lunes, 18 de mayo de 2015

Los jueces

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Pese a lo que diga el diario El Mundo, con un texto de EFE, las reacciones internacionales ante la condena a muerte de Mohamed Morsi en Egipto no son lo que podrían llamarse una "avalancha". Las condensa del turco Erdogan y de Amnistía Internacional, la "profunda preocupación" de los Estados Unidos y un mensaje de Martin Schulz no es demasiado, dadas las circunstancias.
Ayer comentábamos lo que la sentencia abría políticamente, tanto en lo interno como en el exterior. La confianza del gobierno de poder mantener esta situación por contar con la fuerza del Ejército no significa que no sea un gran error político, como se ha señalado desde ámbitos periodísticos, como ha hecho el propio diario El Mundo. Otros lo consideran como reacciones naturales de una dictadura y recriminan a los gobiernos la excesiva transigencia con el régimen de al-Sisi. Pero, como señalábamos ayer, mientras no se aclare la situación de la zona, tendrá a su favor la falta de firmeza frente a lo que ocurra.
El gobierno egipcio, por su parte, ha emitido un comunicado considerando "inaceptables" las críticas y una injerencia en los asuntos internos. Pero lo hacen de una forma muy "egipcia", desviando la atención hacia los jueces, de los que se muestran defensores. De esta forma intenta mantener una aparente "distancia" respecto al veredicto. Es decir, reafirmando la independencia de los jueces, parece que la condena no fuera cosa suya y que se hubieran enterado por la prensa. Se señala en El Mundo:

"El ministerio de Exteriores cree inapropiado comentar los pronunciamientos de la justicia egipcia por lo que supone de injerencia en los asuntos internos del país", precisó un comunicado oficial.
Asimismo, recalcó que "cualquier señal negativa hacia la justicia egipcia es totalmente inaceptable, a nivel tanto oficial como popular, por el prestigio y el respeto del que goza la magistratura egipcia entre todas las partes del pueblo".
[...] Países como Turquía y organizaciones internacionales, como Amnistía Internacional (AI), condenaron ayer la pena capital impuesta a Mursi. AI calificó el juicio de "farsa" y afirmó que esta condena "muestra el deplorable estado del sistema judicial" de Egipto.*


Las notas oficiales egipcias siguen demostrando la misma falta de sentido de la realidad que ya les es habitual y parecen más dedicadas a evitar las respuestas internas que las exteriores. El que se considere "inaceptable" cualquier "señal negativa" respecto a los jueces egipcios debe ser una especie de broma dado el historial acumulado por una judicatura que ha dejado en libertad a todos los represores institucionales, que ha avalado las tropelías del poder sin frenarlas y dado bendiciones a los miembros de un régimen corrupto que hizo levantarse al pueblo. Es un sistema judicial en el que entras como testigo y sales como imputado, como en el caso del asesinato de la activista socialista Shaimaa al-Sabbagh, muerta a tiros por la Policía cuando llevaba unas flores a los caídos en Tahrir.

La honorabilidad de personas e instituciones se logra mediante los hechos, día a día, no por pomposas declaraciones políticas rasgándose las vestiduras. Ha habido momentos en la historia en la que los jueces egipcios —algunos jueces— tuvieron un sentido de la justicia suficiente como para frenar algunas tropelías del poder, pero no han sido demasiados. Ni jueces ni momentos.
El cese del ministro de Justicia hace unos días por decir que solo deberían llegar a la judicatura los que no fueran ni demasiado ricos ni demasiados pobres, dejando fuera a los "hijos de los basureros", dejó en evidencia la visión de un clan elitista que ha defendido los intereses del régimen y de una clase. Recordábamos el otro día cómo se había exigido para participar en las oposiciones a la fiscalía, antesala de la judicatura para muchos, que los padres de los opositores tuvieran nivel universitario, en un gesto legal sin precedentes y que habla mucho sobre lo que significa ser juez en Egipto, la pertenencia a una casta.
Para hablar de la judicatura no basta con hacerlo con la condena de Mohamed Morsi, del que se discute más el proceso que ha llevado a la condena, considerando que no ha tenido las garantías suficientes. Puede hablarse de otros procesos en los que los acusados han sido exonerados o reducidos a penas ridículas las acusaciones más graves. Tal es el caso, que ha suscitado menos rechazo internacional, de la liberación de Hosni Mubarak, juicio tras juicio. La falta de entusiasmo de los fiscales ha sido notoria y escandalosa.


Los egipcios se mueven entre la indignación de la condena a muerte de Morsi a la indignación por la liberación por rebaja de las penas a Mubarak, su familia y demás corruptos colaboradores por parte de los demócratas y opositores islamistas. Cada uno se indigna y escandaliza por aquello que le afecte en su ira. A unos les parece bien que condenen a Morsi, a otros mal; a unos les parece bien que liberen a Mubarak y a otros mal. A otros, pocos, les parecen mal ambas cosas. Y a otros, finalmente, les parece que no es bueno para el turismo.
Los jueces egipcios han salido todos ellos de un régimen que no era transparente ni justo. Egipto no revisa su pasado para mirar por qué están en la situación en la que están. Su memoria es floja y selectiva.
El artículo ayer de Ahmed El-Sayed Al-Naggar, Jefe del Consejo de Al-Ahram, titulado "Mubarak verdict opens the door to what he was not tried for", puede ser invocado como parte de esa crítica a un mundo oficial al que los jueces pertenecen. Tras señalar los grandes casos de corrupción que permanecen en la sombra, después de ir desestimando los otros casos presentados contra el expresidente, Ahmed El-Sayed Al-Naggar señala:

Corruption became monstrous and infiltrated almost everything, leading to the creation of a general culture based on being tolerant towards corruption or participating in it. This is the worst thing that happened in to Egypt in its entire history and it needs an enormous educational and cultural effort to treat it, in addition to legal treatment most definitely.
One of the biggest crimes of this era was establishing the culture of public office inheritance, starting from the lowest rungs to the post of the presidency itself, which instigated the people's revolution against the deposed dictator and removed him from power. This public office inheritance has led to degradation in the efficiency of state institutions, as well as grievous social injustice represented in depriving citizens who are not sons of public officials of their just rights in working in state institutions. Despite the fact that the constitution stipulates that accessibility to public office is based on the criteria of merit and efficiency, abuses of this constitutional stipulation were a salient feature during Mubarak's rule, and is still continuing now.**


La carrera judicial no se libra de estos males, como lo están otros ámbitos de la administración egipcia. El régimen de Mubarak se construyó de esta manera, estableciendo una seguridad para algunos y dejando fuera, a su suerte, a una mayoría. Poner filtros "universitarios" a la familia, en un país donde serlo no es sencillo, es perpetuar la justicia como patrimonio de un grupo cuyas familias se infiltraban en las administraciones.
En un artículo firmado por Sahar Aziz, profesora de la Universidad de la Texas A&M School of Law, se explicaba en agosto de 2014:

Egypt’s politics of patronage and clientelism have further compromised judicial independence. Like other state institutions, the judiciary is wrought with nepotism, and the appointment process is far from meritocratic. Judges’ family members and relations are often appointed to judgeships despite poor academic records that disqualify them. The president of the Tanta Court has 21 sons and nephews who are either judges or prosecutors, for instance, even though some have academic records that should have disqualified them from the judiciary. Upon appointment, these judges also benefit from special treatment, such as generous leaves of absence or secundments, and stand a higher likelihood that their requests for favorable court transfers are approved.**


El artículo, titulado "Egypt’s Judiciary, Coopted", hace un repaso por las vicisitudes y servidumbres de los jueces en Egipto. Se señala que ha habido jueces que han sido feroces defensores de la independencia judicial, pero que no han sido así todos, desde luego. Explora los distintos mecanismos por los que desde el poder judicial se ha ido mandando a las zonas más remotas a los jueces molestos o se les ha marginado si no eran los suficientemente obedientes a los dictados.
El artículo en Sada, de la Carnegie Endowment for International Peace, tiene un solo comentario, curiosamente firmado por un tal "Ahmed El-Sayed", en el que se señala:

Though we could not agree more that the Egyptian judiciary is defective, it is my belief that this article misses out the real reasons for the current repressive attitude of the Egyptian judiciary. Most importantly, however, the article is full of either outdated information or information-gaps that misrepresent the situation. By the way of example since 2006 all appointees to the judiciary have to have an academic grade of "good" (70%) which by all standards is enough to join the judicial institution in any country. Also, some of the names the article mentions like El-Khodeiry and Mahmoud Mekki, the author does not reveal that the former became the parliamentarian/legal adviser of the Muslim brotherhood and the latter was the Minister of Justice under the ruling of Morsi where both of them supported flagrant encroachment on the judiciary under Morsi, the approach that largely dismissed their previous activism as mere loyalty to political Islam.***


Lo triste del caso es que efectivamente, unos y otros, los islamistas y los partidarios de un régimen que ya no puede ser llamado históricamente "de Mubarak", pero del que no se ha separado porque no hace nada por alejarse y porque los que se fueron regresan, han tratado de manejar la judicatura políticamente. Nadie está libre de ese pecado tan útil. Solo un perverso sentido de la justicia la confunde con las sentencias, que pueden ser injustas. Y Egipto está lleno de sentencias injustas, como están sus cárceles llenas con muchas personas que no deberían estar allí. Eso no es justicia.
El prestigio de los jueces, al que alude la nota ministerial egipcia, es la herramienta para la aceptación de unos veredictos que pueden tener muy poco de justos y mucho de políticos, si es necesario. Morsi intentó hacerse con el control judicial, como bien señala el autor del comentario al artículo, y colocar a sus jueces en los puntos clave.


El Estado de Mubarak tendía a controlarlo todo, aunque funcionara poco. Le bastaba con que funcionara a su servicio cuando lo necesitara. No todos los jueces son corruptos, evidentemente, pero se necesita uno solo para que te arreglen un problema. Ha habido algunos casos en los que han manifestado su independencia y buen criterio, pero no se les ha dejado acceder a los casos especiales que requieren condenas a muerte masivas —siempre a manos del mismo juez— o exoneraciones vergonzosas. La peor parte se la están llevando los que sufren en sus carnes la Ley anti-protestas y acaban en las cárceles, con el beneplácito de esos jueces.
Señalan en el texto de EFE de El Mundo:

La nota de Exteriores, que en ningún momento cita a ningún país u organización en concreto, denunció que los estados que criticaron el juicio contra Mursi no condenaron la muerte de tres jueces egipcios en un ataque armado en la ciudad de Al Arish, en el norte de la península del Sinaí. Los asaltantes, cuya filiación se desconoce, mataron a balazos a los tres magistrados y al conductor del vehículo en el que se desplazaban e hirieron a otro juez.*


Por supuesto que hay que condenarlo, por muy mal que esté el sistema judicial. No es un acto de justicia, sino terrorismo de represalia. Dentro de esta guerra abierta, no hace sino aumentar el grado de enfrentamiento y alejar cualquier posibilidad de futuro en paz. La pena sería que esos jueces asesinados fueran, además, de aquellos que se encontraban en un lugar peligroso precisamente por su independencia incómoda. En cualquier caso, lo condenamos.
Egipto, como muchas otras cosas, necesita jueces que le hagan creen en la justicia. Su honor no se defiende con notas ministeriales sino dejándolos hacer su labor con independencia. No se hace justicia agradando a los que mandan, sean quienes sean en cada momento.


* "Egipto considera 'inaceptables' las críticas internacionales a la condena a muerte dictada contra Mursi" El Mundo EFE 17/05/2015 http://www.elmundo.es/internacional/2015/05/17/5558ba5622601dd35e8b4577.htmlhttp://www.elmundo.es/internacional/2015/05/17/5558ba5622601dd35e8b4577.html
** "Mubarak verdict opens the door to what he was not tried for" Ahram Online 17/05/2015 http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/130389/Opinion/Mubarak-verdict-opens-the-door-to-what-he-was-not-.aspx

*** "Egypt’s Judiciary, Coopted" Sada - Carnegie Endowment for International Peace 20/08/2014 http://carnegieendowment.org/sada/index.cfm?fa=show&article=56426&solr_hilite=

  


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