidente y ministros se dediquen a buscar inversores por todo el mundo.
Si el pensamiento del ministro nos parece jurídicamente aberrante, lo es todavía en mayor medida si recordamos que la acusación de "terrorismo" llega igualmente a los "ateos" entre otros muchos grupos, ya que la persecución de la diferencia de cualquier tipo (de conciencia o política) se ha convertido en una constante. Por este mismo motivo, un padre puede ser encerrado porque su hijo se ateo, ya que por su condición atenta contra las "sagradas leyes" y "atenta contra el Islam", acusaciones que vemos repetidas una y otra vez, por el más mínimo y absurdo motivo.


Este ministro es el que consagró oficialmente el "matrimonio infantil" al establecer la cantidad de dinero que había que depositar (50.000 libras egipcias) como garantía para cuando se produzca la previsible devolución de la niña a la familia que la vendió. Con eso ya significó su visión del mundo, como lo había hecho con sus palabras sobre la herencia de la judicatura cuando era presidente del Club de Jueces. Es el responsable de la orientación y aplicación de la Justicia en Egipto. ¡Pobre Egipto!
La confirmación del "régimen virtuoso" se produce cada día y eso augura un futuro muy negro para el país, más allá del turismo o de los inversores, que es lo único que parece preocuparles. El sistema que se está construyendo es profundamente irracional y lo único que hará es ahuyentar a las mentes más capaces —como ya ha ocurrido— dejando a esta corte tradicionalista ocupar todos los espacios de la vida común. Cualquier llamada a la modernidad que haga el régimen de El-Sisi se contradice profundamente con los hechos, que van en la dirección contraria.


En otras circunstancias, sería posible pensar que alguien podría cesar al ministro por decir tamañas insensateces. No hay mucha esperanza de que esto ocurra. Lo que ha dicho no es casual, como hemos señalado. Es simplemente la visibilidad de lo que permanece como corriente de pensamiento, su concreción en acciones y que se puede percibir cada día.
Egipto ha tomado la decisión de sacrificar el intelecto en beneficio de un pensamiento que no es posible en un país que espera algo de su futuro. Egipto no es Arabia Saudí, por más que lleve camino de serlo. El mundo no va a mirar hacia otro lado como, desgraciadamente, hace ante lo que ocurre en ese país, que parece tener licencia para todo tipo de barbaridades y del que se ha de cantar la más mínima concesión como un logro histórico.
Egipto va para atrás en un sentido profundo y peligroso. Está matando su inteligencia mediante la exclusión, el exilio, el encierro de cualquiera que pudiera llevarlo hacia un futuro mejor. Las declaraciones del ministro de Justicia son una confirmación más de la instauración de ese pensamiento retrógrado.


El golpe de estado contra el gobierno islamista no fue una cuestión ideológica —liberalismo contra islamismo— sino una lucha por el poder de dos grupos. El hecho de que los islamistas ganaran las elecciones con un 70% de los votos ha sido leído desde la constatación del conservadurismo social existente fruto del exceso de confianza en la fuerza del gobierno de Mubarak. Teniendo el Ejército y la Policía controlados se podía mantener su régimen. Sin embargo eso no impidió el proceso de reislamización salido desde el Golfo a finales de los 70, algo históricamente constatado.
El régimen virtuoso necesita afianzarse porque es la síntesis del poder militar y del poder religioso, de ahí la necesidad de dar protagonismo a la Universidad de Al-Azhar. Para evitar ser acusados de impíos, de faraónicos, que es la acusación al "poder sin Dios", el régimen de El-Sisi insiste en que "Dios está de su lado" y que ellos son los defensores del "verdadero" islam, como tantas veces se ha señalado. El encarcelamiento de los reformistas, cuyos casos tratamos habitualmente, explica la consolidación de este pensamiento tradicionalista mediante el cual quiere mantener al pueblo egipcio bajo control. El régimen de El-Sisi juega a todas las bazas porque en el fondo lo que existe es un pragmatismo que hace de la virtud algo exterior, algo convertible en mensaje propagandístico para satisfacer las expectativas de la población, que asiste maravillada a las virtudes de sus dirigentes, llevados a actuar por la mano de Dios.
La causa de esto es sencilla: en un Egipto emancipado, intelectualmente libre, el papel del Ejército, de la Universidad de Al-Azhar, que reducido en su influencia. Y eso es lo que no dejan que ocurra. Ante esto, la nueva fórmula es corregir lo que Mubarak hizo: permitir la introducción social de los islamistas, la infiltración en todas las instituciones, de los medios a la enseñanza, el Ejército y la Policía incluidos.

La medida propuesta por el ministro de Justica de hacer responsables penales a los familiares de los "terroristas" es una amenaza que instaura un estado de incertidumbre legal por dos motivos: la indefinición del concepto de "terrorista" que puede ser aplicado a cualquiera por el simple hecho de discrepar, ya que atenta contra el Estado; la indeterminación de la aplicación de la responsabilidad familiar.
Si la medida fuera llevada a cabo, Egipto se convertiría en un Estado que no solo va contra la libertad de conciencia, como se hace ahora cuando se encarcela a un ateo, sino que instaurar una media así lo transformaría de una dictadura en un estado totalitario, de un integrismo poco visto en la Historia.
El ministro Al-Zend, al que el presidente ha puesto ahí, y al que sus compañeros eligieron con anterioridad como presidente del Club de Jueces, se considera suficientemente iluminado y respaldado como para proponer algo así. Solo la propuesta asusta. ¿Qué país pretenden construir con gente así? ¿Qué sociedad van a estabilizar estigmatizando familias enteras, encerrando a las personas por lo que otros han hecho? La idea es una sociedad fascistoide, de vigilancia y denuncia, para no hacerse responsable de lo que la familia haga. ¡Mano dura!
Una vez más: ¡pobre Egipto! ¡Pobre por los que aplauden! ¡Porbre por los que lo padecen!




* "Egypt’s Justice Minister Proposes Legislation to Penalize Parents of Terrorists" Egyptian Streets 2/03/2016 http://egyptianstreets.com/2016/03/02/egypts-justice-minister-proposes-legislation-to-penalize-parents-of-terrorists/

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