miércoles, 27 de noviembre de 2013

El talento y el entusiasmo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No desperdicies nunca las lecciones que te da la vida con generosidad. El jurado del concurso Arabs got talent, que se emite desde Beirut, compuesto por conocidos músicos e intérpretes del mundo árabe, como la libanesa Najwa Karam, y con ellos millones de personas espectadores, han tenido ocasión de aprender varias interesantes lecciones, que son de provecho para todos.
El 28 de septiembre se presentó ante el jurado y el público del concurso una joven rubia, norteamericana. Salió armada con un oud, el laúd tradicional árabe y se dirigió hacia el micrófono situado en el centro del escenario dispuesta a intervenir. Uno de los miembros de jurado se le habló en árabe. «Sorry?», respondió ella. No hablaba árabe, lo que hizo que los miembros del jurado comenzaran a esbozar sonrisas y a gastar bromas abiertamente. Le preguntan en inglés y ella contesta: se llama Jennifer Grout y tiene veintitrés años. Y, evidentemente, no habla una palabra de árabe. Los tres hombres del jurado, con sorna, comienzan a reírse abiertamente de ella, divertidos por la situación. ¿No habla árabe? Preguntan entre ellos cómo se pueden dirigir a la muchacha, en francés para preguntarle cómo se llama. Solo Najwa Karam mantiene cierta solidaridad de género, podríamos decir, y evita burlarse de ella. Finalmente, le hacen gestos exagerados para que ocupe su asiento y actúe. El público se ríe siguiéndoles la gracia. La muchacha, para un mayor riesgo de ridículo, ha elegido una canción de Umm Kalthoum, la cantante mítica de todo el mundo árabe, la más querida.


La muchacha, sin perder la sonrisa, se dirige a su asiento y se pone en posición para tocar. Las primeras notas de la canción, salidas de las cuerdas del oud, resuenan por el estudio. La sonrisa sigue en los labios del jurado. No lo hace mal, vaya. La música va creciendo en intensidad y el silencio se va haciendo más denso en el estudio. Jennifer arranca a cantar. La muchacha norteamericana, que no habla árabe, está cantando a la perfección, con una bellísima voz, con plenitud de sentimiento, viviéndola y haciéndola vivir a todos, la canción con la que Umm Kalthoum ha educado el gusto y el oído de millones de árabes. Jennifer Grout la está sintiendo plenamente, sale de su corazón a la vez que de su boca.


El tiempo concedido entre bromas se prolonga sin que nadie se atreva a cortarlo. Hubiera sido imperdonable. Si hay algo que emociona a los árabes es la música, si hay algo que les conmueve hasta el delirio emocional es la poesía convertida en canción, por eso Umm Kalthoum, Fairouz o Halim Hafez son ídolos que han trascendido las generaciones y siguen conmoviendo a los que les escuchan, levantando pasiones. Son los grandes.
Público y jurado se rinden a la muchacha que les ha asombrado, a su arte increíble. Las palabras de Najwa Karam a la concursante son claras y sentidas:

“You don’t speak a word of Arabic, yet you sing better than some Arab singers! ” exclaimed Najwa Karam, a famous Lebanese singer and judge of the panel, after her 28 September performance. “We have for so long imitated the West, and this the first time that a person who has no link whatsoever to the Arab world, an American girl who does not speak Arabic, sings Arabic songs!”*


Najwa le ha dirigido esas palabras en árabe. Jennifer mira confusa hacia los lados del escenario. No entiende. Los asistentes, desde los laterales, le sonríen y le levantan los pulgares en señal de que todo ha ido bien, que lo que le están diciendo son halagos.
Las sonrisas irónicas se han borrado y solo queda el asombro y el agradecimiento por lo que han podido escuchar. Karam no es la única conmovida:

Another judge, Ali Jaber, journalist and director of the channel MBC, the channel that broadcasts “Arabs Got Talent,” was also wowed by Grout’s performance. “You've just done an excellent performance… You have a very beautiful voice and you transmit strong emotions... I predict a promising future for you, ” he said.*

No creo que eso le preocupe mucho a ella: ¿será la cantante norteamericana de música árabe con más éxito en USA? ¿O será, al contrario, una cantante norteamericana de éxito entre los cantantes árabes? Ella es una anomalía, una rareza, y debe saberlo ya porque se lo habrán repetido miles de veces. Pero, ¿no es el arte una anomalía? Si buscara el éxito, habría elegido otro camino menos complicado. Ella está allí por otra cosa.
Yo no hablo, explica; yo canto. Es una gran diferencia, una distinción que hubiera encantado a algunos teóricos románticos —al sentimental Rousseau mismo—, que hubiera separado el discurso emocional del racional, la palabra del sonido. Jennifer no habla, hace música. Y la siente y la hace sentir transmitiendo esas "strong emotions", como le ha dicho Alí Jaber tras su actuación.
En la siguiente ronda, celebrada el 9 de noviembre, Jennifer Grout da otra sorpresa. Esta vez prescinde del oud y se enfunda en un aparatoso traje azul que simula un pájaro y se atreve con "Ya Toyour", de otra cantante mítica, la siria Asmahan, una pieza que contiene complicados arabescos vocales belcantistas, como si fuera una especie de "Reina de la Noche" en La Flauta Mágica, de Mozart. ¿Un suicidio interpretativo después de haber sobrevivido a la primera interpretación?

 

Esta vez no hay burlas, sino respeto y curiosidad. Nadie le gasta bromas y la joven interpreta su canción brillantemente, subida en una especie de pedestal y rodeada por un cuerpo de baile. Parece como si hubiera estado allí toda la vida, como si nunca hubiera dejado de cantarla, como si hubiera sido el pájaro inspirador y ahora recuperara su canto.
El público se rinde. El jurado es ya es otro. Algunos tienen lágrimas contenidas en sus ojos mientras escuchan aquella difícil canción cantada impecablemente por aquella rubia concursante, una inverosímil norteamericana que hay que escuchar para creer que es ella la que canta. Otros no pueden evitar cantar con ella, mover los labios siguiendo sus palabras. Son unas palabras que ellos sienten profundamente, que ella les hace sentir con toda intensidad, pero que escapan a su propia comprensión. Ella se lo toma a risa cuando le preguntan cómo es posible que no comprenda las palabras pero sea capaz de sentirlas: “I only understand because I look up the translation online or I have one of my Arab friends do a translation for me.”*


Jennifer se enfrenta a la final en el mes de diciembre. ¿Podrá ganar el Arabs Got Talent? No es esa la cuestión, aunque para muchos sea lo principal, preocupados porque una rubia norteamericana, una bostoniana, pueda ganar un concurso de música en los países árabe. Quizá algunos prefieran que lo haga una rapera egipcia velada que también ha llegado a la final, como señalan irónicamente. Jennifer ha ganado muchas cosas ya y ha demostrado que el talento es algo más que cantar bien. Su talento es de otro tipo, más valioso y profundo. Ha conseguido emocionar y algo más: cambiar a los demás, hacer que se olviden de muchas cosas que desaparecieron a los pocos segundos de empezar a salir notas de su oud y su garganta.

Nos ha enseñado muchas cosas, aunque no todos queramos aprenderlas. De todas las lecciones que nos da me quedo con la del valor, algo que hay que tener para presentarse a un concurso en un mundo muy diferente al tuyo, pero que ella ha hecho suyo a través de la música. Jennifer ha sido valiente. Me quedo también con la de la confianza, algo que nadie ha conseguido arrebatarle, por más que lo intentaran, hasta que se rindieron a la inocencia de la que hace gala en todo momento. También es muy valiosa la de que es posible vencer los prejuicios, tanto los que ella pudo tener como los que fueron perdiendo los que se burlaban de ella. Esa lección nos da esperanzas a todos; nos hace ver que es posible ser norteamericana y ser aplaudida con sinceridad en otra parte del mundo, con una cultura muy diferente, que el público y el jurado decidieron no ser ni sordos ni dogmáticos, dos peligros reales. Najwa Karam se lo dijo de otra forma: nuestros cantantes imitan la forma occidental, pero es la primera vez que vemos a una norteamericana cantar como una árabe. Y, finalmente, me quedo con la más importante lección de todas, con la posibilidad del amor como motor de la vida.
Jennifer Grout ha contado que:
[...] she first started playing the oud three years ago. “I heard Arabic music on the internet and I just absolutely fell in love with it,” she told MBC.
 Since then, Grout says she’s been listening to Arabic music and practicing all the time. “It's just what my heart told me to do,” she said.*

En este mundo prosaico que hacemos entre todos, de los ministros para abajo, en los que se habla tanto de la "cultura del esfuerzo" confundiendo las cosas, Jennifer Grout ha demostrado que ese esfuerzo titánico que ella ha realizado nace de un impulso amoroso, de ese flechazo que sintió cuando escuchó por primera vez la música árabe. No nace de estudios de mercado, oportunidades, emprendimientos y demás fruslerías sin vocación. Podía haber cambiado de canal y haber torcido el gesto —¡música árabe, que horror!—, pero como ella dice, "siguió lo que su corazón le dijo".
En el Ión platónico, el que se considera como primero de sus "diálogos", se plantea el misterio de cómo el intérprete puede hacer sentir a otros lo que nace de las palabras del poeta —un ser, por cierto, poco sabio, que solo domina el juego con las palabras y no el mundo que describen— y transmitir sentimientos que no son suyos. ¿Cómo puedo emocionarme y hacer emocionarse a otros declamando un poema? Algo divino hay, nos dice Platón, en lo que el poeta siente primero, que pasará a través del poema al intérprete y de este al público que finalmente sentirá intensamente el resultado de esa cadena emocional. El "alma anegada de entusiasmo" es la expresión que Sócrates utiliza para describir el estado de Ión, el mejor rapsoda de Grecia, cuando logra conmover, entusiasmar a quienes le escuchan sin ser realmente sabio en nada. Jennifer Grout tiene alma anegada de entusiasmo y con mucho espacio para acogerlo.

No sé si finalmente Jennifer Grout ganará el concurso Arabs Got Talent, pero ella ha ganado otra cosa mucho más importante. Como quiso mostrar Platón, el arte de conmover no implica sabiduría —que en cualquier caso nunca está de más—, sino la adecuada pasión que pueda llevar al delirio, arrebatar a los demás. Eso es amor y cuando se siente une a todos, porque borra todas las diferencias, anula todas las distancias. Jennifer Grout ama. Aunque Jennifer Grout ganara el concurso, la afirmación de que los "árabes tienen talento", seguiría siendo cierta: el talento y el entusiamos que pusieron en la música que enamoró a Jennifer.


* "American girl could win ‘Arabs Got Talent’" Al-Masry Al-Youm 26/11/2013 http://www.egyptindependent.com/news/american-girl-could-win-%E2%80%98arabs-got-talent








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