sábado, 7 de febrero de 2015

Traidores y patriotas, según se mire

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hay muchas formas de entender el nacionalismo. Hay el chovinismo extremo, el que se le llena la boca del nombre del país mientras este se desmorona; está el excluyente, que no admite a nadie que piense de forma distinta a como se haya establecido por el propio nacionalismo. Para este último, todos los discrepantes son traidores, hijos indignos de una patria que debe exigirles cuentas. Otros, en cambio, saben que es en la crítica y no en el halago donde se debe forjar el día a día, que prefieren señalar defectos antes que forjar virtudes para cantos floridos. Cuando hablo de defectos, me refiero, evidentemente, a aquello que es corregible en beneficio de todos. No hablo del derrotismo o de la crítica esnob que no ve nunca nada bueno en lo que le rodea, la negación por sistema.
Uno de los muchos casos judiciales en los que está inmerso Egipto ha planteado un problema de nacionalidad. En estos momentos en los que se está fabricando un nacionalismo extremo y se apela a los sacrificios nacionales, la unidad, etc., la cuestión tiene su importancia. Se trata del caso de los tres periodistas de la cadena Al-Jazeera detenidos bajo graves acusaciones de apoyo al terrorismo, espionaje, deteriorar la imagen del país, etc. El caso ha tenido amplias repercusiones internacionales especialmente por ser uno de ellos el periodista australiano, Peter Greste, lo que mantuvo el interés constante de ciertas cadenas y la presión del gobierno australiano. Menos suerte tuvieron los otros dos colegas, uno de ellos egipcio y otro con doble nacionalidad. Greste ha podido salir, después de 400 días de cárcel, gracias a un decreto para la expatriación de detenidos extranjeros, que le ha permitido salir el domingo pasado y encontrarse ya en Australia. De esta forma, el gobierno egipcio se quita de encima una patata caliente que le está atrayendo las críticas internacionales por cuestiones relacionadas con la libertad de prensa. Ya hay bastantes críticas a otras decisiones para mantener esa ventana abierta.


Los casos de sus dos compañeros son más complicados. Aquí no se puede aplicar el decreto a los extranjeros porque no lo son. Y es aquí donde surge la noticia referida a uno de ellos. Nos la trae el diario Egyptian Streets con el título "He Had To Choose Between His Egyptian Nationality And Freedom. He Chose Freedom":

Mohamed Fadel Fahmy, a Canadian-Egyptian journalist who has been in jail for more than 400 days, has renounced his Egyptian nationality, paving the way for his deportation, said Fahmy’s family.
“It was a very difficult decision. Mohamed is very proud and comes from a patriotic family of high ranking military and policemen that have defended this country and fought its wars,” said Adel Fahmy, Mohamed Fadel Fahmy’s brother.
According to Adel, many family members are offended by the decision and have refused to support the Al-Jazeera journalist’s decision. However, his fiancee and mother have stood firmly by the journalist.
The decision to renounce citizenship has paved the way for his “imminent” release, reported Canada’s CTV and CBC. Earlier this week, Canada’s Foreign John Baird had said Fahmy’s release was imminent, but gave no further details.
In November 2014, Egypt’s President Abdel Fattah Al-Sisi signed a decree allowing the deportation of foreign nationals charged with crimes in Egypt.*


La noticia plantea en toda su crudeza el dilema al que se le somete y el vicio excluyente del nacionalismo. Como no se puede desdecir de las acusaciones que hizo que los periodistas pagaran en sus carnes las relaciones con Qatar, que es quien está detrás de Al-Jazeera, por proteger a la Hermandad Musulmana, la fórmula elegida para quitarse el problema en el caso Mohamed Fadel Fahmy exige la renuncia a su nacionalidad, algo que ha hecho. Lo que Greste no tuvo que hacer, en el caso de Fahmy, con doble nacionalidad, se plantea como una salida.
Sin embargo, la solución de abrirle le puerta tiene un coste social y muestra la división y las tensiones a las que está sometida la sociedad egipcia. La mención de la división familiar entre aquellos que desean ver a Fahmy libre y aquellos que prefieren verlo en la cárcel pero encerrado como "egipcio" solo tiene sentido e ese clima de división. La presión del grupo es grande en una sociedad en la que la familia es el núcleo y lo que hace cada miembro repercute sobre el nombre de los demás. Se menciona la oposición de la parte de la familia, que son militares y policías, porque el abandono de la nacionalidad es visto como alta traición, como el mayor crimen posible. ¿Cómo se puede renunciar a ser "egipcio"?, piensan. Quizá tras 400 días en la cárcel el concepto de "nacionalidad" tenga un sentido distinto al que tiene en los desfiles levantando una banderita y besando retratos de presidentes.

Dejando sin su nacionalidad a Mohamed Fadel Fahmy, se le aplica el máximo castigo a los ojos de la "nación", aunque este castigo se hace extensivo a la familia, que pasa a tener entre sus miembros a un apestado que, al renunciar a la nacionalidad egipcia, se ha mostrado como el criminal que realmente era. Eligiendo la libertad, se manifiesta visiblemente culpable a los ojos de todos. Mientras otros dan la vida por la patria, él la abandona, viene a ser el mensaje.
El nacionalismo excluyente no piensa en términos de discrepancias sino de unanimidades en torno a un mensaje idealizado, a una canción monótona ante la que solo cabe danzar cogidos todos de la mano. Para ello fabrica su propia historia, niega la realidad y acusa a todos los que no la comparten. Las acusaciones de traición se suceden en cuanto que se mueven del guión prefijado. El caso más notable en Egipto son las acusaciones contra Mohamed ElBaradei, visto como un traidor por no querer seguir en un gobierno con el que no compartía los métodos represivos. Criticar es sinónimo de traición y eso, tal como están los medios egipcios de calientes, significa ser merecedor de todas las acusaciones en función de la importancia concedida. Eso implica el alcoholismo, la drogadicción o la blasfemia, cualquier cosa es válida. A tal extremo llegaron las difamaciones contra ElBaradei, que Ahram Online publicó un artículo, en agosto de 2014, pasado un año de su retirada, con el revelador título "Egyptian icon or traitor? ElBaradei’s legacy"**:

Former interior minister Habib El-Adly – currently facing a retrial for killing protesters during the 2011 uprising – recently stated that ElBaradei incited violence during the revolt and was an emblem of a US-led conspiracy.
Most politically inclined citizens view the campaign as blatantly inaccurate and baseless.
"My criticism for ElBaradei is completely independent of the smear campaigns launched against him, which I do not believe to be remotely accurate," Bahaa said.
Dawoud added: "El-Adly's recent comments about ElBaradei being an agent for the US are part of the same smear campaign the Mubarak regime launched against him in 2010."
Dawoud also views recent rumours and insults hurled at ElBaradei to be part of the state's agenda.
"Calling ElBaradei a spy and a traitor distracted people from seeing his legacy and gave the government a cover for what it really wanted to do, which was to wipe out the Muslim Brotherhood," he said.
If the defamation relies on baseless accusations, others feel that criticism over his political commitment is legitimate.**


Son muchos años de este tipo de prácticas por parte del mundo político y el mediático. La artillería de los medios puede bombardear a los que caen en desgracia como forma de ganar puntos ante los que manejan los hilos del estado. Es lo mismo que se ha hecho con los activistas de la revolución, se les ha pasado a considerar enemigos del pueblo y pasan a ser considerados agentes enemigos —siempre de Occidente y de algún país árabe no citado expresamente por si cambian de golpe las tornas y hay que pedirles dinero—, espías que buscan el hundimiento del país. Las historias más increíbles y rocambolescas son aceptadas con una naturalidad pasmosa.
El diario El Mundo nos trae otro ejemplo de doble nacionalismo, como se entenderá ahora. Aunque la historia sea imprecisa, voluble e interesada, hay que mantener ciertos mínimos, pasados los cuales se convierte en infamia. Nos lo explican así:

Raro es el medio de comunicación internacional que no haya recibido una llamada de diplomáticos de Polonia, como parte de la cruzada que estos mantienen desde hace décadas contra la expresión "campos de concentración polacos" en referencia a los campos de exterminio nazis de Auschwitz y Majdanek. Coincidiendo con el 70º aniversario de la liberación de Auschwitz, un ciudadano polaco y una asociación han elevado el nivel de su ofensiva y han llevado a un juicio ejemplarizante a la cadena de televisión alemana ZDF, por un cargo de "daños contra la dignidad nacional polaca".
La demanda fue presentada ante un tribunal de Cracovia en julio de 2013 por el superviviente de Auschwitz Karol Tendera, de 94 años de edad y asistido por la asociación Patria Nostra, cuando la página web de la cadena pública de televisión alemana ZDF anunció la emisión de un documental donde se refería a Auschwitz y Majdanek, ambos construidos por el régimen nazi en la Polonia ocupada, como "campos de exterminio polacos Majdanek y Auschwitz". La ZDF estableció desde entonces en sus normas de estilo la exigencia de referirse a Majdanek y Auschwitz como "campos en Polonia" y no "campos polacos", pero la demanda ha seguido su curso hasta el sonado aniversario.
"Tendera siente un enorme dolor e indignación y pide respeto por el trágico legado de miles de ciudadanos polacos muertos en campos de concentración alemanes", ha explicado el abogado de la asociación Patria Nostra, Szymon Topa. Tras la primera audiencia, Tendera ha declarado que "casos como el de la ZDF son insultantes y peligrosos porque las generaciones más jóvenes no saben mucho acerca de la historia, por lo que esta terminología puede perpetuar una imagen falsa del mundo". Se ha mostrado convencido, además, de que la terminología utilizada por la ZDF es "intencionada" y que "lo hacen a propósito para hacer que vaya cuajando una falsedad histórica". Por ese motivo, ha dicho, "voy a probar ante la corte que nos detuvieron los alemanes, nos torturaron y asesinaron los alemanes y que fueron ellos quienes construyeron y financiaron esos campos".***


Tenemos enfrentados dos formas de nacionalismo, uno de la negación y otro de la afirmación. Es evidente que a la ZDF alemana le tiembla la voz cuando tiene que decir "campos de exterminio alemanes", pero es lo que eran. Hacen bien los polacos en señalar que no fueron ellos los que los construyeron allí, sino las víctimas. Es una infamia referirse a ellos como "campos polacos".
Ya en los años sesenta y posteriormente también ha habido que hacerlo, algunos intelectuales alemanes comenzaron a advertir del problema del olvido de la guerra y de sus desastres tras el llamado "milagro alemán". Basta con leer la obra de Heinrich Böll, premio Nobel, para ver el recordatorio. Advertían sobre todo de los efectos sobre los "hijos" de la guerra, los que se habían quedado en casa y que no preguntarían a sus padres qué papel tuvieron en aquella barbarie.


El surgimiento del racismo y la xenofobia en Alemania (como en otras partes de Europa y del mundo) es consecuencia de los olvidos históricos y de los refuerzos de las líneas emocionales de la "patria" por encima de todos los demás. Por eso muchos ciudadanos alemanes son firmes en plantarle cara a este movimiento de exaltación patriótica cuya finalidad no es otra que el sembrar odios contra los demás. Europa tiene un historial en este sentido que no debe olvidar. Llamar "polacos" a los campos de exterminio en los que los nazis, los que presumían de ser alemanes puros, forma parte de un error histórico demasiado intencionado.
Todos los países tenemos un pasado con elementos que nos gustaría que no se hubieran producido. Los tiempos de la convivencia como valor internacional y de los derechos humanos como doctrina universal son muy recientes. Los actos conjuntos de celebración de los finales de las guerras son momentos en los que se aprovecha para manifestar la buena voluntad del presente ya que el pasado está ahí y no se puede cambiar, aunque si se puede tergiversar al contarlo, mentir o silenciarlo. Y eso ya es responsabilidad del presente.
Los nazis fueron responsables del exterminio entonces, pero la ZDF o cualquier otro medio que trate de ocultar el origen mediante este tipo de subterfugios, tecnicismos lo será ahora de falsificación de la Historia y de lo que ocurra por hacerlo en el futuro.


Los nacionalismos solo son positivos cuando asumen críticamente el país. Ni como víctimas ni como señores, reinantes o destronados. Sembrarlo es correr el riesgo de que sean malas hierbas las que crezcan mañana. El otro día recogíamos la queja de la historiadora y presidenta de la Academia de la Historia, Carmen Iglesias, sobre los peligros de que la juventud desconozca el pasado. El peligro aumenta cuanto más oscuro sea ese pasado y los viejos demonios se presenten con caras sonrientes o como injustas víctimas de difamaciones. El auge del nacionalismo no es más que el redescubrimiento de que era la mejor forma de manipulación junto con la religión. Guerras nacionalistas y guerras religiosas han sido lacras de siglos. Hoy algunos países juegan con unas y con otras, algunos peligrosamente con ambas en mezclas explosivas. Hay un patriotismo bien entendido como hay un sentimiento religioso que puede tender a hacer el bien. Pero se pueden usar ambos para sacar lo peor del ser humano y disfrazarlo de heroicidad o martirio. 


El abandono en un mismo movimiento de la nacionalidad y la cárcel por parte de Mohamed Fadel Fahmy tiene mucho de simbólico. A veces es la nacionalidad misma la que se convierte en cárcel del que la posee. O quizá sería más justo decir que somos poseídos por nuestras nacionalidades. Así ocurre cuando solo hay una forma de estar en tu país y cuando intentar otra supone convertirse automáticamente en traidor. Lo que se está consiguiendo con estos vaivenes es el aumento de la lista  oficial de traidores y de héroes caídos en desgracia. Wael Ghonim fue detenido en los primeros días de la revolución del 25 de enero por el gobierno de Mubarak. Fue puesto en libertad y salió ya diciendo que él no era un traidor. Pasado el tiempo ha tenido que seguir diciéndolo, aunque esta vez era traidor para los que le consideraban un héroe antes. El siguió diciendo lo mismo, pero eso da igual. Lo mismo ha ocurrdio con Bassem Yousef, el humorista. Un traidor cuando criticaba al gobierno actual pero un héroe cuando criticó a Mubarak, a la SCAF y a Morsi. La lista aumenta cada día y es solo muestra del radicalismo y la facilidad manipuladora para dirigir el odio contra personas a las que se amaba anteriormente. Cuando a alguien que critica se le da un premio internacional, este se considera una prueba de su traición. Bassem Yousef, después de ser acosado, ha acabado invitado en la Universidad de Harvard. Fue el hombre que dijo y escribió que el defendía los derechos de todos, incluidos los de quienes le atacaban. ¡Terrible error! Eso es visto como traición. En Harvard podrán escuchar sus opiniones. Eso servirá para que todos piensen que va allí a desprestigiar a Egipto, por lo que se confirmará que es un enemigo que conspira contra resurgir glorioso el reino de las pirámides. Las televisiones egipcias se llenarán de exaltados presentadores pidiendo su cabeza y que se le retire la nacionalidad.


Los alemanes que salen a decir no al racismo son alemanes y no solo aquellos que besan cincuenta veces al día la bandera que pisotean con sus actos bárbaros. Los xenófobos que en España reservan la caridad y las ayudas "solo para españoles" son despreciables simplemente, por mucho que canten himnos y se emocionen con banderas al viento sacándolas a pasear. Reservan sus emociones para los símbolos y no se conmueven con el sufrimiento ajeno, que es lo que de verdad nos hermana a todos.



* "He Had To Choose Between His Egyptian Nationality And Freedom. He Chose Freedom" Egyptian Streets 3/02/2015 http://egyptianstreets.com/2015/02/03/he-had-to-choose-between-his-egyptian-nationality-and-freedom-he-chose-freedom/
** "Egyptian icon or traitor? ElBaradei’s legacy" Ahram Online 14/8/2014 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/0/108387/Egypt/Egyptian-icon-or-traitor-ElBaradei%E2%80%99s-legacy.aspx

*** "No hubo 'campos de concentración polacos'" El Mundo 6/02/2015 http://www.elmundo.es/internacional/2015/02/06/54d4899722601d07468b456f.html





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