lunes, 15 de diciembre de 2014

Domingo negro en Turquía

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Recept Tayyip Erdogan sigue imparable en su camino de hacer una Turquía a su imagen y semejanza. El poder le sienta cada vez peor en una espiral autoritaria impresentable de cara a la comunidad internacional. La Turquía de Erdogan y el AKP empieza a ser un socio incómodo en todos los órdenes, un vecino poco deseable.
La posición estratégica en la zona hace que se mire hacia otro lado en muchas de sus práctica autoritarias, algo que no es el único en aprovechar. "Cuanto más te necesitan, más te puedes permitir", parece ser la norma en estos casos. Si la situación se les complica con tus decisiones, aprovecha para avanzar en tu propia dirección. Y eso es lo que está haciendo el Erdogan furibundo que sigue intentando levantar los tejados de Turquía a la busca de enemigos, conspiradores, filtradores o simplemente opositores a su gestión, prácticas o ideología.
Cuanto más avance en su camino de reislamización de la sociedad turca, mayor será la resistencia; y cuanto mayor sea esa resistencia, mayor será su autoritarismo. El objetivo de Erdogan no es político, sino la anulación de la política. Erdogan está consiguiendo que sus acciones autoritarias sean ignoradas y vistas como naturales dentro de un país que presuntamente es democrático. La base de la política democrática es la responsabilidad y la consecuencia de los actos desde la perspectiva de un electorado que toma decisiones. Pero si las decisiones dejan de producirse aceptando cualquier hecho como "natural", incluida la anulación de la prensa crítica, lo político pasa a ser un aspecto meramente formal. Se está en manos de una clase o grupo que avanza en la anulación de los derechos ante el aplauso de un electorado que lo considera pertinente.


Parte de esto es lo que creo que quiere señalar Etyen Mahçupyan en su artículo "How has the AK Party become the ruling party?", en el Daily Sabah turco, publicado un día antes del golpe dado ayer por Erdogan a la prensa opositora.

It is true that estimating the future of politics is hard in countries like Turkey. However, the prediction we made here is realistic since experiences transcend politics. Politics is determined by the sociology of dynamism and handicaps of Islamic and secular circles. And society is much more predictable and changes more slowly when compared to politics. Likewise, the column I wrote just after the AK Party's first victory in 2002 also estimated that this party would win at least four successive elections. It has won two and now the third is approaching, the results of which are more or less clear already.
Obviously, this picture is depressing for some groups. As the ruling party, the AK Party has left its mark on Turkish politics, and seemingly, it is not very possible to change this for now. This is the case despite the deficiencies and mistakes of the government in many spheres. Moreover, it cannot be said that the Islamic segment of society, which forms the base of the party, and the new middle class flourishing around it, are unaware of or insensitive to those deficiencies and mistakes. On the contrary, people maintain support even though they know the points where the government is unsuccessful. This indicates that this is not only a political phenomenon, but rather can be understood by social factors.*


Esta separación entre ambos factores, que en muchos casos puede ser artificial, no lo es en cambio en sociedades en las que la islamización forma parte de un proceso que es político. El objetivo —que es lo que Erdogan está cumpliendo con su agenda— es cambiar la sociedad para que se haga imposible el retroceso en su camino. La opción islamista se vuelve transparente, invisible y se da por hecha frente a las demás opciones, que se perciben no como parte del juego político sino como anomalías, perversiones, monstruosidades de la historia. El problema no es que Erdogan y su partido ganen cuatro elecciones consecutivas, sino que se reduzcan en cada una de ellas las posibilidades de que otros ganen, hagan lo que hagan. No se estaría ya votando políticamente.


El mundo se ha tomado a broma, como exageraciones, las afirmaciones de Erdogan sobre los musulmanes conquistando América, a dos turcos guiando a Colón, la existencia de indios en Estambul antes de que nadie partiera desde Occidente, o la existencia de mezquitas en América al llegar. Pero esto no está destinado a los que no lo creen sino a los que son capaces de creerlo porque así desean hacerlo. A nada estamos más dispuestos que a creer lo que nos gusta y alaga. Y la credulidad ante Erdogan crece. Cada vez se aplauden más sus salidas de tono, sus recortes a las libertades. Erdogan es la verdad.
En Al-Monitor, la especialista en cuestiones turcas de la publicación, Pinar Ambley, escribía en noviembre:

On Nov. 18, a defiant Erdogan told the media that he observed the outburst of sneering, particularly domestic, and said: “It is because of their lack of self-confidence. They fail to believe Muslims could have discovered the Americas.” Erdogan also said: “Those who believe in Western sources as if they are sacred only denigrate themselves. Our mission is to voice the real facts of history.” Erdogan was quick to announce that he has already instructed the Education Ministry to include the Muslim conquest of the Americas in the school curriculum.**


El control de la educación desde el estado es la más poderosa maquinaria para transformar las mentes. Es lo mismo que hicieron sus colegas islamistas de la Hermandad Musulmana en Egipto, ponerse manos a la obra para la reescritura de la Historia según llegaron al poder. Había que cambiar y hacer desaparecer, por ejemplo, a todas aquellas mujeres que, sin velo, habían hecho algo por el país. Erdogan hace lo mismo y de esta forma se asegura la menor variabilidad de lo político al afianzar su programa en la transformación de la sociedad, es decir, de las mentes de los que viven en ella.
La redada contra los medios de comunicación y otros opositores a su régimen autoritario es otra forma de reescribir la historia, haciendo desaparecer a los que muestran discrepancias. En su universo totalitario no cabe más que una imagen visionaria, la suya. Erdogan juega, como otros, con el islamismo y el nacionalismo turco, caras en este caso de una misma moneda. Son muchos los que quieren ser faros.


La profecía de Etyen Mahçupyan señalaba que había AKP para veinte años, con las dos próximas elecciones dadas por ganadas. Explica el autor que parte de esa reacción electoral viene determinada por la reacción social a la represión religiosa de los periodos anteriores de la vida turca. La profecía de los 20 años de reinado de AKP no tiene en cuenta la realimentación del mensaje de Erdogan a través de todas estas fórmulas puestas en marcha. Veinte años es una generación, una memoria de experiencias nuevas que puede vivir un mundo anterior como una simple página de un libro, no como parte de una vida.
El golpe dado este domingo negro a la prensa turca ha suscitado las reacciones enérgicas de la Unión Europea y de los Estados Unidos. Los periodistas han alzado carteles manifestándose: "La prensa libre no será silenciada". Erdogan continúa el proceso de acallarlos, pero también el que hace recelar de ellos, convenciendo a todo el mundo que quienes le critican son traidores, conspiradores y renegados.
En Turquía, la verdad solo tiene un dueño, que escribe el pasado, el presente y el futuro. Se llama Erdogan.




* Etyen Mahçupyan. "How has the AK Party become the ruling party?", Daily Sabah 13/12/2014 http://www.dailysabah.com/columns/etyen-mahcupyan/2014/12/13/how-has-the-ak-party-become-the-ruling-party

** Pinar Tremblay. "Erdogan attempts to bury policy failures by rewriting history", Al-Monitor Turkey Pulse 19/11/2014 http://www.al-monitor.com/pulse/originals/2014/11/turkey-muslim-conquest-america-columbus-erdogan.html






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