martes, 27 de enero de 2015

La baza griega

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El primer signo de que ocurría algo raro lo dio Marine Le Pen al manifestar su apoyo a Syriza en la batalla electoral griega. Le Pen ve en Syriza lo que otros ven y lo dice: un desestabilizador europeo. Si todos dan por supuesto que Syriza complicará la política europea, a Le Pen le parece bien. A ella le parece bien, por supuesto, cualquier cosa que debilite a Europa y la desestabilice; es su gran enemigo, la bestia negra que le sirve para ascender en las encuestas. Los apoyos a Syriza por parte del Frente Nacional tenían coherencia, desde ese punto vista, el de Syriza como mal europeo.
Pero es el segundo signo el que ha acabado de intrigar a los demás: la rápida alianza de Syriza con la derecha nacionalista griega. De las tres derechas que en estos momentos tiene Grecia, Tsipras ha elegido pactar con la del medio. Grecia tiene un partido conservador europeísta, una derecha nacionalista y una ultraderecha nazi, Amanecer Dorado. La derecha moderada y la ultraderecha nazi son los que han quedado en segundo y tercer lugar en las elecciones griegas. El partido de los Griegos Independientes, el que ayudará a Syriza a formar gobierno (ya tienen las carteras repartidas, según el diario El País) es el que ha quedado en sexto lugar. Además de los señalados, está un centro liberal, To Potami, "El río", un partido nuevo. El hundimiento es el del partido socialista, el PASOK, que se había dividido, con un intento más del Papandreu de turno de salvar su papel en la historia política griega. Por la izquierda está también el Partido Comunista, el KKE.
En término numéricos, el parlamento griego está así: Syriza 149 (99 más 50 de bonificación), Nueva Democracia 76, Aurora Dorada 17, To Potami 17, KKE 15, Griego Independientes 13, PASOK 13. Hay más pero no han logrado superar el 3% de votos para entrar en el parlamento. El PASOK es el que han entrado último, con el 4'68% de los votos. Syriza ha obtenido un 36'34% y Nueva Democracia 28'71%.


Las dos sorpresas, el apoyo de la ultra derecha francesa y la alianza con la derecha nacionalista por coincidencia de planteamientos en cuanto a "la deuda y al diálogo con la Troika", según el diario El País, no son más que circunstanciales. No es ahí donde radica lo principal, aunque sí lo más llamativo.
Desde hace tiempo, existe en España la tendencia a compararnos con el "caso griego". Cuanto más se observa Grecia, menos nos parecemos. Pero cuando es el oído el que sustituye a la vista, los parecidos aparecen por todas partes. Hay demasiado interés en encontrar parecidos y poco sentido común.

La estrategia de esto ha sido clara y es una mezcla de intereses de lo más llamativo e interesante. Ayer se dio un hecho histórico en España: el líder del PSOE, Pedro Sánchez, reconoció que España estaba mejor de lo que estaba aunque, matizó no tan bien como dice el gobierno, cuyos datos de mejoría estaba dispuesto a asumir. ¡Por fin se ha dado cuenta el Partido Socialista de que cuanto más insista en la crisis, más dirán que nos parecemos a Grecia y que cuanto más lo hagan más se hunde su partido! El momento —y lo decimos sin demasiada ironía— ha sido realmente histórico y supone un cambio de rumbo.
Hace una semanas titulamos una entrada de este blog con la pregunta "¿Es usted griego?". La pregunta, por extraño que parezca, no tiene una respuesta clara para algunos que, desde el principio de la crisis —en una galaxia muy, muy lejana—, han jugado la baza griega. Desde el principio de esta lejana griega se fue asentando entre nosotros gracias a los sutiles planteamientos unas "vidas paralelas" entre Grecia y España, que el tiempo se ha encargado de aclarar pero que los cerebros confundidos necesitan más evidencias.

Remontándonos en la historia —memoria a mi pesar— de estas cosas que escribimos aquí, lo hacemos hasta la campaña electoral de Barack Obama. "España y el mal ejemplo", titulábamos entonces. Nos quejábamos de que cada vez que alguien decía lo que no quería hacer, ponía el ejemplo de España. Éramos el "mal ejemplo" mundial, al que todo el mundo recurría para ejemplificar lo que no querían para su país.
También François Hollande llegó al Elíseo diciendo que se iba a comer a Europa, meter en vereda a Merkel y al BCE. Hoy Hollande es el presidente más desprestigiado de la historia de Francia, Francia está con electroencefalograma plano y la ultraderecha hace las maletas para entrar en el Palacio presidencial. España crecerá al tres por ciento. Los titulares de hace unos día eran los elogios a España en Davos. Ya nos somos el mal ejemplo.
Si nuestra vida política no fuera tan mezquina y rastrera, los sacrificios de todos los españoles en estos años serían un motivo de unión. Nada une tanto a una sociedad como los sacrificios, que es donde se mide la cohesión. Sin embargo se niega el esfuerzo realizado para ese sacrificio porque muchos han jugado la baza griega.



Cualquier comparación con Grecia es un insulto para los griegos, que firmaban nuestra situación actual con lágrimas de agradecimiento en los ojos. Es la falta de un discurso unificado respecto a la crisis lo que ha permitido que se juegue la baza griega, que era la más fácil y demagógica. Solo en una mente retorcida y ausente de sentido de la realidad puede habitar la idea de que nuestro estado está por debajo de Grecia y que hay que seguir el mismo camino para recuperarse. No sé si Syriza tiene sentido en Grecia, sí tengo claro que nos somos Grecia. Ni deberíamos tener interés en serlo.
Quienes se han quedado desfasados históricamente son los que siguen repitiendo los mismos argumentos que hace unos años, los que ignoran que la palabra "deuda" no significa lo mismo ahora que hace dos o tres años, los que ignoran lo que significa tener una prima de riesgo en 700 puntos o tenerla por debajo de 100. La prima de Grecia, a día de ayer, era de 847; en 2014 ha llegado a estar a 1.041.  El 8 de marzo de 2012, la prima de riego griega llegó a estar a 3.816 puntos.


Me alegra que Pedro Sánchez se haya dado cuenta de que sus discursos tenían que cambiar y que corre el riego de seguir el camino griego del PASOK si continúa en esa dirección. La negación de la crisis llevó al desastre al PSOE; el "optimismo antropológico" de Rodríguez Zapatero hizo que su propio partido lo enterrara en vida, conscientes del desastre al que les había llevado. Basta con ir a la hemeroteca reciente, aunque parece que han pasado siglos. Luego alguien decidió que había que resucitarle y negar la mayor, con los consiguientes riesgos para la interpretación de la realidad y su evolución.
La preocupación es ahora "Podemos". Y el partido socialista se encuentra ante la tesitura de tener que seguir proclamando unos discursos que engordan a sus adversarios o tratar de aprovechar la realidad que tiene delante, que le exige que vayan en otra dirección. Creo que la respuesta está implícita en el discurso de Pedro Sánchez de ayer en el Foro de ABC-Deloitte.



La sociedad española ha hecho esfuerzos y sacrificios. Lo que le pide a los políticos españoles es que también los hagan. Las exigencias se dirigen hacia el fenómeno que más les preocupa ahora mismo que es la injusticia profunda de la corrupción. Cuando se piden sacrificios a una sociedad, esta lleva mal que hay existido privilegiados que se han beneficiado mientras ellos sufrían. Duelen los oídos al escuchar las cifras que algunos se han embolsado por pertenecer a la parte de la clase política que no ha tenido escrúpulos en lucrarse. Eso es lo que no se perdona y se exige una actitud firme. Si el PSOE y el Partido Popular hubieran manifestado una actitud firme y ¡conjunta, por favor!, ante la corrupción de sus miembros y protegidos, no habrían provocado la erosión mutua que hoy les debilita frente a la opinión pública.

La corrupción es una asignatura doble. Hay que combatirla, por un lado, y por otro lado hay que denunciarla conjuntamente para evitar que el sistema se deteriore. No hay un éxito de Grecia. Sus resultados, por el contrario, muestran el fracaso de una clase política que ha sido incapaz de encontrar soluciones conjuntas a un problema, gobierno tras gobierno, de un color y de otro. Lo que queda es un país profundamente inestable,  con una alianza forzada anti natura, con partidos más radicalizados, unos racistas y xenófobos, otros antieuropeístas, etc. Un panorama desolador para afrontar su terrible crisis. ¡Ojalá les vaya bien!, porque como fracasen, la desolación será inmediata y los efectos de radicalización imprevisibles. ¿Qué baza les quedará entonces, qué esperanza?




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