viernes, 18 de septiembre de 2015

¿No hay vacuna contra Donald Trump?

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
The New York Times muestra una comprensible preocupación por el espectáculo dado por los candidatos a la nominación presidencial al introducirse en un tema muy específico y delicado: las vacunaciones infantiles. Hemos tratado esto anteriormente y el problema que supone en los Estados Unidos Y todo lo que ocurre en los Estados Unidos se acaba reflejando en los demás.
Mientras en el editorial el periódico muestra su asombro ante las barbaridades escuchada a algunos —no solo a Trump, como era previsible—, le dedica un artículo aparte a la cuestión de las vacunaciones.
En su editorial, titulado "Crazy Talk at the Republican Debate", The New York Times llega a afirmar sobre el conjunto del debate:

And that, America, is frightening. Peel back the boasting and insults, the lies and exaggerations common to any presidential campaign. What remains is a collection of assertions so untrue, so bizarre, that they form a vision as surreal as the Ronald Reagan jet looming behind the candidates’ lecterns.
It felt at times as if the speakers were no longer living in a fact-based world where actions have consequences, programs take money and money has to come from somewhere. Where basic laws — like physics and the Constitution — constrain wishes. Where Congress and the public, allies and enemies, markets and militaries don’t just do what you want them to, just because you say they will.*


Es difícil superar esta impresión del efecto causado por el debate republicano. Lo malo es que ese debate adquiere esos tonos porque hay gente que así lo quiere. Son esas barbaridades, mentiras, exageraciones, incongruencias, etc. las que alimentan sus deseos políticos. Es, en resumen, lo que quieren escuchar. No hay discurso más planificado, en este sentido, que el electoral, que se construye con el sondeo en una mano y la pluma en la otra.
Pero con la cuestión de las vacunas se rompen ciertas normas no escritas, ciertos límites no escritos y que tienen consecuencias graves en la vida real. Puede que no sea necesario mandar la Sexta Flota a ningún sitio o que finalmente no se haga un muro doble como separación con México, que no se devuelvan 11 millones de inmigrante a sus países América abajo. Pero el tema de las vacunas no es una cuestión de la administración norteamericana sino que cualquier familia puede tomar por su cuenta y riesgo esa decisión. Se señala en el editorial:

When the A-Team got around to science and health, many of them promised to help Americans by killing the program that gives millions of them medical insurance. One candidate said he felt sure that vaccines had caused an autism “epidemic.” The two doctors on the dais did not seriously challenge that persistent, dangerous myth.*


Ya no se trata solo de decir que la vacunas pueden funcionar o no, sino de acusarla de producir epidemias de autismo. Pero es la siguiente frase la que debe hacernos reflexionar sobre las responsabilidades de los políticos. ¿Qué pasó por la mente de los dos candidatos con formación médica? ¿Cómo se sintieron en esos momentos, como candidatos temerosos de desafiar los prejuicios de sus electores o como médicos, personas con un conocimiento científico y una vocación por aliviar el sufrimiento ajeno? ¿En qué sentido se sintieron responsables?
The New York Times, dada la gravedad del hecho —más allá de la campaña— dedica otro artículo centrándose en esta cuestión. El debate electoral televisivo tiene millones de espectadores y el mensaje sobre las vacunas ha llegado hasta ellos. Muchos esperaban escuchar esa "confirmación" por parte de sus posibles líderes de que, en efecto, vacunarse es un peligro. Por eso el silencio de los candidatos cualificados, o incluso de los que no lo son, es grave.


El artículo —titulado "Vaccine Issue Arises at Republican Debate, to Doctors’ Dismay"—  comienza con la descripción de la frustración de las personas que desde la comunidad médica tratan de combatir la epidemia de supersticiones de diversa naturaleza —política, religiosa...— que ahora los candidatos republicanos ha contribuido a expandir. Una vez más ha sido el irresponsable Donald Trump el que ha usado obscenamente este golpe de efecto para llamar la atención, Escriben en The New York Times:

When Dr. William Schaffner, an infectious disease specialist in Tennessee, flicked on the television last night to catch the end of the Republican debate, he watched a scene that felt unsettlingly familiar: A candidate was talking about vaccines and autism.
Dr. Schaffner has spent much of his career trying to debunk the contention that childhood shots can cause serious medical conditions, but he had hoped that national soul-searching this year after an outbreak of measles at Disneyland had moved the country past some of these old notions.
“I think it’s sad,” said Dr. Schaffner, a professor of preventive medicine at Vanderbilt University, who said he cringed through the autism exchange at the end of the debate. “I would have hoped, since two of the discussants were physicians, that there would have been a ringing discussion about safety and value of vaccines, and an affirmation of the schedule set out by the American Academy of Pediatrics.”
For infectious disease doctors around the country watching the exchange, it felt a little bit like “Groundhog Day.” In 2011, during the last election cycle, Michele Bachmann, at the time a leading Republican candidate, called the vaccine to prevent cervical cancer “dangerous,” setting off a controversy that damaged the image of vaccines and set back doctors working to promote them as safe.**


A diferencia del personaje de la película "Atrapado en el tiempo", los participantes en el debate carecen de la capacidad de aprender. Solo buscan recoger la ignorancia de los demás en estos temas de forma oportunista. Cuanto más absurdas sean las cuestiones, mejor para atraer al debate a los demás, que se verán atrapados entre decir tonterías y el silencio, como hicieron los dos candidatos médicos. Una vez que se sigue la estrategia Trump —llevar al extremo cualquier tema, por absurdo que sea—, los que debaten juegan con fichas negras y ven cómo se cambia el modelo de juego en cada tirada. Solo les queda pasar a otra ronda temática a ver si hay más suerte y el candidato provocador no vuelve a llevar el tema al extremo. Pero Trump no tiene escrúpulos; puede utilizar cualquier cosa en su beneficio dialéctico sabiendo que haga lo que haga, tendrá toda la atención mediática y que siempre habrá una parte del público que se verá alentada por sus palabras.


El artículo de The New York Times se cierra con la frase de otro de los expertos en salud consultados: “Why is it that everyone on that stage got vaccines wrong last night?” La desesperante respuesta es que hemos creado unas condiciones o contextos para los discursos políticos que favorecen estas maneras y contenidos contracorriente. La sociedad ignorante y deseosa de emociones mediáticas disfruta con estos personajes agresivos y grandilocuentes. Los medios los potencian porque les suben las audiencias, único interés de los que están más allá de cámaras y escritos.

La irresponsabilidad de Trump y el silencio cómplice de los que no le atacaron por el daño que estaba haciendo extendiendo a millones de hogares su mensaje paleto e ignorante se pagará con creces. Los ignorantes de disfrazan de muchas cosas, pero los muertos no tienen ya esa posibilidad. El caso que hemos tenido en España —en Olot, concretamente— no hace muchos días nos ha dejado claras las consecuencias. El niño pagó la ignorancia dogmática de sus padres, ávidos de escuchar argumentos para no vacunar a sus hijos. El del autismo es uno más para tapar la ignorancia de los prejuicios religiosos o de cualquier otro orden. Eso es lo que ha hecho Trump con su irresponsabilidad. 


Durante décadas, Donald Trump ha sido el patán multimillonario del que todos se han reído pero que ha ido ensayando y perfeccionando su papel para dar este segundo asalto a la nominación presidencial. Cuando, al inicio de la carrera presidencial, se metió con la consideración de "héroe nacional" de McCain, la prensa señaló que Trump había cruzado todos los límites y cavado su tumba. Nos mostramos escépticos ante ese planteamiento "racional" —por decirlo así—, advirtiendo que simplemente pasaba a otra dimensión.
Para evitar que los otros lleguen a su altura, Trump sigue acumulando despropósitos en terrenos en los que, como decía The New York Times, parecen no existir las leyes de la Física o la Constitución.
A veces los políticos arrastran al desastre, otras a la ignorancia. Ambos caminos son peligrosos. Unos Estados Unidos regidos por Donald Trump ponen los pelos de punta. Lo que los norteamericanos, eligen lo padecemos todos.



* "Crazy Talk at the Republican Debate" The New York Times 17/09/2015 http://www.nytimes.com/2015/09/18/opinion/crazy-talk-at-the-republican-debate.html

** "Vaccine Issue Arises at Republican Debate, to Doctors’ Dismay" The New York Times 17/09/2015 http://www.nytimes.com/2015/09/18/health/republican-presidential-debate-vaccines.html




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