lunes, 28 de octubre de 2013

Sí y lo contrario o los fabricantes de teorías

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La idea que tenemos del funcionamiento de las Ciencias suele ser bastante ingenua. En un mundo muy desarrollado, tecnológicamente hablando, deberíamos saber más cosas de las que sabemos. Y sabemos muchas, desde luego; muchas más que antes, que es donde reside el verdadero progreso. Pero que podamos construir cosas resistentes no significa que estemos en condiciones de explicarlas con claridad, que sería nuestro modesto equivalente a "comprenderlas".
Durante siglos lo seres humanos hemos hecho muchas cosas de forma intuitiva sin tener la más mínima idea de cuáles eran los principios en los que se basaban. Mejora nuestra comprensión en algunos campos, indudablemente, pero como contrapartida en nuestra existencia hemos constituido campos que pretendemos comprender y explicar sin que esté del todo claro lo que sabemos realmente. Esto ocurre en todos los campos —una mala teoría es mejor que no tener teoría— pero la cuestión está en la relación entre la teoría —que describe, explica, predice— y el mundo. Una mala teoría económica aplicada de mala manera, por ejemplo, nos puede llevar a todos al desastre. para algunos esto no es una hipótesis descabellada y se discrepa sobre la interpretación de las situaciones y las mejores recetas para solucionar los problemas.


Quizá en previsión de esto, se han dado este año unos premios Nobel de Economía un tanto peculiares, no solo porque se hayan concedido a tres personas —lo mismo ha ocurrido en Medicina y a dos en Física—, sino que además dos de ellas sostienen lo contrario la una de la otra. La BBC lo explica de este modo:

El próximo 10 de diciembre, tres economistas recibirán el premio Nobel 2013 por "sentar las bases para el entendimiento de los mercados de activos". El problema es que dos de ellos tienen interpretaciones diametralmente opuestas sobre cómo se comportan los mercados.
[...]
Pero no seríamos humanos si no nos pareciera curiosa la aparente contradicción en la adjudicación de parte del premio Nobel a Eugene Fama por demostrar que el mercado es eficiente y otra parte a Robert Shiller, por demostrar que no lo es. ¿Está curándose en salud el Comité?
Ambos recibirán una mención en los libros de historia por haber contribuido con el desarrollo futuro del pensamiento económico, en opinión de Shiller.
"Es un poco como la religión", dice. "Es decir: hay todas estas sectas diferentes y si se miran en conjunto no parece tener ningún sentido: se contradicen mutuamente en cosas tan fundamentales. Pero tal vez hay una sabiduría sobre la vida que sale de todos ellos. Y creo que la profesión económica no es tan fragmentada como puede parecer”.*


No sé realmente si a Robert Shiller le sirve de consuelo la explicación que da equiparando la Ciencia Económica con la Religión, de la que aparentemente debería huir la Ciencia en general como modelo de pensamiento. Gran parte de la historia de la Humanidad se ha basado en el avance del pensamiento científico, que trataba de ser "antidogmático" y para ello se centraba en lo racional de las teorías y en lo experimental de los métodos; razonar y demostrar ha sido el fundamento de nuestros avances científicos. El problema que unas y otras teoría se deben construir al amparo de sus propios hallazgos y esto no es sencillo: desde la delimitación de los elementos que se toman de la realidad —no puede tomarse todo— hasta las interpretaciones de lo recogido, las Ciencias están llenas de decisiones humanas que, en cada caso y mediante consenso, establecen el grado de acuerdo de una Ciencia respecto a sus propios avances. Hay, por tanto, ciencias que buscan el acuerdo y otras, como ocurre con la Economía —y demás ciencias sociales—, que tienen la semilla de la discordia ya en sus principios porque exigen desde allí mismo tomas de decisiones. El resultado son sistemas, muchas veces, "pluridogmáticos", de ahí la comparación con religiones y sectas que apuntaba Shiller.


De esta forma se explica que se pueda dar el mismo Premio —y con el mismo Jurado— a dos personas que piensan de forma diametralmente opuesta y, lo que es más, son capaces de demostrarlo razonando cada una a su manera.

Hay campos en los que el debate científico es necesario porque no se puede llegar a verdades en lo social puesto que "verdad", en estos casos, es un juicio que establecemos sobre algo que ocurre; más bien que nos ocurre por nuestras propias acciones. Como nos han desengañado los epistemólogos, hasta algo que llamamos "hecho" constituye un "recorte" de la realidad, que también es construcción a nuestra medida. Así podemos decir que hay cosas en las que coincidimos como "especie" (otro recorte), que nuestra "realidad" es distinta a la de otras especies, y que conforme las cosas se adentran más en el mundo de la Cultura —nuestra segunda Naturaleza— se van haciendo, no más opinables, sino más complejas porque estamos involucrados en nuestras observaciones de un mundo que es nuestro. Indudablemente, la Economía es una forma de entender nuestra propia actividad transformadora del mundo y, dentro de él, de nosotros mismos y nuestros puntos de vista.
¿Qué nos quiere decir esto? Que podemos a llegar a conocer mejor aquello que es de alguna forma exterior a nosotros y estable en el tiempo, pero que eso es la definición contraria de lo humano: somos cambiantes porque nuestro propio pensamiento sobre nosotros mismos nos hace cambiar. Es en la interpretación de nuestros cambios, de sus causas y efectos, también donde discrepamos. Somos capaces de construir coherentes discursos sobre nuestra propia evolución, explicando lo que tenemos delante, pero nos falta la unanimidad suficiente como para reducir los discursos sobre nosotros mismos. El reduccionismo positivo que tiende a explicar de forma comprensible lo complejo es peligroso, en cambio, cuando se pretende aplicar a nuestro desarrollo personal o social y, especialmente, si afecta a nuestro futuro.


La Economía no escapa, como otras muchas ciencias, de lo humano, que es su centro. La ilusión de los métodos con los que distanciarnos de nosotros mismos no es más que eso, una ilusión. La pregunta que el periodista de la BBC se hace sobre el Nobel en el titular de la noticia "¿Al fin qué? ¿Son racionales los mercados o no?", implica una idea de "racionalidad" construida sobre nuestra propia "racionalidad", algo que también es mucho suponer, porque somos nosotros los que la definimos. La teoría de que los mercados puedan ser más racionales —usan la información disponible de forma eficiente y esto se traduce en los precios— que nosotros mismos implica una visión de nuestra racionalidad a través de nuestras acciones y decisiones, que podemos calificar como más o menos racionales, más o menos emocionales. Basta con modificar nuestra idea de la "racionalidad" —algo que ya ha ocurrido— para que todo lo que hemos definido así se tambalee; basta que comprendamos de forma diferente el papel de nuestras emociones en las decisiones —algo que también ha ocurrido— para que se modifique aquello  que calificamos como "emocional". Cualquier modelo del comportamiento es necesariamente limitado e imperfecto, aunque de distinta manera y grado. Se trata de administrar juiciosamente nuestra miopía. Los avances en Física y Química, las vidas que se salvan con los avances en la Medicina, por ceñirnos al Nobel, son en gran medida verificables 8aunque sea décadas después, como en el caso de Higgs). No son los mismos motivos o procedimientos en los otros casos, los de Literatura —se refieren al gusto—, la Paz —siempre controvertido y opinable, centrado en valores— y la Economía, que también depende de muchos factores de interpretación. Son las Humanidades, la Política y las Ciencias Sociales, importantes pero diferentes.
El jurado del Nobel no ha cometido ninguna atropello con la lógica al premiar a autores de planteamientos opuestos; simplemente ha reconocido los avances en cada una de las líneas. La verdadera pregunta, sin embargo, es: si somos capaces de avanzar en todo tipo de explicaciones en diferentes direcciones, ¿por qué seguimos metiéndonos en una crisis tan otra? Pero esa pregunta ya no se refiere a las teorías sino a lo que hacemos después con ellas.



* "¿Al fin qué? ¿Son racionales los mercados o no?" BBC 27/10/2013 http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/131021_mercados_eficientes_irracionales_finde.shtml




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