lunes, 22 de julio de 2013

Aquí un amigo o la Era de los Ex

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Normalmente los políticos tiende a ver el mundo dividido por los colores de sus partidos. "Ellos" y "nosotros", los "míos" y los "suyos". Puede haber alianzas circunstanciales, pero en su lucha por el poder los políticos consideran sus rivales o enemigos al resto del espectro político. Todo su armamento retórico se dirige hacia ellos; las mentes se polarizan en sus análisis: "ellos" y "nosotros".
No caben siquiera las proximidades ideológicas en la amistad más que como apelación frentista. Si tus enemigos obvios se enfrentan a tus ideas, los amigos próximos se disputan tus votantes en un intento de vaciar tus arcas de electores. ¡Ojo con los parecidos, que te disputan tu territorio! Eso que llamamos habitualmente "socios" en los gobiernos de coalición suelen mantener una sonrisa en las fotos, pero suelen acabar como el rosario de la aurora a la primera de las desavenencias. En cuanto que se toma alguna medida impopular, el "socio listo" intenta endosársela al socio "menos listo" y da a entender que, de no estar ellos en el gobierno, las medidas habrían sido mucho peores.

Hemos asimilado ya que el destino natural de los políticos es pelearse y, como los cantantes en los conciertos, animar al público a que coree las canciones y baile con ellos desde sus asientos. Es su forma de entender la política. Y es difícil resistirse a ella pues somos animales partidistas y nos es difícil ser ecuánimes. ¡Para ser ecuánime no se mete uno en política!, dirán algunos, de la misma forma que uno no va al fútbol a ser imparcial con el otro equipo.
Sin embargo parece que se está desarrollado una nueva fase para la que no se encuentran evolutivamente preparados. Es la fase de "ruptura tribal" o "fase de los ex". En esta fase, los enfrentamientos ya no son con los enemigos naturales, los de toda la vida, el eje del mal, sino que la amenaza proviene de entre tus propias filas. Es la fase del ex tesorero, del ex dirigente, del ex socio.
Los partidos están preparados para enfrentarse a los otros, pero ¿lo están para enfrentarse a los de sus propias filas? Por muy irónicamente que podamos plantearlo, es un hecho trascendente, un giro argumental y discursivo sin precedentes en nuestra vida político-familiar. Explica, por ejemplo, que el presidente Rajoy no sepa qué decir sobre su ex tesorero y se lo esté pensando o que el juez expulsara como acusación particular a los representantes de PP. ¡Unas veces lo acusaban y otras lo defendían!

¿Cómo puede uno atacar, por ejemplo, a la persona que ha llevado las finanzas del partido sin comprometerse a quedar, como mínimo, como un idiota por no haberse dado cuenta? Si se baraja la versión exculpatoria extrema —yo no sabía nada— se queda como un idiota. ¿Cómo atacar frontalmente a aquel con el que te has hecho miles de fotos con todos los dirigentes, con el que has intercambiado mensajes a lo largo de años de relaciones fraternas y confiadas? Los punzantes discursos anteriores, elaborados para "ellos", ya no valen porque se dirigen a un ex "nosotros" y hay que medir las palabras, tener cuidado con lo que se dice por temor a que se vuelva contra ti.
Medio fuera —solo "medio"— de la política partidista está el caso del Instituto Nóos y de la pelea entre los ex socios. Cada vez que el Duque monta su estrategia defensiva, su ex socio, su otra mitad, le sale con revelaciones dañinas que le desmontan los argumentos. Es difícil discutir con el nuevo "otro" si lo sabe todo de ti. Es como intentar ganarse al ajedrez uno solo; solo lo puedes intentar a riesgo de volverte esquizofrénico. Y no está la política para personalidades múltiples, que ya tenemos bastante.


El PSOE tiene—y tendrá— un problema similar con el PSC, que puede pasar de hermano siamés con acento distinto a competidor en las urnas por el voto socialista en Cataluña. En estos casos de "divorcio" político el problema es la custodia de los votantes. Los argumentos para no hacer "primarias" eran que las peleas se hacían con los de fuera y no con los de dentro. Finalmente, los partidarios de hacer primarias se han impuesto y se realizan con esa fórmula "pre-discutidora" que son los avales. No se sienta nadie a discutir sin que tenga apoyo suficiente. En Andalucía se han quedado con candidata única, que es lo que más une. Por lo menos para las fotos.

Nos adentramos en la amenazante Era de los ex. Si el descrédito de los partidos mayoritarios sigue aumentando —algo posible, pues hay margen todavía—, pronto saldrán decenas de ex a la palestra, como ha ocurrido con José María Aznar, otro ex ilustre, o Esperanza Aguirre que se ha auto rotulado como ex, pero solo para ciertas cosas. Solo en el mundo del toreo se han visto regresos tan rápidos. Los ex son lenguaraces y atrevidos, te meten el dedo en un ojo o donde haga falta. Los hay que se van para hacer daño y los hay que vuelven para hacerlo. Hay de todos los pelajes. Siempre son poco fiables. Lo que dicen como ex, casi nunca lo dijeron cuando estaban dentro. ¡Ay, los ex!

Los castillos y campamentos militares se construyen y montan siempre sobre una premisa: el enemigo viene de fuera. Un ex cabreado o que se sienta traicionado es peor que cualquier enemigo. No tienes secretos para él porque él era tu secreto.







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