martes, 14 de octubre de 2014

Erdogan juega con fuego

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La figura de Recep Tayyip Erdogan sigue proyectando sombras. Como nos temíamos, su actitud ante la barbarie del Estado Islámico es algo más que ambigua. Los peligros de una masacre junto a la frontera, con las vallas cerradas para evitar que los kurdos vayan en apoyo de sus hermanos, arrinconados por los yihadistas, pueden convertir a Erdogan en el paria de la comunidad internacional. Hasta ahora, los únicos muertos que el Estado turco ha producido son los kurdos que intentan ir a luchar contra el Estado islámico.
Puede que en el futuro, como sucedió con el genocidio armenio, que Turquía considera un mero "incidente bélico" —y que sigue negando para vergüenza propia y ajena—, tenga que negar su responsabilidad en otro genocidio, el de los kurdos (a los que matarán los bárbaros yihadistas) y el de la represión turca contra los kurdos que intenten ayudar. ¡Terrible destino el de un pueblo cogido entre dos fuegos! El comisionado de las Naciones Unidas lo ha advertido con claridad: ¿recuerdan Srebrenica? Estamos advertidos.


Mucho me temo que Erdogan, además de retrógrado y autoritario, quede como un colaboracionista que arrastra a Turquía hacia el ostracismo y la vergüenza. Una masacre en la frontera dejaría en evidencia al islamista Erdogan y marcaría al país durante décadas. Con esta actitud, Turquía se hace responsable de cada muerte que ocurra junto a su frontera, además de todos aquellos que están muriendo a manos de la policía turca por intentar salir a luchar a Irak.
Erdogan aprovecha para eliminar enemigos. Exige en marcar como objetivo prioritario que le quiten a sus rivales, en este caso a Bashar al-Assad, y después ya se hablará de los yihadistas y su avance. Pero la prioridad para todos, con las masacres islamistas en Irak, parece evidente. No quiere, además, que se arme a los kurdos ni que estos tengan protagonismo internacional, pues son los que se le enfrentan por su autonomía y los considera enemigos. Los yihadistas le hacen un favor eliminándolos. Pero el mundo no está ya para tanto cálculo perverso a costa de vidas humanas.


Con estos planteamientos, Erdogan no solo se aleja de la Unión Europea, sino de la comunidad internacional. El líder islamista está cada vez más aislado en todos los frentes. El aumento de su poder sobre los turcos desvela sus rasgos más nefastos y sus estrategias perversas. El destino del todopoderoso Erdogan está entre los muros de Kobani. Lo que allí ocurra será decisivo.
Turquía confía demasiado en su posición estratégica y en el papel que juega en la OTAN. Sin embargo, son demasiadas cosas las que se le permiten a Erdogan, demasiado autoritarismo en su programa de reislamización del país. Su planteamiento ante el Estado Islámico es algo más que sospechoso y deja al descubierto las extrañas políticas de los islamistas en sus fidelidades. La presión de Estados Unidos y la OTAN para que se les deje usar las bases turcas solo han encontrado una férrea negativa. A Erdogan le basta con plantarse la bufando, coger el micrófono y darse un baño de multitudes explicando a sus seguidores lo visionario de su política.
Euronews recoge la interpretación kurda:

“Si Turquía sigue callada será mucho peor, asegura este kurdo turco. Estamos convencidos de ello, porque habrá guerra en cada rincón del país, la gente morirá, habrá incendios en los comercios, arderán coches… la gente va a morir. Ya se vaticina cuál será la reacción de la gente: van a comenzar los ataques contra los soldados turcos, contra la policía…va a haber una masacre de enormes proporciones”.
Desde hace varios días, los kurdos de Turquía, que son de 15 a 20 millones en el país, se manifiestan para pedir la intervención de Ankara. Desde la cárcel, el líder del PKK ha llegado a amenazar incluso con interrumpir el proceso de paz iniciado en 2012.
Pero las amenazas y las manifestaciones no han conseguido que el presidente Erdogan ceda:
“Turquía no es un país que determine su política interior y exterior basándose en la violencia de terroristas y malhechores. Tanto las marionetas que salen a la calle como los líderes que mueven sus hilos deben ser conscientes de que Turquía no es un país que cambie de rumbo por las protestas callejeras”.
Frente a la OTAN, Erdogan ha mostrado la misma firmeza: Turquía no intervendrá en solitario y menos si no se dan ciertas condiciones. Ankara reclama la creación de una zona tampón del lado sirio y una zona de exclusión aérea que sería doblemente ventajosa: por un lado, permitiría limitar los riesgos de que el conflicto se desborde a Turquía y además, permitiría a Ankara tener bajo control a los kurdos sirios y su armamento.*


Las astucias de Erdogan, su retórica islamista vacía, son resabios de político de antigua usanza: quiere que le eliminen los enemigos o que queden debilitados antes de dar un paso. Pero puede, como le están advirtiendo, que el tiro le salga por la culata si los kurdos pierden la paciencia. Puede encontrarse con tres problemas: los kurdos en el interior, que abandonarían el proceso de paz; los yihadistas en la frontera; y la repulsa de la comunidad internacional y de sus aliados en especial, que tendrán que reformular sus relaciones.
La prensa de todo el mundo se hace eco hoy del boletín de propaganda que el Estado Islámico publica para regocijo de admiradores repartidos por el mundo. Presumen de la fundamentación teológica de hacer esclavas sexuales y del derecho a esclavizar a aquellas minorías que encuentren a su paso o de seguir decapitando si les apetece, según como tengan el día. Son los más piadosos y les gusta contarlo.
Erdogan juega con fuego.


* "La estrategia turca en Kobane" Euronews 13/10/2014 http://es.euronews.com/2014/10/13/la-estrategia-turca-en-kobane/







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