lunes, 8 de abril de 2013

El autodefinido o si yo tuviera un extraterrestre delante

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los científicos Juan Luis Arsuaga, paleontólogo, y Manuel Martín-Loeches, neurocientífico, han caído en la cuenta de que después de muchos siglos definiendo las especies que pueblan la Tierra, se nos había pasado una que teníamos delante de las narices: la humana. Nos hemos dedicado a definir y clasificar plantas, animales, minerales, etc., pero, según ellos, no lo hemos hecho con nosotros mismos. El diario ABC saca como consecuencia de lo dicho una frase rotunda de Arsuaga para su titular: "Si hubiera extraterrestres, de piel para dentro serían como nosotros"*. Así, frente la inquietante teoría —alentada por la ciencia ficción y algunos conocidos nuestros— de que hay gente que se nos parece pero que sospechamos puedan ser de otro planeta, ellos apuntan lo contrario.

La entrevista a dos voces (tres con la del entrevistador) nos ha dejado algunas perlas y algunas serias dudas. La primera de ellas es la cuestión de porqué definimos y el problema de la autodescripción, que es un problema de filosofía de la ciencia. No somos los más adecuados para clasificarnos y definirnos, lo que no significa que no lo hayamos hecho, por contra de lo que afirman los autores. Describimos lo exterior a nosotros porque es distinto y podemos mantener unos criterios mejores o peores. Estos criterios no son "objetivos", son los "nuestros", pero son constantes respecto a algo diferente a nosotros. Puedo "describir" una mosca porque yo no soy una mosca y puedo establecer una forma estable y reconocida de descripción de ella aceptable por otros. Los criterios de descripción y el descriptor son exteriores a las moscas. En la autodescripción —los humanos describiéndose—, por el contrario, entran en liza otros criterios de subjetividad que involucran nuestros valores respecto a nosotros mismos. Podemos buscar ciertos consensos en la descripción, pero necesitamos de un "observador" exterior para evaluar su eficacia y verificarlos. Y no tenemos nadie a mano.


Nos resulta difícil interpretarnos porque estamos dentro de nosotros mismos —¡dónde mejor!— y hay muchas cosas que no somos capaces de valorar de la misma forma que lo hacemos con los otros, con los exteriores. Por eso sorprenden algunas cuestiones que se plantean los autores:

Arsuaga. Porque creo que los rasgos esenciales de nuestra especie son necesarios para que surja una especie tecnológica. Es difícil imaginar que pueda surgir una especie así sin que exista, por ejemplo, la placenta. Me resulta difícil creer que, por ejemplo, una especie que ponga huevos pueda hacerse inteligente, porque la nuestra tiene un desarrollo muy prolongado dentro del útero materno, y eso hace que tengamos pocos hijos, o camadas muy cortas, pero con crías muy desarrolladas. No me imagino una inteligencia extraterrestre con capacidad tecnológica que vaya poniendo huevos por ahí…
Martín-Loeches. Aunque a lo mejor no es del todo inconcebible…
Arsuaga. Yo creo que sí. Resulta que la placenta ha aparecido en la evolución de nuestro planeta por lo menos quince veces, montones de veces, porque es un magnífico invento. Para ser inteligente hace falta tener un buen desarrollo antes de nacer.*


Las discrepancias de los mismos autores nos revelan parte del problema, el desacuerdo. Pero también lo podemos apreciar en las expresiones como "me resulta difícil creer", "no me imagino", etc., con las que se revela esa imposibilidad de salir de nosotros mismos para concebir algo diferente. Por eso, el señor Arsuaga dice —como recoge el titular— que de "piel para adentro" los extraterrestres serían como nosotros. No porque tenga "evidencias" de ello, sino porque no se lo puede imaginar más allá de sus propias condiciones. Lo que somos capaces de concebir como vida "inteligente" parte de nuestra propia concepción de qué es "vida" y qué es "inteligencia", además de su "origen" y "evolución".
Pensar que han descrito al ser humano desde "todos los puntos de vista", como dicen los autores del libro es de una ingenuidad pasmosa, solo justificable por necesidades editoriales. Por más que maticen que se trata de un "proyecto", de una lista, etc. Es de un gran simplismo decir, como hace Arsuaga:

Sorprendentemente, la especie humana no está aún definida. Todas las especies tienen una definición y existe un ejemplar tipo, un ejemplar de referencia con el que todos los demás se tienen que comparar. Linneo escribe sobre nuestra especie, pero no hace de ella ninguna definición biológica.*

Se soslaya cuál es la función de la definición y a qué se aplica. ¿Significa que es "imposible" la autodescripción? No, en absoluto; todo lo contrario. Lo que significa es que está permanente abierta por nuestro propio desarrollo y progreso. Lo hacemos a través del Arte, de la Historia, por ejemplo, definiéndonos y redefiniéndonos constantemente. Son autodescripciones. ¿Significa que son "correctas"? Sí y no; significa que las aceptamos, que nos satisfacen en un momento de la historia y que se producen cambios en su consideración que las modifican. A Dios gracias, nunca estamos satisfechos. Y no lo estamos porque cada día sabemos más de nosotros mismos, un saber cambiante. Somos nuestro propio misterio; no podemos encerrarnos en una "definición" que nos satisfaga, aunque lo intentemos.


El ser humano está constantemente dando definiciones de sí mismo, pero reconoce que esa definición que iguala a través de un "tipo" a todos los de una especie, que lo que se dice de uno se dice de todos, es profundamente incompleta en el caso de lo humano, que un "ejemplar de referencia" es una construcción abstracta y reduccionista. 
Ese "ejemplar de referencia" humano es el que describen los manuales anatómicos, el cuerpo, no el colectivo de los libros de Historia ni el personal de la autobiografía. Podemos definir las otras especies porque podemos ser profundamente injustos con ellas. No se van a quejar de nuestras reducciones y simplificaciones, de nuestras interpretaciones antropomórficas, de nuestros juicios de valor.
Pero en nuestro caso, sí. Somos capaces de discutir y discrepar sobre cómo nos definimos, sobre lo que es esencial y lo que es accesorio en cada momento de la Historia, en cada rincón de la Tierra. Somos diferentes porque somos complejos y esa complejidad se traduce en que necesitamos de más información para definirnos y redefinirnos con la llegan de nuevas informaciones. Para alguien que nos viera desde fuera sería más sencillo. Que vengan y lo hagan.
En ocasiones, por lo dicho en la entrevista, no sabes si lo que se presenta tan arrollador y rotundo no estará cayendo precipitadamente, como Ícaro, del cielo:

- Imaginemos que tuvieran delante, realmente, a un extraterrestre. ¿Cuál sería la primera pregunta que le formularían?
Arsuaga. Yo lo tengo muy claro… haría algo muy simple. Me llevaría la mano al pecho y diría :”Yo, Juan Luis”. Y si él hace algo parecido, entonces ya está… Tiene consciencia, tiene “yo”, es como nosotros…
Martín-Loeches. Estoy de acuerdo con Juan Luis. Ese simple gesto marcaría el hecho de que hay un “yo” y un “otro” que están coexistiendo en ese mismo cerebro. Y eso marca un hito muy importante de nuestra forma de ser. De hecho, la nuestra es la única especie de la Tierra que es plenamente consciente de eso.
-Hay quien discutiría eso…*


Sorprendente descripción del primer encuentro espacial, repetición sideral de aquel "Yo, Tarzán" de nuestra infancia, que da por descontado que tendrán manos y no tentáculos, como algunos han imaginado en sus fantasías extraterrestres, incluso que tendrán pecho en el que señalarse, gesto cultural que apunta al corazón y no a la cabeza o a una rodilla. Pero no tendremos de qué preocuparnos por estos detalles morfológicos y culturales, porque ya nos avisan los autores que de la piel —escamas o lo que sea— para adentro son como nosotros. Nos hemos quitado un peso de encima. Tendremos de qué hablar.

* "Arsuaga: 'Si hubiera extraterrestres, de piel para dentro serían como nosotros' ABC 8/04/2013 http://www.abc.es/ciencia/20130408/abci-arsuaga-extraterrestres-201304080016.html





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